De ese modo, "¡Que viva México!" muestra a la ciudadanía de escasos recursos como gandalla, vengativa, iletrada y ambiciosa, un enfoque que recuerda la visión clasista de Michel Franco en "Nuevo orden".
¡Que viva México!: buenas actuaciones, poca crítica a la 4T
Ultracostumbrismo: dos décadas de literatura «Ultrapoblana»
ULTRACOSTUMBRISMO
Dos décadas de literatura
Ultrapoblana
Isaac Gasca Mata
Durante el decenio 2000-2010 surgió
en la ciudad de Puebla una corriente literaria llamada Ultracostumbrismo.
Los autores que la conformaron construyeron historias de lo cotidiano, de lo
popular, alejados del centro de los discursos culturales institucionalmente
establecidos. Su literatura fue la expresión de lo marginal, lo periférico, lo
que no se incluye en el canon pero es común a todos: la convivencia habitual en
el paisaje urbano de Puebla.
En aquellos años
Óscar Alarcón, Ricardo Cartas y Rodrigo Durana mantuvieron vigentes las letras
poblanas con historias de humor cáustico, descripciones de colonias icónicas de
la urbe y una prosa divertida en la que los poblanos vieron reflejada su
realidad. La soltura de estos autores para escribir anécdotas con un enorme
contenido local recuerda la definición que Federico Carlos Sáinz de Robles
dedica al costumbrismo del siglo XIX: “Tendencia literaria y artística a
reflejar en las obras las costumbres del lugar y de la época en que vive el
artista creador (…) es una interpretación objetiva de las costumbres, de los
tipos y de los paisajes (…) apoya su interés en el reflejo de escenarios.”
(Sáinz de Robles, 232). A pesar de que muchos sectores académicos afirman que
el costumbrismo es una tendencia arcaica y en desuso, este planteamiento es
superficial pues en casi todos los discursos literarios del género narrativo se
encuentran descripciones de las costumbres del lugar donde el autor ubica su
trama. Así en Noticias del imperio, de Fernando del Paso, disfrutamos
con deleite la descripción de México durante la segunda intervención francesa,
en la Odisea encontramos descripción de costumbres cuando Ulises regresa
a Ítaca y observa con furia a los pretendientes de Penélope devorar sus
riquezas siguiendo la moral imperante de la Grecia clásica. Piensen en la
historia que gusten de cualquier época y nación. Cien años de Soledad, Las
mil y una noches, Budapest, de Chico Buarque, Los excluidos,
de Elfriede Jelinek o Pigmeo, de Chuck Palahniuk, todas reflejan el
contexto histórico de la sociedad que describen. En el cine, otro discurso
narrativo, encontramos costumbrismo en cualquier película, baste como ejemplos The
neon demon (2016), dirigida por Nicolas Winding Refn, La doncella
(2016), dirigida por Park Chan-wook, o Selva Trágica (2020), dirigida
por Yulene Olaizola. En otras palabras, el creador no se desentiende de su
medio, está tan influido por él que incluso aunque no escriba costumbrismo, las
características del lugar donde habita aparecen en su historia. Michael Zéraffa
en su libro Novela y Sociedad afirma que:
“Cierto conjunto de
relaciones sociales concretas, por una parte, y, por otra, cierto estado de
cosas ideológico que recubre esas relaciones habrán dispuesto el terreno para
la tarea del novelista. El talento o el genio de éste consiste, precisamente,
en transcribir (pero sin saberlo, y esta inconciencia plantea un problema
crucial) lo que ya se encuentra inscripto en la realidad. Una estructura
novelística tiene, en sus aspectos más notoriamente estéticos, un autor
inicial: el complejo histórico, social, psicológico e ideológico de que es testigo
el novelista. El escritor no instaura una forma. La revela.” (Zéraffa, 52)
Los
ultracostumbristas no solo reproducen la atmósfera local, “revelan la forma”,
también expresan los elementos arquetípicos de la cultura popular poblana (las
cemitas, la lucha libre, los huehues, los tacos árabes) para ficcionalizarlos a
tal grado que en sus historias se habla del precio del pasaje en el transporte
público, de grupos musicales oriundos de la ciudad como Campeche Chow,
de las conversaciones en los puestos callejeros de tacos o de los amores en
secundarias públicas. Sus cuentos y novelas contienen una profunda carga de lo
que significa vivir en Puebla. Son una proyección de la ciudad desde la visión
del habitante común de clase media y, ¿por qué no?, un homenaje a la
Angelópolis.
La corriente
literaria tuvo su origen en dos edificios de la Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla: el Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica y la preparatoria
Emiliano Zapata. Óscar Alarcón, Ricardo Cartas y Rodrigo Durana primero
estudiaron en el COLLHI[1] y
posteriormente se desempeñaron como maestros de literatura en la prepa Zapata.
Desde ésta última iniciaron su carrera literaria que fue vista con agrado por
sus alumnos que se encargaron de difundir el ultracostumbrismo a adolescentes
de otras escuelas de la Angelópolis. Así leí a los ultras por primera vez en el
ya lejano 2006 cuando mi mejor amigo me animó a asistir a la presentación de Tus
zapatillas suenan a sexo, de su maestro Ricardo Cartas. El libro, como esa
misma noche comprobé, tenía el estilo despreocupado y divertido de los textos ultras.
La característica es la exposición hilarante de las costumbres de Puebla. El
lenguaje sencillo, por momentos obsceno, me llevó a pensar que el libro era
obra de un joven como yo (era 2006). La propuesta ultra, eternamente joven, me
gustó tanto que llevé Tus zapatillas suenan a sexo a mi escuela en el
sur de Puebla: un centro escolar cuya maestra de literatura no leía ni el TV
notas. Tuve que ingeniármelas para desarrollar mi hábito lector a pesar de que
en el bachillerato del C. E. Gustavo Díaz Ordaz no teníamos biblioteca y a los
maestros les importaba un bledo la lectura; solo querían que los alumnos
lucieran bonitos uniformes durante el desfile del 5 de mayo. La escuela está
rodeada por colonias precarias como las que aparecen en las páginas de los ultras:
Agua Santa, San Bartolo, Loma Bella, Fuentes de San Bartolo, etc., en esos
lares encontré referentes de mis lecturas en los mercados y en el
comportamiento de los habitantes de los Infonavits. Así empezó mi acercamiento
a la literatura de lo cotidiano. Comparto esto porque gran parte de los autores
poblanos mayores de 29 años fuimos los adolescentes que hace tres lustros
disfrutaron los cuentos de los ultras. Quizá en algún momento todos fuimos
ultras. Ahora somos otra generación. No obstante, los ultracostumbristas se
mantienen vigentes y superaron (por ahora) la prueba del tiempo. Son los
hermanos mayores. Para muestra Polimastia (2008), de Óscar Alarcón (Puebla,
1979). De ella hablaré a continuación.
En
la obra Nature Adorning Three Graces (1615) el pintor flamenco Pedro
Pablo Rubens retrata a la madre naturaleza con al menos cuatro senos expuestos
y cuatro ocultos tras la cabeza de las Gracias. Es decir, es una alegoría de la
capacidad fecunda de la madre naturaleza para amamantar sus creaciones con ocho
pezones. Esta ¿cualidad? rompe con la armonía simétrica del cuerpo femenino,
pero lo dota de una significación simbólica que trasciende el rubro de la mitología
para identificar un desorden genético en el que las mujeres que lo padecen
tienden a desarrollar más de dos glándulas mamarias. De ahí el origen
etimológico de la palabra Polimastia que en griego significa πολύς
(“poli”, muchos) μαστός (“mastos”, mamas): muchas mamas. Tal cultismo,
poco usual en la oralidad mexicana, es el título de un cuento lésbico de Óscar
Alarcón.
Polimastia
es una colección de veintiún relatos ultracostumbristas y el guion de una
puesta en escena. Los textos son pequeñas dosis de irreverencia y humor que
conforman el cotidiano deambular de los personajes de Óscar Alarcón. Así
tenemos cuentos eróticos como “Cero, la vieja del basurero” en el que una
pepenadora llamada Graciana se dedica a la prostitución y tiene un gusto
particular en iniciar la vida sexual de los adolescentes varones:
“tiene dinero porque se
coge a los borrachos. Yo la veo llamar a los chamacos, les enseña sus piernas
gordas y peludas. Les grita: “ven niño, que te va a gustar”. Tiene dinero
porque los cargadores del mercado le pagan, los mete en su casa y nomás se oyen
los quejidos del catre. Date cuenta, cuando el foquito amarillo con caca de
moscas se apaga, es porque tiene a un teporocho metido en las piernas”
(Alarcón, 13)
El coprotagonista
es estudiante de una secundaria federal a quien la vieja llama para tener
relaciones sexuales “¡Qué chulo y qué grandote estás mijito! Entra, tócame.
Así, pon tus manos en mis muslos, acaríciame la espalda, anda, prueba mis
chichis, así” (Alarcón, 14). El escenario se aleja del tipo de historias
eróticas que ensalzan los lugares palaciegos, o al menos limpios, para llevar a
cabo el acto sexual. Tampoco es la descripción de una mujer hermosa, joven y
esbelta que novelas rosas de amplia difusión, como 50 sombras de grey,
imponen entre el público la idea de que el coito para ser erótico tiene que
realizarse entre super modelos y en ambientes afrodisíacos. Alarcón da vuelta a
la página y propone un escenario distinto: una vieja pepenadora que vive entre
basura y cuyo cuerpo descuidado se convierte en el objetivo sicalíptico de los
adolescentes vírgenes. Algo así como la Saraghina de la película 8 ½, de
Federico Fellini[2],
pero en un contexto poblano.
“no hay distinción entre la
espalda y las nalgas. La raya que dividía las dos enormes esferas carnosas está
perdida. Grasa, Grasa, Grasita, Graciana, Grasa, me encantas, déjame tocar tu
enorme panza, deja que mi ser se pierda en la manteca que escondes en el cuerpo
y que tienes para mí. Enciérrame en tu amasijo de piel, de carne y pelos,
quiero encontrar la salida de tu laberinto de estrías.” (Alarcón, 15)
El adolescente encarna los deseos viriles en “la edad de la punzada” cuando lo mismo ven sensuales a las compañeras de secundaria, a las maestras, o las vendedoras de artesanías. Para los jóvenes que salen de la pubertad e ingresan a la adolescencia los cambios hormonales, acompañados de sueños húmedos y masturbaciones constantes, los motivan a encontrar bellas a gran cantidad de mujeres que ven en las calles e imaginan que depositan en ellas la semilla que hierve en su pubis y pugna por salir. Los barros, las espinillas y demás problemas de acné son prueba de que a los varones jóvenes les urge iniciarse cuanto antes en materia coital porque sus hormonas lo exigen. Por eso es común observarlos en bancas de plazas públicas viendo mujeres pasar, lo mismo en tiendas que en escuelas u hospitales. Cualquier varón mayor de edad sabe a lo que me refiero pues se enfrentó a ese dilema entre los 13 y 17 años. A algunos les dura toda la vida. Pero la mayoría aprende a controlarse. El cuento de Alarcón propone la evocación del amor de la primera adolescencia, muchas veces platónico, que representó para nosotros la figura de culto sexual, tal como Afrodita lo fue para los griegos. La fecundidad del título Polimastía se identifica en este cuento con el deseo y el goce sexual consumado entre el adolescente y su objeto de culto. “Sigue Graciana, llévate esta virginidad que me estorba y escóndela en la masa que te cubre entera, anda. Graciana, piérdeme en tus gigantes brazos, arrópame en tu vello púbico extinto, vamos, Graciana, déjame estar encima de ti y después duerme tranquila” (Alarcón, 15). Resulta curioso que una fantasía sexual recurrente entre varones adolescentes sea penetrar a una mujer mayor. Algo tendrá que ver la cultura en la que crecimos porque muchos hombres guardan entre sus recuerdos las noches de onanismo virginal en la que se evocó el cuerpo de una mujer adulta. En la literatura se representa en numerosas historias, por ejemplo, la novela gráfica Adrenalina (2017), de Eusebio Ruvalcaba, donde un joven estudiante mantiene relaciones sexuales con la madre de su novia. En el cuento de Alarcón tal fantasía masculina se lleva al límite. El texto por momentos tiene un lenguaje procaz, pero en otros párrafos alcanza un lirismo amoroso que desubica al lector pues en algunos fragmentos emula a Charles Bukowski[3] y en otros a un poema lírico de alta factura amorosa. La historia es tan caliente que al final la casa de basura se quema a consecuencia de la carnalidad ardiente que consumió a los amantes hasta reducirlos a cenizas. “El Usuario ladra toda la noche. Le gruñe a dos figuras chamuscadas y de humo.” (Alarcón, 15). Un desenlace parecido a aquel cuento de la infancia donde dos amantes arden en el fuego de su pasión: me refiero a El soldadito de plomo de Hans Christian Andersen: “Cuando a la mañana siguiente la sirvienta removió las cenizas, lo encontró en forma de un pequeño corazón de plomo; pero de la bailarina sólo había quedado su lentejuela que ahora era negra como el carbón.” (Andersen, 162)

II
Otro cuento evocador de la
adolescencia es “Uno membruno”, pues se retoman los cambios hormonales para
construir un discurso acerca de las tribulaciones eróticas que ocurren a esa
edad. El relato describe la vida cotidiana en una secundaria pública, carente
de todo menos de tiempo para realizar travesuras. La historia cuenta que el
narrador intradiegético y su amigo Membruno ingresan a una escuela para alumnos
rechazados de otros colegios por su mal comportamiento. Inmediatamente se hacen
cómplices y ponen apodos a todos, incluidos los pobresores. Este relato es
evocador de aquella edad donde la máxima preocupación era aprobar el bimestre.
En la obra de Alarcón ese tiempo feliz es la secundaria. En este contexto
Membruno y el narrador inician su despertar sexual. “Las mujeres comenzaron
a entrar en mi vida; después me daría cuenta que las de la preparatoria, sobre
todo, serían mi perdición. Lo que más me divertía era sentarme en la banqueta y
buscar el contorno de sus calzones que se marcaba por encima de sus faldas.”
(Alarcón, 32), “Por mucho tiempo Gema fue la reina de mis chaquetas. En mis
sueños húmedos siempre llegaba por detrás tapándome los ojos con sus manos,
riéndose; después, me tocaba la entrepierna, abría el cierre del pantalón para
liberarme y en ese punto mi sueño siempre se quedaba en pausa” (Alarcón,
33). La potencial fecundación, el tema central de Polimastia, también se
nota en este cuento pues ambos amigos compiten por el amor de una muchacha de
sexualidad precoz. Resulta curioso que el comportamiento difiere según el
género de los adolescentes. Mientras que para los amigos es una lucha para
satisfacer la libido, para Gema es más una expresión de hipergamia, pues la
joven usa a Membruno para llevarla al baile y ahí él la entrega a su verdadero
novio: un chico de preparatoria. En este punto reflexionamos acerca de las
diferencias culturales sobre el deseo que se aprehenden en la pubertad y
terminan por desarrollar ciertos hábitos en la adolescencia. La feminista Lucía
Etxebarría plantea que:
“aunque hombres y mujeres
comparten el deseo de satisfacer, como seres humanos, la necesidad de amar, de
fornicar, de vincularse, de experimentar y expresar el sentimiento amoroso y el
deseo, la forma en que lo hagan estará notablemente influida por los rasgos
estereotípicos asociados a las identidades masculina y femenina. Es decir, la
forma en que hombres y mujeres aman y desean está muy condicionada por el
sistema cultural propio de la sociedad particular en la que viven” (Etxebarria,
137)
Los patrones de
cortejo se asocian con la hipergamia femenina y la sexualidad directa de los
varones. El final del cuento también recuerda a una película italiana: Malena
(2000), dirigida por Giusseppe Tornatore y protagonizada por Mónica Bellucci,
pues en ambas historias el protagonista, un niño inmaduro, deja ir a la mujer
de sus sueños sin atreverse a hablar con ella y se ve obligado a regresar a la
supuesta inocencia, a esperar su turno. “Uno membruno” nos habla del amor de la
adolescencia, el inolvidable primer amor.
“Pedaleé como si huyera y
en realidad huía de ella, de aquellas emociones, de los sueños, de los
recuerdos, de todo. Y pensaba que debía
olvidar. Estaba seguro de que iba a conseguir olvidar. Pero hoy que ya soy
mayor, que he consumido mi vida de un modo banal, que he conocido a tantas mujeres
que me han dicho: acuérdate de mi y yo las he olvidado. Aún hoy es ella la
única a la que nunca he olvidado: Malena”[4]
III
En la cultura mexicana el tema del
asesinato entre amantes está difundido en productos culturales que van desde la
música, la pintura y la literatura hasta las películas y el teatro. En el
pasado demasiadas obras artísticas normalizaron la violencia de género y la hicieron
pasar como una cuestión de honor y un deber cuestionable. Tenemos como ejemplo
de ese aspecto de la sociedad mexicana canciones como Boda de sangre[5],
de Teodoro Bello, Laurita Garza[6],
de Los invasores de Nuevo León, El asesino[7],
de los Cadetes de Linares, o un fragmento de la película El tigre de Santa
Julia[8],
solo por mencionar algunos. Afortunadamente ese aspecto nefasto, que repudiamos
las nuevas generaciones de mexicanos, está en proceso de extinción. La
discusión por la equidad de género motiva que cada vez menos hombres atenten
contra la vida de las mujeres. Falta mucho por hacer, es cierto, pero la
cultura machista que cosifica a las mujeres y las subordina al varón está en
vías de remitir. No obstante, sería ingenuo pensar que la sociedad mexicana
está cerca de resolver el problema de raíz. No todos los hombres son
feminicidas. Pero los pocos que sí lo son crecieron en un contexto cultural que
desde muchas perspectivas los instruyó a actuar con rabia y salvajismo contra
quien creían amar. El feminicidio es la última consecuencia de una idea de amor
retorcida que concibe a la pareja como una pertenencia y no como un ser humano
con derechos y autonomía.
El
cuento “Dos, patada y cos” es el testimonio ficcional de un feminicida que
declara ante la autoridad el crimen por el que lo detienen en flagrancia: el
homicidio de su esposa. La historia es desgarradora porque al principio la
pareja vive una historia de amor demasiado normal: sonrisas, fajes, casamiento
con baile de guajolote como se estila en Cholula. El futuro criminal incluso
declara: “ya estábamos casados y me convertí en el hombre más feliz sobre la
tierra, perdóneme el lugar común, pero es cierto. La vida con la que siempre
había soñado me estaba ocurriendo. Y entonces todo me hacía llorar de emoción.”
(Alarcón, 55). Sin restar responsabilidad a sus actos punibles, se nota que el
protagonista ama demasiado a su pareja. Entonces, ¿qué pasó?
En
los últimos años gran número de hombres empezaron a cuestionar los elementos
que conforman su masculinidad con el fin de reflexionar sobre aquellos rasgos
que podrían desencadenar un acto nocivo para su pareja. Tal cavilación logró un
cambio consciente en la mentalidad de muchos varones que aprendieron a respetar
la decisión de su pareja cuando se aleja por un tiempo o de plano ya no quiere
continuar la relación. Antaño en México una pareja era para toda la vida y si
la mujer acababa la relación por una infidelidad el hombre reaccionaba con
violencia contra ella, justificada socialmente. Para muestra las películas de
la época de oro del cine mexicano donde el típico macho empistolado era incapaz
de la empatía y eructaba frases como “o mía o de nadie”, una velada amenaza de
muerte. Este tipo de conductas orillaba al público masculino a emularlas y por
eso ocurría tanto maltrato y desigualdad contra las féminas. En la actualidad
muchos varones prefieren platicar la situación o alejarse antes de cometer una
barbaridad. Y ese es un cambio positivo. Por eso el cuento de Óscar Alarcón continúa
vigente pues es un tema que ahora, diecisiete años después de su publicación,
se ve desde otra perspectiva. Ahora los lectores leemos el texto y nos sentimos
destrozados por la tragedia que relata, pero ya no le damos la razón al
protagonista, ya no estamos de su parte. Quizá si el cuento se hubiera
publicado hace cien años la interpretación sería distinta. Pero los esfuerzos
educativos de todos los sectores sociales (aún insuficientes) lograron ese
cambio de paradigma en el imaginario masculino. Por eso cuando leemos que el
protagonista del cuento encontró a su esposa besándose con otro hombre la
reacción en el lector lo lleva a pensar que la decisión del personaje fue
errónea. “Me acerqué a ellos sin que me escucharan, de un jalón se la
arranqué al tipo, la tomé de las greñas y le acomodé dos madrazos en la cara.
El tipo me dijo que qué me pasaba, no le respondí, seguí golpeándola hasta
derribarla, le grité “¡Levántate!” pero no se paró. La fui arrastrando hasta la
casa.” (Alarcón, 56). Mejor se hubiera divorciado.
En
el cuento “Dos, patada y cos” el autor plantea una situación límite para que
los lectores no cometan el error de su protagonista. Causa escalofríos leer que
el personaje no siente arrepentimiento[9] y
si el lector siente repelús al leer el feminicidio significa que visibilizar el
problema es mejor que ocultarlo. Algo positivo ocurre en la masculinidad
mexicana que ya no justifica, e incluso reprueba, un comportamiento así. Significa
que como sociedad avanzamos por el camino del respeto.
Polimastía
tiene excelentes cuentos, algunos de tendencia surrealista como “Seis va de
nuez” y otros de erotismo lésbico como el que titula al libro. En este espacio
podríamos reseñarlos todos, pero decidimos que el lector los lea, los disfrute
y los interprete a su conveniencia. Ahora, en la primavera de 2023 celebramos
la reedición digital del libro impulsada por la Revista Neotraba y nos
unimos a los festejos con esta pequeña reseña.
IV
En conclusión, el Ultracostumbrismo fue un movimiento literario netamente poblano, como en su tiempo fue el Estridentismo. Ambas corrientes estéticas guardan concordancia en sus postulados, ambas son iconoclastas de la cultura institucionalizada y ambas aluden al símbolo del guajolote. Si comparamos los artículos del manifiesto estridentista con el ultracostumbrismo confirmaremos que se asemejan en varios sentidos ya que ambos son “Irreverentes, afirmales, convencidos, excitamos a la juventud intelectual del Estado de Puebla, a los no contagiados de reaccionarismo letárgico, a los no identificados con el sentir medio”.
Cabe recordar que
la iconoclasia congénita del ultracostumbrismo les trajo a sus autores algunas
diatribas en el medio cultural poblano. No obstante, a pesar de esos dimes y
diretes, las obras siguen editándose, los autores siguen activos y los libros
continúan circulando. Eso es lo que cuenta. Lo demás es anecdótico.
El
ultracostumbrismo no ha dado todo lo que tiene que dar. Es un árbol cuyos
frutos más selectos no han terminado de madurar. Quizá pronto Alarcón, Cartas y
Durana nos sorprendan con la publicación de más historias ultras. El
público poblano lo ultracelebrará.
Monterrey, Nuevo León.
Letrinas: Por una cabeza
Hace
frío. Al lado de mí alguien llora. Sus gritos me aturden. No me importa lo que
le hacen, pero sé que me tocará recibir exactamente lo mismo. Es el lugar sin
límites. Está sitiado por barrotes, dividido por celdas, apartados del mundo porque
hicimos algo mal, algo prohibido socialmente y aquí adentro pasa todo lo
prohibido, pero peor.
Sé
que los gritos que escucho de pronto cambiarán de tonada, subir y bajar. Como
cuando me rasuro todas las mañanas y subo y bajo el rastrillo por toda la cara
llena de pelo hasta que queda limpia y me veo más joven.
Él,
me acuerdo, tenía la cara llena de pelo. Mina, quisiera que estuvieras aquí
conmigo. No. Quisiera estar lejos de aquí contigo, en otro lugar. Me gustaría
regresar a esa mañana en la que me dijiste que te acompañara al monte porque
querías enseñarme algo.
Qué
contento me puse. Pensé: al fin se me hizo con esta. Perdón que te dijera
“esta”, pero aquí, en una celda mientras los gritos del de al lado se elevan
cada vez más y luego se atraganta con algo que meten a su boca e imaginar que
ya pronto es mi turno me da el valor de decirte que esa vez te dije “esta”.
Fuimos
al monte y yo me iba aguantando las ganas de acariciarte las nalgas que
temblaban detrás de la tela de tu vestido o de meter mis dedos en tu cabello
largo, negro y lacio. El olor de la tierra recién labrada y también a quemado
por el tiempo de siembra hinchando los pulmones. Nos van a ver, Mina, te dije.
Hay que buscar un árbol frondoso.
Cállate
y no digas nada, ya casi llegamos.
La
rama entró por debajo del lóbulo de la oreja izquierda y salió en la coronilla
del cráneo. Los ojos abiertos mirando al cielo que apenas empezaba a volverse
azul. La sangre en el cuello coagulada. La cara llena de pelos, como si no se
hubiera rasurado todas las mañanas, moviendo la mano arriba y abajo, así, así
hasta quedar limpio como la cara de un muñeco de aparador.
¿Sabes
quién es? Preguntaste. No, respondí. Me hubiera gustado decir más, decirte Mina,
que me había hipnotizado el color rojo alrededor del cuello, viscoso y
brillante. No había salido el sol, pero brillaba. La cabeza de un extraño
colgada en la rama de un árbol como una manzana. Como un fruto cualquiera.
Entonces
dejé de pensar en las formas de tu cuerpo, en el peso exacto de tus tetas en
mis manos. No podía dejar de ver al desconocido, a las moscas en las fosas nasales,
que se arremolinaban en el cuello cercenado.
¿Qué
hacemos? ¿Le avisamos a la policía?
No.
Hay que llevarla a mi casa.
¿Por
qué? ¿Para qué quieres una cabeza en tu casa?
Mina,
esas cosas no se preguntan. Uno no sabe por qué de pronto un día aparece una
cabeza colgada de la rama de un árbol con el mismo resplandor de una estrella y
tiene los ojos mirando hacia arriba como quien está harto de vivir y ruega un
descanso. Uno no sabe por qué de pronto tiene la necesidad de descolgar la
cabeza igual que con un fruto maduro y jugoso que ya está listo para comerse y
la quita con cuidado para que no se desbarate y se convierte a partir de
entonces en su posesión más sagrada. Uno no lo sabe. Yo no lo sé explicar.
Ya
con la cabeza en las manos me miraste como si el aparecido fuera yo, como si me
desconocieras. Te pedí que no le dijeras a nadie y respondiste que sí con un
movimiento. Ya no quisiste hablar. ¿Te arrancaste la lengua Mina? ¿Tu boca se convirtió
en una cueva oscura a la que nunca toca la luz?
Mina,
los gritos de al lado, son insoportables. Tú no podías soportarlos y tampoco
las risas de los otros presos que se divierten con los que acaban de llegar a
la prisión. Qué frío. Los dientes me castañean y casi puedo olvidarme de que en
poco tiempo se van a aburrir de esa víctima y será mi turno.
Llegué
a mi casa corriendo y puse la cabeza, no la mía sino la del desconocido, en una
caja de cartón. Atrapó mis ojos. Todo alrededor se volvió borroso y también
dentro de mí. Me costaba trabajo recordarte, Mina. ¿Cómo es que te llamas?
Mina. Guillermina. Sólo podía recordar el nombre sin una cara porque la cara
del desconocido se convirtió en la cara de todo el mundo.
Inventé
historias sobre él. ¿Quién era? ¿De dónde venía? ¿Por qué le cortaron la cabeza
y la colgaron de un árbol? El desconocido es mi hermano Luis que desapareció
hace muchos años cuando intentó fugarse a Estados Unidos con su novia y nunca
los volvieron a ver. No es cierto, es mi papá: Un jornalero que sembraba maíz
en los tiempos de lluvia. Madrugaba con el sol y regresaba hasta tarde, pero un
día sólo volvió su cuerpo caminando sin orientación. Nunca encontramos la
cabeza, pero mi papá sí encontró la forma de seguir trabajando de todos modos.
La cabeza eres tú, Mina. Somos todos.
El
desconocido, igual que yo, fue cambiando con el tiempo. No te imaginas cómo se
transforma el ser humano después de la muerte. La piel, Mina, se pone verde, se
pone azul y luego negra. Huele mal. A otro mundo y a un aire que sólo puede
respirarse por los que ya caminan en los infiernos. Los gusanos y moscas que
atrae la podredumbre son imparables, pero yo me acostumbré al ruido del
revoloteo de los insectos necrófagos.
Es
fácil hablar con alguien cuando sabes que nunca lo volverás a ver. Que está
desapareciendo. Le dije al desconocido todos mis secretos. Por ejemplo, que tú,
Mina, eres la mujer que más he querido. Que te llamas Guillermina y que te
llevaré a otras tierras para regalarte campos donde el trigo aun sea verde.
Le
dije que yo también estaba harto de la vida y que se comienza a notar en la
piel manchada por el sol y en las costillas que se asoman encima de la ropa. Le
dije: No sabes la suerte que tienes de estar lejos de aquí y estar aquí al
mismo tiempo. ¿Los muertos son los únicos que pueden habitar dos dimensiones?
1,2,3,4,5,6,7,8,9,10…¿Cuántos
días estuvimos juntos? No lo sé Mina, sólo puedo decirte que contemplar la
cabeza me robó el tiempo y las ganas de trabajar, de comer y hasta de citarte en
el cerro para levantarte el vestido y clavarte contra un árbol.
11,12
o13 días más tardaron en llamar a la puerta y preguntarme si estaba bien, si
había alguien adentro y que si no respondía iban a tirar la puerta. La tiraron.
Me encontraron a mí con una cabeza descarnada en una caja de cartón oliendo a
diablos. Oliendo a muerte.
¿Cómo
lo mataste? ¿Por qué? ¿Qué te llevó a cortarle la cabeza a este desconocido y
dónde dejaste el cuerpo?
No
sé, no sé. Él no es un desconocido. Es mi amigo. Él me conoce mejor que nadie.
Por favor no se lo lleven. Por favor déjenme aquí.
Me
acusaron de homicidio, Mina. Ho-mi-ci-dio. Qué palabra más triste. Mina, no te
olvides de decirles que yo no maté a nadie. Cuéntales que tú fuiste quien me
llevó al monte, tú fuiste la que me dio a comer del fruto prohibido en el
Jardín.
Pasos
en el corredor. Pasos que vienen a mí. Pasos que se detienen en la celda. Mina,
ya vienen. Mina, dime algo y tal vez logre escucharte. Mina, llévale flores a
mi amigo en su mausoleo que tiene la leyenda “Aquí descansa la cabeza de un
desconocido, asesinado por un criminal”.
La
reja se abre. Ellos entran. El aire que entra en mi pecho duele.
La
reja se cierra.
La gente que no ha visto teatro musical, no ha sido totalmente feliz: María León
"Si la gente no ha visto teatro musical, creo que no están siendo totalmente felices en su vida. El teatro es un acto de generosidad y un acto de fe, en donde se genera o se comulga con el público", expresó.
"Si la gente no está viendo teatro musical, creo que no están siendo felices en su vida; el teatro es un acto de generosidad", resaltó la cantante y actriz María León @Sargentoleon en el marco de su presentación como "Lupita" en #MentirasElMusical @Revista_Sputnik pic.twitter.com/hrIGkgSEtG
— Jaime López reportero (@JaimeComunidad3) March 15, 2023
El sinsentido en el cine de los Hermanos Coen

“Afortunadamente estamos libres del proceso de desarrollo y del proceso de realización de la película del comité de Hollywood. Ellos entienden que si van a hacer una película con nosotros, nos dejarán hacerla a nuestra manera.”Joel Coen
Para intentar entender el cine de los Hermanos
Coen tenemos que ver sus orígenes, de donde vienen y quienes son. Son un par de
hermanos judíos que no cumplen con el cliché que por años Hollywood ha
perpetuado y nos ha vendido. Sí son judíos, pero son originarios de Minnesota,
es decir de esa región que se le conoce como el “Midwest” norteamericano, lo
que de entrada los convierte en “outsiders” en la industria cinematográfica que
suele concentrarse en dos grandes ciudades como son Los Ángeles, California y
New York, NY, aunque el mayor dominio se dé en la ciudad californiana, desde
los inicios del cine norteamericano.
Desde esa visión del “Midwest” de ver y vivir
la vida es que estos dos hermanos, uno graduado de la escuela de cine y otro de
la de filosofía, es lo que les permitió que sus historias se vayan contando
desde lo absurdo, desde el sinsentido como eje rector y la principal
característica de sus películas.
Pertenecientes a una generación de cineastas que a finales de la década de los ochenta y gran parte de los noventa, supieron mantener su trabajo en la línea fronteriza de la independencia y la industria
cinematográfica. Esta generación donde hay nombres como Richard Linklater,
Quentin Tarantino, Kevin Smith, PT Anderson entre muchos otros que se
permitieron con su arte hacer un cuestionamiento al sistema, a la forma de vida
occidental que nos impone una forma única de pensar y de actuar.
Con esto me refiero a que no importa de qué lado de la moneda ideológica nos toque estar, al final la forma de pensar, que
se nos dicta es única y autoritaria. Contra todo ello es que se rebelaba esta generación
de cineastas a la que pertenecen los Coen, evidenciando el vacío
de las estructuras tanto sociales, políticas y/o culturales, principalmente en
el mundo occidental y la hegemonía e influencia que se tiene a nivel global.
Esta crítica al sistema y sus estructuras
permea mucho en la construcción de los distintos géneros cinematográficos que
están presentes en la obra de los Coen y esto lo hacen desde una profunda
conciencia histórica, la cual juega en papel muy importante en la mayoría de
sus películas, así como el absurdo que también tiene un papel importantísimo en
la elaboración de los personajes, con lo que convierten su obra en un homenaje, una burla, una
apropiación, un retrato de su idea de deconstruir y visualizar estos géneros,
como la comedia romántica, el western,
el noir.
En Blood Simple (1985) ya comenzaban a perfilar esas ideas narrativas con mucha influencia de la literatura, algo que continúan haciendo en toda su obra, a la par de el sinsentido y la deconstrucción del género o de los géneros más representativos del cine norteamericano. Blood Simple encaja dentro del noir, neo-noir, para ser más específicos, donde el humor absurdo y situaciones sin lógica van comenzando a desarrollarse logrando construir una mejor historia con su segundo largometraje Raising Arizona (1987), una comedia absurda, con gags y momentos que parecen ser un homenaje a los grandes comediantes de inicios del cine. Con esta película es que comienzan a perfilar, esa relación orgánica y sinérgica que tienen para ellos las imágenes y la música.
Con Miller's Crossing (1990) regresan
al género neo-noir, esta vez desde una historia de gánsteres pero con una
construcción de personajes alejados del cliché que en ese momento era el
predominante en el cine de este subgénero liderado por Coppola y Scorsese.
Aquí ellos toman como base las novelas de Dashiell Hammett para darle una perspectiva distinta al género. A pesar de que en la
taquilla no le fue nada bien, tampoco con mucha de la crítica; y es que se estrenó
a la par de Goodfellas de Scorsese y Godfather II de Coppola, pero
con el paso de los años, Miller's Crossing se ha consolidado como una
película que rompe con estereotipos, que va más allá de lo que se puede esperar
del género y nos da una de los historia de gánsteres mejor trabajadas.
Un año después presentan Barton Fink
(1991), película que les da el reconocimiento internacional al ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes como mejor
película, mejor guion y mejor actuación a John Turturro, además reciben sus
primeras nominaciones a los Premios Oscar.
Basada en una época fetiche para los Coen como
son los años previos, durante y posteriores a la gran depresión, desde la
construcción del monopolio en que se convirtió Hollywood, cuenta la historia de
un personaje que intenta encajar en la maquila del cine, a la par de que van
desarrollando una serie de personajes secundarios y antagónicos muy
interesantes, como lo es el que personifica John Goodman en una de sus mejores
actuaciones. Mucho se ha hablado de una secuela, que al final sabemos que no
llegará, al menos no de la mano de los hermanos.
Con The Hodsucker Proxy (1994) se mantienen en la época de la gran depresión y con una comedia absurda y sinsentido hacen una crítica al sistema económico capitalista que engulle a las personas hasta llevarlas al límite. Si bien, esta es una de las películas menos “exitosas” de los hermanos Coen en la taquilla y en premios, la crítica la trató bien. Es posiblemente una de las menos conocidas pero queda la actuación de Tim Robbins como alguien del “Midwest” que intenta vender una idea en Wall Street. La crítica al capitalismo en The Hodsucker Proxy cobra mayor relevancia en estos días.
Fargo
(1996) los regresa al camino del éxito, eso sí, sin cambiar un mínimo su forma
de contar historias para convertirse en directores exitosos tanto
con la crítica como en taquilla al conseguir y ganar varios premios alrededor
del mundo. Regresan al neo-noir y juegan un poco con el humor negro y
esa pasión por la literatura, construyen una historia tan sólida que permitió
incluso un spin-off como serie que duró tres temporadas, manteniendo ese estilo
sobrio y elegante, lleno de sinsentidos absurdos.
Los Coen se han caracterizado por llevar a la
comedia a nuevos derroteros, dotándola de cierta inteligencia sin caer en
superioridad moral; sus personajes van caminando por situaciones que de la
forma en que son narradas y/o construidas pierden toda solemnidad. Es el caso de The
Big Lebowski (1998) que con una historia muy sencilla, que podríamos
catalogar dentro del género neo-noir, nos da una comedia negra, llena de
situaciones hilarantes, absurdas, ilógicas. El éxito de esta película
se puede medir más allá de la taquilla o de la crítica, su verdadera
influencia en la cultura pop, es que año tras año desde 1999, se organiza un
festival en su honor, aunque se suspendió en pandemia y no se sabe si regresará, sin embargo habla de la gran influencia de esta película. Ni qué decir del impecable soundtrack que va desde Bob Dylan hasta los Gipsy Kings.
En O Brother Where Art Thou? (2000) toman
un arriesgado camino y le dan un papel protagónico a la historia y a la música
(histórica). Basándose en la Odisea de Homero, nos llevan por un recorrido de
la América Profunda en años de la gran depresión (su época fetiche), convirtiendo la película en todo un documento histórico y de recuperación de la
memoria sin perder un ápice de lo que estos hermanos nos tienen acostumbrados
con el sinsentido, lo absurdo y esa forma de tejer los hilos entre personajes y
situaciones.
El trabajo de rescate musical que hace T Bone Burnett, su compositor musical de cabecera, merece un reconocimiento aparte pues permitió que mucha música de la América Profunda fuera reconocida a nivel mundial. Canciones que tienen más de cien años.
El inicio de siglo estuvo marcado por lo que
considero un bajo en la calidad cinematográfica de estos hermanos; si bien The
Man Who Wasn't There (2001) es una película arriesgada, elegante, muy bien
contada, no tuvo el impacto que tuvieron las demás. Lo mismo paso con Intolerable
Cruelty (2003), un intento de comedia romántica que a pesar o por culpa de
los protagonistas, no logró cerrar el círculo quedándose como un intento de deconstrucción
del género. Lo mismo pasa con la adaptación de la película inglesa de 1955, The
Ladykillers que aunque tiene una historia muy buena, no termina de cuajar.
En 2007 con la adaptación de la novela No
Country For Old Men de Cormac McCarthy retoman el camino y combinando de
forma excepcional el western con el neo-noir logran la que para muchos es su
mejor película. Aunque la adaptación es bastante libre, es la forma que ellos
tienen para trabajar la literatura, algo que está presente en todas
sus películas. No Country For Old Men los pone de vuelta en el grupo de
directores premiados que, aunque el reconocimiento no es importante para ellos, les da una
plataforma para que su cine escale más allá de la industria y de la
independencia.
Las películas de los hermanos Coen manejan
un gran número de líneas narrativas, donde muchas veces el protagonista pierde el peso de
toda la historia, eso no es malo, pero a veces como en el caso de Burn After Reading (2008) juega en su contra y una buena historia se ve
rebasada. Aunque no sucede lo mismo con Hail Caesar! (2016), con la que
sí lo logran, haciendo una crítica al Macartismo y su lista negra.
Con Inside Llewyn Davis (2013) y A Seriuos Man (2009) hacen un poco de metaficción tomando la biografía como
parte de la historia. Inside Llewyn Davis hace un recorrido por la
década de los sesenta, la música folk (de nuevo el soundtrack es fundamental) y
mucho absurdo, falta de lógica y humor negro. A Seriuos Man arma un
diálogo para ellos mismos burlándose del cliché judío, a la par que lo reconoce
y construye una historia que en muchos momentos parece ser algo personal, íntima. Es posiblemente la película menos comprendida de los hermanos.
De la misma forma con True Grit (2010)
y The Ballad of Buster Scruggs (2018) siguen con la deconstrucción de
unos de los géneros favoritos de Estados Unidos. En la primera construyendo un antihéroe
muy alejado de lo que vemos en el western clásico y la segunda tiene muchos
guiños a la literatura con una serie de historias sin relación que en palabras
de ellos les costó veinticinco años escribir, y que es el último trabajo a la
fecha que han realizado juntos, declarando que esa relación ya se terminó. Eso no significa que han dejado de trabajar, Joel filmó en 2021 The Tragedy of
Macbeth mientras que Ethan en 2022 dirigió Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind, las
cuales mantienen su estilo absurdo pero no alcanzan ese punto
perfecto que lograron en sus trabajos en conjunto.
Una de las ideas permanentes en el cine de los
hermanos Coen es la de convertir la literatura en arte visual, ponerle
movimiento a las palabras, eso se percibe en cada una de sus películas, así
como las múltiples referencias a cuentos, novelas, poemas, escritores que les
abren un universo de posibilidades y mayor libertad a la hora de trabajar e ir creando sus
personajes desde el sinsentido desde donde lo construyen.
La frivolidad y la profundidad son parte de su
cine y una forma de ir presentando la realidad que vivimos desde lo hilarante, el
absurdo mayor de estar vivos a pesar de todo lo que nos rodea.
Sobre “Días y noches de amor y de guerra”, de Eduardo Galeano
La narración de esta novela es dolorosa pero exquisita, Galeano no solo utiliza la literatura para denunciar, también lo hace para embellecer de alguna manera las realidades catastróficas de aquella época tan convulsa que le tocó vivir. Las figuras literarias potentes y las imágenes de denuncia son frecuentes en este texto que Galeano escribió, mientras una atroz dictadura dejaba a su natal Uruguay, sumida en el llanto y el más amargo de los dolores.