Presidente de la AMACC destaca preponderancia de mujeres en entrega del Ariel


Cinetiketas | Jaime López |



De cara a la entrega del premio Ariel 2024, que se llevará a cabo el próximo 7 de septiembre, el presidente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), Armando Casas, destacó la hegemonía de las mujeres en distintas categorías, entre ellas, la de Mejor Dirección.

En entrevista para Revista Sputnik, el también realizador y productor fílmico celebró que cada vez haya una mayor presencia femenina en las distintas áreas del séptimo arte nacional.

"Son los tiempos que toca que vivamos y ser consecuentes (...) Qué bueno que hay una sensibilidad al respecto y que los propios compañeros, compañeras, están votando por trabajos magníficos que están realizando mujeres", mencionó.

Casas abundó que la hegemonía de artistas y creativas también se puede percibir en las postulaciones a Mejor Ópera prima y Mejor Largometraje Documental.

Además, vaticinó que el día de las premiaciones, habrá más galardones para el sector femenino que para los hombres.

"No lo sabemos, pero creo que este año hay una gran prioridad de que las mujeres ganen bastantes más premios de los que recibieron el año pasado, yo tengo esa impresión", sostuvo.

En otro orden de ideas, el presidente de la AMACC subrayó que, por primera ocasión, todos los Arieles honoríficos o de Oro serán entregados a mujeres: Brigitte Broch (Directora de arte), Angélica María (Actriz y cantante) y Busi Cortés (Cineasta ganadora de la Mención Honorífica en el Festival de Televisión Universitaria de Lima, Perú).

La última de las mencionadas murió en junio pasado, a la edad de 73 años, por lo que su galardón tendrá un carácter especial, ya que se dará de manera póstuma.

Cabe recordar que, en la edición de este año, tres de las cinco personas nominadas a Mejor realización son mujeres: Elisa Miller por "Temporada de huracanes", Lila Avilés por "Tótem" y Tatiana Huezo por "El Eco".

Otra categoría en donde el mayor número de postulaciones recae en mujeres es la de Guión original con Ángeles Cruz por "Valentina o la serenidad", Lila Avilés por "Tótem" y Lucía Carreras por "Todo el silencio".

Deadpool y Wolverine: divertida, pero predecible y repetitiva


Cinetiketas | Jaime López |


La esperada película de Marvel que reúne al sarcástico mercenario, "Deadpool", con el más implacable y famoso integrante de los "X-Men", "Wolverine", resulta entretenida para los seguidores de ambos personajes, pero poco innovadora en su historia y tratamiento.

Si bien la primera cinta clasificación C de los estudios Disney tiene una secuencia inicial de agasajo, que rescata uno de los temas emblemáticos de la boy band NSYNC, su guion no aporta algo fuera de este mundo.

De hecho, a los pocos minutos es predecible el desenlace que van a tener los protagonistas, cuyos conflictos emocionales ya han sido abordados en otras producciones.

A eso hay que agregar el insípido y gastado gag de las decenas de versiones de "Deadpool", que no suma nada a la existencia de la audiencia y que aburre en términos creativos.

Es increíble que los cinco escritores en la nómina, entre los que destaca Ryan Reynolds, el actor que da vida a "Deadpool", no hayan encontrado otras maneras de aprovechar el multiverso.

Eso sí, la película se salva por el homenaje a la extinta compañía 20th Century Fox, cuyas acciones fueron compradas por la casa del ratón para tener el control de varios de sus personajes.

La jugada le salió bien, sobre todo, si se toma en cuenta que "Deadpool y Wolverine" está en camino de convertirse en el filme de adultos más taquillero de todos los tiempos, récord que estaba en manos de "Joker".

Otro elemento que hace amena la obra dirigida por Shawn Levy (realizador de Una noche en el museo) es su oda a las nuevas masculinadades, pues juega con el coqueteo y admiracion del mercenario vestido de rojo hacia el mutante que se regenera.

Algunos analistas celebran la supuesta crítica contra el agotamiento del cine de héroes por incluir en gran parte de la historia "el universo basura", en donde están los personajes fallidos o que ni siquiera vieron la luz en pantalla grande.

En parte es cierto, pero también se siente como una pequeña trampa de los productores para extender una premisa ya conocida.



Pequeña historia sangrienta: un repaso al cine de terror/horror/gore



Jorge Tadeo Vargas |
 

Nota aclaratoria: en este texto se usa la palabra “gore” más como un concepto en el que se engloban todas aquellas películas de violencia explícita, sangre, desmembramientos que podemos ver en algunas películas de los géneros o subgéneros como el slasher, el folk horror, terror y por supuesto algunas que son representativas del gore.

 

Los Inicios

A principios de los años 40, en los Estados Unidos, las grandes compañías cinematográficas formaron, lo que se conoció como el “Studio System”, que fue el método con el que controlaban todos los aspectos del cine; desde la producción, distribución, hasta la exhibición. Con esto mantenían un absoluto y total control dentro de la industria, ahogando a la ya de por sí pobre industria independiente.  

Este monopolio continuó hasta finales de la década de los 40, cuando la Suprema Corte declaró que los estudios, estaban realizando prácticas monopólicas, forzándolos a renunciar al control de los cines. Con esta nueva resolución por parte del gobierno, los grandes estudios se ven en la necesidad de cambiar su estrategia, abandonando las producciones de serie B, dedicándose únicamente a las grandes producciones.

De esa manera abrieron las posibilidades a que productores independientes pudieran manejar temas que la censura de los grandes estudios no se atrevía a tocar, y es así como en 1963, la pareja de productor y director respectivamente David F. Friedman y Gordon Lewis crean Blood Feast, una alucinante historia llena de sangre y desnudos, causando conmoción en la audiencia no acostumbrada a ver tanta sangre en la pantalla. Pero no fue sino hasta 1964, cuando esta misma pareja estrena una versión de un musical de Broadway, que bautizan con el nombre de 2000 Maniacs, que es cuando el gore queda estipulado como género cinematográfico, capaz de vender e interesar a la gente llevando a la saturación del mismo, convirtiendo al cine gore, en una fórmula para vender y no como un medio de expresión fuera de la industria.


El Renacimiento

En 1968 con el medio saturado de películas que utilizaban la sangre como un fin más que como un medio, surge un joven director que utiliza el gore como una herramienta para la crítica social, el cual abre las puertas a una nueva generación de realizadores más comprometidos que vuelven a llevar al género al movimiento independiente y como contestación a las grandes producciones de Hollywood.

Este nuevo director que reinventó el gore o lo llevó hacia otros géneros como es el caso del subgénero zombie fue George A. Romero que con su Nigth of the Living Dead, mostró una sociedad idiotizada y alienada. Con un claro ataque a la guerra de Vietnam y la discriminación racial, Romero dio un punto de vista oscuro y desesperanzador para la sociedad en general, y así les dio paso a directores como John Waters, que con Multiple Maniacs, mostró el mismo punto de vista depresivo de Romero.

Aunque el gore sufrió una metamorfosis con las películas de Romero y Waters, —dejando implícita la sangre y la violencia—, no fue sino hasta 1974 cuando Tobe Hooper redefinió el camino que tomaría el género en los últimos años. Mezclando la violencia excesiva y los litros de sangre con la crítica social.                      

Considerada por la crítica especializada como la mejor película gore de todos los tiempos, The Texas Chainsaw Massacre, muestra una visión caótica y enfermiza de la familia modelo americana, tomando como punto de partida, la vida del serial killer Ed Gein, y retratando de una forma casi perfecta la vida burguesa y alineada de los EEUU. A pesar de que Romero hasta su muerte y Hooper suavizaron un poco su cine, ninguno de los dos ha logrado superar sus óperas primas, sin embargo, ellos dieron pauta para que el gore sirviera a los jóvenes para expresar sus desencantos con la sociedad en la que viven y/o la parte más oscura de esta.

A raíz de esta “nueva actitud” dentro del gore, sirvió para que artistas de otras corrientes mostraran interés de expresarse con esta fórmula. Andy Warhol filma en 1973 Blood for Drácula y Flesh for Frankenstein, dándole al gore cierto aire de cine de autor y permitiendo la llegada de directores noveles que, con sus óperas primas, se volvieron de culto; de esta manera el neoyorquino Abel Ferrara filma El Asesino del Taladro.

El estadounidense y canadiense respectivamente David Lynch y David Cronenberg, nos presentan Eraserhead y Shivers. El italiano Darío Argento que con su filme Suspiria coquetea con esta clase de cine sin mucho éxito y regresa a su forma convencional dándonos grandes películas de terror.

Cabe señalar que, aunque el “gore de autor” no fue una corriente de mucho éxito y sus creadores no se mantuvieron, de vez en cuando podemos disfrutar pinceladas de sangre y violencia en sus filmes, recordándonos lo que son capaces de hacer.


Los 80’s la decadencia y cumbre del género

Para principios de la década de los 80’s, el cine gore, decayó, en cuanto a calidad y forma, volviéndose un género (slasher) para adolescentes, con películas como Halloween de John Carpenter que con el tiempo, se volvería uno de los pocos directores de esta corriente capaz de sobresalir, Zombie de George Romero que intenta volver a sus grandes glorias sin conseguirlo, Friday the 13th, que comienza con las grandes sagas donde lo que importa es la película y no el realizador y Nigthmare on the Elm Street de Wes Craven que ya había mostrado su capacidad a principios de los 70’s con The Last House on the Left. Con Nigthmare on the Elm Street intenta crear un nuevo estilo manejando sangre, terror y humor sin conseguir quitarse la etiqueta que a la larga sería llamada Teenage Horror Movie, es decir filmes que solo servían para mostrar desnudos y sangre como en sus inicios, llevando esta vez a los grandes estudios a participar de la tajada que estaban dejando y poniendo las grandes producciones a la par del cine gore ( Friday the 13th se encuentra en la lista de las 15 películas más taquilleras, junto al The Exorcist y Jaws, dos películas de estudio que juegan con el gore para asustar a un público poco conocedor del género).


A la par de este estancamiento, surge un joven de 18 años que, con un presupuesto menor al sueldo de cualquier camarógrafo de Hollywood, fue quien revolucionaría el género cuando junto a su hermano y un grupo de amigos filma Evil Dead, filme que maneja el humor y la sangre por partes iguales, causando al espectador cierta angustia, en los momentos más ridículos y extravagantes.

Este joven de nombre Sam Raimi se convertiría como ya le había pasado en la década anterior a Tobe Hooper en el ejemplo a seguir dentro de la industria y permitiendo a una nueva generación de directores expresar su arte con poco dinero, mucha imaginación, violencia, humor y sangre.

A la par del gore americano, resurge en Italia el Mondo o Cinè Veritè, que mostraba el lado más extremo del género y cintas como Snuff de Michel y Roberta Findlay y Mondo Caníbal y/o Holocausto Caníbal, de R. Deodato, hicieron temblar a la audiencia, asegurando que las escenas eran reales, un subgénero que duró poco y que aún se mantiene con un puñado de fans, y el cual merece un artículo aparte por la patología del mismo.

En América nacen dos parejas, que aun a la fecha siguen siendo los amos y señores del género. Nos referimos a los creadores de la saga de Maniac Cop y Re-Animator, filmes hechos por Larry Cohen y William Lusting la primera, y Brian Yuzna y Stuart Gordon la segunda.

A pesar de la calidad y la influencia de Raimi en sus películas, amén de que Re-Animator y Maniac Cop, son dos películas de culto, no fue hasta 1987 cuando un australiano consiguió, lo que Raimi quiso plasmar en Evil Dead (consiguiéndolo en las dos secuelas de ésta), que es el humor como principal ingrediente del género y la sangre y la violencia como sátira del mismo.

Este australiano de nombre Peter Jackson redescubrió el gore con la magnífica cinta Bad Taste (curiosamente este filme fue grabado de la misma manera que Raimi lo hizo con el suyo, con poco dinero y con la ayuda de sus amigos, recibiendo ambas una gran acogida en el Festival de Cannes, cada una en su tiempo) y refirmándolo con su obra cumbre dentro del género Braindead.

Este género después de Peter Jackson no volvió a ser el mismo y mantuvo una línea por mucho tiempo, manejándose en la industria independiente y volviéndose tan underground, que sus fans son vistos como bichos raros por otros cinéfilos.


El fin de una Era

Para la década de los noventa el género se volvió poco comercial como tal, pero muy comercial como fórmula y directores que de cierta manera provenían de él o crecieron con él, lo vendieron a Hollywood como una fórmula nueva, maquillado de películas novedosas; podemos ver a Quentin Tarantino, Robert Rodríguez y hasta el mismo Steven Spielberg, utilizarlo para atraer jóvenes y de esta manera subsistir en el viciado y poco original medio de las grandes producciones.

El Slasher o el Teenage Horror Movie tuvo su revival con sagas como Scream –que se mantiene a la fecha- y Final Destination, entre otras que utilizaron la fórmula para lograr éxito masivo.


Siglo XXI: la corrección política, el cine de arte, la presunción y el intento de regresar a sus raíces

El cine de terror/horror/gore de finales de la primera década del siglo XXI sufrió de un intento de la industria de venderlo más allá de los fans más aferrados, sin embargo esto no resultó como se esperaba hasta años recientes cuando de la mano de la productora A24, se intentó venderlo como “cine de arte” y comenzó a crear todo un mercado, que tomando ciertos elementos del cine de terror/horror/gore, se ha logrado posicionar con una nueva generación de espectadores. Aunado a esto, con la corrección política y la nostalgia como estandarte, sagas que surgieron en la década de los setentas y ochentas como Halloween y Child’s Play entre otras, tienen su segundo aire, por llamarlo de alguna forma, pero desde una idea políticamente correcta, donde la violencia sin sentido y la sangre, han desaparecido para darle entrada a otra forma de ver este subgénero.

Sim embargo el terror, el horror, el gore se han destacado por reinventarse cada vez que caen en las garras de lo establecido, esta corriente cinematográfica siempre ha logrado tomar un camino diferente cada vez que Hollywood encuentra su fórmula. Hoy de cierta forma el subgénero más allá de una fórmula comercial, ha regresado a donde pertenece, por lo que es fácil encontrar cine que cumpla con los estándares, logrando sobrevivir y aunque películas como Terrifier y Thanksgiving lograron el éxito comercial, son claramente una pequeña parte de lo que se mantiene alejado del mainstream.



Desde el (auto) exilio en los bosques de Klatch City
Jorge Tadeo Vargas: sobreviviente de Ankh-Morpork, activista, escritor, traductor, anarquista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena.
Desde hace años construye una caja de herramientas para sobrevivir.
A veces viaja a Mundodisco

«Hvppy» de Gerardo Szae


Por Samanta Galán Villa | 

 

Hace algunas semanas vi una publicación en Facebook donde se rifaban cinco ejemplares de Hvppy, un poemario publicado en la editorial Niño Down del poeta guanajuatense Gerardo Szae. Dicen que la suerte no es más que la manifestación de un capricho de Tique, y en este caso yo salí favorecida.

La experiencia misma del poemario comienza con el libro objeto. El material, las hojas con brillitos, las imágenes, los colores. Te da la bienvenida un payaso. Hvppy puede ser su nombre, como puede ser el mío, el tuyo o el de Gerardo Szae. La imagen arquetipal del payaso, las risas, las lágrimas, la resignación, la rebeldía de reírse a carcajadas y de darle así una bofetada a esa imagen difusa y aplastante del mundo son algunos de los hilos conductores del poemario.

Entre más avanzaba en la lectura, fue más evidente para mí que Gerardo Szae habla el llamado “lenguaje verde”. La lengua de los pájaros y que a su vez es el lenguaje de la música. La lengua que puede distorsionar cualquier imagen establecida para crearla de nuevo, con otros tonos, otros colores y otra utilidad (DESTINO).

La música está en todas las cosas. En las palabras, en los paréntesis y en los versos rayados que también son silencio. Estamos frente una ópera de varios actos, cada uno un poema. La cadencia de los versos nos va llevando de la mano en una carrera. Es veloz, ágil. Sin embargo, al termina la página, es preciso regresar al comienzo para ver qué pasó. En dónde fuimos perdiendo algo de nosotros mismos y nos apropiamos de un color fluorescente, de una lágrima o de una sensación que antes pertenecía a un personaje aplastado por las circunstancias y que aun así sonríe y aplaude porque el show debe continuar.

(…) “cada acto es un acto de magia” dice el poema titulado LIL’XTV$Y (ft. Dosmg) y para mí, es una excelente manera de resumir el poemario. Es un acto de magia, una ilusión. Muchas veces me sentí en un escenario distópico que se siente viejo y gastado. Bien podría abrirse este libro en una cantina de Cowboy Bebop o verlo de la mano de Rick Deckard. Pero esto es sólo un acto de magia.

En el siguiente poema estamos ya en otro escenario, con un amigo, fumando, riendo, recordando que la creación es un acto de amor y de resistencia. Los payasos vienen de aquí o de allá, de ti, lector, que también repites un acto cada día y que no lo ves hasta que uno de los versos de Szae se para frente a ti, como un espejo.

Al final, cuando llegamos al último poema “TOVLLIYVSZ” (ft. Zauriel) ya hemos encontrado un hilo invisible que se va tejiendo con nuestra cotidianidad. Con un escenario político, cultural y social que puede ser mejor, sólo por el hecho de levantarse y seguir bailando al ritmo de la música de las esferas.  

Hvppy es la última parte de una trilogía compuesta por Think Pink y Surtra Blues, leídas en ese orden. El mismo Gerardo le da el nombre de “Trilogía Resplandeciente”. Cada una explora distintos aspectos de la naturaleza humana. Cómo lo oculto y lo oscuro nos habla también desde las luces y la refulgencia.

Think Pink (LIBRE DESCARGA AQUÍ) está compuesta por poemas automáticos y puede descargarse de manera gratuita en el link que se encuentra al final de esta reseña, publicada bajo el sello de la editorial independiente Awita de chale. Sutra blues con la editorial Granuja y aunque Hvppy tuvo un número limitado de ejemplares, es seguro que volverá a encontrar la forma de multiplicarse, como los aplausos después de un espectáculo circense.

También vale la pena mencionar que Hvppy comienza con la voz de un solo autor y termina floreciendo con la colaboración de varios poetas talentosos, como Iván Mata, Phomopsis, Vraiux Dorós, Dosmg y Zauriel.

Conocer a Gerardo Szae (Silao, 1997) es también abrirse a aprender con todos los sentidos y experimentar recuerdos que nunca estuvieron ahí, hacer amigos donde hay un espacio en blanco y reírse de todo, porque la vida misma es una bruma absurda donde cada uno es el show principal.


***


GONG

Para mi

siguiente truco se me chispotea la carne sobre un charco de tarot con la cara atorada entre los dientes como adlibs de Westside Gunn

            chapoteo payazo en la bañera contemplando heavy metal

chapoteo payazo en el armario aguardando a que

me encuentren

            esto no es un simulacro

mis colmillos son de plástico   me cuelgan

para mi siguiente truco necesito un

voluntario & con mi

hacha de legos lo saco del espejo

en mis manos hay un tatemado corazón que chilla que

irradia desde dentro

en mis oídos country blues de Willie Nelson & un poni salvaje en el ardiente llano de humo que mana de su cuete   hasta relinchar

hasta lamerse todo el pasto verde &

relinchar   colisionar con el espanto

            con los momentos holográmicos de los últimos días

tengo cara de emoji triste que frikea

la furia de un piquete de mosquito & de po e sí a

& aun así sonrío vislumbrando hacia delante porque ya estuvimos adelante

estuvimos pa’ allá so

            muy lejos de aquí a punta de

            arañazo lo que

me hace llorar me hace reír

& el gong mi bolsa de boxeo

& mis labios escurriendo

tiernamente de los pulques una que otra carcajada

            uno que otro post-punk w/ Damara Lvn a las orillas de South Park visitando un

western mexicano en chanclas

& una que otra bienvenida bipolar trinchera dentro de mi jeta sin frenos montado en monociclo resorteando

mis chiflidos

            & el horror pellizcando

lo que

no es tu corazón   sino una caja de ritmos

            es decir   no seas poeta mejor payazo en overol de pana o de mezclilla & de ficción texteando a Randy Marsh

por la ubicación de sus Tegridy Farms un viernes 13

con la más jugosa intención

                                   de pasarla bomba

quiero decir   puedes burlarte conmigo o

de mí   o puedes burlarte conmigo

de mí

un chiste vulgar & de fe

un mal chiste de Eugenio Derbez con suficiente albur

para censurar                                                 sexenios después

soy   como cada 1 de ustedes

                                               un gorrito de cumpleaños

performance en estado etílico / depresivo / de coma

un aviso de Aquí truena la pistola

un cartel de Se Busca Vivo o Muerto se le vio por última vez afuerita del Soriana

sosteniendo un botecito de play-doh

listo para huir conmigo de mí

            listo para regresar a casa como siempre just a random face in the bus puede tener

la sonrisa de cabeza   el grito deformado   estampida interna

            loca montaña en

            loca habitación de humo de armario rarísimo

un cambio de zapatos por unos más grandes

trompetiza capaz de

            acompañar esporas por todo Jumanji al

seno de una leyenda promiscua   abrazando radiantes

jorobas de camello mascando chicle

                 & el pelo un afro de   a r c o í r i s. 


«Love You», la vida es buena



Por Gato Arrabalero |

En enero de 1977, Brian Wilson, antiguo líder de los Beach Boys, pasaba el día recostado en cama, tenía la barba enredada, el cabello grasoso y obesidad en aumento, sólo se levantaba para sacar algo del refrigerador o traer una botella del mejor vino que tuviera dentro de su tienda de licores; aspirar cocaína o fumar sus ocho cajetillas diarias de cigarros podía hacerlo desde la comodidad de su amplio colchón mientras veía el programa de entrevistas de Johnny Carson. De vez en cuando prendía la radio, pero le habían dejado de interesar las estaciones que compartían música; ningún artista usaba armonías vocales, el mundo estaba interesado en la experimentación a través del uso de los novedosos sintetizadores o en las guitarras estruendosas.

Los Beach Boys marcaban al teléfono de Brian para pedirle ayuda con nuevo material para publicar, necesitaban cumplir con el contrato de su disquera. No ayudaba la mala racha que traían en ventas y en crítica, pero el mayor de los hermanos Wilson estaba harto de la música: desde 1966, la presión por componer decenas de canciones, así como la competencia contra sus contemporáneos, hacían más fuertes a sus problemas mentales. Por ello, desde mediados de los setenta, se propuso apagar su cerebro. Valía la pena ignorar las llamadas de sus preocupados hermanos, la noticia del fallecimiento de su abusivo padre, incluso el abandono de su esposa e hijas por la indecencia de Brian: ofrecer un cuadro de LSD como entretenimiento a una de las niñas de ocho años.

Para ayudarse a ignorar las situaciones de su vida, Brian prendía la radio y cambiaba de frecuencia, esperando encontrar algo medianamente interesante. Un día dio con un programa que transmitía canciones que para ese año ya eran consideradas como clásicas, le sorprendió escuchar Be My Baby de las Ronettes, ese grupo mítico de su juventud. Brian desempolvó algunos vinilos y se puso a escuchar clásicos del rock 'n' roll y del doo wop: Chuck Berry y The Four Freshmen. De pronto, sintió una fuerte necesidad de contactar a sus antiguos compañeros de la secundaria. Encontró los nuevos números de algunos y les pidió que salieran «como si fuera 1959», que se arreglaran con trajes o chamarras negras de piel para los chicos y vestidos largos para las chicas. Algunas personas nunca respondieron al contacto, otras sí, una de ellas fue Carol Mountain, su más grande amor de la adolescencia. A partir de ese día se pusieron al corriente de lo que había sido de ellos durante conversaciones muy largas, hubo ocasiones en que Brian marcaba a Carol a las tres de la mañana sólo para platicar. A Carol no le molestaba la situación, pero sí le parecía extraño. Después de unos días, esos viejos amigos y conocidos, incluyendo a Carol, dejaron de atender las insistencias telefónicas del beach boy retirado; a diferencia de él, todos tenían cosas que hacer en su vida. Brian olvidó la idea de salir con ellos, pero algo había despertado dentro suyo. Volvió a su piano que estaba sobre una enorme caja de arena, sintió las diminutas piedras entre los pies y, con sus recuerdos adolescentes en la cabeza, empezó a componer como lo hacía a los quince años; estructuras sencillas de cuatro acordes, melodías repetitivas y letras que evocan al amor idealizado y fantasioso de la juventud.

Así como Frank Zappa hizo en Cruising with Ruben & the Jets o como los Beatles en Let It Be, Brian decidió volver a sus raíces y en ellas encontró la inspiración. Compuso un puñado de canciones olvidándose de cualquier presión, sólo siendo él mismo. Su banda volvió a comunicarse y en esta ocasión tenía nuevo material. Ellos quedaron fascinados cuando lo oyeron, en parte por la necesidad de un nuevo disco y en parte porque, de manera genuina, les gustó ese compilado creativo que decidieron titular Love You. El disco salió al mercado en abril del 77 y no causó algún impacto en la música del momento. Las ventas volvieron a ser bajas, pero las críticas fueron, en lo general, positivas. Sin embargo, el pequeño éxito no fue significativo para ningún integrante de la banda. Brian volvió a su rutina de la cama y pasaron al menos quince años antes de que su salud física y mental mejoraran. Entonces se le preguntó cuál consideraba que era el mejor trabajo de los Beach Boys; en vez de contestar con su aclamada obra maestra, Pet Sounds, dio una respuesta concisa: «Love You». Brian ve en Love You a un tímido adolescente alto, delgado y rapado que no es bueno en la escuela, pero es capaz de memorizar el más mínimo detalle de algunas materias con tal de que Carol le pida ayuda y lo invite a su casa a estudiar; ve a un adolescente que sólo conoce los acordes de Re, Do, Sol y Si7 y trata de sorprender a la chica con eso; ve a un adolescente al que nunca le importó que esa porrista del equipo de fútbol supiera sus sentimientos, lo único que le importaba era encontrar un pretexto para estar cerca de ella y disfrutar su compañía.

Love You es la nostalgia de un hombre de casi cuarenta años, nostalgia que suele estar idealizada, pero Love You sostiene que de vez en cuando es bueno escapar del presente hacia un pasado donde la chica de nuestros sueños está viendo una película con nosotros en un autocinema, junto con otros amigos, tomando una malteada y recordándonos que debe regresar a las nueve a su casa, mientras la radio anuncia que estamos en 1959 y pone el más reciente éxito de las Ronettes. Love You nos dice que tenemos quince años, que la vida es buena.




Cristopher Yael Esquivel Muñoz. Egresado del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM, se ha desarrollado principalmente en medios audiovisuales como escritor y director. Ha recibido el apoyo de la convocatoria “Colectivos Culturales Comunitarios 2023”, en su primera emisión para el desarrollo de un documental. Recientemente, su guion cinematográfico “Estrellas” fue beneficiario de uno de los apoyos de R7D para su producción dentro de la convocatoria “Haz + Cine 2023”.

Cantos Gregorianos Renacidos: indie-folk-punk para conectar vidas alternativas


La música, ese bello arte que nos lleva a expresar las emociones que a veces nos ahogan. Es en las canciones donde muchos encontramos la libertad para darle salida a nuestros sentires. No pocas veces las letras que acompañan a un instrumento se funden con nuestra identidad, pues narran historias que nos identifican, ya sea de romances que terminan, amores que nos vuelven locos, martirios existenciales que nos angustian o problemas que la vida cotidiana nos arroja.

Si de letras finas se trata, los compositores de folk siempre han tenido la pluma bien afilada. Así lo demuestra el músico ensenadense Ay Gregorio!, quien en días recientes ha publicado su nuevo álbum “Cantos Gregorianos Renacidos”, un total de siete canciones que describen historias de influencia beatnik inspiradas en un estilo de vida alternativo que busca la poesía en lo cotidiano.

Con influencias diversas como Johnny Cash, Chavela Vargas, Juan Cirerol, Leonard Cohen y Nacho Vegas, este músico bajacaliforniano toma inspiración de géneros tan diversos como la balada romántica, la música ranchera, el indierock, el bolero y la tradición rupestre, dando como resultado una fusión contemporánea de country-folk alternativo.

Ya sea para celebrar que la pandemia no pudo con nosotros, para prenderse un gallo que nos haga olvidar lo abrumador de la existencia o para sentir la melancolía de un amor que termina, los Cantos Gregorianos Renacidos brillan por su sencillez y autenticidad, pues con tan solo guitarra y voz Gregorio nos va llevando por relatos llenos de nostalgia, locura, euforia, amor y mucha, mucha sinceridad.  

Bueno, ¿pero por qué estos cantos llevan el adjetivo de “Renacidos”? De acuerdo al autor, esto se debe a que las composiciones del álbum ya habían sido grabadas previamente en una “sesión casera amateur” que en su momento llegó a compartir en plataformas. A tres años de esta primera publicación, y siguiendo el consejo de su amiga Andrea Razo (quien participa en dos temas de este álbum), decidió “renacer” estas composiciones para retratarlas con mejor calidad, trabajando para la ocasión con Jesús Guerrero, productor tijuanense y vocalista de la agrupación Ramona.


El músico porteño agrega que por igual le ha gustó la idea de jugar con referencias de la literatura religiosa, empezando por el término cantos gregorianos —un estilo de canto de origen católico—: 

“Siempre me han dicho que por el pelo largo parezco Jesucristo. Entonces se me ocurrió que, al igual que el mismo Jesús, estas canciones están teniendo su propia resurrección, su renacimiento. Y si bien es un juego, también dice mucho de mí y de mis raíces familiares (al igual que el nombre del proyecto), incluso la foto de portada la hicimos basándonos en una cruz arriba de una montaña cerca del barrio donde crecí, entonces hay simbolismos por ahí que son parte quien soy”.

Gregorio comparte que el lanzamiento de su álbum viene acompañado de varias presentaciones en Ciudad de México en lo que ha denominado el “Renacido Tour”, gira promocional que inició en marzo —visitando entidades como Sonora, Guadalajara, Veracruz y Puebla— y que se extenderá hasta septiembre, con miras a visitar estados como Hidalgo, Guanajuato, Morelos y el Estado de México.

“La idea es conectar con la mayor gente posible, porque eso es lo que más disfrutamos de este proyecto: el poder que tiene la música para conectar con la gente. Podemos ser completos extraños y de repente una canción nos hermana, y esa sensación me parece extraordinaria, porque nos lleva a empatizar, a conectar, a crecer y aprender a través del otro”.

Seas o no escucha frecuente del folk, la nueva entrega de Ay Gregorio! por seguro se pondrá entre tus estrenos favoritos de este verano, pues sus cantos gregorianos son la compañía perfecta para un viaje lleno de buenas vibras, emociones intensas y sobre todo, historias que sentirás como tuyas.


«De ida y vuelta» de Iván Farías




La entrevista... ese género | Por Óscar Alarcón

@metaoscar

 


Se puede pensar que por ser uno de los estados más pequeños de nuestro país, Tlaxcala no cuenta con una tradición artística. No sólo escritores como Yassir Zárate, Dania Corona Muñoz, Jaklin Parada Cuatecontzi o Gabriela Conde Moreno tienen su lugar de nacimiento en el estado vecino a Puebla, sino una pléyade de pintores, fotógrafos, artistas plásticos y promotores culturales viven ahí.


Iván Farías, quien en algún momento dijo que había nacido en Tlaxcala, pero después dijo que no, que su lugar de nacimiento era la Ciudad de México –o quizá sólo fue un rumor y ahora no sabemos en donde haya nacido, pero sabemos que por el momento vive en Francia– hizo una serie de entrevistas a artistas tlaxcaltecas contemporáneos. O si no son tlaxcaltecas, por lo menos que tengan un arraigo con el estado.


Los creadores a los que Iván Farías les da voz pertenecen a una generación de artistas mexicanos que se ha encargado de revitalizar el arte en nuestro país, sus trabajos van desde el grabado y la pintura –artes canónicas– hasta lo experimental –gráfica digital y videoarte–, considerando que el libro se publicó hace 15 años.


En el libro aparecen las entrevistas a Jorge Barrios, Samuel Ahuactzin, Abel Benítez, Malena Díaz, Enrique Pérez, Gonzalo Pérez y Polo Praxedis, quienes con su tono particular comentan cómo crecieron en el arte y cómo viven Tlaxcala desde su disciplina.


Uno de los raseros que Farías empleó para entrevistar a estos creadores fue que su obra se hubiese expuesto en el extranjero.


El pintor Jorge Barrios nació en Tlaxiaco, Oaxaca y obtuvo el Primer Lugar del Tercer Concurso de Pintura Tlaxcala-México.


Samuel Ahuactzin, oriundo de Chiautempan, escultor y docente, ha cincelado el mármol, pero también conoce el barro, la cera y los metales.


Abel Benítez, artista plástico, músico, docente y artista multimedia, es coordinador de La Colmena, espacio en donde se imparten talleres de cultura digital.


Malena Díaz, nacida en Tlaxcala, Tlaxcala, es fotógrafa y artista plástica ha realizado más de 150 exposiciones, en donde el maíz o las muñecas fueron sus temas. Además, es directora del Festival Internacional de Fotografía Foto 13, que se realiza en Tlaxcala.


Enrique Pérez Martínez, coordina Titegrafías, un portafolio que se realiza de manera anual en grabado. Participan diversos artistas gráficos de México y el mundo. Ha realizado más de 90 exposiciones en donde prioriza la técnica del grabado.


Gonzalo Pérez es fotógrafo y ha realizado más de 20 exposiciones en México, Canadá, Indonesia, Estados Unidos y Francia. Obtuvo el Premio Estatal de Periodismo; fue fotógrafo para la agencia de noticias EFE.


Polo Praxedis, grabador, ha montado diversas exposiciones y su trabajo lo ha llevado a realizar una carpeta conmemorativa sobre el poeta Ernesto Cardenal titulada “23 cantos para quien le canta a México”.


La voz de Farías es sólida, le da paso a las historias que los pintores, fotógrafos y grabadores tienen que contarnos. Las preguntas son puntuales. Es un libro de entrevistas en donde regularmente todas las pláticas comienzan como deben comenzarse las grandes amistades: con comida y unos tragos de por medio.


Farías platicó con siete artistas importantes de Tlaxcala –número cabalístico para el autor– pues, aunque quería desmarcarse del número, las circunstancias lo obligaron a cerrarlo el libro sobre él.


La curiosidad es grande y se refleja en lo anecdótico y la libertad de las entrevistas, en donde cada uno de los protagonistas expone su poética particular y cotidiana, su incursión en el arte, viajes y andanzas y sus contemporáneos.


Veracruz, Tlaxcala, París, Barcelona, la Ciudad de México y sus zonas populares son los escenarios que los artistas describen, además de cómo fueron sus años de formación, lo cual se traduce en un trabajo creativo diario.


Iván Farías salió bien librado del reto que se impuso y de manera excelente nos ofrece un libro de indudable valor. Después de este libro vendrían más obras narrativas para el autor y un libro de crónicas en donde el librero juega el papel protagónico. Sin embargo, no se le volvió a ver a Farías en los caminos de la entrevista.


Sobre el trabajo que se realizó en aquella época en Tlaxcala, Iván Farías apuntó:

 

“En Tlaxcala hacen falta estudios sobre el arte que diversos artistas han producido en la entidad […] si un investigador externo viniera a buscar bibliografía sobre la actividad artística en Tlaxcala, se encontraría con un gran vacío”.


El trabajo periodístico de este libro nos arroja luz sobre el momento en el que estaban trabajando y se vuelve un documento histórico ya que, después de 15 años de su publicación, podemos comparar y hacer crítica sobre lo que ha ocurrido en la plástica tlaxcalteca durante ese tiempo. ¿En dónde está el trabajo de otros autores? ¿Cuál es la salud creativa de Tlaxcala en materia plástica?


De ida y vuelta, puede ser un libro de arranque para los estudios actuales sobre el arte realizado en la región de Tlaxcala, o más: para cualquier lector interesado en la fotografía, pintura y grabado en México, que de estas disciplinas, tenemos gran tradición en el país.

 


*De ida y vuelta de Iván Farías. CONACULTA/Instituto Tlaxcalteca de la Cultura, México, 2010.

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