En cuanto al resto de la producción, la historia fluye oportunamente gracias al texto original en en el que se basa: "O candidato honesto", de Brasil.
"El candidato honesto": Teresa Ruiz y Luisa Huertas son lo mejor de la película
«¿Qué comen lxs poetas?» | Ep. #01 Antonio León
“¿Qué comen lxs poetas?” es un podcast que
nace de la idea de que los poetas se mueren de hambre, el propósito del
programa es invitar a un poeta en cada episodio para que hable de algo que le
guste comer y algo más que consuma diferente a los alimentos.
El primer episodio de “¿Qué comen lxs poetas?” recibió a Antonio León, el poeta de Baja California que compartió su gusto por el ramen y Billie Holiday, además de leer un poema de su libro más reciente “Cuaderno de Courtney Love”.
Éste es un fragmento de la entrevista con Antonio que puede escucharse completa en Spotify y Apple Music.
***
JS: ¿Qué
piensas de la idea de que los poetas se mueren de hambre?
AL: Primero tendríamos que decir que en este país, como están las cosas, no morirse de hambre es una suerte, independientemente de a qué te dediques.
Yo soy de una localidad al sur de Ensenada,
Baja California, que es un pueblo así bastante de terror donde la mejor fortuna
es dedicarse a algo. A mí nunca me dijeron: te vas a morir de hambre si te
pones a escribir tus poemitas. A mí lo que mi madre y mis tías me dijeron fue:
ah, mira, qué bien, a ti no te van a meter al bote. No como a sus primos.
Entonces, pues no sé, creo que lo de no comer nunca estuvo en la mesa. Vamos,
no soy de una de estas familias de tradición y abolengo científico o intelectual
que de repente dicen: solamente en el mundo de la academia se puede vivir o
solamente en el mundo de la ciencia se puede vivir, y ves que los papás tienen
una maestría, un postdoctorado y todo. No, en mi caso fue: mira, tú estudia y
dedícate a algo y el resto es ganancia. Ya lo de los poemas fue: mira, ahí
está. Y en algún momento fue: ah, era en serio.
La primera sección de este programa siempre se va a tratar de un platillo que le guste comer a nuestro invitado y en tu caso, elegiste el ramen.
Me pusiste en aprietos, mi querido Jorge. Me pusiste en aprietos porque tengo gustos bien específicos en cuanto a cosas que me gustan y además como un poco endémicas. Por ejemplo, soy un gran fanático de los tamales pero mayormente son los tamales que hace mi jefa, entonces hay que estar en situación de pueblo pintoresco para comerlos. De repente no soy tan complicado, contigo he ido a comer a este restaurante que está en tu edificio y yo pudiera ir a comer ahí la semana completa, no tengo ningún problema. Pero también está esto otro que es la comida japonesa que me gusta mucho. En la ciudad de la que yo soy, la ciudad cabecera, que es Ensenada, hay una presencia muy fuerte de los japoneses y chinos mayormente, gente que llevó al puerto una cierta forma de hacer preparaciones de mariscos y obviamente la comida de ellos, que se fusionó. En este caso, el ramen a mí me encanta, mayormente pido el tonkutsu que es mi favorito, no pido el picoso porque luego se pasan y le avientan como si se fuera a acabar el mundo.
A mí me gustó mucho tu elección del ramen porque yo siento que mucho de lo que tú haces, mucho de tu trabajo como poeta, no tiene nada de pudor para enlazar referencias de diferentes lugares, productos culturales de otro lado, música, futbol. Uno de tus poemas que me gusta mucho habla de Messi. Veo una exploración de tu mirada en otros lugares, ¿tú sientes que haces mucho eso?
Yo creo que dijiste dos cosas bien interesantes, obviamente esto de ver hacia otros productos de consumo cultural y no nada más de consumo cultural, están los deportes y consumos de otro tipo. Y otra cosa que es que no me da pena, no, yo no tengo ningún problema con hacer referencias directas. Por ahí, en alguno de mis libros, donde sí era como mucho más constante, alguien me decía: para leerlo tengo que estar conectado al buscador. Y entonces, de repente me parece que sacralizamos tanto el poema que la sola necesidad de ir a buscar una referencia ya nos causa problema, ya es como: no, lo tengo que entender todo. Estamos muy casados con entenderlo todo cuando históricamente sabemos que el poema ha sido explorado desde otras latitudes: el sonido, la parte plástica, la grafología, obviamente la sintaxis.
La forma de escribir y producir con el lenguaje no se reduce al significado, no se reduce a: vamos entendiéndolo todo. Entonces no pasa nada si vamos y buscamos, ¿no? Lo hacemos todo el tiempo con otros productos, con el cine, los videoclips, la música.
Yo conozco a gente que conoció hace poquito a Camarón de la Isla, este cantante español, por la Rosalía. Por una parte de una canción que dice: traigo a Camarón en la guantera. Entonces la gente era: ah, ¿cómo?, ¿traía una hielera ahí? Toda una generación nueva lo conoció por esa canción y Camarón es un cantante vital para la cultura del flamenco fusión en España. Entonces, no, yo no tengo ningún problema.
Me pasa algo que me sucede en la vida cotidiana y que creo que es un sentimiento que todos hemos experimentado que es ver algo que te gustaría que una persona o un grupo de personas, tus amigos, estuvieran ahí. Yo siento eso con el poema, yo conozco esto, a lo mejor ustedes no, me gustaría que lo conocieran. Voy a hablar de esta actriz afroamericana de los años 50 porque creo que era gloriosa y porque creo que la máquina de Hollywood la sepultó, como es la maravillosa Miss Dorothy Dandridge, que creo que fue la primera que lo hizo en Hollywood. Y que puedes hacer que funcione en el poema, y si no funciona, pues ahí sigue estando la referencia. Yo creo que el punto clave es que no pasa nada, vamos sacudiéndonos el miedo a no ser un poeta totémico, canónico y que tu oficio sea arder porque en este mundo hay problemas de verdad. En este mundo hay gente que golpea perritos, hay gente que hace cosas terribles. No pasa nada si en un poema tuviste que ir a buscar una cosa a internet, si no te gustó, si es mal poema según tú, no pasa nada.
Como
una segunda parte de nuestro programa, uno no nada más se alimenta de comida, y
le pedí que me ayudara a elegir algo más que fuera parte de su sustento, y
eligió a la increíble cantante Billie Holiday de la que tengo que admitir que
nunca había escuchado un disco completo seguido, así que me hiciste un gran
favor, Antonio.
Qué gusto que te hayas detenido escucharla, es probablemente mi cantante favorita. Yo escucho música de muchos registros, no estoy casado con algo en particular. Soy muy fan de mi Billie Holiday pero también soy muy fan de Madonna o cosas nuevas así como Caroline Polachek que es increíble y hace como cosas de spoken word y de repente te recuerda a cantantes como Kate Bush que también me gusta mucho. Siempre estoy viendo qué está sucediendo pero siempre regreso a Billie Holiday. Me parece que Billie Holiday tiene la cualidad de que cualquier canción la hace sonar bien. Yo creo que si le damos las mañanitas que es una de las canciones que más odio, la podría cantar. Odio las mañanitas y nunca he entendido porque a media canción los convertimos en argentinos, así de “levantate, levantate de mañana”, ¿por qué hablamos así?
Muy bien que la encontraste y que te gustó. El
año pasado salió una película en la que se narra el duro momento que ella pasó
a causa de una de las canciones de su repertorio, una canción emblemática de su
repertorio, que es Strange Fruit en
la que ella habla de un linchamiento de afroamericanos y que llega en un
momento muy fuerte para todo el discurso de los Estados Unidos que aún soñaban
con ser esclavistas. La América blanca que lo veía como una gran pérdida y que
tenía grandes problemas para asimilar que eran un pueblo con un pasado así, y
cómo todavía seguían segregando a los afroamericanos. La película me
parece que es muy muy interesante, la actriz canta los temas con su voz,
entonces es una variación también interesante de escuchar. Es un registro muy
parecido pero que no se fue con la grabación.
Billie Holiday es una cantante atípica, de repente cambia las notas de las canciones, hay un trabajo formal ahí muy interesante. Algo que leía y que se me hace muy acertado es que Billie Holiday técnicamente inaugura un estilo que ahorita es difícil de diferenciar porque ya muchos intérpretes más lo han retomado pero que no existía.
Sí, bueno, la tradición en la que ella se adscribe de alguna manera tiene que ver uno con los estándares de jazz, dos con esta tradición blusera del sur de Estados Unidos que es hasta un poco spooky, ¿no? De estas canciones de Jimmy Reed, de esas canciones de Robert Johnson que parecen embrujos y en las que se cuentan cosas oscurísimas: violencia, pacto con los espíritus, el diablo te vino a visitar. Es como, ¿qué estaban pensando en el sur galante de Estados Unidos en esa época? Y bueno, también esto que es ya una aportación de Billie que es tomar la influencia de cantantes como Bessie Smith, estas intérpretes que la antecedieron pero que de alguna manera eran mucho más agresivas en el abordaje. La interpretación de Billie es completamente sentida en todo momento, cada sílaba tiene un sentimiento detrás. Es una interpretación que se funde con una cosa que me parece bien importante que es la contención. A ella no le interesa que tú sepas que puede hacer veinte malabares con su voz y que puede alcanzar notas altísimas, a ella lo que le interesa es interpretar, llevar la canción a su terreno, hacerla suya, contártela y la narratividad de la canción. Te desgarra la canción de una manera súper cercana, te está contando algo que te puede pasar a ti. Sus anhelos, sus sueños, los momentos de romance más ligero de algunas canciones como What a little moonlight can do son así completamente, son algo que nos toca directamente y todo eso lo hace con una voz tan vulnerable, tan dulce pero al mismo tiempo con un poder muy especial. Yo ya estoy aquí en un plan muy muy fan, pero para terminar con mi ataque de fan, yo recomiendo mucho su último disco que se llama Lady in Satin. Es un disco de cuando ella ya estaba con problemas muy fuertes con las drogas y su voz lo resiente, su voz ya no era la misma en ese disco, pierde algunos matices muy interesantes pero gana unos tonos graves súper demoledores. Me parece que es un disco escrito desde una parte del sentimiento que no todo el tiempo estamos listos para nombrar. Lady in Satin es un testamento musical de una cantante que ha ido y ha venido del dolor, y ha inaugurado maneras nuevas de dolerse.
Como
última parte de nuestra de nuestra entrevista, no pude haber soñado un mejor
primer invitado para este podcast, te agradezco muchísimo tu tiempo y tu ánimo
para esta conversación pero me gustaría mucho saber si nos podrías leer un
poema de tu último libro.
Te voy a leer un poema precisamente de Cuaderno de Courtney Love, que es uno de los poemas que no se tratan de Courtney Love. El libro está dividido en dos partes, la primera que es el Cuaderno que son poemas que alguna manera se enlazan con la con la figura de Courtney Love, pero la segunda son poemas sueltos que no tienen que ver gran cosa y el que te voy a leer es un poema de una ocasión en la que yo estaba viendo un documental acerca de la comunidad polaca en la Ciudad en ciudad de México, que en algún momento llegó en una especie de éxodo en plena guerra mundial. Me conmovió mucho lo que una de las señoras contaba y en ese momento me paré a escribir, entonces les voy a leer este poema que se llama Polonia.
nos pusieron en el barco aquella tarde
Hermitage se llamaba el barco
diario morían personas a bordo
y no había panteones en el mar
o una losa para llorar por fuera
yo recuerdo cuando vertían cadáveres al océano
aquel sonido
yo lo tengo tan presente
podría estar de vacaciones en una alberca
y reconocerme en el sonido de cuerpos
que entran al agua después de morir
yo era una niña de ojos verdes
pero recuerdo los pasos de olmo
la línea de clavos al fondo de zapatos
que tuvieron dueños distantes
y recuerdo los cadáveres del mar
las sonrisas en improbable duelo de dulces
traídos de Polonia
porque la felicidad es un simulacro de pieles
hendidas
por el verano
en que el mar me llevó a otra parte
***
El resto de la conversación con Antonio León lo puedes escuchar en Spotify o Apple Music.
Puedes leer más poemas del libro más reciente de Antonio León aquí.
Si quieres saber cuándo sale el próximo
episodio, sigue a @jorge_kfgc en Instagram.
Presidente de la AMACC destaca preponderancia de mujeres en entrega del Ariel
Cinetiketas | Jaime López |
"Son los tiempos que toca que vivamos y ser consecuentes (...) Qué bueno que hay una sensibilidad al respecto y que los propios compañeros, compañeras, están votando por trabajos magníficos que están realizando mujeres", mencionó.
"No lo sabemos, pero creo que este año hay una gran prioridad de que las mujeres ganen bastantes más premios de los que recibieron el año pasado, yo tengo esa impresión", sostuvo.
Deadpool y Wolverine: divertida, pero predecible y repetitiva
La jugada le salió bien, sobre todo, si se toma en cuenta que "Deadpool y Wolverine" está en camino de convertirse en el filme de adultos más taquillero de todos los tiempos, récord que estaba en manos de "Joker".
Pequeña historia sangrienta: un repaso al cine de terror/horror/gore
Jorge Tadeo Vargas |
Nota aclaratoria: en este texto se usa la palabra “gore” más como un concepto en el que se engloban todas aquellas películas de violencia explícita, sangre, desmembramientos que podemos ver en algunas películas de los géneros o subgéneros como el slasher, el folk horror, terror y por supuesto algunas que son representativas del gore.
Los Inicios
A principios de
los años 40, en los Estados Unidos, las grandes compañías cinematográficas formaron, lo
que se conoció como el “Studio System”, que fue el método con el que controlaban
todos los aspectos del cine; desde la producción, distribución, hasta la
exhibición. Con esto mantenían un absoluto y total control dentro de la
industria, ahogando a la ya de por sí pobre industria independiente.
Este monopolio
continuó hasta finales de la década de los 40, cuando la Suprema Corte declaró
que los estudios, estaban realizando prácticas monopólicas, forzándolos a
renunciar al control de los cines. Con esta nueva resolución por parte del
gobierno, los grandes estudios se ven en la necesidad de cambiar su
estrategia, abandonando las producciones de serie B, dedicándose únicamente a las grandes producciones.
De esa manera
abrieron las posibilidades a que productores independientes pudieran manejar
temas que la censura de los grandes estudios no se atrevía a tocar, y es así
como en 1963, la pareja de productor y director respectivamente David F. Friedman y Gordon Lewis crean Blood Feast, una alucinante historia llena de sangre y desnudos,
causando conmoción en la audiencia no acostumbrada a ver tanta sangre en la
pantalla. Pero no fue sino hasta 1964, cuando esta misma pareja estrena una
versión de un musical de Broadway, que bautizan con el nombre de 2000 Maniacs, que es cuando el gore
queda estipulado como género cinematográfico, capaz de vender e interesar a la
gente llevando a la saturación del mismo, convirtiendo al cine gore, en una fórmula
para vender y no como un medio de expresión fuera de la industria.
El Renacimiento
En 1968 con el medio saturado de
películas que utilizaban la sangre como un fin más que como un medio, surge un
joven director que utiliza el gore como una herramienta para la crítica
social, el cual abre las puertas a una nueva generación de realizadores más
comprometidos que vuelven a llevar al género al movimiento independiente y
como contestación a las grandes producciones de Hollywood.
Este nuevo director que reinventó el gore
o lo llevó hacia otros géneros como es el caso del subgénero zombie fue George A. Romero que con su Nigth of the Living Dead, mostró una
sociedad idiotizada y alienada. Con un claro ataque a la guerra de Vietnam y la
discriminación racial, Romero dio un punto de vista oscuro y desesperanzador
para la sociedad en general, y así les dio paso a directores como John Waters, que con Multiple Maniacs, mostró el mismo punto
de vista depresivo de Romero.
Aunque el gore sufrió una
metamorfosis con las películas de Romero y Waters, —dejando implícita la sangre
y la violencia—, no fue sino hasta 1974 cuando Tobe Hooper redefinió el camino que tomaría el género en los
últimos años. Mezclando la violencia excesiva y los litros de sangre con la crítica
social.
Considerada por la crítica
especializada como la mejor película gore de todos los tiempos, The Texas Chainsaw Massacre, muestra una
visión caótica y enfermiza de la familia modelo americana, tomando como punto
de partida, la vida del serial killer Ed Gein, y retratando de una forma casi
perfecta la vida burguesa y alineada de los EEUU. A pesar de que Romero hasta
su muerte y Hooper suavizaron un poco su cine, ninguno de los dos ha logrado
superar sus óperas primas, sin embargo, ellos dieron pauta para que el gore
sirviera a los jóvenes para expresar sus desencantos con la sociedad en la que
viven y/o la parte más oscura de esta.
A raíz de esta “nueva actitud” dentro del gore, sirvió para que artistas de otras corrientes
mostraran interés de expresarse con esta fórmula. Andy Warhol filma en 1973 Blood
for Drácula y Flesh for Frankenstein,
dándole al gore cierto aire de cine de autor y permitiendo la llegada de
directores noveles que, con sus óperas primas, se volvieron de culto; de esta
manera el neoyorquino Abel Ferrara filma
El Asesino del Taladro.
El estadounidense y canadiense
respectivamente David Lynch y David Cronenberg, nos presentan Eraserhead y Shivers. El italiano Darío
Argento que con su filme Suspiria coquetea
con esta clase de cine sin mucho éxito y regresa a su forma convencional
dándonos grandes películas de terror.
Cabe señalar que, aunque el “gore de
autor” no fue una corriente de mucho éxito y sus creadores no se mantuvieron,
de vez en cuando podemos disfrutar pinceladas de sangre y violencia en sus
filmes, recordándonos lo que son capaces de hacer.
Los 80’s la decadencia y cumbre del género
Para principios de la década de
los 80’s, el cine gore, decayó, en cuanto a calidad y forma, volviéndose un género
(slasher) para adolescentes, con películas como Halloween de John Carpenter
que con el tiempo, se volvería uno de los pocos directores de esta corriente capaz de
sobresalir, Zombie de George Romero que intenta volver a sus
grandes glorias sin conseguirlo, Friday
the 13th, que comienza con las grandes sagas donde lo que importa es la
película y no el realizador y Nigthmare
on the Elm Street de Wes Craven
que ya había mostrado su capacidad a principios de los 70’s con The Last House on the Left. Con Nigthmare on the Elm Street intenta
crear un nuevo estilo manejando sangre, terror y humor sin conseguir quitarse
la etiqueta que a la larga sería llamada Teenage
Horror Movie, es decir filmes que solo servían para mostrar desnudos y
sangre como en sus inicios, llevando esta vez a los grandes estudios a participar
de la tajada que estaban dejando y poniendo las grandes producciones a la par
del cine gore ( Friday the 13th
se encuentra en la lista de las 15 películas más taquilleras, junto al The Exorcist y Jaws, dos películas de estudio que juegan con el gore para
asustar a un público poco conocedor del género).
A la par de este estancamiento, surge un joven de 18 años que, con un presupuesto
menor al sueldo de cualquier camarógrafo de Hollywood, fue quien revolucionaría el
género cuando junto a su hermano y un grupo de amigos filma Evil Dead, filme que maneja el humor y
la sangre por partes iguales, causando al espectador cierta angustia, en los
momentos más ridículos y extravagantes.
Este joven de nombre Sam Raimi se convertiría como ya le
había pasado en la década anterior a Tobe
Hooper en el ejemplo a seguir dentro de la industria y permitiendo a una
nueva generación de directores expresar su arte con poco dinero, mucha
imaginación, violencia, humor y sangre.
A la par del gore americano, resurge
en Italia el Mondo o Cinè Veritè, que mostraba el lado más
extremo del género y cintas como Snuff de
Michel y Roberta Findlay y Mondo Caníbal y/o Holocausto Caníbal, de R.
Deodato, hicieron temblar a la audiencia, asegurando que las escenas eran
reales, un subgénero que duró poco y que aún se mantiene con un puñado de fans,
y el cual merece un artículo aparte por la patología del mismo.
En América nacen dos parejas, que
aun a la fecha siguen siendo los amos y señores del género. Nos referimos a los
creadores de la saga de Maniac Cop y Re-Animator, filmes hechos por Larry Cohen y William Lusting la primera, y Brian
Yuzna y Stuart Gordon la segunda.
A pesar de la calidad y la influencia de Raimi en sus películas, amén de que Re-Animator y Maniac Cop, son dos películas de culto, no fue hasta 1987 cuando un australiano consiguió, lo que Raimi quiso plasmar en Evil Dead (consiguiéndolo en las dos secuelas de ésta), que es el humor como principal ingrediente del género y la sangre y la violencia como sátira del mismo.
Este australiano de nombre Peter Jackson redescubrió el gore con
la magnífica cinta Bad Taste
(curiosamente este filme fue grabado de la misma manera que Raimi lo hizo con
el suyo, con poco dinero y con la ayuda de sus amigos, recibiendo ambas una
gran acogida en el Festival de Cannes,
cada una en su tiempo) y refirmándolo con su obra cumbre dentro del género Braindead.
Este género después de Peter Jackson no volvió a ser el mismo
y mantuvo una línea por mucho tiempo, manejándose en la industria independiente
y volviéndose tan underground, que sus fans son vistos como bichos raros por
otros cinéfilos.
El fin de una Era
Para la década de los noventa el género se volvió poco comercial como tal, pero muy comercial como fórmula y directores
que de cierta manera provenían de él o crecieron con él, lo vendieron a
Hollywood como una fórmula nueva, maquillado de películas novedosas; podemos
ver a Quentin Tarantino, Robert Rodríguez y hasta el mismo
Steven Spielberg, utilizarlo para
atraer jóvenes y de esta manera subsistir en el viciado y poco original medio
de las grandes producciones.
El Slasher o el Teenage Horror
Movie tuvo su revival con sagas como Scream –que se mantiene a la fecha- y Final
Destination, entre otras que utilizaron la fórmula para lograr éxito masivo.
Siglo XXI: la corrección política, el cine de arte, la presunción y el intento de regresar a sus raíces
El cine de terror/horror/gore de finales de la primera década del siglo XXI sufrió de un intento de la industria de venderlo más allá de los fans más aferrados, sin embargo esto no resultó como se esperaba hasta años recientes cuando de la mano de la productora A24, se intentó venderlo como “cine de arte” y comenzó a crear todo un mercado, que tomando ciertos elementos del cine de terror/horror/gore, se ha logrado posicionar con una nueva generación de espectadores. Aunado a esto, con la corrección política y la nostalgia como estandarte, sagas que surgieron en la década de los setentas y ochentas como Halloween y Child’s Play entre otras, tienen su segundo aire, por llamarlo de alguna forma, pero desde una idea políticamente correcta, donde la violencia sin sentido y la sangre, han desaparecido para darle entrada a otra forma de ver este subgénero.
Sim embargo el terror, el horror,
el gore
se han destacado por reinventarse cada vez que caen en las garras de lo
establecido, esta corriente cinematográfica siempre ha logrado tomar un camino diferente cada vez que Hollywood encuentra su fórmula.
Hoy de cierta forma el subgénero más allá de una fórmula comercial, ha regresado
a donde pertenece, por lo que es fácil encontrar cine que cumpla con los
estándares, logrando sobrevivir y aunque películas como Terrifier y Thanksgiving lograron el éxito comercial, son claramente una pequeña parte de lo que se mantiene alejado
del mainstream.
«Hvppy» de Gerardo Szae
Por Samanta Galán Villa |
Hace
algunas semanas vi una publicación en Facebook donde se rifaban cinco
ejemplares de Hvppy, un poemario publicado en la editorial Niño Down
del poeta guanajuatense Gerardo Szae. Dicen que la suerte no es más que
la manifestación de un capricho de Tique, y en este caso yo salí favorecida.
La
experiencia misma del poemario comienza con el libro objeto. El material, las
hojas con brillitos, las imágenes, los colores. Te da la bienvenida un payaso. Hvppy
puede ser su nombre, como puede ser el mío, el tuyo o el de Gerardo Szae. La
imagen arquetipal del payaso, las risas, las lágrimas, la resignación, la
rebeldía de reírse a carcajadas y de darle así una bofetada a esa imagen difusa
y aplastante del mundo son algunos de los hilos conductores del poemario.
Entre
más avanzaba en la lectura, fue más evidente para mí que Gerardo Szae habla el
llamado “lenguaje verde”. La lengua de los pájaros y que a su vez es el
lenguaje de la música. La lengua que puede distorsionar cualquier imagen
establecida para crearla de nuevo, con otros tonos, otros colores y otra
utilidad (DESTINO).
La
música está en todas las cosas. En las palabras, en los paréntesis y en los
versos rayados que también son silencio. Estamos frente una ópera de varios
actos, cada uno un poema. La cadencia de los versos nos va llevando de la mano
en una carrera. Es veloz, ágil. Sin embargo, al termina la página, es preciso
regresar al comienzo para ver qué pasó. En dónde fuimos perdiendo algo de
nosotros mismos y nos apropiamos de un color fluorescente, de una lágrima o de
una sensación que antes pertenecía a un personaje aplastado por las
circunstancias y que aun así sonríe y aplaude porque el show debe continuar.
(…) “cada acto es un acto de magia” dice el poema titulado LIL’XTV$Y (ft. Dosmg) y para mí, es una excelente manera de resumir el poemario. Es un acto de magia, una ilusión. Muchas veces me sentí en un escenario distópico que se siente viejo y gastado. Bien podría abrirse este libro en una cantina de Cowboy Bebop o verlo de la mano de Rick Deckard. Pero esto es sólo un acto de magia.
En
el siguiente poema estamos ya en otro escenario, con un amigo, fumando, riendo,
recordando que la creación es un acto de amor y de resistencia. Los payasos
vienen de aquí o de allá, de ti, lector, que también repites un acto cada día y
que no lo ves hasta que uno de los versos de Szae se para frente a ti, como un
espejo.
Al
final, cuando llegamos al último poema “TOVLLIYVSZ” (ft. Zauriel) ya
hemos encontrado un hilo invisible que se va tejiendo con nuestra cotidianidad.
Con un escenario político, cultural y social que puede ser mejor, sólo por el
hecho de levantarse y seguir bailando al ritmo de la música de las esferas.
Hvppy es la última parte de una trilogía compuesta por Think Pink y Surtra Blues, leídas en ese orden. El mismo Gerardo le da el nombre de “Trilogía Resplandeciente”. Cada una explora distintos aspectos de la naturaleza humana. Cómo lo oculto y lo oscuro nos habla también desde las luces y la refulgencia.
Think
Pink (LIBRE DESCARGA AQUÍ)
está compuesta por poemas automáticos y puede descargarse de manera gratuita en
el link que se encuentra al final de esta reseña, publicada bajo el sello de la
editorial independiente Awita de chale. Sutra blues con la
editorial Granuja y aunque Hvppy tuvo un número limitado de
ejemplares, es seguro que volverá a encontrar la forma de multiplicarse, como
los aplausos después de un espectáculo circense.
También
vale la pena mencionar que Hvppy comienza con la voz de un solo autor y
termina floreciendo con la colaboración de varios poetas talentosos, como Iván
Mata, Phomopsis, Vraiux Dorós, Dosmg y Zauriel.
Conocer
a Gerardo Szae (Silao, 1997) es también abrirse a aprender con todos los
sentidos y experimentar recuerdos que nunca estuvieron ahí, hacer amigos donde hay
un espacio en blanco y reírse de todo, porque la vida misma es una bruma
absurda donde cada uno es el show principal.
***
GONG
Para mi
siguiente truco se me chispotea la carne sobre un
charco de tarot con la cara atorada entre los dientes como adlibs de Westside
Gunn
chapoteo
payazo en la bañera contemplando heavy metal
chapoteo payazo en el armario aguardando a que
me encuentren
esto
no es un simulacro
mis colmillos son de plástico me cuelgan
para mi siguiente truco necesito un
voluntario & con mi
hacha de legos lo saco del espejo
en mis manos hay un tatemado corazón que chilla que
irradia desde dentro
en mis oídos country blues de Willie Nelson & un
poni salvaje en el ardiente llano de humo que mana de su cuete hasta relinchar
hasta lamerse todo el pasto verde &
relinchar
colisionar con el espanto
con
los momentos holográmicos de los últimos días
tengo cara de emoji triste que frikea
la furia de un piquete de mosquito & de po e sí a
& aun así sonrío vislumbrando hacia delante porque
ya estuvimos adelante
estuvimos pa’ allá so
muy
lejos de aquí a punta de
arañazo
lo que
me hace llorar me hace reír
& el gong mi bolsa de boxeo
& mis labios escurriendo
tiernamente de los pulques una que otra carcajada
uno
que otro post-punk w/ Damara Lvn a las orillas de South Park visitando un
western mexicano en chanclas
& una que otra bienvenida bipolar trinchera dentro
de mi jeta sin frenos montado en monociclo resorteando
mis chiflidos
&
el horror pellizcando
lo que
no es tu corazón
sino una caja de ritmos
es
decir no seas poeta mejor payazo en
overol de pana o de mezclilla & de ficción texteando a Randy Marsh
por la ubicación de sus Tegridy Farms un viernes 13
con la más jugosa intención
de
pasarla bomba
quiero decir
puedes burlarte conmigo o
de mí o puedes
burlarte conmigo
de mí
un chiste vulgar & de fe
un mal chiste de Eugenio Derbez con suficiente albur
para censurar sexenios
después
soy como cada
1 de ustedes
un
gorrito de cumpleaños
performance en estado etílico / depresivo / de coma
un aviso de Aquí truena la pistola
un cartel de Se Busca Vivo o Muerto se le vio por
última vez afuerita del Soriana
sosteniendo un botecito de play-doh
listo para huir conmigo de mí
listo
para regresar a casa como siempre just a random face in the bus puede tener
la sonrisa de cabeza
el grito deformado estampida
interna
loca
montaña en
loca
habitación de humo de armario rarísimo
un cambio de zapatos por unos más grandes
trompetiza capaz de
acompañar
esporas por todo Jumanji al
seno de una leyenda promiscua abrazando radiantes
jorobas de camello mascando chicle
&
el pelo un afro de a r c o í r i s.
«Love You», la vida es buena
En
enero de 1977, Brian Wilson, antiguo líder de los Beach Boys, pasaba el día
recostado en cama, tenía la barba enredada, el cabello grasoso y obesidad en
aumento, sólo se levantaba para sacar algo del refrigerador o traer una botella
del mejor vino que tuviera dentro de su tienda de licores; aspirar cocaína o
fumar sus ocho cajetillas diarias de cigarros podía hacerlo desde la comodidad
de su amplio colchón mientras veía el programa de entrevistas de Johnny Carson.
De vez en cuando prendía la radio, pero le habían dejado de interesar las
estaciones que compartían música; ningún artista usaba armonías vocales, el
mundo estaba interesado en la experimentación a través del uso de los novedosos
sintetizadores o en las guitarras estruendosas.
Los
Beach Boys marcaban al teléfono de Brian para pedirle ayuda con nuevo material
para publicar, necesitaban cumplir con el contrato de su disquera. No ayudaba la
mala racha que traían en ventas y en crítica, pero el mayor de los hermanos
Wilson estaba harto de la música: desde 1966, la presión por componer decenas
de canciones, así como la competencia contra sus contemporáneos, hacían más
fuertes a sus problemas mentales. Por ello, desde mediados de los setenta, se
propuso apagar su cerebro. Valía la pena ignorar las llamadas de sus
preocupados hermanos, la noticia del fallecimiento de su abusivo padre, incluso
el abandono de su esposa e hijas por la indecencia de Brian: ofrecer un cuadro
de LSD como entretenimiento a una de las niñas de ocho años.
Para
ayudarse a ignorar las situaciones de su vida, Brian prendía la radio y
cambiaba de frecuencia, esperando encontrar algo medianamente interesante. Un
día dio con un programa que transmitía canciones que para ese año ya eran
consideradas como clásicas, le sorprendió escuchar Be My Baby de las
Ronettes, ese grupo mítico de su juventud. Brian desempolvó algunos vinilos y
se puso a escuchar clásicos del rock 'n' roll y del doo wop: Chuck Berry y The
Four Freshmen. De pronto, sintió una fuerte necesidad de contactar a sus
antiguos compañeros de la secundaria. Encontró los nuevos números de algunos y
les pidió que salieran «como si fuera 1959», que
se arreglaran con trajes o chamarras negras de piel para los chicos y vestidos largos
para las chicas. Algunas personas nunca respondieron al contacto, otras sí, una
de ellas fue Carol Mountain, su más grande amor de la adolescencia. A partir de
ese día se pusieron al corriente de lo que había sido de ellos durante
conversaciones muy largas, hubo ocasiones en que Brian marcaba a Carol a las
tres de la mañana sólo para platicar. A Carol no le molestaba la situación,
pero sí le parecía extraño. Después de unos días, esos viejos amigos y
conocidos, incluyendo a Carol, dejaron de atender las insistencias telefónicas
del beach boy retirado; a diferencia de él, todos tenían cosas que hacer en su
vida. Brian olvidó la idea de salir con ellos, pero algo había despertado dentro
suyo. Volvió a su piano que estaba sobre una enorme caja de arena, sintió las
diminutas piedras entre los pies y, con sus recuerdos adolescentes en la cabeza,
empezó a componer como lo hacía a los quince años; estructuras sencillas de
cuatro acordes, melodías repetitivas y letras que evocan al amor idealizado y
fantasioso de la juventud.
Así
como Frank Zappa hizo en Cruising with Ruben & the Jets o como los
Beatles en Let It Be, Brian decidió volver a sus raíces y en ellas
encontró la inspiración. Compuso un puñado de canciones olvidándose de
cualquier presión, sólo siendo él mismo. Su banda volvió a comunicarse y en
esta ocasión tenía nuevo material. Ellos quedaron fascinados cuando lo oyeron,
en parte por la necesidad de un nuevo disco y en parte porque, de manera
genuina, les gustó ese compilado creativo que decidieron titular Love You.
El disco salió al mercado en abril del 77 y no causó algún impacto en la
música del momento. Las ventas volvieron a ser bajas, pero las críticas fueron,
en lo general, positivas. Sin embargo, el pequeño éxito no fue significativo
para ningún integrante de la banda. Brian volvió a su rutina de la cama y
pasaron al menos quince años antes de que su salud física y mental mejoraran. Entonces
se le preguntó cuál consideraba que era el mejor trabajo de los Beach Boys; en
vez de contestar con su aclamada obra maestra, Pet Sounds, dio una
respuesta concisa: «Love
You». Brian
ve en Love You a un tímido adolescente alto, delgado y rapado que no es
bueno en la escuela, pero es capaz de memorizar el más mínimo detalle de
algunas materias con tal de que Carol le pida ayuda y lo invite a su casa a
estudiar; ve a un adolescente que sólo conoce los acordes de Re, Do, Sol y Si7
y trata de sorprender a la chica con eso; ve a un adolescente al que nunca le
importó que esa porrista del equipo de fútbol supiera sus sentimientos, lo
único que le importaba era encontrar un pretexto para estar cerca de ella y
disfrutar su compañía.
Love You es la nostalgia de un hombre de casi cuarenta años, nostalgia que suele estar idealizada, pero Love You sostiene que de vez en cuando es bueno escapar del presente hacia un pasado donde la chica de nuestros sueños está viendo una película con nosotros en un autocinema, junto con otros amigos, tomando una malteada y recordándonos que debe regresar a las nueve a su casa, mientras la radio anuncia que estamos en 1959 y pone el más reciente éxito de las Ronettes. Love You nos dice que tenemos quince años, que la vida es buena.