Cabe recordar que, en su debut, la novela de "Pedro Páramo" fue rechazada e incomprendida, porque Rulfo rompió con los tiempos y espacios tradicionales de la época, es decir, no contó la historia de forma lineal.
"Pedro Páramo", de Rodrigo Prieto, cuando la película no destroza al libro
Ummagumma: 14 años siendo el refugio de los solitarios
Nos quitan lo que más necesitamos: “Dinero y Amor”. Una carta de amor y despedida al legendario stream de Blender
Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |
Me fascina que mi último artículo del 2024 en Sputnik sea una carta de amor y despedida a un stream argentino que rellenó cada uno de los huequitos de mi corazón (generados por mil y un cosas que sucedieron en el año). Me hace tremenda ilusión imaginar/pensar/manifestar que les chiques de “Dinero y Amor” puedan llegar a leer este texto en algún momento de la vida y decirles en un par de líneas, lo mucho que se les quiere y se les va a extrañar, y a la vez, tirarles todas las flores que se merecen, al mismo tiempo en que intentaré reivindicar un poquito al programa de la nota que hace un par de semanas publicó una “mina” medio resentida que estuvo presente en uno de los episodios (precisamente en el “Chiclegate”) y se atrevió a criticar hasta el chillido agudito maravilloso y clásico de la –según ella– “botonera humana” Cata, productora del programa. Cata, en tiempos de ringtones, tu chillido hubiera sido un hitazo. Pues bien, embárquense conmigo a un texto meloso, lleno de melancolía, recuerdos y puro amor.
El programa inició en marzo, pero mi historia con DyA empieza a principios de abril, después de que vi el inolvidable discurso de aceptación en los Premios Platino de Andy Chango que ganó por su interpretación de Charly García en la serie de Fito Páez “El amor después del amor”, discurso que me pareció hermoso e irreverente, tal y como lo es Andy. Rápido me obsesioné con el tipo y empecé a buscar sus entrevistas, videos, artículos e ingresé como paciente de la “Clínica Chango”, espacio que tuvo en Futurock, radio argentina por internet. Les juro que nunca había escuchado semejante grado de honestidad y desacato, y me vi escuchándolo en todas partes mientras hacía cualquier cosa. Aprendí tanto de Andy, que ya me siento capaz de escribir su biografía oficial. Luego, siguiendo esa misma línea obsesiva (obsesiva saludable, eh), llegué a algo llamado “Dinero y Amor” de un canal de YouTube llamado Blender y el resto es historia. Al principio no había captado que Andy era parte de la conducción del programa y tras ver varios videos de sus icónicas columnas, entendí que Andy era conductor los días lunes, martes y miércoles y que se ausentaba los jueves y viernes por motivos personales. Decido echarme los programas completos y de inmediato me explota la cabeza. Me vuelvo FANÁTICA de todo el programa: la dinámica (no sólo que existe entre los conductores, sino entre los productores y los creadores de contenido), los temas que abordan, las entrevistas, los invitados musicales, absolutamente T O D O, y rápidamente comprendí que eran las dos horas que necesitaba al día para reír, aprender, descontracturarme y desconectarme un poquito de mi propia realidad.
Como ya he mencionado en
varios de mis artículos aquí en mi columna de Sputnik, hay una relación o más
bien, una conexión muy hermosa y singular que tenemos mi familia y yo con la
Argentina. Mi hermana y mi cuñado vivieron tres años en Buenos Aires e
indudablemente les cambió todita la vida, sin embargo, creo que nunca llegué a interiorizar
y apreciar la argentinidad tanto como lo hago ahora. Este año, también me unió al
territorio rioplatense, un proyectito llamado “La Sociedad de la Nieve” que por
si no lo saben, fue protagonizada por actores y actrices uruguayos y argentinos.
Tuve la audacia de entrevistar a dos de ellos a inicios y mitades de este año y
por lo tanto puedo decir que oficialmente el 2024 es mi año más argentino a la
fecha y que dicho vínculo, es algo que descubrí y construí de manera propia, y
eso es algo que me encanta y de lo cual estoy muy agradecida. No bastó que el rock nacional argentino fuera mi
leitmotiv en estos últimos meses, sino que fue “Dinero y Amor” el
verdadero soundtrack del año, la columna vertebral de ese amor y esa admiración
que siento por lo auténticamente argentino en un año durísimo para ellos. Así
que obviamente tengo una enorme necesidad de escribir sobre este extraordinario
programa y de las increíbles personas que lo realizaron a lo largo de nueve
meses (todo un embarazo, people) y que revolucionó mi manera de ver y consumir
canales de streaming (cosa que nunca hacía y dudo que ahora que termina
el programa, siga haciendo).
Marcos Aramburu
La cabeza del programa. El tipo que puede estar cagándose de risa un minuto y al otro está pidiendo orden y que “regresen/terminen la columna”. Tremendamente inteligente, carismático y reflexivo, ama cada vértice de la argentinidad. Se ha desempeñado como guionista, escritor, productor y locutor de distintos programas de radio e incluso uno de TV. Tiene la educación radiofónica de antaño mezclada con un estilo moderno y auténtico; se nota y se agradece. Cuando grita, es porque está cayendo en los abismos de la desesperación o porque está en un estado de felicidad plena, aunque normalmente su manera de expresarse es notablemente tranquila (jamás perdió el estilo incluso estando frente a sus ídolos e ídolas); si bien conoce a muchas personalidades argentinas, se conduce con bastante sencillez. Siempre con preguntas interesantes para sus invitados, se notaba el esfuerzo invertido para prepararse, ya sea viendo videos y/o leyendo sobre la persona a entrevistar lo cual enriquecía las charlas. No sé cómo lo hace, pero el capo sabe perfectamente cómo intercalar el humor con un análisis profundo, resignificando cualquier plática sin sentido que surgiera en el programa. Ama y defiende a Tomi a pesar de que Tomi es… Tomi. Tal vez acá en México se le conozca más por ser el jinglero por excelencia, pero lo que logró e hizo en DyA no tiene nombre. Dueño de un par de hoyuelos maravillosos, Marcos sabe cómo expresarse y conducirse durante las dos horitas del programa, a pesar del cansancio, el aburrimiento y el hartazgo. Mis momentos favoritos: cuando se desesperaba en la “Sección de Investigación” (al punto de matarla/cancelarla), cuando se desesperó terriblemente con una uruguaya que habló para asistir a los XV de Evitta (porque se hacía la boluda y no sabía qué significaba elegir la segunda opción) y Marcos abiertamente le colgó el teléfono y dijo que le habían cagado el fin de semana, sus muy preparados “Momentos de Apreciación” (en especial el de Fernando Peña y Cris Miró). Me encanta cómo cambia su risa cuando hay algún invitado, lo mucho que cuida a Andy, cómo molestaba a “la enana” de Evitta, el esfuerzo descomunal por seguir la estructura del programa y darle su merecida atención y dimensión a cada sección; la naturalidad cuando cuenta sus historias personales (mi favorita por siempre es la cita funesta que tuvo en tiempos de COVID donde salió con el cabello pintado de rosa en contra de su voluntad). No tiene reparos en decir lo poco constante que es con sus proyectos personales, el desinterés que le causan ciertas cosas o temas, lo mucho que le gustan las plantas y sus gatos. Siempre supo separarse de su personalidad jinglera en Gelatina. Escribió “Las Ceremonias”, cuatro crónicas que cuentan las vivencias de personas que usan diferentes sustancias psicoactivas que tengo unas tremendas ganas de leer. Se destaca lo bien trabajada que tiene su voz y sus ganas de hacer algún doblaje de manera profesional. Tuvo un sinfín de momentos hermosos en el programa, como cuando en vivo le marcaron al profesor que le dijo que tenía talento para la radio, en pleno día del locutor. El grito que di cuando se confirmó su noviazgo con la maravillosa Ofelia Fernández, no se me olvidará nunca y es de esas relaciones en que no sabes si tenerle envidia a Ofelia o a Marcos.
Evitta Luna
Ustedes no lo saben, pero yo tengo una relación re íntima con Evi, mi uruguaya favorita. Es actriz de teatro y su fama se disparó en tiempos de pandemia haciendo TikToks. Evi es la representación del desmadre. Tremendamente disléxica (aunque no lo es), cambiaba los apellidos y los nombres de las personas (hasta de su jefe) constantemente. Es divertida, extrovertida, auténtica, creativa. Siempre dice cosas “bien breves”. Su sección “Evitta Curiosa” era una radiografía de su esencia. Armaba sus columnas, aunque improvisara mucho sobre la marcha, y cuando le tocó conducir el programa por ausencias de Marcos, a pesar de su nerviosismo SIEMPRE se la bancó con resultados excelentes; preparaba las entrevistas y hacía intervenciones que desataban las risas de los invitados. Citaba constantemente a Gabriel Calderón (profesor de actuación) e inventaba voces y personajes, algo que creo que le heredó a Marquitos. Jamás tuvo reparos en decir que no se bañaba seguido, pero que al menos las axilas y la “pepona” sí. Siempre con looks re facheros, Evitta es la personificación de la sensibilidad. Ama a su madre, a sus hermanos (que tiene un montón); los chistes recurrentes fueron el abandono de su padre, que creció en un barrio peligroso de Montevideo llamado Piedras Blancas y que de pequeña veía videos de Yuya y al no tener dinero, se hacía contour con Nesquik (sí, tal y como lo leyeron). Siempre bailando, siempre sonriente, siempre tierna, siempre loquita. Amamos a Evitta aun cuando nos abandonó a finales de septiembre para irse a filmar una serie a Uruguay. La reparación histórica que tuvo nuestra uruguaya con su fiesta de XV fue de los mejores momentos que existen en internet. Su relación con Tomi, a principios misteriosa, fue top. La química entre ambos es palpable y le causó varios dolores de cabeza a Marcos. Sus momentos de más seriedad era en la sección de Alex Kohan, donde tenía intervenciones interesantes y muy aterrizadas. El personaje de Kevin y su clásico “casshhhiiiate” fue legendario y vaya que le vamos a extrañar.
Elisa Sánchez
Eli arribó a DyA en octubre para sustituir la ausencia de Evitta y llegó con toda la actitud capricorniana maravillosa a dejar una huella imborrable en el programa. La inteligencia de Eli es incomparable. Dueña de una poderosísima voz (en lo literal y en lo figurativo), llegó para descontracturarse un poco. Se caracteriza por una combinación de rasgos que reflejan su pragmatismo, responsabilidad y profundidad emocional. Y a pesar de que pocas veces se le vio cómoda en la apertura de nubes del programa (te re entiendo Eli yo tampoco sabría improvisar y disociarme como lo hacen ellos) supo rápidamente adaptarse a la dinámica de locura de los chicos y fluir con ellos. Adoro cómo se tapa la cara cada que se muere de la risa, amo su sección de “Mapapis Progres” (donde escuchamos testimonios de hijos con educaciones progres que me dejaban con la boca en el suelo), amo sus historias personales (lo de la Navidad con su familia cheta fue re gracioso) y amo la dinámica fraterna con Tomi, cuando lo trata de exponer sin exponerlo, de molestarlo, de picarle un poco la cresta. Eli me recuerda a mi hermana Elo (y no, no nada más por la similitud de sus nombres), sino por ese lado medio maternal y cuidador que tuvo con el grupo, además de lucir una perfecta cabellera canosa y ondulada. Se nota lo mucho que ama cocinar, lo buena que es en ello, lo mucho que ama a Cosmo (su perro), su obsesión adolescente con los BSB y sus intervenciones siempre acertadas con Alex Kohan. Está de menos decir lo guapa que es (sí Eli, te hemos cachado arreglándote a cámara), y lo buena amiga que es, en especial con Marcos. Eli llegó a ser ese bálsamo de estructura para el programa, aunque nunca logró su propuesta de comenzar puntualmente a las 7 (a mí también me jodía un poco Eli, pero bue…). Me hubiera gustado verla intervenir más en las entrevistas, pero como buena capricorniana, es preferible ser reservada y escuchar. Mi momento favorito con Eli, fue cuando no tuvo reparos en contar lo mala que es ahorrando, lo increíblemente gastalona que es y que, entre mudanza y mudanza, se encontró dos mil dólares que seguramente había ahorrado con alguna finalidad y en vez de ser previsora, agarró ese dinero y se compró unos tickets para Perú. ¡Venga, Eli! Que yo soy peor que tú y se sintió tan bien escucharlo de otra voz.
Tomas Quintín Palma
Andy Chango
Alex Kohan
Por motivos meramente económicos, tuve que abandonar mi terapia desde el año pasado, pero la columna de todos los jueves de la psicoanalista Alexandra Kohan, era una especie de reemplazo a ese espacio que tanto me hace falta. Profunda, inteligente, directa, crítica, reflexiva y con un humor ácido y peculiar, Alex fue parte de la esencia de DyA. Se nota el compromiso que tiene con el psicoanálisis y lo buena que es en ello. No saben cuántas veces compartí su columna “Dejamos Acá” con mi hermana y mi cuñado, y lo intensas que se volvieron nuestras discusiones y pláticas alrededor de ellas. Mis eternas favoritas, fueron las que hablaron sobre la amistad, la reciprocidad, las redes sociales, el aburrimiento, la empatía y el duelo. Y a pesar de la constante disociación e imprudencia de Tomi para con Alex, nunca supimos cuánto cobraba.
Como ya he mencionado
ochocientas veces en este texto, hubo entrevistas realmente legendarias, como
la de Liniers, la de Rita Cortese, la de Mauricio Kartún, pero hubo una en
particular que me estremeció todita la primera vez que la vi, y lloré. Sí, sí,
lloré. Lloré y comprendí cosas de mí que ni siquiera había descubierto en mis
años de terapia y fue como ponerle un curita a tanto dolor y empezar a sanar y
comprender un montón de cosas, e hizo que me abrazara un poquito más fuerte. La
entrevista al escritor y editor Hernán Casciari. ¡No saben qué pedazo de
entrevista! Por favor VEÁNLA y lloren conmigo.
Tras este sentido resumen/homenaje, hoy me despido con el corazón en la mano de un stream que se convirtió en un rincón especial de mi vida, en ese espacio que me acompañaba mientras trabajaba o hacía el aseo de mi casa. Ese momentito de alegría y apapacho que se volvió parte fundamental de mi cotidianidad. A lo largo de sus episodios, disfrutamos de grandes invitados que compartieron sus historias y experiencias, llenando cada transmisión de risas y reflexiones profundas. Cada momento fue una celebración de la argentinidad, un viaje a través de su cultura, sus tradiciones y la calidez e inteligencia de su gente, algo que siempre he admirado y reconocido de este hermoso país sudamericano. Este espacio no solo nos entretuvo, sino que también nos unió a todos los que andábamos creando ruido en el chat, generando momentos inolvidables que atesoraré siempre. Nunca fue un programa más del montón, nunca fue solo la joda y el buen rato. Quédense satisfechos/as del esfuerzo colectivo y descomunal que hicieron para construir semejante legado. Gracias, gracias, gracias por cada instante compartido, gente de “Dinero y Amor”. Se les extrañará más de lo que se imaginan.
Joaquín Cosío, del humor de "Pastorela" que no envejece a la necesidad de crear leyes estatales de filmografía
"No ha envejecido, porque tiene que ver con una tradición que no ha envejecido; las tradiciones no envejecen, finalmente, y está vinculada a un evento como lo es la fiesta navideña, la fiesta popular. Sigue teniendo bastante vigencia, porque el humor no tiene tiempo", declaró.
"Si hay público, qué bueno, lo que tiene que hacerse es un buen cine, aunque sea comedia, aunque sea comedia de enredo, lo que sea", expresó.
"Un cine divertido, pero que no se gaste en caídas falsas, en chistes equívocos, entonces, 'Pastorela', por eso me gusta, es una de mis preferidas, es una película de humor mexicano", acotó.
"Yo creo que lo que hay que hacer es conseguir las locaciones necesarias en un lugar que provea todo lo que el cine necesita y hacer convenios con los estados", mencionó.
"Claro que una ley fomentaría la producción cinematográfica, que eso es algo necesario para nuestra comunidad, que es lo que merece nuestro país y que, desde luego, sería una derrama importante para todas las locaciones, dijo.
"Trae problemas de presupuesto, eso por un lado, y por otro, que la cultura no se ha escuchado en los discursos oficiales, no se ha mencionado con la energía que se requiere", finalizó.
"Gladiador II", mucha espectacularidad y un arrollador Denzel Washington
En la secuela tardía, es decir, "Gladiador II", el público acostumbrado al espectáculo saldrá satisfecho, pues las escenas de peleas, ya sea grupales o individuales, son constantes, no tienen ni siquiera una diferencia de 15 minutos entre una y otra.
«¿Qué comen lxs poetas?» | Ep. #04 Pávido Návido
Host: Jorge Sosa
“¿Qué comen lxs poetas?” es un podcast que nace de la idea de que los poetas se mueren de hambre, el propósito del programa es invitar a un poeta en cada episodio para que hable de algo que le guste comer y algo más que consuma diferente a los alimentos.
Éste es un fragmento de la entrevista con Pávido que puede escucharse completa en Spotify o Apple Music.
Como sabes, la idea del programa de “¿Qué comen lxs poetas?” nace de tomar con humor esta idea de que la poesía no es precisamente un oficio práctico para ganar dinero. ¿Qué piensas tú acerca de esa idea?
Son un montón de cosas. Yo creo que muchos de los poetas sí vivimos de la palabra y de las formas poéticas de la palabra, no necesariamente de la poesía. Muchos estamos en cuestiones que tienen que ver con redacción y creación de textos, quienes hacen publicidad juegan un montón con la forma poética del lenguaje, ¿no? Con cómo el lenguaje se presta a dobles sentidos, tiene dobles estructuraciones, cómo los sonidos pueden significar distintas cosas y eso es la forma poética del lenguaje. Y muchos poetas pues que vivimos de la poesía en un sentido como ideal, así como que vivimos por ella y es una de las cuestiones que le dan sentido en nuestras vidas, pero no nos mantenemos directamente de la poesía.
Muchos nos mantenemos de trabajar con la palabra, escribir libros de texto, escribir discursos, muchos trabajan en publicidad, otros trabajamos en televisión, pero desde los espacios donde la escritura tiene un total sentido. Como poeta, nunca he ganado nada con mi poesía, nada digamos económico, pecuniario.
Otras satisfacciones muy vagas podría decirte, pero en el sentido literal de morirse de hambre pues en mi caso sí aplicaría, si nada más me dedicara a escribir poesía. Afortunadamente me dedico a otras cosas que igual me gustan mucho, que igual tienen que ver con el ejercicio de la escritura en otras líneas, en otras búsquedas. Pero pues sí no podría yo decir que vivo de la poesía, que pago mi renta, mi súper, mis medicinas de lo que escribo poéticamente. Hace otras cosas en mi vida, pues.
Estamos muy interesados en saber qué les gusta comer a los poetas y por eso le pedimos a nuestros invitados que nos sugieran un platillo y en tu caso me encantó tu elección. Chilaquiles verdes con pollo de café chino, del que tú tienes una predilección por uno de los cafés Kowloon de la ciudad de México. Yo creo que los he probado en el Kowloon pero que está en Revolución.
No cambian mucho, yo creo que son iguales, nada más que el de ahí de Etiopía me gusta porque, no sé, nunca he entrado a la cocina pero en el salón se ve que es un espacio limpio y, frente a todo lo que podemos pensar de los cafés de chinos, ahí se ve limpio y siempre huele a Fabuloso. Y bueno, los chilaquiles son uno de los platillos que más me gustan. Me gusta que es un platillo que se puede comer en cualquier comida. O sea, no piensas en el ceviche para desayunar, que me encanta pero ahora no lo puedo comer porque no puedo comer mariscos. Pero hay ciertos platillos que piensas para la comida y quizá la cena o quizá nada más para el desayuno. Yo creo que los chilaquiles caen muy bien a cualquier hora. Me gusta que su origen es la cocina de aprovechamiento, aprovechar las tortillas que quedaron del día anterior, lo poco de pollo o de alguna otra proteína que tengas: longaniza, un bistec. Y me gustan en general los de café de chinos pero los de ahí del Kowloon en especial porque están a medio camino entre este chilaquil súper crujiente, que te lo puedes comer y se te rasga el paladar, y el muy aguado ya batido que es como me gusta hacerlo; pero en la calle es muy difícil encontrarlos así porque conforme más tiempo esté la tortilla en la salsa, absorben más la salsa y necesitan más para no verse seco, un mazacote que no es rico. Los chilaquiles de café de chinos como que los dejan unos tres cuatro minutos antes de sacarlos y entonces ya el totopo absorbió suficiente salsa como para tener un punto crocantito pero también aguadito. Ahí les ponen bastante crema que eso me parece que es bien importante, que el chilaquil tenga mucha crema, cebolla, quesito. Y los cafés de chinos son contundentes, no se andan con pichicateces y le ponen también muy buen pollo. No son unos chilaquiles de afuera del metro que le ponen ahí poquito de pollo para que se sepa que tienen pollo pero en realidad es súper poquito. Acá sí tienen bastante, supongo que no es pechuga nada más, le han de echar ahí de todo lo que tengan pero es un muy buen resultado. Siempre los chilaquiles te salvan en un café de chinos que la carta es enorme y que no siempre tienes ganas de la grasota de un arroz frito y unos rollos primavera o cosas rebozadas.
Los chilaquiles te salvan de tus propias elecciones, igual esos días en que uno está agüitado y tiene hambre pero no tiene ganas de elegir: chilaquiles. Y cuando estás crudo: chilaquiles. Son multiusos, siempre te salvan, siempre quedan bien.
Y ahí creo que el pollo es la mejor opción. Quizá con huevo también pero por ejemplo los que te sirven con milanesa de res o con arrachera es muchísima la carne y no te la acabas y entonces el pollo creo que es una porción contundente pero que te acabas y no terminas pesadísimo.
Siempre es difícil decir “ay, qué platillo este elegiría” porque me gustan un montón de cosas y siempre está la tentación de de verse mamonsísimo e ir a decir alguna cosa que he probado en el Pujol o en Rosetta pero pues como dices, algo que sea accesible, algo que cuando terminen de escuchar el podcast digan: se me antojan estos chilaquiles, se lancen a Metro Etiopía, caminen media cuadra y se los pueden echar por una módica cantidad.
Cuando estaba pensando en este episodio, pensaba mucho en cuando Los KFGC iniciamos el colectivo y empezamos a viajar juntos. En todos los lugares a donde íbamos, buscábamos unos chilaquiles y teníamos un ranking de los mejores. No sé qué opinas tú de esto de poder viajar en México y probar diferentes chilaquiles.
Sí, por ejemplo en Oaxaca que los hacen con salsa de frijol pero la salsa también tiene chile entonces son muy ricos. Yo ahorita recordando, no sé si sean los mejores, pero eran muy sorprendentes. Hace unos tres o cuatro años fui con un grupo de cuates a un pueblo en la Sierra Sur de Oaxaca, San Pedro Mixtepec, un lugar que está a casi a doce horas de la ciudad de Oaxaca porque hay que tomar primero una carretera, luego esa carretera se vuelve un caminito y luego terracerías, lejísimos. Fuimos a ver unos talleres con los niños y había una señora que nos cocinaba y un día nos cocinó unos chilaquiles que estaban riquísimos y que tenían pedacitos muy muy chiquitos de chicharrón en la salsa. Siempre digo “los voy a hacer, los voy a hacer” y no los he hecho pero eran de salsa roja con pedacitos muy chiquitos de chicharrón que le daban un sabor estupendo. Te pueden salvar en lugares donde no conoces muy bien la gastronomía o no te da mucha confianza. Siempre hay un lugar donde haya chilaquiles, que no necesariamente sea un lugar de cadena, pero siempre hay un lugar donde haya chilaquiles y pides eso con pollo, con huevito, con carne; como dices, con chorizo si es un lugar donde hacen chorizo chingón, pues ya estás hecho.
Lo que le pedimos a nuestros invitados siempre es que nos hablen de algo más que les guste consumir. Yo sé que esto es una gran pasión para ti, me alegro mucho de que lo hayas traído a la mesa: los libros álbumes y me sugeriste empezar la conversación con este libro álbum “Donde viven los monstruos” de Maurice Sendak, pero si quieres empecemos por lo que nos puedes decir de tu acercamiento con los libros álbumes en general.
De niño tuve algunos y había algunos en estos Libros del Rincón que empezaron a publicarse cuando nosotros íbamos en tercero o cuarto de primaria pero obviamente cuando uno se acerca a estos materiales, no dices “es un libro álbum”. No, es un libro con ilustraciones y en el que como lector te vas dando cuenta cuando eres niño. O sea, no te lo tienen que explicar como yo ahora que doy hasta cursos sobre el asunto, que lo que dice el texto se potencia en las ilustraciones y viceversa. Un poco como cuando estás viendo una película muda y de pronto sale un cuadro con un texto súper breve que le da sentido a lo que acabas de ver y te prepara para lo que viene, una frase, o sea no puede ser algo muy largo porque lo estás viendo en el cine y va corriendo el tiempo, entonces es una frase muy breve.
Eso es el libro álbum, ese concepto del texto acompañando, dándole sentido a una serie de imágenes es el concepto del libro álbum. Otro ejemplo que me gusta poner es el de la ópera que por un lado tienes la música, tienes el texto que va cantado y la puesta en escena. Tú puedes ver la puesta en escena sin escuchar la música y sin escuchar lo que están cantando y ves que algo sucede pero no entiendes completamente lo que sucede, porque necesitas escuchar qué están diciendo pero también necesitas escuchar cuál es el tono, cuál es el ritmo en el que están diciendo lo que están diciendo porque eso le da sentido a los movimientos que tienen los personajes en escena. Así pasa con el libro álbum, tú puedes ver las ilustraciones, deleitarte y quedarte un ratote viendo cada doble página y ver que algo ahí sucede, pero si no tienes el texto no cierras ese círculo de significado. Eso me gusta mucho porque las niñas y los niños lo van adquiriendo, no me gusta decir naturalmente porque no es natural, pero lo van adquiriendo con la práctica conforme van viendo estos libros y van haciendo una lectura muy profunda de la ilustración y van también analizando el texto. En el primer libro que pasa esto, no porque Maurice Sendak haya dicho “ah, voy a hacer un libro en el que el texto y la ilustración tengan el mismo peso simbólico y bla bla bla”, no, él hizo ahí un libro en el que ilustraba una historia que sucedía y en el que de pronto tenemos páginas sin texto porque no es necesario, porque ya se nos ha dicho lo que se necesita y hay unas páginas en donde el que no haya texto no significa que hay silencio sino que están sucediendo cosas que el texto no puede alcanzar a decir y entonces eso sucede ahí en la ilustración y eso me gusta mucho.
“Donde viven los monstruos” es de 1963, es un género bastante joven pero que ya ha fructificado bastante y bueno, “Donde viven los monstruos” es lindísimo. Este viaje interior que hace el niño y que nosotros podemos ver a través de la ilustración y que si un día haces el ejercicio de leer el texto nada más sin las ilustraciones, vas a ver que hay algo que te falta absolutamente.
Cuando hace uno ese ejercicio al leer un libro con ilustraciones y que no termina de decirnos algo, ese es un libro álbum porque ese faltante de significado está en la ilustración. Y no solo en la ilustración, está en la relación entre la ilustración y el texto.
Es un tipo de libro que le debemos, no solo a Maurice Sendak, sino a muchos este artistas, pero se lo debemos a la publicidad. Varios de los primeros autores de álbum vienen de la publicidad y es que se lo pone a pensar uno y la publicidad, que es horrenda, también es eso. Es una imagen que capta tu atención y un texto que le da sentido a esa imagen y que se va a quedar grabado dentro de ti para que compres Marlboro, donde está el sabor. Que ahorita que te dije esto, te vino a la mente la montaña y los caballos y eso, porque eso es lo que hace ligar una imagen a un texto para que quede que quede en ti. De una manera chingona los álbumes, ¿no? Y además me encanta porque es un acercamiento muy sencillo a las artes plásticas, es como traer un museo al que pueden acceder los niños en dondequiera que haya libros.
Como última parte del programa, le pedimos a nuestros invitados que nos compartan algo de lo que escriben y en este caso, el Pávido Návido nos trae unos textos de su libro más reciente que se llama “Quise”, que está editado por Alacraña. Es un libro muy bonito, muy personal, muy íntimo, que yo disfruté mucho leyendo y si nos quieres platicar un poquito de él y leernos lo que tú quieras del libro, te lo agradecería.
Es algo que escribí como ejercicio justo de pensar el deseo, ya como adulto, qué hubiera querido que pasara en algunas relaciones o qué quise que pasara. Eso me gusta porque le quise dar la posibilidad al lector de pensar que pasó o no, porque el deseo está, el deseo estuvo pero si se consumó o no, creo que no importa tanto. En este espacio que es este poemario, no importa tanto la consumación del deseo sino cómo el deseo va configurando un momento muy específico de la vida de alguien que es esta voz poética que se puede identificar con un adolescente de cuando nosotros fuimos adolescentes, ¿no? Un montón de chavitos que tuvieron estas experiencias de vivir la homosexualidad en la Ciudad de México de principios de los dos miles. Que han cambiado muchas cosas, otras no. Creo que el libro está lleno de cosas que a lo mejor a los chavitos de ahora les sacan de onda. O sea, este tomarse muy discretamente de la mano en la calle o no hacerlo, esconderse para besarse y para acariciarse. Plasmar esas experiencias ahí partir de esta configuración del deseo, un deseo que está ahí, que estuvo, y que lo de menos es si pasó o no. Por eso todo el tiempo es “Quise…” y se hace ese juego.
Es un libro que escribí hace como dos años, estuve mandándolo a algunos concursos y no ganó porque creo que es un libro muy chilango y que no lo iban a premiar en otros lados. Ahí lo tenía y se lo mandé a Abril en algún momento del año pasado, como si te lo mandara a ti así de cuates de échale un ojo y tal. Y no me contestaba nada. Ella es una persona súper ocupada, muy linda, que siempre siempre tiene respuesta a lo que uno le pregunta, lo que uno le propone, y tiene esta editorial Alacraña pero yo le mandé el libro para que me dijera: me gusta, no me gusta, está horrible. Su opinión fue cuando yo estuve en el hospital el año pasado, casi al punto de no contarla. Un día de los que mi papá iba a verme y me pasaba el celular y yo me ponía a ver los mensajitos de la banda. Tenía un whats de Abril con el PDF de este libro ya formado y como yo no entendía nada en ese momento porque había casi muerto, le pregunté qué es esto, ya abrí el PDF, vi que eran mis textos y le dije, ¿te gustó? Y me contestó, te voy a publicar. En ese momento entendí que lo que me estaba mandando era el libro formado y que en algún momento iba a estar impreso y fue de las cosas que me dieron ánimo, no para curarme porque eso fue totalmente médico, pero para tener cierto sentido. Y decir: ah, pues sí quiero salir de aquí para ver esto en papel y no aquí en un PDF en el que no entiendo nada. Es eso lo que querría decir del libro, y les voy a leer pues ahí saltaditos los textos porque además como dices, puedes leer los textos como poemas separados o como un poema completo un poco largo:
Un día quise que fuéramos a ver
a Warhol a Bellas Artes,
el custodio de la sala donde exhibían Silver Clouds
se hartara de escucharnos
nosotros sin avanzar
tomados de la mano
resguardados de la calle y sus miradas,
que me preguntaras por qué eso era arte
si sólo son globos
metálicos, sí,
pero sólo globos flotando en medio de un palacio,
y no decirte nada
ver en tus ojos cierta frustración
pero también la sorpresa
al encontrar globos en un museo,
soltarme con unas frases
de Walter Benjamin
cuando llegáramos
a las latas de Campbells
y a las serigrafías de la Monroe
y que me callaras
o me asustaras
con un rápido beso
del que Mao Zedong
y el circuito cerrado
fueran espectadores.
Que cuando te quisiera enseñar
a bailar salsa, en la oscuridad neón
de ese local en Salto del Agua,
me contaras que la trompeta
marcaba la síncopa
y realmente no te prestara atención
porque más bien intentara
acercarte a mi cuerpo
para seguir el ritmo juntos,
besarte antes de que el travesti
—que había sido Tina Turner
y ahora intentaba encarnar a Whitney Houston—
te guiñara el ojo
señalándote el cuarto de atrás,
que te pusiera nervioso la insinuación,
y no pudieras seguir explicando nada,
sólo atinaras a besarme el cuello
con cierto orgullo y cierta furia,
—vampiro súbito—
para marcar, no el compás,
sino la fuga.
Que llegáramos a la base de microbuses,
dijéramos una letra al azar
camináramos hacia ese andén,
—con todo el ocio de las vacaciones
y nuestros pocos años—
subirnos al microbús
llegar a donde fuera,
e intentar volver por otra ruta,
juntos, eso sí.
***
El resto de la conversación con Pávido Návido lo puedes escuchar en Spotify o Apple Music.