«Hvppy» de Gerardo Szae


Por Samanta Galán Villa | 

 

Hace algunas semanas vi una publicación en Facebook donde se rifaban cinco ejemplares de Hvppy, un poemario publicado en la editorial Niño Down del poeta guanajuatense Gerardo Szae. Dicen que la suerte no es más que la manifestación de un capricho de Tique, y en este caso yo salí favorecida.

La experiencia misma del poemario comienza con el libro objeto. El material, las hojas con brillitos, las imágenes, los colores. Te da la bienvenida un payaso. Hvppy puede ser su nombre, como puede ser el mío, el tuyo o el de Gerardo Szae. La imagen arquetipal del payaso, las risas, las lágrimas, la resignación, la rebeldía de reírse a carcajadas y de darle así una bofetada a esa imagen difusa y aplastante del mundo son algunos de los hilos conductores del poemario.

Entre más avanzaba en la lectura, fue más evidente para mí que Gerardo Szae habla el llamado “lenguaje verde”. La lengua de los pájaros y que a su vez es el lenguaje de la música. La lengua que puede distorsionar cualquier imagen establecida para crearla de nuevo, con otros tonos, otros colores y otra utilidad (DESTINO).

La música está en todas las cosas. En las palabras, en los paréntesis y en los versos rayados que también son silencio. Estamos frente una ópera de varios actos, cada uno un poema. La cadencia de los versos nos va llevando de la mano en una carrera. Es veloz, ágil. Sin embargo, al termina la página, es preciso regresar al comienzo para ver qué pasó. En dónde fuimos perdiendo algo de nosotros mismos y nos apropiamos de un color fluorescente, de una lágrima o de una sensación que antes pertenecía a un personaje aplastado por las circunstancias y que aun así sonríe y aplaude porque el show debe continuar.

(…) “cada acto es un acto de magia” dice el poema titulado LIL’XTV$Y (ft. Dosmg) y para mí, es una excelente manera de resumir el poemario. Es un acto de magia, una ilusión. Muchas veces me sentí en un escenario distópico que se siente viejo y gastado. Bien podría abrirse este libro en una cantina de Cowboy Bebop o verlo de la mano de Rick Deckard. Pero esto es sólo un acto de magia.

En el siguiente poema estamos ya en otro escenario, con un amigo, fumando, riendo, recordando que la creación es un acto de amor y de resistencia. Los payasos vienen de aquí o de allá, de ti, lector, que también repites un acto cada día y que no lo ves hasta que uno de los versos de Szae se para frente a ti, como un espejo.

Al final, cuando llegamos al último poema “TOVLLIYVSZ” (ft. Zauriel) ya hemos encontrado un hilo invisible que se va tejiendo con nuestra cotidianidad. Con un escenario político, cultural y social que puede ser mejor, sólo por el hecho de levantarse y seguir bailando al ritmo de la música de las esferas.  

Hvppy es la última parte de una trilogía compuesta por Think Pink y Surtra Blues, leídas en ese orden. El mismo Gerardo le da el nombre de “Trilogía Resplandeciente”. Cada una explora distintos aspectos de la naturaleza humana. Cómo lo oculto y lo oscuro nos habla también desde las luces y la refulgencia.

Think Pink (LIBRE DESCARGA AQUÍ) está compuesta por poemas automáticos y puede descargarse de manera gratuita en el link que se encuentra al final de esta reseña, publicada bajo el sello de la editorial independiente Awita de chale. Sutra blues con la editorial Granuja y aunque Hvppy tuvo un número limitado de ejemplares, es seguro que volverá a encontrar la forma de multiplicarse, como los aplausos después de un espectáculo circense.

También vale la pena mencionar que Hvppy comienza con la voz de un solo autor y termina floreciendo con la colaboración de varios poetas talentosos, como Iván Mata, Phomopsis, Vraiux Dorós, Dosmg y Zauriel.

Conocer a Gerardo Szae (Silao, 1997) es también abrirse a aprender con todos los sentidos y experimentar recuerdos que nunca estuvieron ahí, hacer amigos donde hay un espacio en blanco y reírse de todo, porque la vida misma es una bruma absurda donde cada uno es el show principal.


***


GONG

Para mi

siguiente truco se me chispotea la carne sobre un charco de tarot con la cara atorada entre los dientes como adlibs de Westside Gunn

            chapoteo payazo en la bañera contemplando heavy metal

chapoteo payazo en el armario aguardando a que

me encuentren

            esto no es un simulacro

mis colmillos son de plástico   me cuelgan

para mi siguiente truco necesito un

voluntario & con mi

hacha de legos lo saco del espejo

en mis manos hay un tatemado corazón que chilla que

irradia desde dentro

en mis oídos country blues de Willie Nelson & un poni salvaje en el ardiente llano de humo que mana de su cuete   hasta relinchar

hasta lamerse todo el pasto verde &

relinchar   colisionar con el espanto

            con los momentos holográmicos de los últimos días

tengo cara de emoji triste que frikea

la furia de un piquete de mosquito & de po e sí a

& aun así sonrío vislumbrando hacia delante porque ya estuvimos adelante

estuvimos pa’ allá so

            muy lejos de aquí a punta de

            arañazo lo que

me hace llorar me hace reír

& el gong mi bolsa de boxeo

& mis labios escurriendo

tiernamente de los pulques una que otra carcajada

            uno que otro post-punk w/ Damara Lvn a las orillas de South Park visitando un

western mexicano en chanclas

& una que otra bienvenida bipolar trinchera dentro de mi jeta sin frenos montado en monociclo resorteando

mis chiflidos

            & el horror pellizcando

lo que

no es tu corazón   sino una caja de ritmos

            es decir   no seas poeta mejor payazo en overol de pana o de mezclilla & de ficción texteando a Randy Marsh

por la ubicación de sus Tegridy Farms un viernes 13

con la más jugosa intención

                                   de pasarla bomba

quiero decir   puedes burlarte conmigo o

de mí   o puedes burlarte conmigo

de mí

un chiste vulgar & de fe

un mal chiste de Eugenio Derbez con suficiente albur

para censurar                                                 sexenios después

soy   como cada 1 de ustedes

                                               un gorrito de cumpleaños

performance en estado etílico / depresivo / de coma

un aviso de Aquí truena la pistola

un cartel de Se Busca Vivo o Muerto se le vio por última vez afuerita del Soriana

sosteniendo un botecito de play-doh

listo para huir conmigo de mí

            listo para regresar a casa como siempre just a random face in the bus puede tener

la sonrisa de cabeza   el grito deformado   estampida interna

            loca montaña en

            loca habitación de humo de armario rarísimo

un cambio de zapatos por unos más grandes

trompetiza capaz de

            acompañar esporas por todo Jumanji al

seno de una leyenda promiscua   abrazando radiantes

jorobas de camello mascando chicle

                 & el pelo un afro de   a r c o í r i s. 


«Love You», la vida es buena



Por Gato Arrabalero |

En enero de 1977, Brian Wilson, antiguo líder de los Beach Boys, pasaba el día recostado en cama, tenía la barba enredada, el cabello grasoso y obesidad en aumento, sólo se levantaba para sacar algo del refrigerador o traer una botella del mejor vino que tuviera dentro de su tienda de licores; aspirar cocaína o fumar sus ocho cajetillas diarias de cigarros podía hacerlo desde la comodidad de su amplio colchón mientras veía el programa de entrevistas de Johnny Carson. De vez en cuando prendía la radio, pero le habían dejado de interesar las estaciones que compartían música; ningún artista usaba armonías vocales, el mundo estaba interesado en la experimentación a través del uso de los novedosos sintetizadores o en las guitarras estruendosas.

Los Beach Boys marcaban al teléfono de Brian para pedirle ayuda con nuevo material para publicar, necesitaban cumplir con el contrato de su disquera. No ayudaba la mala racha que traían en ventas y en crítica, pero el mayor de los hermanos Wilson estaba harto de la música: desde 1966, la presión por componer decenas de canciones, así como la competencia contra sus contemporáneos, hacían más fuertes a sus problemas mentales. Por ello, desde mediados de los setenta, se propuso apagar su cerebro. Valía la pena ignorar las llamadas de sus preocupados hermanos, la noticia del fallecimiento de su abusivo padre, incluso el abandono de su esposa e hijas por la indecencia de Brian: ofrecer un cuadro de LSD como entretenimiento a una de las niñas de ocho años.

Para ayudarse a ignorar las situaciones de su vida, Brian prendía la radio y cambiaba de frecuencia, esperando encontrar algo medianamente interesante. Un día dio con un programa que transmitía canciones que para ese año ya eran consideradas como clásicas, le sorprendió escuchar Be My Baby de las Ronettes, ese grupo mítico de su juventud. Brian desempolvó algunos vinilos y se puso a escuchar clásicos del rock 'n' roll y del doo wop: Chuck Berry y The Four Freshmen. De pronto, sintió una fuerte necesidad de contactar a sus antiguos compañeros de la secundaria. Encontró los nuevos números de algunos y les pidió que salieran «como si fuera 1959», que se arreglaran con trajes o chamarras negras de piel para los chicos y vestidos largos para las chicas. Algunas personas nunca respondieron al contacto, otras sí, una de ellas fue Carol Mountain, su más grande amor de la adolescencia. A partir de ese día se pusieron al corriente de lo que había sido de ellos durante conversaciones muy largas, hubo ocasiones en que Brian marcaba a Carol a las tres de la mañana sólo para platicar. A Carol no le molestaba la situación, pero sí le parecía extraño. Después de unos días, esos viejos amigos y conocidos, incluyendo a Carol, dejaron de atender las insistencias telefónicas del beach boy retirado; a diferencia de él, todos tenían cosas que hacer en su vida. Brian olvidó la idea de salir con ellos, pero algo había despertado dentro suyo. Volvió a su piano que estaba sobre una enorme caja de arena, sintió las diminutas piedras entre los pies y, con sus recuerdos adolescentes en la cabeza, empezó a componer como lo hacía a los quince años; estructuras sencillas de cuatro acordes, melodías repetitivas y letras que evocan al amor idealizado y fantasioso de la juventud.

Así como Frank Zappa hizo en Cruising with Ruben & the Jets o como los Beatles en Let It Be, Brian decidió volver a sus raíces y en ellas encontró la inspiración. Compuso un puñado de canciones olvidándose de cualquier presión, sólo siendo él mismo. Su banda volvió a comunicarse y en esta ocasión tenía nuevo material. Ellos quedaron fascinados cuando lo oyeron, en parte por la necesidad de un nuevo disco y en parte porque, de manera genuina, les gustó ese compilado creativo que decidieron titular Love You. El disco salió al mercado en abril del 77 y no causó algún impacto en la música del momento. Las ventas volvieron a ser bajas, pero las críticas fueron, en lo general, positivas. Sin embargo, el pequeño éxito no fue significativo para ningún integrante de la banda. Brian volvió a su rutina de la cama y pasaron al menos quince años antes de que su salud física y mental mejoraran. Entonces se le preguntó cuál consideraba que era el mejor trabajo de los Beach Boys; en vez de contestar con su aclamada obra maestra, Pet Sounds, dio una respuesta concisa: «Love You». Brian ve en Love You a un tímido adolescente alto, delgado y rapado que no es bueno en la escuela, pero es capaz de memorizar el más mínimo detalle de algunas materias con tal de que Carol le pida ayuda y lo invite a su casa a estudiar; ve a un adolescente que sólo conoce los acordes de Re, Do, Sol y Si7 y trata de sorprender a la chica con eso; ve a un adolescente al que nunca le importó que esa porrista del equipo de fútbol supiera sus sentimientos, lo único que le importaba era encontrar un pretexto para estar cerca de ella y disfrutar su compañía.

Love You es la nostalgia de un hombre de casi cuarenta años, nostalgia que suele estar idealizada, pero Love You sostiene que de vez en cuando es bueno escapar del presente hacia un pasado donde la chica de nuestros sueños está viendo una película con nosotros en un autocinema, junto con otros amigos, tomando una malteada y recordándonos que debe regresar a las nueve a su casa, mientras la radio anuncia que estamos en 1959 y pone el más reciente éxito de las Ronettes. Love You nos dice que tenemos quince años, que la vida es buena.




Cristopher Yael Esquivel Muñoz. Egresado del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM, se ha desarrollado principalmente en medios audiovisuales como escritor y director. Ha recibido el apoyo de la convocatoria “Colectivos Culturales Comunitarios 2023”, en su primera emisión para el desarrollo de un documental. Recientemente, su guion cinematográfico “Estrellas” fue beneficiario de uno de los apoyos de R7D para su producción dentro de la convocatoria “Haz + Cine 2023”.

Cantos Gregorianos Renacidos: indie-folk-punk para conectar vidas alternativas


La música, ese bello arte que nos lleva a expresar las emociones que a veces nos ahogan. Es en las canciones donde muchos encontramos la libertad para darle salida a nuestros sentires. No pocas veces las letras que acompañan a un instrumento se funden con nuestra identidad, pues narran historias que nos identifican, ya sea de romances que terminan, amores que nos vuelven locos, martirios existenciales que nos angustian o problemas que la vida cotidiana nos arroja.

Si de letras finas se trata, los compositores de folk siempre han tenido la pluma bien afilada. Así lo demuestra el músico ensenadense Ay Gregorio!, quien en días recientes ha publicado su nuevo álbum “Cantos Gregorianos Renacidos”, un total de siete canciones que describen historias de influencia beatnik inspiradas en un estilo de vida alternativo que busca la poesía en lo cotidiano.

Con influencias diversas como Johnny Cash, Chavela Vargas, Juan Cirerol, Leonard Cohen y Nacho Vegas, este músico bajacaliforniano toma inspiración de géneros tan diversos como la balada romántica, la música ranchera, el indierock, el bolero y la tradición rupestre, dando como resultado una fusión contemporánea de country-folk alternativo.

Ya sea para celebrar que la pandemia no pudo con nosotros, para prenderse un gallo que nos haga olvidar lo abrumador de la existencia o para sentir la melancolía de un amor que termina, los Cantos Gregorianos Renacidos brillan por su sencillez y autenticidad, pues con tan solo guitarra y voz Gregorio nos va llevando por relatos llenos de nostalgia, locura, euforia, amor y mucha, mucha sinceridad.  

Bueno, ¿pero por qué estos cantos llevan el adjetivo de “Renacidos”? De acuerdo al autor, esto se debe a que las composiciones del álbum ya habían sido grabadas previamente en una “sesión casera amateur” que en su momento llegó a compartir en plataformas. A tres años de esta primera publicación, y siguiendo el consejo de su amiga Andrea Razo (quien participa en dos temas de este álbum), decidió “renacer” estas composiciones para retratarlas con mejor calidad, trabajando para la ocasión con Jesús Guerrero, productor tijuanense y vocalista de la agrupación Ramona.


El músico porteño agrega que por igual le ha gustó la idea de jugar con referencias de la literatura religiosa, empezando por el término cantos gregorianos —un estilo de canto de origen católico—: 

“Siempre me han dicho que por el pelo largo parezco Jesucristo. Entonces se me ocurrió que, al igual que el mismo Jesús, estas canciones están teniendo su propia resurrección, su renacimiento. Y si bien es un juego, también dice mucho de mí y de mis raíces familiares (al igual que el nombre del proyecto), incluso la foto de portada la hicimos basándonos en una cruz arriba de una montaña cerca del barrio donde crecí, entonces hay simbolismos por ahí que son parte quien soy”.

Gregorio comparte que el lanzamiento de su álbum viene acompañado de varias presentaciones en Ciudad de México en lo que ha denominado el “Renacido Tour”, gira promocional que inició en marzo —visitando entidades como Sonora, Guadalajara, Veracruz y Puebla— y que se extenderá hasta septiembre, con miras a visitar estados como Hidalgo, Guanajuato, Morelos y el Estado de México.

“La idea es conectar con la mayor gente posible, porque eso es lo que más disfrutamos de este proyecto: el poder que tiene la música para conectar con la gente. Podemos ser completos extraños y de repente una canción nos hermana, y esa sensación me parece extraordinaria, porque nos lleva a empatizar, a conectar, a crecer y aprender a través del otro”.

Seas o no escucha frecuente del folk, la nueva entrega de Ay Gregorio! por seguro se pondrá entre tus estrenos favoritos de este verano, pues sus cantos gregorianos son la compañía perfecta para un viaje lleno de buenas vibras, emociones intensas y sobre todo, historias que sentirás como tuyas.


«De ida y vuelta» de Iván Farías




La entrevista... ese género | Por Óscar Alarcón

@metaoscar

 


Se puede pensar que por ser uno de los estados más pequeños de nuestro país, Tlaxcala no cuenta con una tradición artística. No sólo escritores como Yassir Zárate, Dania Corona Muñoz, Jaklin Parada Cuatecontzi o Gabriela Conde Moreno tienen su lugar de nacimiento en el estado vecino a Puebla, sino una pléyade de pintores, fotógrafos, artistas plásticos y promotores culturales viven ahí.


Iván Farías, quien en algún momento dijo que había nacido en Tlaxcala, pero después dijo que no, que su lugar de nacimiento era la Ciudad de México –o quizá sólo fue un rumor y ahora no sabemos en donde haya nacido, pero sabemos que por el momento vive en Francia– hizo una serie de entrevistas a artistas tlaxcaltecas contemporáneos. O si no son tlaxcaltecas, por lo menos que tengan un arraigo con el estado.


Los creadores a los que Iván Farías les da voz pertenecen a una generación de artistas mexicanos que se ha encargado de revitalizar el arte en nuestro país, sus trabajos van desde el grabado y la pintura –artes canónicas– hasta lo experimental –gráfica digital y videoarte–, considerando que el libro se publicó hace 15 años.


En el libro aparecen las entrevistas a Jorge Barrios, Samuel Ahuactzin, Abel Benítez, Malena Díaz, Enrique Pérez, Gonzalo Pérez y Polo Praxedis, quienes con su tono particular comentan cómo crecieron en el arte y cómo viven Tlaxcala desde su disciplina.


Uno de los raseros que Farías empleó para entrevistar a estos creadores fue que su obra se hubiese expuesto en el extranjero.


El pintor Jorge Barrios nació en Tlaxiaco, Oaxaca y obtuvo el Primer Lugar del Tercer Concurso de Pintura Tlaxcala-México.


Samuel Ahuactzin, oriundo de Chiautempan, escultor y docente, ha cincelado el mármol, pero también conoce el barro, la cera y los metales.


Abel Benítez, artista plástico, músico, docente y artista multimedia, es coordinador de La Colmena, espacio en donde se imparten talleres de cultura digital.


Malena Díaz, nacida en Tlaxcala, Tlaxcala, es fotógrafa y artista plástica ha realizado más de 150 exposiciones, en donde el maíz o las muñecas fueron sus temas. Además, es directora del Festival Internacional de Fotografía Foto 13, que se realiza en Tlaxcala.


Enrique Pérez Martínez, coordina Titegrafías, un portafolio que se realiza de manera anual en grabado. Participan diversos artistas gráficos de México y el mundo. Ha realizado más de 90 exposiciones en donde prioriza la técnica del grabado.


Gonzalo Pérez es fotógrafo y ha realizado más de 20 exposiciones en México, Canadá, Indonesia, Estados Unidos y Francia. Obtuvo el Premio Estatal de Periodismo; fue fotógrafo para la agencia de noticias EFE.


Polo Praxedis, grabador, ha montado diversas exposiciones y su trabajo lo ha llevado a realizar una carpeta conmemorativa sobre el poeta Ernesto Cardenal titulada “23 cantos para quien le canta a México”.


La voz de Farías es sólida, le da paso a las historias que los pintores, fotógrafos y grabadores tienen que contarnos. Las preguntas son puntuales. Es un libro de entrevistas en donde regularmente todas las pláticas comienzan como deben comenzarse las grandes amistades: con comida y unos tragos de por medio.


Farías platicó con siete artistas importantes de Tlaxcala –número cabalístico para el autor– pues, aunque quería desmarcarse del número, las circunstancias lo obligaron a cerrarlo el libro sobre él.


La curiosidad es grande y se refleja en lo anecdótico y la libertad de las entrevistas, en donde cada uno de los protagonistas expone su poética particular y cotidiana, su incursión en el arte, viajes y andanzas y sus contemporáneos.


Veracruz, Tlaxcala, París, Barcelona, la Ciudad de México y sus zonas populares son los escenarios que los artistas describen, además de cómo fueron sus años de formación, lo cual se traduce en un trabajo creativo diario.


Iván Farías salió bien librado del reto que se impuso y de manera excelente nos ofrece un libro de indudable valor. Después de este libro vendrían más obras narrativas para el autor y un libro de crónicas en donde el librero juega el papel protagónico. Sin embargo, no se le volvió a ver a Farías en los caminos de la entrevista.


Sobre el trabajo que se realizó en aquella época en Tlaxcala, Iván Farías apuntó:

 

“En Tlaxcala hacen falta estudios sobre el arte que diversos artistas han producido en la entidad […] si un investigador externo viniera a buscar bibliografía sobre la actividad artística en Tlaxcala, se encontraría con un gran vacío”.


El trabajo periodístico de este libro nos arroja luz sobre el momento en el que estaban trabajando y se vuelve un documento histórico ya que, después de 15 años de su publicación, podemos comparar y hacer crítica sobre lo que ha ocurrido en la plástica tlaxcalteca durante ese tiempo. ¿En dónde está el trabajo de otros autores? ¿Cuál es la salud creativa de Tlaxcala en materia plástica?


De ida y vuelta, puede ser un libro de arranque para los estudios actuales sobre el arte realizado en la región de Tlaxcala, o más: para cualquier lector interesado en la fotografía, pintura y grabado en México, que de estas disciplinas, tenemos gran tradición en el país.

 


*De ida y vuelta de Iván Farías. CONACULTA/Instituto Tlaxcalteca de la Cultura, México, 2010.

“Rezo por vos”: un canto a la introspección y a la universalidad



Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |


Y sí, tras una laaaarga ausencia de escritos en mi columna de Sputnik, ¡he vuelto! Y caigo en la cuenta de que, en definitiva, me siento mucho más cómoda escribiendo que entrevistando gente. No sé si tenga algo que ver con sentirme media expuesta o el hecho de tener el síndrome de la impostora aunado al de Sir. Fitzwilliam Darcy, pero nada se compara con la comodidad y seguridad de escribir un texto sin tanta presión (siempre autoimpuesta, por supuesto). Pero bueno, haciendo a un lado mis propias inseguridades, claro que lo disfruté un montón y aprendí muchas cosas en el proceso. Acá esto me suena a sesión de terapia, así que mejor corto, pero no quería desaprovechar el espacio y agradecer de corazón las lindas palabras que me hicieron llegar en estos meses a raíz de las entrevistas en “Cinetiketas” (¡incluso unas re lindas desde Australia!).

 

Pues bien, como en otras ocasiones en que me ausento y regreso de manera intermitente, anduve pensando y repensando (algo que se me da muy bien, obvi) sobre qué quería abordar en este legendario retorno a las letras (legendario para mí, déjenme soñar) y como siempre, cada momento de mi vida pareciera tener un leitmotiv bien específico y justo ahora, suena a puro rock argentino (¿tendrá algo que ver que mis entrevistados hayan sido argentinos? ¿o con la bella conexión que siempre hemos tenido con la Argentina?). Anyway. Me dispongo a contarles un poco acerca de la canción que en estos momentos, invade cada espacio de mi cabeza: “Rezo por vos”, compuesta e interpretada por dos de los músicos más influyentes de la historia del rock argentino, los maravillosos Charly García y Luis Alberto Spinetta. Y no sé bien si es por la letra, la música, la interpretación o el hecho de que es una extensión directa de la mente de este icónico dúo, pero algo hermoso tienen estos más de cuatro minutos que me gustaría compartir con ustedes, ya sea que estén familiarizados con el tremendo temazo o no mucho.




La canción nace en 1985, en un momento clave de la trayectoria, tanto de Charly como de Spinetta. Ambos ya eran figuras reconsolidadas del rock argentino, con una extensa y hermosa discografía a sus espaldas. Charly García, por un lado, ya había conocido y saboreado las mieles del éxito masivo con las bandas “Sui Géneris”, “La Máquina de Hacer Pájaros” y “Serú Girán” en la década de los 70s y continuaba explorando nuevos sonidos, tanto en solitario como en distintas colaboraciones. Por su parte, “El Flaco” era considerado uno de los compositores más talentosos y visionarios del llamado rock nacional, habiendo liderado bandas icónicas como “Almendra” y “Pescado Rabioso”. Es en este contexto que “Rezo por vos” surge como la gran colaboración entre dos artistas que, si bien ya compartían una amistad y admiración mutua, provenían de trayectorias y estilos musicales bastante diferentes. Mientras García se destacaba por su música más directa y vanguardista, Spinetta era conocido por su propuesta más introspectiva y poética.

 

La canción se enmarca digamos que en un momento especial de transición y búsqueda espiritual para ambos artistas; tanto Charly como Spinetta, se encontraban explorando nuevos caminos creativos, lo cual se refleja en la temática y en el tono bastante melancólico, reflexivo y hasta existencialista de “Rezo por vos”.

 

Antes de empezar a analizar un poquito la canción en sí, cabe mencionar que hay tres versiones de ella: la de Charly que aparece en el álbum “Parte de la religión” del ‘87, la del Flaco que encontramos en el álbum “Privé” del ‘86 y la que presentaron juntos en un par de ocasiones, como por ejemplo en el 2009 en el Estadio Vélez Sarsfield. Voy a centrarme más en la primera y en la tercera versión, porque es mucho más fiel al demo que sacaron en un inicio y porque la de Spinetta es MUY Spinetta (siento que hasta merece un artículo aparte). Pero bueno. La canción inicia con un delicado y evocador riff de guitarra eléctrica acompañada de unos golpeteos de batería (probablemente generados en una caja de ritmos), que de inmediato enganchan y nos marcan el ritmo de los siguientes cuatro minutos y cachito. Luego, los teclados y sintetizadores junto con la voz de Charly (por momentos abrumadoramente desgarradora, sobre todo en el puente) se hacen presentes, acompañando y entonando esas letras profundas y emotivas que, en todo momento, transmiten una sensación de vulnerabilidad y espiritualidad (no en vano escogieron ese título, ¿verdad?). De acuerdo con el sitio Letras.com (sí, me pareció una buena fuente y se callan) la letra “[…] refleja un viaje espiritual y emocional, donde la transformación es el tema central en la canción; en su conjunto, es un himno a la resiliencia y la esperanza, a pesar de las adversidades y la soledad”. Y si bien la lírica aborda temas personales y existenciales, creo que la canción trasciende lo individual y se convierte en una reflexión sobre la condición humana en su conjunto, logrando combinar la introspección y a su vez, la universalidad. A lo largo de la canción y hablando en específico de la versión que interpretan ambos, la voz de Spinetta se fusiona con la de Charly, creando una armonía conmovedora que refuerza la intimidad y la conexión entre ambos artistas llegando incluso a generar confusión sobre quién está cantando qué estrofa, lo cual me parece que es una sensación instaurada a propósito. A mí lo que verdaderamente me mata, es el puente, con su: “…y curé mis heridas y me encendí de amor, de amor sagrado”. Uff. Pienso que ahí es donde se abre la canción y florece para entregárnoslo todo y así poder llorar en unísono.

 

“Rezo por vos” se convirtió rápidamente en una de las canciones más emblemáticas del rock argentino. Su profundidad lírica y la colaboración entre dos de los artistas más respetados del género, la convirtieron en un hito de la música nacional argentina.


Y así como yo, seguramente ustedes también se preguntarán por qué no existen más colaboraciones entre Charly y Spinetta siendo justo eso, el gran Charly García y el maravilloso Luis Alberto Spinetta, que pudieron regalarnos discografías enteras de genialidad, irreverencia y argentinidad pura. Pues bien, resulta que durante la grabación y presentación de la canción en el programa de televisión “Cable a Tierra” conducido por Pepe Eliaschev, ocurrió un incidente curioso y contundente. Mientras ambos, hermosamente vestidos (el Flaco tiene unas botitas amarillas sensacionales), estaban al aire presentando el tema, García recibió una llamada informándole que su departamento se estaba incendiando. Para empeorar las cosas, el incendio había sido causado o por un cortocircuito de la videograbadora, que según se dice, casualmente estaba grabando el programa en ese momento o también está la versión de que dejaron todo conectado (amplificadores, cajas de sonido, etc.) previo al programa y se generó un cortocircuito fulminante. Después del incidente, García y Spinetta tuvieron una fuerte discusión, con García molesto por la “actitud paranoica” de Spinetta y es que el Flaco tomaba como presagio la letra “y quemé las cortinas y me encendí de amor” (que incluso decide eliminar en su versión) y al parecer se culpabilizó por el incendio. En un momento de tensión, García llegó a tirarle un cenicero a Spinetta, algo ya clásico en Charly, pero fue la gota que derramó el vaso. Ambos artistas reconocieron que el incidente los había “quemado” y asustado mucho y decidieron no continuar con el álbum que tenían pensado hacer y que tenía varios demos ya medio elaborados.  Además de eso, sus personalidades eran dimensionalmente distintas; Charly siendo Charly, no tenía limitaciones en sus horarios y le hablaba a Luis Alberto descaradamente a las dos de la mañana con ideas y casi con la exigencia de grabar en ese momento. Y Spinetta, por otro lado, padre de familia y con rutinas de trabajo más disciplinadas, básicamente lo mandaba al diablo. El álbum iba a llamarse “Cómo conseguir chicas” y García usaría dicho nombre para un álbum propio un par de años después.

 

Háganse un favor y escuchen todas las versiones, disfrútenlas, llórenlas, compárenlas y satúrense de ellas como ya lo hice yo. Les dejo el videíto de la presentación porque es relindo e interesante ver cómo creaban música emblemática juntos.

Él da vida al chófer de Paco Stanley en la serie "¿Quién lo mató?"




Cinetiketas | Jaime López |


Desde el pasado 24 de mayo, la plataforma de streaming Prime Video exhibe la serie semibiográfica "¿Quién lo mató?", dirigida por Humberto Hinojosa, la cual se ha convertido en un éxito no solamente por su premisa y sus famosos protagonistas, sino también por su sólido elenco secundario.

En ese último grupo se encuentra Alex Guerrero, quien da vida a "Jorge García", el chófer del popular conductor de televisión asesinado el 7 de junio de 1999.

En entrevista para Sputnik, el intérprete se dijo emocionado por estar compartiendo escena con Luis Gerardo Méndez, Diego Boneta, Roberto Duarte y Belinda.

"A mí me toca hacer el chófer de Paco, entonces, el nombre del personaje como tal es Jorge García y pues le toca estar en el mero momento del atentado, entonces, tuve que hacer todas las escenas de recreación de ese momento", relató.

Guerrero platicó que la serie se destaca por su alto nivel de profesionalismo, algo que, añadió, se puede percibir en la recreación del restaurante en el que fue ultimado Stanley.

Agregó que la escena del ilícito fue abordada con respeto, pues en su momento significó una experiencia sumamente perturbadora para la sociedad mexicana.

"Estábamos conscientes que estábamos recreando un evento que es doloroso para muchas personas de recordar", manifestó.

Celebró que la serie tiene como una de sus principales virtudes plantear cómo eran las cosas en ese entonces para ver qué tanto hemos avanzado como sociedad.

En ese sentido, dijo que continúa el amarillismo en algunos medios de comunicación, pero actualmente ya se hablan de temas que en los noventa eran considerados tabúes.

"La relevancia de retomar la serie hoy creo que es un caso polémico, que la gente quiere seguir sabiendo y es una gran oportunidad para observarlo, primero, desde el punto de vista actoral, el trabajo que se hace de investigación, de creación de personajes, con muy buena satura; está muy bien hecha", expresó.

Acerca de dónde estaba él cuando ocurrió la ejecución del conductor de "Pacatelas", señaló que era demasiado pequeño, aunque se acuerda de la zozobra de sus padres.

Guerrero explicó que es la primera colaboración que tuvo con Humberto Hinojosa, de quien destacó su pericia en el uso de la cámara y en la dirección de actores.

Reveló que hubo pocas entrevistas para su personaje, el cual obtuvo a través de una convocatoria de casting.



Próximos proyectos


En cuanto a sus próximos trabajos, el joven actor comunicó su participación en la serie "Las Azules", que retrata el surgimiento del primer grupo policial femenino en México.

"Mi personaje se involucra ahí con una de estas chicas policías, es una historia muy bonita, de las producciones más grandes que yo he visto en mi vida", declaró.

Se dijo afortunado por estar en la producción en cuestión, que transportará a la audiencia a la década de los setenta gracias a su acertado trabajo de vestuario, maquillaje y producción.

Aseguró que está en uno de los mejores momentos de su carrera, sobre todo, desde que comenzó a tener a Ingrid Morales como su manager.

"Las Azules" tendrán su estreno mundial con dos primeros episodios el miércoles 31 de julio a través de Apple TV+. Posteriormente, se transmitirá un episodio semanal hasta el 25 de septiembre.

 

Apuntes sobre “Lo que resta es silencio” de Óscar Alarcón




David Marín | 

 

1.- ¿Por dónde empezar? Aquí se quiere comentar, reseñar, ensayar un libro de entrevistas. ¿Los autores? ¿El autor? ¿La temática? ¿La unidad? ¿La diversidad ideológica? ¿Es acaso literatura? ¿Es acaso periodismo? ¿Es acaso un perfil psicológico-literario? Preguntas. ¿Es acaso crónica? ¿Es acaso una biografía crítica o una autobiografía involuntaria? ¿Es acaso todo lo previamente enumerado y al mismo tiempo otra cosa? Quizá. Quizá no…

2.- Según Ricardo Piglia, sus textos sobre crítica literaria son más autobiográficos que su propio diario. ¿A qué se refiere? Según Beatriz Sarlo, el crítico, a diferencia del escritor, no puede escribir sin tener una biblioteca al lado. El dato. La minucia. El concepto que modifica la lectura. ¿A qué se refiere? No siempre se lee de la misma manera. No siempre se leen los mismos libros. Cambian los gustos. Cambia la recepción. Cambia el modo en que interpretamos los textos. Para Piglia, así como para Nabokov, lo más importante de la vida del escritor no es su peripecia en carne y hueso, sino su peripecia en libro y pluma. La historia del estilo. La historia de la mirada…

3.- Según Alan Pauls, el escritor nunca puede dejar de ser escritor. Según Alan Pauls, a el escritor, cuando lo entrevistan, se convierte en una suerte de Doctor Jekyll y Mr. Hyde. No sabe a dónde jalar. Dejarse llevar por el frenesí de la ficción o dejarse llevar por el frenesí de la realidad. Según Alan Pauls, las únicas entrevistas a escritores que le gustan es cuando el escritor contesta como escritor, no como persona de carne y hueso.

4.- Nabokov, a diferencia de Sócrates, teme el poder espurio de la palabra hablada. Nabokov, a diferencia de Sócrates, piensa que el poder del lenguaje escrito por encima del lenguaje hablado está mucho más cerca de su ser. Nabokov, según su declaración en Opiniones Contundentes, permitió en alguna ocasión que lo grabaran en una entrevista. Tiempo después, al escuchar cómo su voz salía de las entrañas del magnetófono, se horrorizó.

5.- ¿Qué busca el entrevistador? Malabareando los malabares de Derrida, ¿el entrevistador se considera el anfitrión o se considera el huésped? Según Derrida, un anfitrión sólo puede ser anfitrión en la medida que tenga un huésped. Según Hegel, un amo sólo puede ser amo en la medida que tenga un esclavo. ¿Quién controla a quién? Según nosotros, ¿un entrevistador sólo puede ser entrevistador en la medida que tenga un escritor? O, según nosotros, ¿qué es un escritor-entrevistador? Rara avis. Un espécimen cuyo territorio en el zoológico literario no es ni ortodoxo ni heterodoxo, no es ni central ni periférico…

6.- Malabareando los malabares de Derrida, nos preguntamos: ¿cuál es la esencia de la entrevista? El escritor-entrevistador al preguntar, a quién le pregunta: ¿A el escritor de carne y hueso o al escritor que está encerrado en el libro? ¿Ambas manifestaciones son lo mismo? ¿Acaso no están peleadas entre sí? Quizá ahí, en esa indeterminación, en esa contradicción, en ese juego de espejos donde se reflejan pero al mismo tiempo se anulan, está focalizada la relevancia de la entrevista-literaria. Sólo ahí, en la pregunta precisa, en la fina estocada retórica, el escritor de carne y hueso habla del escritor encerrado en el libro y, a su vez, el escritor encerrado en el libro habla del escritor de carne y hueso. O, mejor aún. La entrevista los conjunta. La entrevista (cual brebaje alquímico) posibilita que los límites entre Doctor Jekyll y Mr. Hyde se anulen…

7.- ¿Qué tenemos en las manos? Lo que resta es silencio (BUAP, 2024) Óscar Alarcón. Libro de entrevistas. Libro donde un escritor pregunta a otros escritores. Diálogo. Conversación. Charla. Desvarío organizado. Chismorreo refinado. Así como hay una historia de la lectura, una biografía del modo en que el crítico lee-interpreta, ¿también hay una historia-biografía del preguntar? ¿El entrevistador siempre pregunta lo mismo? ¿Se mimetiza? ¿Es capaz de mantener la distancia? O, por el contrario, ¿busca fundirse? ¿Busca conjuntar su poética con la poética del otro?

8.- ¿Quién es Óscar Alarcón? Escritor poblano. Otrora perteneciente al movimiento literario ultra-costumbrismo. La búsqueda de una estética fresca, oral, desenfadada, urbana, ajena a los rituales mohosos del centralismo cultural. Autor del libro de cuentos Polimastia (BUAP,2008). Pero el giro, el extrañamiento, el devenir inclasificable, acontece en 2012. En una poética acorde a lo que expresa su ficha biográfica, su “eclecticismo” se ve reflejado en su primer libro de entrevistas VEINTIUNO: “Charla con veinte escritores” (NITRO/PRESS). Un mosaico de voces donde se encuentran desde escritores canónicos (Carlos Fuentes y Fernando Del Paso), escritores extraños (Mario Bellatin, Luigi Amara) y jóvenes escritores poblanos (Rodrigo Durana, Jaime Mesa). Por supuesto, con los ojos de aumento de la contemporaneidad, salta un detalle: la ausencia femenina. Atento a esta vicisitud, en 2018 publica VEINTITRÉS Y UNO: “Charlas con 23 escritoras”. Al igual que el anterior, un mosaico ecléctico. Sin embargo, como lo apunta en la introducción, el libro no busca ser una réplica mecánica del otro, un afán reduccionista, una tentativa inocua por seguir la corriente y posicionarse en el mainstream, statu quo, etc., sino, por el contrario, el ímpetu por cartografiar y radiografiar los reductos (tanto ya transitados como no transitados) de la zoología literaria nacional.


9.- Lo que resta es silencio (2024), a diferencia de Laberintos (2022), Miradas oblicuas (2021, co-escrito con Luis J. L. Chigo) y los libros ya previamente mencionados, es la focalización. Si en Laberintos accedemos a una radiografía nacional y plural de la “nueva literatura mexicana”, una nueva literatura mexicana tanto “fonqueta” como “no-fonqueta” (véase, aquel escritor que recibe o no recibe una beca FONCA), entonces en Lo que resta es silencio accedemos a una triada no precisamente bendita, una triada que no precisamente simboliza el Padre, el Hijo y El espíritu Santo de la retórica judeo-cristiana. Más allá de que en Laberintos se pueden encontrar ciertas afinidades, cierta preocupación notoria por el escritor como un agente comercial que debe jugar un papel público ante un escenario que ignora (mayoritariamente) la literatura; no está atravesado por un hilo único.

10.- Mas, el hilo único, el cordón umbilical que atraviesa la triada de entrevistas-literarias que constituyen Lo que resta es silencio, no apela a la homogeneidad, sino a la pluralidad a partir de una base común: la diferencia, lo extraño, lo incorrecto, lo ominoso, la pulsión sexual ajena al espectro heteropatriarcal.

11.- Freud, más allá de su incomprensión clínica y conceptual por la homosexualidad, por las pulsiones del “desviado” o el “invertido” que mancillan el progreso darwiniano; nos legó su especulación de lo “ominoso”. Lo extraño, lo terrible, lo incómodo, lo familiar que de súbito se muestra ajeno. Más allá del excesivo manoseo que se ha hecho de la correspondencia antinómica heimlich-unheimlich, lo que aquí quiero sacar a colación es la cita que Freud retoma de Friedrich Schelling: “Nos dice que unheimlich es todo lo que, estando destinado a permanecer en secreto, en lo oculto, ha salido a la luz”. ¿Aquí qué sale a luz? Aquí, en las entrevistas, sale a la luz una biografía-proceso creativo que va más allá de las dicotomías usuales del zoológico nacional: Arreola-Rulfo, Paz-Fuentes, Paz-Garro, Elizondo-Revueltas, Novelista-Cuentista, Criollo-Mestizo, D.F-Provincia, Fonqueto-No-Fonqueto. Aquí, en la triada, sale a la luz un ejercicio literario que recrudece la noción de lo periférico. Si ser “provinciano” en México y tener afán literario es una suerte de castigo, qué clase de martirio es aquél donde además de provinciano, mestizo, pobre, eres homosexual, eres bisexual, eres lesbiana, eres trans.

12.-Pero, más allá de la biografía, más allá de la puesta en abismo ininterrumpido que implica ser marginal en México, las entrevistas revelan a tres escritores (Joaquín Hurtado, Odette Alonso y Frida Cartas) preocupados por la literatura: la forma, el lenguaje, la súbita expresividad de ciertas palabras. Parafraseando el libro de Luis Felipe Fabre sobre Salvador Novo, ¿cómo se escribe con caca? De sobra, sabemos cómo se escribe con falo y ahora, poco a poco, sabemos (o intuimos) cómo se escribe con vagina. Surge aquí una pregunta esencial. ¿El cuerpo determina la escritura? ¿Hay una literatura exclusivamente masculina y una exclusivamente femenina? ¿Acaso el lenguaje se puede domar con tal presteza taxonómica? ¿Dónde entra lo trans? ¿Dónde refulge el haz ominoso? ¿Dónde está aquello que no es ni femenino ni masculino?

13.-Sabemos, por supuesto, que el lenguaje estructura y organiza nuestra percepción del mundo, el espacio, el tiempo y el cuerpo. No somos incapaces de salirnos de él. En realidad, lo ominoso, lo familiar, lo nombrable, lo conocido que de súbito se revela extraño, es el lenguaje. Nunca estamos cómodos en él. Persiste lo adánico o, mejor aún, persiste lo animal. De ahí que la literatura no se limite a contar, a narrar, a comunicar un suceso “real”, sino que la literatura busca encontrar una súbita correspondencia entre la palabra y la cosa que no devenga síntesis, que no devenga clarificación marcial, sino desquiciamiento alegre, vértigo soterrado que embriague el alma de los lectores.

De ahí que los autores (Joaquín Hurtado, Odette Alonso y Frida Cartas) por un lado, sí reconozcan en la libido no patriarcal un espectro perceptivo-vivencial-estético. El escritor escribe sobre lo que conoce, lo que ha visto, lo que ha soñado, lo que anhela, lo que repudia, lo que desea y no puede confesar. Lo gay. Lo lésbico. Lo trans. Lo ominoso. Aquello que desborda. Al leer el libro, revolotean estas impresiones: ¿Cómo soportar no ser heterosexual bajo el régimen mexicano-patriarcal, bajo el régimen comunista-cubano-patriarcal? Y también, ¿qué papel desempeña la literatura no masculina/femenina en el panorama mexicano? ¿Se lee? ¿Se respeta? ¿Es simplemente una nueva mercancía? Pero, al mismo tiempo, la triada de autores (más allá de sus diferencias) coinciden en un punto: también escriben otra cosa. Su tensión sexual no es una camisa de fuerza expresiva. Su literatura no es un “yo” mecánico de pretensión pedagógica.

14.- Óscar Alarcón, en su nuevo libro de entrevistas literarias, persiste en su afán de cartografiar y radiografiar las entrañas del zoológico literario. Persiste en fracturar ese bloque monolítico que algunos llaman (pomposamente) “literatura mexicana”. Gracias a su trabajo de investigación, a su tacto, a su olfato, la entrevista es capaz de mutar y convertirse en cuento, crónica y ensayo. La entrevista, de esencia proteica, siempre dispuesta a irse por las ramas y regresar para encontrar un nuevo fruto, permite que nos adentremos en el taller de escritores singulares, de autores que valen la pena ser leídos.

"Observados", tramposa y predecible, pero entretenida


Cinetiketas | Jaime López


La ópera prima de Ishana Night Shyamalan, hija del afamado director de "El sexto sentido" y "Glass", se basa en una leyenda irlandesa para abordar el autoperdón y los claroscuros del ser humano. Lo anterior echando mano de los géneros del terror y la fantasía, recurriendo a un impecable diseño de producción que recrea un bosque laberíntico en medio de la nada.

Lo malo es que la historia coescrita por la cineasta debutante no tiene la solidez necesaria para generar una atmósfera inquietante y verosímil a lo largo de todo el metraje. De hecho, tras el preámbulo o escena inicial, "The Watchers" comienza a mostrar debilidades en el guion al introducir a su protagonista, Dakota Fanning, con elementos predecibles.

Y es que su personaje de una reservada trabajadora de una tienda de mascotas, que lidia con la pérdida de su mamá, se ve envuelta rápidamente en la entrega de un loro supuestamente muy importante, lo cual solo es una excusa para que acuda al bosque antes mencionado, perdiéndose casi de inmediato al adentrarse en el mismo.

Sin ser expertos en guionismo, se puede anticipar que el ave jugará una tarea clave en un momento de la historia, pero la manera cómo llega dicho momento da pie a una secuencia de humor involuntario.

En cuanto al resto de la trama, basada en la novela homónima de A. M. Shine, hay ecos del estilo fílmico de M. Night Shyamalan, pero no son lo suficientemente fuertes como para convertir a "The Watchers" en un clásico contemporáneo.

Eso sí, la obra es entretenida, quizá por la atractiva premisa de ver juntos a un grupo de personajes extraños y perturbados en medio de la nada, los cuales son observados por unas criaturas misteriosas.

Así, la audiencia se mantiene atenta tratando de descubrir la verdad sobre esos seres extraños, que parecen de otro mundo, sin embargo, el final de la trama se siente forzado, causando un sentimiento de insatisfacción.



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