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«Love You», la vida es buena



Por Gato Arrabalero |

En enero de 1977, Brian Wilson, antiguo líder de los Beach Boys, pasaba el día recostado en cama, tenía la barba enredada, el cabello grasoso y obesidad en aumento, sólo se levantaba para sacar algo del refrigerador o traer una botella del mejor vino que tuviera dentro de su tienda de licores; aspirar cocaína o fumar sus ocho cajetillas diarias de cigarros podía hacerlo desde la comodidad de su amplio colchón mientras veía el programa de entrevistas de Johnny Carson. De vez en cuando prendía la radio, pero le habían dejado de interesar las estaciones que compartían música; ningún artista usaba armonías vocales, el mundo estaba interesado en la experimentación a través del uso de los novedosos sintetizadores o en las guitarras estruendosas.

Los Beach Boys marcaban al teléfono de Brian para pedirle ayuda con nuevo material para publicar, necesitaban cumplir con el contrato de su disquera. No ayudaba la mala racha que traían en ventas y en crítica, pero el mayor de los hermanos Wilson estaba harto de la música: desde 1966, la presión por componer decenas de canciones, así como la competencia contra sus contemporáneos, hacían más fuertes a sus problemas mentales. Por ello, desde mediados de los setenta, se propuso apagar su cerebro. Valía la pena ignorar las llamadas de sus preocupados hermanos, la noticia del fallecimiento de su abusivo padre, incluso el abandono de su esposa e hijas por la indecencia de Brian: ofrecer un cuadro de LSD como entretenimiento a una de las niñas de ocho años.

Para ayudarse a ignorar las situaciones de su vida, Brian prendía la radio y cambiaba de frecuencia, esperando encontrar algo medianamente interesante. Un día dio con un programa que transmitía canciones que para ese año ya eran consideradas como clásicas, le sorprendió escuchar Be My Baby de las Ronettes, ese grupo mítico de su juventud. Brian desempolvó algunos vinilos y se puso a escuchar clásicos del rock 'n' roll y del doo wop: Chuck Berry y The Four Freshmen. De pronto, sintió una fuerte necesidad de contactar a sus antiguos compañeros de la secundaria. Encontró los nuevos números de algunos y les pidió que salieran «como si fuera 1959», que se arreglaran con trajes o chamarras negras de piel para los chicos y vestidos largos para las chicas. Algunas personas nunca respondieron al contacto, otras sí, una de ellas fue Carol Mountain, su más grande amor de la adolescencia. A partir de ese día se pusieron al corriente de lo que había sido de ellos durante conversaciones muy largas, hubo ocasiones en que Brian marcaba a Carol a las tres de la mañana sólo para platicar. A Carol no le molestaba la situación, pero sí le parecía extraño. Después de unos días, esos viejos amigos y conocidos, incluyendo a Carol, dejaron de atender las insistencias telefónicas del beach boy retirado; a diferencia de él, todos tenían cosas que hacer en su vida. Brian olvidó la idea de salir con ellos, pero algo había despertado dentro suyo. Volvió a su piano que estaba sobre una enorme caja de arena, sintió las diminutas piedras entre los pies y, con sus recuerdos adolescentes en la cabeza, empezó a componer como lo hacía a los quince años; estructuras sencillas de cuatro acordes, melodías repetitivas y letras que evocan al amor idealizado y fantasioso de la juventud.

Así como Frank Zappa hizo en Cruising with Ruben & the Jets o como los Beatles en Let It Be, Brian decidió volver a sus raíces y en ellas encontró la inspiración. Compuso un puñado de canciones olvidándose de cualquier presión, sólo siendo él mismo. Su banda volvió a comunicarse y en esta ocasión tenía nuevo material. Ellos quedaron fascinados cuando lo oyeron, en parte por la necesidad de un nuevo disco y en parte porque, de manera genuina, les gustó ese compilado creativo que decidieron titular Love You. El disco salió al mercado en abril del 77 y no causó algún impacto en la música del momento. Las ventas volvieron a ser bajas, pero las críticas fueron, en lo general, positivas. Sin embargo, el pequeño éxito no fue significativo para ningún integrante de la banda. Brian volvió a su rutina de la cama y pasaron al menos quince años antes de que su salud física y mental mejoraran. Entonces se le preguntó cuál consideraba que era el mejor trabajo de los Beach Boys; en vez de contestar con su aclamada obra maestra, Pet Sounds, dio una respuesta concisa: «Love You». Brian ve en Love You a un tímido adolescente alto, delgado y rapado que no es bueno en la escuela, pero es capaz de memorizar el más mínimo detalle de algunas materias con tal de que Carol le pida ayuda y lo invite a su casa a estudiar; ve a un adolescente que sólo conoce los acordes de Re, Do, Sol y Si7 y trata de sorprender a la chica con eso; ve a un adolescente al que nunca le importó que esa porrista del equipo de fútbol supiera sus sentimientos, lo único que le importaba era encontrar un pretexto para estar cerca de ella y disfrutar su compañía.

Love You es la nostalgia de un hombre de casi cuarenta años, nostalgia que suele estar idealizada, pero Love You sostiene que de vez en cuando es bueno escapar del presente hacia un pasado donde la chica de nuestros sueños está viendo una película con nosotros en un autocinema, junto con otros amigos, tomando una malteada y recordándonos que debe regresar a las nueve a su casa, mientras la radio anuncia que estamos en 1959 y pone el más reciente éxito de las Ronettes. Love You nos dice que tenemos quince años, que la vida es buena.




Cristopher Yael Esquivel Muñoz. Egresado del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM, se ha desarrollado principalmente en medios audiovisuales como escritor y director. Ha recibido el apoyo de la convocatoria “Colectivos Culturales Comunitarios 2023”, en su primera emisión para el desarrollo de un documental. Recientemente, su guion cinematográfico “Estrellas” fue beneficiario de uno de los apoyos de R7D para su producción dentro de la convocatoria “Haz + Cine 2023”.

Cantos Gregorianos Renacidos: indie-folk-punk para conectar vidas alternativas


La música, ese bello arte que nos lleva a expresar las emociones que a veces nos ahogan. Es en las canciones donde muchos encontramos la libertad para darle salida a nuestros sentires. No pocas veces las letras que acompañan a un instrumento se funden con nuestra identidad, pues narran historias que nos identifican, ya sea de romances que terminan, amores que nos vuelven locos, martirios existenciales que nos angustian o problemas que la vida cotidiana nos arroja.

Si de letras finas se trata, los compositores de folk siempre han tenido la pluma bien afilada. Así lo demuestra el músico ensenadense Ay Gregorio!, quien en días recientes ha publicado su nuevo álbum “Cantos Gregorianos Renacidos”, un total de siete canciones que describen historias de influencia beatnik inspiradas en un estilo de vida alternativo que busca la poesía en lo cotidiano.

Con influencias diversas como Johnny Cash, Chavela Vargas, Juan Cirerol, Leonard Cohen y Nacho Vegas, este músico bajacaliforniano toma inspiración de géneros tan diversos como la balada romántica, la música ranchera, el indierock, el bolero y la tradición rupestre, dando como resultado una fusión contemporánea de country-folk alternativo.

Ya sea para celebrar que la pandemia no pudo con nosotros, para prenderse un gallo que nos haga olvidar lo abrumador de la existencia o para sentir la melancolía de un amor que termina, los Cantos Gregorianos Renacidos brillan por su sencillez y autenticidad, pues con tan solo guitarra y voz Gregorio nos va llevando por relatos llenos de nostalgia, locura, euforia, amor y mucha, mucha sinceridad.  

Bueno, ¿pero por qué estos cantos llevan el adjetivo de “Renacidos”? De acuerdo al autor, esto se debe a que las composiciones del álbum ya habían sido grabadas previamente en una “sesión casera amateur” que en su momento llegó a compartir en plataformas. A tres años de esta primera publicación, y siguiendo el consejo de su amiga Andrea Razo (quien participa en dos temas de este álbum), decidió “renacer” estas composiciones para retratarlas con mejor calidad, trabajando para la ocasión con Jesús Guerrero, productor tijuanense y vocalista de la agrupación Ramona.


El músico porteño agrega que por igual le ha gustó la idea de jugar con referencias de la literatura religiosa, empezando por el término cantos gregorianos —un estilo de canto de origen católico—: 

“Siempre me han dicho que por el pelo largo parezco Jesucristo. Entonces se me ocurrió que, al igual que el mismo Jesús, estas canciones están teniendo su propia resurrección, su renacimiento. Y si bien es un juego, también dice mucho de mí y de mis raíces familiares (al igual que el nombre del proyecto), incluso la foto de portada la hicimos basándonos en una cruz arriba de una montaña cerca del barrio donde crecí, entonces hay simbolismos por ahí que son parte quien soy”.

Gregorio comparte que el lanzamiento de su álbum viene acompañado de varias presentaciones en Ciudad de México en lo que ha denominado el “Renacido Tour”, gira promocional que inició en marzo —visitando entidades como Sonora, Guadalajara, Veracruz y Puebla— y que se extenderá hasta septiembre, con miras a visitar estados como Hidalgo, Guanajuato, Morelos y el Estado de México.

“La idea es conectar con la mayor gente posible, porque eso es lo que más disfrutamos de este proyecto: el poder que tiene la música para conectar con la gente. Podemos ser completos extraños y de repente una canción nos hermana, y esa sensación me parece extraordinaria, porque nos lleva a empatizar, a conectar, a crecer y aprender a través del otro”.

Seas o no escucha frecuente del folk, la nueva entrega de Ay Gregorio! por seguro se pondrá entre tus estrenos favoritos de este verano, pues sus cantos gregorianos son la compañía perfecta para un viaje lleno de buenas vibras, emociones intensas y sobre todo, historias que sentirás como tuyas.


“Rezo por vos”: un canto a la introspección y a la universalidad



Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |


Y sí, tras una laaaarga ausencia de escritos en mi columna de Sputnik, ¡he vuelto! Y caigo en la cuenta de que, en definitiva, me siento mucho más cómoda escribiendo que entrevistando gente. No sé si tenga algo que ver con sentirme media expuesta o el hecho de tener el síndrome de la impostora aunado al de Sir. Fitzwilliam Darcy, pero nada se compara con la comodidad y seguridad de escribir un texto sin tanta presión (siempre autoimpuesta, por supuesto). Pero bueno, haciendo a un lado mis propias inseguridades, claro que lo disfruté un montón y aprendí muchas cosas en el proceso. Acá esto me suena a sesión de terapia, así que mejor corto, pero no quería desaprovechar el espacio y agradecer de corazón las lindas palabras que me hicieron llegar en estos meses a raíz de las entrevistas en “Cinetiketas” (¡incluso unas re lindas desde Australia!).

 

Pues bien, como en otras ocasiones en que me ausento y regreso de manera intermitente, anduve pensando y repensando (algo que se me da muy bien, obvi) sobre qué quería abordar en este legendario retorno a las letras (legendario para mí, déjenme soñar) y como siempre, cada momento de mi vida pareciera tener un leitmotiv bien específico y justo ahora, suena a puro rock argentino (¿tendrá algo que ver que mis entrevistados hayan sido argentinos? ¿o con la bella conexión que siempre hemos tenido con la Argentina?). Anyway. Me dispongo a contarles un poco acerca de la canción que en estos momentos, invade cada espacio de mi cabeza: “Rezo por vos”, compuesta e interpretada por dos de los músicos más influyentes de la historia del rock argentino, los maravillosos Charly García y Luis Alberto Spinetta. Y no sé bien si es por la letra, la música, la interpretación o el hecho de que es una extensión directa de la mente de este icónico dúo, pero algo hermoso tienen estos más de cuatro minutos que me gustaría compartir con ustedes, ya sea que estén familiarizados con el tremendo temazo o no mucho.




La canción nace en 1985, en un momento clave de la trayectoria, tanto de Charly como de Spinetta. Ambos ya eran figuras reconsolidadas del rock argentino, con una extensa y hermosa discografía a sus espaldas. Charly García, por un lado, ya había conocido y saboreado las mieles del éxito masivo con las bandas “Sui Géneris”, “La Máquina de Hacer Pájaros” y “Serú Girán” en la década de los 70s y continuaba explorando nuevos sonidos, tanto en solitario como en distintas colaboraciones. Por su parte, “El Flaco” era considerado uno de los compositores más talentosos y visionarios del llamado rock nacional, habiendo liderado bandas icónicas como “Almendra” y “Pescado Rabioso”. Es en este contexto que “Rezo por vos” surge como la gran colaboración entre dos artistas que, si bien ya compartían una amistad y admiración mutua, provenían de trayectorias y estilos musicales bastante diferentes. Mientras García se destacaba por su música más directa y vanguardista, Spinetta era conocido por su propuesta más introspectiva y poética.

 

La canción se enmarca digamos que en un momento especial de transición y búsqueda espiritual para ambos artistas; tanto Charly como Spinetta, se encontraban explorando nuevos caminos creativos, lo cual se refleja en la temática y en el tono bastante melancólico, reflexivo y hasta existencialista de “Rezo por vos”.

 

Antes de empezar a analizar un poquito la canción en sí, cabe mencionar que hay tres versiones de ella: la de Charly que aparece en el álbum “Parte de la religión” del ‘87, la del Flaco que encontramos en el álbum “Privé” del ‘86 y la que presentaron juntos en un par de ocasiones, como por ejemplo en el 2009 en el Estadio Vélez Sarsfield. Voy a centrarme más en la primera y en la tercera versión, porque es mucho más fiel al demo que sacaron en un inicio y porque la de Spinetta es MUY Spinetta (siento que hasta merece un artículo aparte). Pero bueno. La canción inicia con un delicado y evocador riff de guitarra eléctrica acompañada de unos golpeteos de batería (probablemente generados en una caja de ritmos), que de inmediato enganchan y nos marcan el ritmo de los siguientes cuatro minutos y cachito. Luego, los teclados y sintetizadores junto con la voz de Charly (por momentos abrumadoramente desgarradora, sobre todo en el puente) se hacen presentes, acompañando y entonando esas letras profundas y emotivas que, en todo momento, transmiten una sensación de vulnerabilidad y espiritualidad (no en vano escogieron ese título, ¿verdad?). De acuerdo con el sitio Letras.com (sí, me pareció una buena fuente y se callan) la letra “[…] refleja un viaje espiritual y emocional, donde la transformación es el tema central en la canción; en su conjunto, es un himno a la resiliencia y la esperanza, a pesar de las adversidades y la soledad”. Y si bien la lírica aborda temas personales y existenciales, creo que la canción trasciende lo individual y se convierte en una reflexión sobre la condición humana en su conjunto, logrando combinar la introspección y a su vez, la universalidad. A lo largo de la canción y hablando en específico de la versión que interpretan ambos, la voz de Spinetta se fusiona con la de Charly, creando una armonía conmovedora que refuerza la intimidad y la conexión entre ambos artistas llegando incluso a generar confusión sobre quién está cantando qué estrofa, lo cual me parece que es una sensación instaurada a propósito. A mí lo que verdaderamente me mata, es el puente, con su: “…y curé mis heridas y me encendí de amor, de amor sagrado”. Uff. Pienso que ahí es donde se abre la canción y florece para entregárnoslo todo y así poder llorar en unísono.

 

“Rezo por vos” se convirtió rápidamente en una de las canciones más emblemáticas del rock argentino. Su profundidad lírica y la colaboración entre dos de los artistas más respetados del género, la convirtieron en un hito de la música nacional argentina.


Y así como yo, seguramente ustedes también se preguntarán por qué no existen más colaboraciones entre Charly y Spinetta siendo justo eso, el gran Charly García y el maravilloso Luis Alberto Spinetta, que pudieron regalarnos discografías enteras de genialidad, irreverencia y argentinidad pura. Pues bien, resulta que durante la grabación y presentación de la canción en el programa de televisión “Cable a Tierra” conducido por Pepe Eliaschev, ocurrió un incidente curioso y contundente. Mientras ambos, hermosamente vestidos (el Flaco tiene unas botitas amarillas sensacionales), estaban al aire presentando el tema, García recibió una llamada informándole que su departamento se estaba incendiando. Para empeorar las cosas, el incendio había sido causado o por un cortocircuito de la videograbadora, que según se dice, casualmente estaba grabando el programa en ese momento o también está la versión de que dejaron todo conectado (amplificadores, cajas de sonido, etc.) previo al programa y se generó un cortocircuito fulminante. Después del incidente, García y Spinetta tuvieron una fuerte discusión, con García molesto por la “actitud paranoica” de Spinetta y es que el Flaco tomaba como presagio la letra “y quemé las cortinas y me encendí de amor” (que incluso decide eliminar en su versión) y al parecer se culpabilizó por el incendio. En un momento de tensión, García llegó a tirarle un cenicero a Spinetta, algo ya clásico en Charly, pero fue la gota que derramó el vaso. Ambos artistas reconocieron que el incidente los había “quemado” y asustado mucho y decidieron no continuar con el álbum que tenían pensado hacer y que tenía varios demos ya medio elaborados.  Además de eso, sus personalidades eran dimensionalmente distintas; Charly siendo Charly, no tenía limitaciones en sus horarios y le hablaba a Luis Alberto descaradamente a las dos de la mañana con ideas y casi con la exigencia de grabar en ese momento. Y Spinetta, por otro lado, padre de familia y con rutinas de trabajo más disciplinadas, básicamente lo mandaba al diablo. El álbum iba a llamarse “Cómo conseguir chicas” y García usaría dicho nombre para un álbum propio un par de años después.

 

Háganse un favor y escuchen todas las versiones, disfrútenlas, llórenlas, compárenlas y satúrense de ellas como ya lo hice yo. Les dejo el videíto de la presentación porque es relindo e interesante ver cómo creaban música emblemática juntos.

Desde Mexicali, "Cuerpo Cortado" lanza dos nuevos sencillos: "Dualidad" y "Clarividente"




La banda de post-grungegaze Cuerpo Cortado estrena “Dualidad” y “Clarividente”, dos canciones de sonidos contrastantes. Después de haber lanzado “Imagen” y pasar todo el 2023 tocando en escenarios de toda la región, el grupo regresa de lleno a la producción de su primer material de larga duración.

El trío mexicalense nos muestra con Dualidad su lado más sensible y contemporáneo hasta la fecha, con guitarras oníricas que acompañan a un bajo que evoca sonidos provenientes del post-punk. Por otra parte, Clarividente nos devuelve a los orígenes de la banda trayendo influencias del rock alternativo clásico, envolviéndonos en un muro de distorsión y disonancias.



Cuerpo Cortado está conformado por Israel (Guitarra / Voz), Gabriel (Batería) y Fernando (Bajo / Voz) con una propuesta de rock experimental y alternativo con ritmos diversos, letras ambiguas, ruido y todo aquello fuera de lo convencional. Su sonido proviene del grunge, shoegaze, post-hardcore y emo; es a través de esta mezcla que la banda crea una propuesta única en la que convergen las distorsiones, gritos y melodías atmosféricas.



Aunque tú no lo sepas: una charla con Chetes



Charlamos con el gran Luis Gerardo Garza Cisneros, mejor conocido mundialmente como Chetes. Leyenda de la avanzada regia y pieza fundamental del rock nacional, nos platica sobre los adelantos de su nuevo material discográfico, de la mano de la banda norteamericana Calexico.


Para más entrevistas suscríbete al canal de YouTube de Casa Yonki.

Sputnik Fanzine #04 para leer y descargar


Llegamos al 9o. B de la mano de Charly García. Cormac McCarthy, el Post-Estridentismo, The Cure siempre The Cure y las letras de Ana Nicholson. Gracias a todos los autores, colaboradores y entusiastas de la contracultura que nos han acompañado e impulsan cada uno de nuestros proyectos. Larga vida a Revista Sputnik que cumple 9 años en órbita. SAY NO MORE.


Aunque tú no lo sepas: una charla con Santiago Tavella del Cuarteto de Nos


Nueva entrega de 'Aunque tú no lo sepas' con el bajista, cantante y fundador del Cuarteto de Nos. Charlamos con Santiago Tavella sobre la gira de la banda por México, su participación en el Tecate Comuna y de su proyecto paralelo 'Otro Tavella & Los embajadores del buen gusto' que también se presentará en Puebla en Beat 803.


Para más entrevistas suscríbete al canal de YouTube de Casa Yonki.

Now and Then: The Beatles forever



Por Adrián Rivera | 


Hasta el 3 de noviembre de 2023, mantuve la esperanza de ver algún tipo de anuncio espectacular acerca de ver a los Beatles tocando juntos nuevamente. Cuando me enteré que Peter Jackson estaba trabajando en material de las filmaciones del documental ‘Let it Be’, pensé que era cuestión de tiempo para ver algún tipo de experimento con inteligencia artificial, algo como un deepfake de altísima calidad mejor que el video de Paul McCartney de 2021, ‘Find My Way’, donde aparece rejuvenecido en el cuerpo de Beck.

A fines de noviembre de ese año, finalmente se lanzó una nueva versión del documental, ahora titulado 'Get Back', con una duración mayor y una calidad de imagen y sonido sorprendente. Se reveló que se utilizaron diversas técnicas de restauración, incluyendo la separación de voces e instrumentos mediante inteligencia artificial. Aunque la edición de Jackson aportó un enfoque más optimista a las penúltimas sesiones de los Beatles, no introdujo material radicalmente nuevo.

¿Qué tal si se emplearan esas innumerables horas de material de las sesiones de grabación para entrenar una inteligencia artificial que nos brinde nuevas interpretaciones de los Fab Four? Sin duda, Peter Jackson sería el candidato ideal para llevar a cabo este proyecto, ya que cuenta con todas las herramientas necesarias en su compañía de efectos especiales, Weta Digital. Incluso podría considerar la participación de Andy Serkis para llevar a cabo la captura de movimiento de los cuatro músicos.

En cambio, para el video de la supuesta última canción del cuarteto de Liverpool, 'Now and Then', tenemos una versión refinada de un nuevo collage nostálgico como a los que nos han acostumbrado desde que lanzaron 'Free as a Bird', pasando por 'Real Love', 'Glass Onion', 'Here Comes the Sun', etc. Algunos de esos acompañamientos visuales han sido mejores que otros. En lo personal, me gusta mucho cómo animaron el póster del Álbum Blanco para crear el video de 'Glass Onion'.

Los Beatles fueron pioneros en la adopción de muchas tecnologías para crear su música. Sin embargo, en sus últimas creaciones, tuvieron que mantenerse dentro de ciertos límites para garantizar el éxito comercial. En mi opinión, una de las innovaciones más notables en mucho tiempo fueron los remixes realizados por Giles Martin para el espectáculo de Cirque du Soleil, 'Love'.



Y no es de extrañar que así sea, desde que Paul y Ringo estaban trabajando en una nueva canción, se especuló que podrían estar usando inteligencia artificial para crear una versión sintética de la voz de John Lennon y los más puristas se alarmaron. Aun así, otras personas han explorado por su cuenta esta posibilidad con resultados nada desdeñables. Parece que la alternativa más viable para satisfacer mi curiosidad por la 'nueva' música de los Beatles es explorar más de estos lanzamientos no oficiales.

'Now and Then' es solo la última de las versiones avaladas por los Beatles y sus familias. Podríamos decir que es el nuevo cierre canónico, sustituyendo a lo que nos dejaron en 'The End', de Abbey Road, con el solo de batería de Ringo y el duelo de requintos de John, Paul y George, narrado magistralmente por Geoff Emerick, su ingeniero de grabación, en su libro 'Here, There and Everywhere: My Life Recording the Music of the Beatles'.

El video del nuevo sencillo nos va llevando hacia atrás en el tiempo, y al final de la canción, en las plataformas de música disponibles, regresamos al origen con 'Love Me Do', el primer sencillo de los Beatles. Tenemos un cierre circular, un Uróboros, el anhelado regreso al origen, Get Back, ahora sí.

“Nunca hubo un tiempo en el que Yo no existiera, ni tú, ni todos estos reyes; y en el futuro, ninguno de nosotros dejará de existir.”

― Anónimo, Bhagavad Gita

Sobre el libro «200 discos chingones del rocanrol mexicano»




Por Sergio Martínez |


Diversas investigaciones rastrean el origen de la palabra chingar del dialecto védico, al sanscrito aterrizando al caló romaní; el diccionario gitano de 1867 define: chinga y chingari como disputar y pelea. Además, define al verbo chingarar, para describir: una disputa, una riña o una acción de guerra. Fue en la conquista que chingar se introduce en el nuevo mundo como palabra para describir las acepciones citadas. Hoy chingar es un mexicanismo verbal que tiene una gran polisemia, depende del contexto y la emocionalidad con que se dice, su significado; sirve para ofender o alabar a alguien o algo. Según la RAE, chingón es: Dicho de una persona: Competente en una actividad o rama del saber.

¿El rock mexicano está documentado?, ¿Cuántos libros hay sobre el tema?


200 discos chingones del rocanrol mexicano es un libro que compila lo que a los oídos de David Cortés y Alejandro González Castillo, son las mejores placas que han escuchado en los últimos años; “Aquí se recogen doscientos discos que consideramos chingones para entender la música […] chingones en la forma clásica en la cual los mexicanos definimos aquello que posee un carácter superlativo y deseamos presumir en una palabra”. “Este libro no aborda estrictamente la historia del rock en México, pero reúne importantes fragmentos de ella” nos dicen en la presentación del volumen.

En sus más de cuatrocientas páginas podemos encontrar 200 propuestas musicales que se han editado en los últimos 60 años, y que de alguna manera convergen en el rock en sus diferentes vetas. Escritas por músicos, melómanos y periodistas, las diferentes reseñas abordan algunos datos de grabación, los músicos participantes, anécdotas, algún dato curioso, así como el contexto social, musical e histórico del momento en que fue publicado el disco.

De fácil y ágil lectura, este prontuario sónico documenta y nos brinda un pulso del panorama actual del rock mexicano, tal vez faltan y sobran algunos, solo el tiempo nos dirá cuantos de estos discos pasan la prueba del añejo.



 

Los Problema: entre el surf, la rebeldía y el garage punk


Polo Bautista | Fotos: Ivonne Domínguez |

Desde los escondrijos más agrestes, sórdidos y perniciosos de la capital poblana, ha surgido un nuevo proyecto altamente fragoroso y vehemente, el cual se distingue por intercalar los sonidos potentes del garage punk y el surf. Los culpables de semejante estruendo, son tres jóvenes pendencieros: el guitarrista y vocalista Aimar Sandoval (aka “Aimar Problema”), el baterista Iván Delgado (aka “Iván Problema”) y el bajista Antonio Rosales (aka “Hule”). Juntos se hacen llamar Los Problema y además de cimbrar los escenarios, instigar el slam y desatar a su paso verdaderos jaleos, actualmente se encuentran de plácemes con el lanzamiento independiente de su primer EP homónimo.

La banda surgió a comienzos de 2020, primeramente como un dueto, cuando el guitarrista y el baterista emprendieron sus incipientes ensayos, pero el designio venía de tiempo atrás y germinó progresivamente. Al respecto, Delgado cuenta:

“Aimar y yo nos conocimos hace seis o siete años, por algunos amigos en común y las fiestas que se hacían en el centro de Puebla. Resultó que coincidimos en la música que nos gustaba y rápidamente hicimos camaradería. De ahí surgió poco a poco la idea de formar el grupo, pero en ese entonces yo estaba en otro proyecto llamado Los Jerks. Aimar colaboró con nosotros un par de ocasiones, pero no fluyó bien y después decidimos hacer Los Problema, cuando Los Jerks se disolvieron recién iniciada la pandemia”.

Pese a que la pareja encontró naturalmente su estilo y un sonido muy particular, no le fue igualmente sencillo cuando se trató del título con el que quería darse a conocer. Uno que verdaderamente reflejara la intensidad sonora y el entorno desbordado que producían (“Antes nos hicimos llamar como una banda chilena: Los Cuchillos; pero nadie lo tomó en cuenta, hasta que al terminar una tocada dijimos: ‘¡Nosotros somos Los Problema!’. Todos se quedaron serios. Creo fue ahí cuando empezaron a valorar nuestro trabajo”, cuenta Sandoval).



No obstante, Los Problema alcanzaron verdaderamente su estampa y estridencia con la integración de Rosales:

“Me uní a finales de 2021. Al igual que Iván, yo tenía otra banda llamada Un mexicano. Antes debo aclarar que, independientemente de la música, también me dedico a las artes plásticas y durante una exposición que tuve en diciembre de aquel año (“Dialéctica del dolor”), coincidentemente cayó ese mismo día el cumpleaños de un elemento de mi grupo y le propuse que hiciéramos su fiesta en la exposición. Él quiso llevar a unos amigos que le gustaban como tocaban (Los Problema). Entonces llegó Aimar, empezamos a hablar, me invitó a tocar, me eché como tres rolas y desde ese día sigo acá”.

Propuesta que, en el transcurso de sus casi tres años de existencia, se ha destacado no solo por reforzar la creciente escena underground angelina, sino también a su perseverancia sobre los escenarios y sus habituales interpretaciones desenfrenadas e irreverentes. Acerca del estilo musical que dominan, aunque emparentado principalmente con las formas del surf, este alberga en su interior la actitud provocadora, sucia, agresiva y veloz del garage punk. Asimismo, la tercia se rige bajo las formas colectivas de creación:

“Algunas rolas ya las tenía trabajadas de tiempo atrás. Son letras que hice en mis tiempos libres e inclusive las probé con algunas bandas de Oaxaca, ya que yo soy originario de allá”, dice el guitarrista. “Pero cuando empecé a ensamblar la banda de garage punk aquí en Puebla, metí nuevamente mis líricas y observé que podían funcionar a otra velocidad y con otros acordes. Ahí formalizamos o estructuramos las letras del grupo. Yo me encargo de escribirlas junto con la base, pero realmente es complemento de los tres”. A todo lo dicho, Iván agrega: “Creamos las canciones en base a un jam de improvisación y vamos uniendo las partes como si fuera un rompecabezas. Cada quien realiza un fragmento distinto. Con el tiempo las vamos puliendo; por ejemplo, los tres cortes que conforman el EP, están más trabajados porque fueron los primeros”.

“La Fuga”, es el tema inaugural del disco y comienza con los rasgueos violentos de Sandoval, a los cuales se le incorporan luego la batería y el bajo. Las maniobras combinadas del conjunto forman una marcha veloz, tosca y robusta, fustigada rítmicamente con toques a los platillos y la tarola. Entonces el cantante comienza sus ásperas vociferaciones: “Llevo días buscando cómo escapar / De la nube gris, salir de la ciudad / Día que pasa ya no vivo / Día que pasa sobrevivo / Ya no puedo ni conmigo estar / No, no, no, no / Salir de aquí / Salir de aquí / Salir de aquí / Fuga de aquí”. De pronto, la estridencia aminora por unos instantes y solo el golpeteo sordo de las baquetas y el pedal contra la caja del bombo, dan lugar a un corto respiro, para después retomar el feroz ritmo y cerrar la canción. 

En “Playa crimen”, el rápido redoble ejecutado por Delgado, sirve como preludio a los ágiles punteos de sus compañeros, quienes presurosamente recrean los sonidos y las imágenes provenientes del surf y el delirio (“Esa canción versa sobre un viajecito que combina el rock and roll con las drogas. Nosotros no estamos exentos del cotorreo y es un poco nuestro día a día”, cuenta el cantante). Enseguida, la lírica acomete furiosa: “Lleva ya un rato sin llegar a su cantón / Le gusta el after-after, la droga y el rock and roll / Frecuenta un lugar que le dicen el Nahual / Se sienta en la puerta, comienza a alucinar / Y no era él no, no / No era él no, no, no / No venía con él / Venía solo”.


El disco finaliza con “Susy la sucia”. Corte que, tras una seguidilla de fugaces acordes de guitarra, la tercia arremete fuertemente al unísono y mantiene el estrepitoso trote, en tanto Sandoval exclama:
“Antes de que te vayas o te quieras ir / Déjame pedirte un último favor / Algo incomparable, único y mutante / No lastima ni es punzocortante / Yeee… / Nena, nena, nena no te pongas loca / Nena, nena, nena, nena, nena, no / Recógete el cabello / Recógete el cabello”. Acto seguido, los instrumentistas realizan un breve interludio, para luego reanudar el duro ciclo sonoro y lírico: “Tal vez suene loco, idiota o atrevido / Pero de tus labios es mi delirio / No dejaré que te vayas con tu ego / Hasta que no te termines mi veneno / Quiero que me hagas el amor con la boca / Quiero que me hagas el amor con la boca”. Entonces, por última vez el trio ejecuta los acordes del preludio y súbitamente remata la pieza.

Para Los Problema, esta primera placa homónima es un pequeño adelanto del sonido y el repertorio que buscan ampliar y perfeccionar: “Nuestra tirada es grabar en un estudio más formal. Eso tendrá que pasar en algún momento, aunque aún no tenemos muy claro cómo llegar a ese punto. Entre tanto, este año queremos registrar el resto de canciones que nos gustan y no alcanzaron a entrar en este disco, como es el caso de “Pálido”, “Oírte gritar”, “Come on baby”, “Psyco”, “Ciudad en llamas” y otras más. No hay fecha como tal, pero es cuestión de acondicionar un espacio y empezar a darle”, concluye Rosales.

Paradox Effects: artesanos del pedal universal


La paradoja es que no hay paradoja

Por Jesús García Mora


Sé que muchos compas se van de la ciudad para probar suerte en otros sitios y ver si allá pega su jale artístico. Sé del esfuerzo y trabajo que cuesta iniciar un negocio propio o colectivo, ahora llamado emprendimiento pero que por mi gusto y oído prefiero llamarlo fuerza de voluntad.

Desde acá, desde la esquina, los Paradox Effects son los encargados de crear pedales musicales desarrollados para resolver las necesidades de los usuarios, así llaman a los músicos, pues, ven al pedal como un objeto cultural, o sea, son los artesanos de esos artefactos sonoros que sus compas, los autores sónicos utilizan para su música.

Esta empresa que no pasa de los diez miembros, son el ejército iluminado de nuestra Tijuana, que con más sueños que armas conquistan las “necesidades sonoras” y pasionales de nosotros los que no podemos vivir sin la música. No sé si los Paradox amen la patria o la matria, pero sí sé que aman los pedales y las guitarras y los bajos y los amplis y las pequeñas cosas como los circuitos eléctricos, que después se convierten en grandes cosas porque todo lo convierten en experiencias auditivas que se expanden hasta el tímpano. Que sea el tímpano el que nos lleve a la gloria. Que nuestro dios o nuestra diosa sea la música.

La onda con las creaciones de estos vatos, es que sus pedales parece que producen sonidos espaciales, y con espacial no hago referencia al cyberpunk o a cualquier tecnología posmoderna o posmusical, me refiero al espacio como una totalidad, como una revelación, como “una relación íntima”, como un inaudito cambio en la interpretación de la música.

Los Paradox a parte de construircrear pedales espaciales (recordemos lo del concepto de espacio), realizan una serie de episodios de investigación-documentación que llevan por título Reconstruyendo el tono, donde van creando una “arqueología sónica” a través de narrar parte de la historia de la época de oro del amplificador mexicano, nos hablan sobre Ricardo Zavala y su familia y la relevancia que le dieron a los amplis Cooper. Nos proporcionan definiciones como “El lenguaje crea la realidad con la que entendemos el sonido”, le dan propiedad y lugar a los objetos que destellan la resonancia y los ecos que tarareamos todos los días a todas horas en cualquier lugar en todo momento, que son, tal vez, el sonido puro de la pasión. ¿Es acaso el sonido una experiencia propia? ¿Es acaso el sonido una variable física?

En el arte y la cultura mucho se habla del alcance político de la obra, los artistas están casi obsesionados porque su arte llegue a considerarse un acto político, los doctores, maestros y académicos exigen a sus alumnos y aprendices que a su objeto artístico, a su pieza, se le justifique hasta el más mínimo detalle, y bueno, que me crucifiquen si quieren pero ¿Dónde queda el feeling? En una votación por definir lo que verdaderamente importa en una obra artística, elegiría la pasión, la interpretación y la sensibilidad, pero yo qué sé, ¿verdad? Que cada quien persiga sus palmas, pero el verdadero acto político de estos vatos es colocar al pedal como un objeto cultural. La verdadera justificación de esta raza es que su pasión está definida por la música.

A excepción de su nombre, no me parece que haya algo paradójico, sino todo lo contrario, su trabajo habla por sí solo, la identidad de este ejército iluminado es el sonido. Los Paradox son talacheros, la maquinaria son sus manos constructoras de cajitas y cajas lanzadoras de sonidos. Son la prueba ferviente de que sí se puede ser profeta en su tierra. La paradoja es que no hay paradoja.

Aquí ni exilio ni utopía, ya ven que a la gente le gusta mamar con eso, aquí puro jale y unidad, puro “Sonido y Fuerza”.



JESÚS GARCÍA MORA, Tijuana, 1986. Escritor y docente. Autor de los libros Detrás de la caja registradora, Ediciones El Humo (Querétaro/2016), Tengo la noción de lo que es un martillo, ICBC (Mexicali, 2017) y El rumor de mi hermano, Pinosalados ediciones (Baja California, 2021). Forma parte de las antologías Somos poetas ¿y qué? Vol.2, (H)onda nómada ediciones(México/2011), Poesía y narrativa hispanoamericana del siglo XXl, Lord Byron ediciones (Madrid/2014), Anuario de Poesía de San Diego, Garden Oak Press (California/2016, 2017, 2018, 1019). Forma parte del comité organizador del Festival Internacional de Poesía Caracol, Tijuana (2015-20122). Forma parte de Sombras Parientes, antología de cuento del Centro de posgrado y estudios Sor Juana, editorial La Rumorosa (Baja California, 2021). Ha participado en distintos encuentros y festivales de literatura como lo son: Mares de tintas (Ensenada, 2016), Festival Palabrerías (Tijuana, 2016, 2017, 2018), FILIJ (Estado de México, 2018), Jornadas por la Paz (San Quintín, 2019), entre otros. Ganador del 2do lugar del concurso de poesía juvenil "Todos somos migrantes", Apiades (Tijuana, 2016).

Tecate Península 2022: buscando la voz de Chicano Batman (Crónica)

Por Iván Gutiérrez (alias Ay Gregorio!) | Crónica y Fotos |


INTRO

Esto empezó como una cobertura “común” de un festival musical, pero en el camino se convirtió en una crónica gonzo sin quererlo. El detonador: un gallo y un show de Chicano Batman donde no pudimos disfrutar la voz de Bardo. Pero vamos al inicio.

Tras una noche en la que no dormimos mucho pero sí disfrutamos bastante, mi amigo Alex y yo nos lanzamos de nuevo a la carretera. En Tecate habíamos visto a Mi Banda El Mexicano la noche anterior, en un show un tanto extraño, pues la energía actual del vocalista no es la que uno esperaría de la potencia festiva de esta banda. Su hijo tiene bello rostro, muchas fans quedaron encantadas con las fotos que se tomaron con él cuando bajaba del escenario, pero unas clases de canto no le vendrían mal, si (como aparentan) su objetivo es que reemplace a su padre en los próximos años. En fin, creo que por igual la gente quedó complacida con esta primera edición del FESTEM, festival musical donde también tocó Café Tacvba.

De vuelta al presente. Omeprazol, agua, un gallo, cargadores, cámara, memoria, dos lucky strikes y stickers de Ay Gregorio! son el equipaje para hoy. Tras una hora aproximada de viaje llegamos a Playas de Tijuana poco antes de las 3pm. Arriba del Escenario Tecate toca The Warning y no suena para nada mal. Me lamento por no haber alcanzado a escuchar a las Margaritas Podridas, pero pienso que ya llegará el momento de verlas en acción. Damos una ronda general por la Plaza de Toros, ubicamos escenarios, área de comida, baños y área de prensa, justo donde está por iniciar una entrevista con Bruses.

Tras un par de minutos empieza el cuestionario en vivo con la joven compositora, quien este año fue nominada a dos Grammys tras 11 años de carrera artística independiente. Su maquillaje está impresionante, me recuerda al David Bowie del Aladdin Sane.

“Estamos muy contentos por estas nominaciones. Es difícil mantenerse independiente, pero se siente genial no tener que vender tu alma a una disquera por un adelanto mediocre, y sentimos que esto es prueba de que hay otros caminos para los artistas. Hace poco logré empezar a apoyar a mis padres económicamente, eso para mí es un verdadero éxito, porque mi familia es de clase trabajadora, y me siento muy contenta de poder regresarles un poco de todo lo que me han dado”.

Bruses comparte que se siente muy feliz de regresar a Tijuana, su ciudad natal, y comenta que a su parecer la industria musical se encuentra en un punto muy interesante para quienes crean música en su cuarto, pues las plataformas digitales y redes como TikTok permiten que uno conecte y construya una comunidad en línea como nunca se había podido hacer: “Con Internet las oportunidades están ahí. Nosotros como Bruses no seríamos nada sin el fandom. Gracias a ellos estamos donde estamos”, concluye la joven tijuanense.



GONDWANA Y CAMILO SÉPTIMO: RECUERDOS DE OTROS TIEMPOS

Gondwana empieza y me llegan recuerdos de cuando los vi hace años en el Parque Morelos de Tijuana, en una ocasión en que un amigo metió un gallo gigante entre sus rastas, mismo que roló entre decenas de asistentes. Armonía de amor sale de los speakers y es coreada por el público. Cae algo de neblina que refresca la tarde. La gente ondula. Morras con los ojos cerrados bailan con “Felicidad” de fondo y cantan “ya no estoy triste”.

Terminan los argentinos y a los pocos segundos se escuchan los gritos de “¡Camilo!, ¡Camilo!, ¡Camilo!” en el Escenario Tecate. El público clama por una de las bandas de indie pop mexicano que más seguidores han conseguido en los últimos años, y la respuesta llega pronto. Se encienden las luces y sale a escena la voz impresionante de Manuel Coe, vocalista de Camilo Séptimo.

Cuando inicia “No Confíes en Mí” vuelven algunos recuerdos de cierta aventura amorosa muy caótica, por allá de 2017, en aquellos tiempos cuando tendía a vincularme con personas conflictivas sin pensar mucho en las consecuencias, muy ad hoc con el tema de Séptimo. “No confíes en mí; Aún puedes escapar; Aún puedes librarte; De conocerme más”.

Manuel se desenvuelve muy bien en el escenario, juega con el deseo que despierta en el público: los hace aplaudir y gritar. Los visuales también están chidos, y los bajos se escuchan potentes, con una base funky que te pone a mover las caderas. Pienso que es música para coger y enamorarse, para dejarse llevar un rato por las energías intensas del amor.

Terminan los Camilos y me encamino a la rueda de prensa con Chicano Batman. Las áreas de la Plaza de Toros antes vacías comienzan a llenarse poco a poco. La tendencia es clara: esto va a reventar en las próximas horas.



SEN SENRA Y CALIGARIS: UN POCO DE LO BUENO NUEVO Y LO BUENO VIEJO

Al llegar al área de prensa se nos revela que fue cancelada la entrevista con Chicano. Pregunto por qué, pero no encuentro muchas respuestas. Saludo a una colega cachanilla que viene cubriendo el evento para Revista Machin y platicamos un rato de esto y aquello. Nos vamos juntos a ver el show de Sen Senra, músico español que me recuerda a compositores como Rosalía y C. Tangana (con quien ya tiene una colaboración), esa nueva ola de músicos ibéricos que están creando (y exportando) sonidos pop que se nutren del R&B, el trap, el Hip Hop, la canción de autor y demás géneros varios.

El Escenario Monumental es el más pequeño de los tres. Tiene forma circular y está rodeado por gradas. Empieza el show y Sen Senra se adentra al escenario caminando lentamente. Empieza un beat sensual y una guitarra con delay que le pone una textura espacial a la base armónica. Los gritos de las fans reflejan que es uno de los músicos que más prenden a esta generación.

El músico de 26 años se mueve muy bien por el escenario. Baila, toma el stand del micrófono y lo balancea mientras se sujeta el pantalón negro tumbado. Lleva el número diez en la espalda y unas gafas oscuras para ocultar la mirada. Varias chavas que están recargadas sobre la valla metálica bailan y gritan bajo las luces guindas.

Termina el segundo tema (Baby no me sueltes más) y al fondo gritan con euforia "¡Sen Senra, Sen Senra!". Lo acompaña una batería con una caja de beats que le dan ese toque hiphopero-trapero a la música, y una guitarra que toca acordes de un solo rasgueo prolongado con su necesario delay, poniéndole el toque seductor a la música. En cierto momento el músico se avienta un solo vocal imitando una trompeta, que con el auto-tune suena bastante bien. Me despido del español tras un par de canciones más, decidido a encontrar un buen lugar para ver a la banda que más me emociona de este festival: Chicano Batman.


Camino al Escenario Tecate me toca escuchar unas buenas rolitas de los Caligaris, justo cuando un rayo de luz logra filtrarse entre la nubosidad de los últimos días, coincidiendo perfecto con la música festiva de la banda argentina. El público que está frente a la banda está en pleno éxtasis.

“Vos sos esa simple razón, por la que volví a sonreír, por la que levanto la vista y veo lindo el cielo, aunque esté todo gris…”. Para terminar de hacer más cursi la imagen hay un arcoíris atravesando el cielo. "Queremos que todos cierren los ojos, respiren y piensen en esa razón que los hace estar acá”, dice Martín Pampiglione por el micro. “¡Estos son los recuerdos que no se olvidan nunca! ¡Gracias por este enorme regalo, a cambio les vamos a dejar este hermoso momento!", dicen los pibes con la cara pintada de payaso, antes de reventar la fiesta como solo ellos saben. La raza agita camisetas en el aire, baila y disfruta como nunca.



CHICANO BATMAN: LA DESILUSIÓN

El show de Los Caligaris lo presencio desde el Escenario Tecate, pues he decidido adelantarme para agarrar buen espacio en el show de Chicano Batman. La emoción se siente en el aire. Todo show en vivo de un artista que uno admira siempre condensa la magia de todas esas veces que lo escuchaste en diferentes momentos, planos y estados emocionales de tu día a día. Y bueno, si se trata de Chicano Batman, es bien sabido que escucharlos en vivo es otro pedo.

Se prenden las luces (yo prendo un gallo) y salen a escena los Chicanos. El público grita de emoción. Camarógrafos nos aventamos frente al escenario para hacer nuestro trabajo. Entonces inicia la catástrofe. Hay fallas en el audio y la voz no se escucha para nada como debería. Pareciera que algo falla, que el micro o las bocinas o el auto-tune fallan, dando como resultado un efecto muy raro en la voz, como un auto-tune mal ajustado que sube y baja el volumen de Bardo y que no permite que se entienda nada de lo que dice. El resultado es un sonido terrible, ininteligible.

Termina la primera canción y tanto público como prensa le intentamos avisar a Bardo de la situación, pero trae puesto un earphone y no capta nuestros mensajes (o eso parece). Considero la opción de arrojarle una botella de agua que traigo en la mochila para avisarle que no se escucha, pero pienso que por ello podrían sacarme del concierto antes de alcanzar a decirle algo.

Pasan tres canciones igual. Inconforme con lo que pasa le digo a un sujeto que está en el backstage que no se escucha el vocalista. Asiente, como saliendo de la esterilidad de no saber si esa falla en la voz era real o venía de su imaginación. Dice que irá a avisar. Bardo sigue entregándolo todo, a pesar de que en los speakers delanteros no se escucha absolutamente nada, solo gritos ahogados. Me pregunto si en los speakers de atrás se escuchará igual de mal.

Empieza el bajeo característico de Freedom is Free y todos gritamos de emoción, pero parece que no podremos disfrutar el tema como quisiéramos, pues el problema de la voz persiste, si bien Bardo se mueve en guitarra y piano con toda la actitud: es un verdadero rockstar, como demostrará dentro de poco cuando se quite la camisa a pesar del tremendo frío que debe hacer allá arriba. De fondo se escucha la voz de la otra vocalista, quien rescata un poco (pero muy poco) la situación.

Bardo pregunta entonces “Do you hear me?”, a lo que la gente a mi alrededor grita que no, luego le pregunta a los del otro lado y todos gritamos que no, entonces dice: “Les dije que subieran el volumen del micro, pero no hacen caso, ¡pero vamos a seguir este show!”. Los californianos prosiguen con Run, y es una verdadera lástima porque la música es realmente buena, la batería, la guitarra, los synthes, todo se escucha estupendo, pero necesitamos esa voz acariciándonos el alma.

Revienta la parte final de Run y los synthes te perforan el corazón. Empieza a llover y Bardo dice que tiene algo que compartimos. Se sienta al borde y empieza “Invisible People”, una canción de resistencia al sistema con esa vibe nostálgica muy Chicano Batman. No sé si soy yo proyectando mi interior alrededor, pero siento que en el ambiente hay una emoción de tristeza (obvio por el vibe de la rola) pero también de desilusión por las fallas en la voz de Bardo.

Empieza Itotiani y no nos queda más que cantar todos juntos a pesar de que nos falta la guía, pero con esta canción es imposible no navegar por la chicano-vibe. “¡Ella tiene aire a Teotihuacán, su piel tiene el color del mazapán!”. Bardo toma los synthes, checa que el amplificador esté bien modulado y empieza a improvisar en la parte final de la canción mientras sube el ritmo, ¡esto es un jamm y ahora sí se siente la música llegar hasta el fondo del alma! Se acaba la rola y el grito del público se siente diferente, más vivo.

“¿Quieren una canción en español?”, pregunta Bardo por el micro. El guitarrista pasa al frente para iniciar “Manzanita” y milagrosamente sí se escucha su voz al cantar. Bardo se queda al fondo tocando el bajo de espaldas al público al lado de la batería. “¿Significa esto que todo este tiempo Bardo no tuvo voz y solo fingieron una falla técnica?”, me pregunto, pensando en el por qué no intentaron cambiarle de micrófono. Me siento confundido ante la incógnita, y pensarla solo me llena de coraje por la posibilidad de que sea cierta.  “Quizás se enfermó de último momento… y por lo mismo fue que cancelaron la rueda de prensa”, medito mientras el show continúa.

Bardo se quita la camiseta y empiezan los teclados de Black Lipstick. “This is our favorite song! Are you having a good time over there?”, consulta Bardo al público. “Can we have some fucking volume on this microphone over here?!”, exclama, conectando nuestros sentires con el suyo. Empieza la música y nuevamente la falla técnica. Hay un sentimiento que quiere salir y conectar, pero no está el puente: la voz. Es como algo muy bello que pudo ser, pero no fue; otra desilusión más a la lista. En ese momento Bardo hace un último intento por hacernos vivir una gran experiencia: baja del escenario y se entrega al público, que lo abraza sin dudarlo.

Tras un minuto el vocal chicano sube de nuevo al escenario y dice “we have a last song for you and its called Magma!”. Bardo comienza a cantar y el sonido de nuevo es una enorme decepción. Estamos a un paso del éxtasis, pero nos quedamos a eso, a una voz de distancia. Chicano Batman cierra con un jamm potente, destructivo, performático. Dicen algo como “¡Adiós Tijuana!” y concluyen. Después el silencio.



EN BUSCA DE RESPUESTAS

Concluido el show sólo puedo pensar que, a mi manera de ver, Chicano Batman nos debe un concierto. No sé si por culpa del Tecate Península, por culpa de la banda o por culpa de algún ingeniero. Lo que sí sé es que mi pulso periodístico está ávido de descubrir la verdad, así que comienzo a recabar algunos testimonios de desconocidos y confirmo lo (casi) obvio: falla técnica, hubo.

Mis amigos no conocen a la banda y me comentan que pensaron que se escuchaba de esa manera porque así era el estilo. Caminando en búsqueda de respuestas me encuentro a un colega de Ensenada, quien me comenta que Chicano no traía ingeniero de sonido, que él lo conoce (porque es de Ensenada) y nunca lo vio al lado de los ingenieros.

Me acerco a los ingenieros en una base ubicada en la parte trasera de la zona VIP. Me dicen que el ingeniero de Chicano no está chido, que ahí estuvo la bronca (ah caray, ¿no que no había estado presente?). Otro dice que solo yo escuché las fallas, que para ellos todo se escuchó perfecto. Empiezo a sentir que se quieren desentender de la responsabilidad porque olfatean que soy reportero y no quieren meterse en problemas. Al salir de la zona VIP un morro dice que allá sí se escuchaba la voz, pero que a ratos se le bajaba el volumen. En el otro escenario Justin Quiles empieza a cantar sobre culear y fumar marihuana en un trap latino sabroso. Yo sigo aferrado: ¿Qué carajo pasó con Chicano Batman?

Pienso que es hora de ir a prensa. Nadar por el mar de gente comienza a ser una experiencia turbulenta; se siente subir la afluencia de público ante la proximidad de los Fabulosos Cadillacs en escena. En el área de prensa platico con una colega y me comenta que en la parte trasera sí se escuchó Chicano bien. “Solo adelante no había sonido… pero traen un cagadero con los ingenieros de sonido en todo el festival”. Otro colega periodista me dice que también traen un desmadre con las ruedas de prensa, pues aparte de Chicano, también canceló Camilo, y Sublime va tarde. “Chicano Batman no quiso rueda de prensa, que mejor hacían una prueba de sonido”, dice una morra del staff luego de preguntarle sobre por qué no hubo entrevista con los californianos. Bueno, ¿entonces qué pasó con esa prueba de sonido? ¿Qué pasó en Chicano?

Bueno, ahora sé que atrás hubo sonido bueno, enfrente nada. Pero la duda persiste, ¿de quién fue la maldita culpa de que cientos no disfrutáramos este concierto? Todo apunta a que hubo un ingeniero que no hizo bien su trabajo. Se empiezan a agotar las fuentes informativas al alcance para encontrar respuestas, pero me niego a quedarme con la duda. Se me ocurre entonces una idea.

Me meto a los baños de prensa, me lavo la cara y me veo al espejo: me siento seguro de quien soy. Me quito el gafete de prensa. Me recuerdo músico. Salgo del baño y entro con total normalidad al área de los artistas. Traigo el outfit. Traigo la energía. Traigo la vibe. Me mezclo. Soy uno de ellos y ellos son de los míos.

Pido lumbre para un cigarro. Hablo con el guitarrista de Bruses un momento. A la sorda busco la carpa de Chicano Batman. Paso al lado de Sen Senra, quien está platicando con algunos compas. El guitarrista de no sé qué banda dice que se irá a practicar unas rolas antes de salir a escena. Me acerco a un par de músicos jóvenes que están por ahí, pero no conocen a Chicano, no saben quiénes son. Otro sujeto me apunta en cierta dirección, diciendo que por allá está su carpa.

Paso a lado de la carpa de Siddhartha. Escucho que ya es hora, que faltan diez minutos para el show. No encuentro la carpa chicana por más que busco y busco. Me resigno un momento y me siento. No quiero parecer desesperado y que alguien me identifique como prensa. A fin de cuentas, traigo cargando la mochila de mi cámara en el costado y una pulsera color rosa que me identifica como tal.

Me paro y sigo. Me hago pendejo cerca de Sen Senra. Veo de nuevo al tipo que antes me indicó donde estaba Chicano y le pregunto de nuevo, me apunta la dirección otra vez, pero ahora la veo bien, le digo bromeando que me disculpe, que estoy ciego, a lo que se ríe y se va. Por fin llego y ahí está Bardo afuera de su carpa, platicando con un wey de los Caligaris que lleva rastas; la voz de Bardo se escucha impecable, así que descarto aquella idea de que estuviera enfermo. El músico de la banda argentina dice que mañana tendrán otro show en Guadalajara, ese de dos horas, que ahí sí van a desquitar.

Terminan su conversación y me preguntan si les puedo ayudar tomándoles una foto. Les digo que claro que sí. Tras la foto llega el momento de improvisar. Le digo a Bardo que soy guitarrista de otro proyecto que tocó más temprano, uno que se llama Sen Senra, de España, pero que yo soy de aquí de Tijuana, y que también tengo un proyecto solista que se llama Ay Gregorio! Le doy un sticker del Otro Caguamón a Bardo. “Es de folk, indie folk-punk. ¿Conoces a Juan Cirerol?”. Y así vamos platicando hasta que llegamos al “¿andan de gira ahorita? ¿Cómo viste este show? Yo los vi desde enfrente, y como que no se escuchaba muy bien fíjate…”, le comento.

“Pues no paré, no paré, a veces uno no siente a la gente, pero uno tiene que seguirle” …, dice Bardo.

“¿No crees que haya sido por lo del sonido?, le pregunto.

“Puede ser, puede ser…”, dice, “¿no se escuchaba la voz?”, me pregunta curioso.

En eso el wey que anteriormente me apuntó la carpa de Chicano aparece y yo siento que ya se dio cuenta de que soy prensa y me cago porque estoy a un paso de descubrir que pasó. Para mi suerte el tipo dice “Bueno, ya que te dije donde estaban estos cabrones, ¿nos puedes tomar una foto?”, y pues va la foto con su celular. Sigo la plática con Bardo; todo apunta a que fue culpa del ingeniero de sonido del festival.

“Ah te decía, no se escuchaba nada, se subía y bajaba el volumen, no se entendía… hasta pensé que estabas enfermo de la garganta”, le comento.

“Jajajaja, no para nada. Sí me di cuenta después, de hecho sí te vi desde el escenario, que me hacías señas, y la gente me lo dijo, y yo dije en el micrófono que le subieran al volumen, pero los cicles (o algo así, ininteligible en el audio que grabé) no estaban conectados, y pues ya arriba en medio del show no había mucho que hacer”.

Siento una especie de éxtasis correr por mi columna. Comprendo que el error fue técnico, aunque no me queda del todo claro si fue responsabilidad del equipo del festival o de la banda. Seguimos platicando un rato más. Bardo me cuenta que ahora están dando shows grandes en Nueva York, para 5-10 mil personas. En eso recuerdo que traigo los restos del gallo que prendí cuando comenzaron a tocar y le pregunto si quiere un poco. Me dice que él no pero quizás el bajista sí. Pasamos dentro de su carpa y les ofrece a los chicos y ellos dicen que simón. Nos saludamos y de nuevo me presento como el guitarrista de Sen Senra, de aquí de Tijuana. Fumamos el bajista, una morra con sombrero y yo.

“¿Cómo están, cansados?”, les pregunto para romper el hielo. “Pues una madre”, dicen. Empiezan a hablar de cuánto han dormido. Uno de ellos me ofrece unas uvas, “recién lavadas, bro”. Las acepto con agradecimiento. Hablamos en español. Les digo que el show que (en teoría) di con Sen Senra estuvo chido, que el escenario es más pequeño, “más íntimo”, dice el bajista, y yo digo que simón, que se siente la gente más cerca. “Claro, allá en los otros es como un mar de gente”, comenta.

Decido que es momento de partir: ya tengo lo que buscaba. Antes de eso les regalo un par de stickers del Otro Caguamón y los invito a escuchar las rolas gregorianas en Spotify. Nos despedimos y me siento liberado, esa libertad que te ofrece la verdad. 


SIDDHARTHA Y LOS FABULOSOS: YA ES HORA DE CERRAR 

Salgo a la multitud y me siento algo abrumado, en parte por la desvelada y toda la energía que implica cubrir un festival como éste, en parte por tanta gente, en parte por el psicoactivo circulando en mi cabeza. Pienso que lugares como los festivales son perfectos para perderse en el caos: es una experiencia de perderse, buscarse y encontrarse en la música, en los escenarios, en la fila del baño, en el “ya me cansé pero aquí voy a seguir hasta que salgan los Cadillacs alv”.

Me dirijo al Escenario Tecate a ver lo que resta del show de Siddhartha, a quien ya he visto en dos ocasiones previas (publicando en su momento una crónica de ello acá), y pienso que es interesante ver cómo va madurando y envejeciendo un músico, y uno con él, por supuesto.

Empieza “Ser Parte” y una chica se pone a bailar frente a uno de los puntos de venta de Tecate, fluyendo al ritmo de Siddhartha. Me sonríe y se da otra vuelta. Ya es esa hora de la noche al parecer. La cerveza y la música han hecho su efecto.

“¡Esta noche estamos aquí para pasarla bien, están todos invitados a bailar con nosotros!”, nos dice Jorge Ibarra, quien siempre logra hacerte sentir que estás en una noche especial. Me pregunto por dónde estarán mis amigos, pero bueno, tratar de encontrar a alguien en el mar de gente sin una mediación digital es toda una odisea. Pienso entonces que la forma más fácil de medir la energía de un concierto es a través de la dificultad para internarse entre el público hacia la parte delantera; en esta ocasión, está bastante complicado el asunto. “¡Gracias Tijuana, sean felices, nos vemos hasta la próxima!”, concluye el músico jalisciense. 

Entre la conversación con un par de compas descubro que al parecer Snow Tha Product reventó, que subieron gente al escenario y la pusieron a bailar, y que la vocalista le escupió brandy o whisky o algo de una botella a la gente. Otros compas me comentan que para ellos Los Caligaris se robaron el festival. “Esa madre con el sol y el pinche arcoíris fue otro pedo wey”, dice uno ellos.

En el Escenario Viva Aerobús toca Sublime With Rome, mientras miles aguardan la presentación de Los Fabulosos en el Escenario Tecate. Pienso que es interesante como un proyecto puede resurgir con otro vocalista. Supongo que crea muchos sentimientos encontrados entre los seguidores, pero de acuerdo a lo que leí en prensa, si bien se trata de las mismas canciones de Sublime, Rome Ramírez le mete un estilo totalmente diferente.

Termina Santeria y se empieza a sentir la efervescencia por los Cadillacs. Hay gritos que convocan a pasarla bien todos juntos. El festival está a reventar. Pienso que también me hubiera gustado ver a Sabino en vivo, pero bueno, uno no puede partirse en dos: hay que saber decidir.


Empiezan los Fabulosos y la música nos absorbe. Ver de tan cerca a artistas tan legendarios siempre me recuerda que, a fin de cuentas, se trata de seres humanos como nosotros. Claro, seres humanos con mucha magia y talento en el espíritu.

Empieza Siguiendo la Luna bajo la lluvia y se desliza el sentimiento Cadillac por los acordes menores. El coro es un llanto impresionante, liberador, como las gotas que nos arropan. Me acuerdo entonces de la vez que terminé en la cárcel por fumarme un gallo afuera del París de Noche con un compa. Me acuerdo mucho de las strippers bailando Siguiendo la Luna al compás de Vicentico.

Ondulando al ritmo de la canción decido internarme de nuevo a la marea de gente y sentir esa bella experiencia de conectar en vivo con desconocidos a través de un sentimiento musical en común. Porque si algo saben hacer los Cadillacs es crear comunión. Corrección: si algo saben hacer los músicos al tocar en vivo, es conectarnos. Me siento agradecido de estar aquí, y me voy siguiendo la luna.

“Siguiendo la Luna no llegaré lejos
Tan lejos como se pueda llegar
Son casi las cuatro de la madrugada
Mi casa brillaba
Cruzando ese mar”.


PUNTO FINAL

Cubrir un festival implica prepararse para ir en busca de lo que ese día será excepcional. A veces es una adivinanza: no puedes saber con certeza quien dará EL SHOW. Pero puedes informarte sobre quienes están sonando en ese momento, preguntarte en qué punto de su carrera está el artista. En esta ocasión, mi visión se centró en Chicano Batman por la expectativa que tenía, y finalmente el asunto resultó como resultó. Entiendo que no todos los shows serán buenos, y así como yo no pude disfrutar su show, seguro las personas en la parte trasera sí lo hicieron; a fin de cuentas, esta crónica fue sólo una de miles de perspectivas que se vivieron en este evento masivo.

El Tecate Península me parece un festival que es nuestro, de los bajacalifornianos, donde podemos escuchar bandas que de otra manera no llegarían a la península. Por lo mismo se agradece todo el esfuerzo que hay detrás. Dicho esto, también hay que apuntar que, según lo que pudimos investigar, hubo un problema técnico que fue responsabilidad del festival, que como podrá haber figurado el lector, no permitió vivir la experiencia chicano como se esperaba.

El vocalista suele ser el alma de muchas bandas, es el que refleja cómo está la energía vital de la agrupación; cuando ya no funciona como antes el instrumento vocal, es difícil disimularlo, mucho menos reemplazarlo, porque cada voz es única (claro, hay excepciones en que se logra una adaptación del grupo, ejemplo que pudimos ver con Sublime). Por eso cuando quitas la voz dejas sin cabeza a bandas como Mi Banda El Mexicano, los Fabulosos Cadillacs o, en este caso, Chicano Batman.

Somos de la idea de que un periodismo musical crítico debe hacer un análisis del show e ir más allá del fanatismo (algo que no es fácil y que en realidad seguimos trabajando). Para ello siempre sirven las preguntas. ¿Cómo se siente el show? ¿Qué transmite la banda? ¿Están bien ensayados? ¿Cómo se escucha la voz? ¿Cómo está cantando el vocal? ¿Y los demás instrumentos? ¿Cómo es la interacción con el público? Para la ocasión pusimos algunas de estas incógnitas en marcha, y aquí tienen el resultado.

Esperamos que esta pequeña aventura sirva para cuidar más los detalles de futuros festivales y que los organizadores no se lo tomen a mal, sino por el contrario, se motiven a seguir creando estas grandiosas experiencias para los miles de amantes de la música en vivo. ¡Hasta pronto y nos vemos en el siguiente!



POSDATA

Un par de semanas después de este festival tuve la oportunidad de conversar con una amiga de la Ciudad de México, quien también asistió en esta ciudad a un concierto de Chicano Batman. Su testimonio fue muy parecido, por no decir igual al que aquí compartimos, lo que me lleva a pensar que, o el problema técnico no fue responsabilidad del Tecate (ups), o Bardo está teniendo complicaciones con los efectos que le ponen a su voz, o quizás, sólo quizás (y citando a mi amiga), “al vocalista le quedaron grandes los músicos”. ¿Ustedes qué piensan? ¡Los leo!

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