Ummagumma: 14 años siendo el refugio de los solitarios
El «Sindicato Rupestre»: casa de un movimiento que trasciende
Por Iván Gutiérrez | Fotos: Sindicato Rupestre
En la historia del Movimiento Rupestre ha habido diferentes actores y plataformas que han llevado este legado musical por diferentes rumbos y espacios, pues se trata de un movimiento que ha tenido momentos históricos significativos en las últimas décadas, siendo una corriente contracultural que sigue teniendo gran repercusión e impacto en miles de músicos y oyentes en México.
Entre los participantes quizás más “recientes” de esta vertiente musical se ubica el “Sindicato Rupestre”, un lugar que en la última década se ha convertido en la casa de aficionados y músicos pertenecientes a este movimiento. Decididos en ahondar más sobre los inicios de este espacio y en su rol como promotor de lo rupestre, platicamos con Arturo Gutiérrez Zamora, alias “Simon” Zamora para el barrio. A continuación una charla cuya lectura seguro se disfrutará más con una playlist que incluya a Gerardo Enciso, Rafael Catana, Jaime López, Rockdrigo González y todos esos grandes compositores agrupados bajo el nombre de “Rupestres”.
I:
¿Cómo, cuándo y dónde nace el Sindicato Rupestre? Según pude investigar en
línea, lo fundan en el 2015 Simon Zamora y Omar Hernández, si bien la tradición
rupestre tiene muchos años más detrás, cierto…
S: Siempre me ha gustado el rock mexicano en general, tengo un grupo en Facebook que se llama “Los Discos Fundamentales del Rock Mexicano”, y he colaborado en diferentes revistas y libros desde el punto de vista del coleccionista. En los 80s me gustó sobre todo el movimiento “Rupestre”, estos cantores de estilo folk. Los descubrí cuando murió Rockdrigo González en el temblor del 85 y se hizo de culto, me compré su cassette en El Chopo y empecé a descubrir que había más compositores del estilo, y me gustaron mucho, por las letras, la poesía, era un género que no encajaba mucho con el rock urbano que dominaba por aquellos años o las propuestas de rock mexicano que ya firmaban con compañías más grandes.
Los Rupestres siempre tocaron en lugares pequeños y muy undergrounds, nunca se masificaron, no sabía bien dónde ubicarlos, no podían ponerlos en festivales muy grandes porque como no traían banda la gente no los recibía bien, y tampoco los podían invitar a lugares de cantautores, como las peñas, porque su propuesta era un poco más rockera, estaban como en medio de ambos.
Desde que los descubrí siempre me gustaron los Rupestres. A principios de los dosmiles un amigo tenía un bar ahí en Coyoacán, y por esas fechas fui a ver a Jaime López a un lugar muy pequeño, éramos unas quince personas, yo lo conocía desde los 80s, y en esa ocasión le dije “oye, un amigo tiene un lugar, ¿cuánto nos cobrarías por tocar ahí?”, hablé con mi compa y organizamos así la tocada. A partir de ese concierto conocí gente que me dijo “oye por qué no contactas a Arturo Meza para que venga a tocar”, y me lo encontré en el Alicia tiempo después y lo invité, y también fue a tocar con nosotros, y así empezó a crearse una pequeña red de gente, imprimíamos flyers y los íbamos a pegar a CU y la gente nos llamaba para preguntar por boletos, y de repente se llenaban los eventos.
En aquel tiempo solo el Alicia jalaba a los Rupestres, sobre todo en el aniversario luctuoso de Rockdrigo hacían un evento con todos ellos, pero faltaba un lugar para el movimiento, para los Rupestres y los que no eran del movimiento primigenio pero se fueron uniendo, como Gerardo Enciso, Carlos Arellano, Armando Rosas.
Por ahí del 2013 me habla Carlos Arellano y me dice, voy a estar allá en Ciudad de México con Gerardo Enciso. Con Gerardo nunca habíamos hecho nada, porque como era de Guadalajara ya traerlo estaba cabrón, entonces Carlos me propuso que hiciéramos algo en Coyoacán, le hablé a mi amigo Omar Hernández —a quien conocí en una tocada de Arturo Meza— y le pedí que me ayudara con la logística. Al final fue un evento muy padre porque se llenó, y aparte llegaron al lugar otros músicos como Armando Rosas, Armando Palomas, entonces la gente dijo “éste es el Rincón Rupestre”, y otro amigo dijo “¿por qué no nos ponemos el Rincón Rupestre y hacemos tocadas de este tipo?”, y le dimos para adelante.
En ese colectivo éramos Omar, tres amigos más y yo, y nos lanzamos a hacer el Rincón, en el Bar San Francisco, ahí en Coyoacán. Después tuvimos un par de diferencias con el lugar y nos fuimos a un punto en la Roma, pero no funcionó porque la gente de ahí, cuando vieron que sí había bastante asistencia, ya querían parte del cover (que iba íntegro para el artista). Entonces mejor lo dejamos por la paz.
Tiempo después, en 2015, fui a Sonart, una escuela de música donde mi sobrino tomaba clases, y aunque el lugar se me hizo chico y no cabían mesas, pensé que podía funcionar para algo alternativo, como una fiesta; hablé con Germán (el dueño) y llegamos a buen acuerdo. Le dije entonces a Omar que hiciéramos algo ahí con Iván García con la idea de jalar al público joven, porque necesitábamos recaudar fondos para comprar una bocina, entonces hicimos el primer show con el nombre “Del Rincón para El Rincón”, y a la gente le gustó, se sentía como una reunión de amigos en el patio.
En esa primera tocada tuvimos malentendidos con los otros amigos del Rincón, total que se disolvió el Rincón esa noche. Días después Omar y yo decidimos renombrar el proyecto, y le pusimos el “Sindicato Rupestre”, jugando con la onda sindical, y le pusimos la mano obrera con la guitarra. Poco después nos llamó Enciso, que quería armar algo en Ciudad de México, le comentamos del espacio y dijo “va hay que armarlo”, y estuvo genial porque ese día se llenó y luego llegó Jaime López, se echaron un palomazo, y poco a poco se empezó a posicionar como un lugar donde llegaban de visita los músicos rupestres.
Platícanos de la tradición rupestre, cómo la podrías describir para quienes no tienen mucho conocimiento sobre esta corriente musical… ¿Cuáles son sus ideales? ¿Quiénes son algunos de sus exponentes? ¿Qué tipo de música es?
Los rupestres son músicos que venían tocando desde principios de los 80s en sus proyectos individuales, músicos como Jaime López, José Cruz (de Real de Catorce), Roberto González, Emilia Almazán, varios músicos que no encontraban en las peñas espacio, que tenían una onda más folk, en sus letras no eran tan románticos clásicos, sino más urbanos, con mucho sentido del humor. Se empiezan entonces a agrupar y a tocar en el Foro Tlalpan, ahí tenían un espacio que se llamaba “Cada quien sus rolas”.
Rafael Catana era de los que procuraba mucho presentarlos entre ellos, “mira él es Arturo Meza, es de Michoacán”, y se juntaban mucho en un café-bar en Tlalpan que se llamaba “El Cometa”, para armar la bohemia, ahí presentaron a Rockdrigo a los demás. Fue algo muy espontáneo, para muchos nunca fue un movimiento, más bien una reunión de amigos, para otros sí fue un movimiento porque tenían ciertas características, leían más o menos la misma literatura, escuchaban a los mismos músicos, tenían una onda social-política parecida.
La foto famosa de Los Rupestres es cuando deciden hacer el Colectivo Rupestre, Rockdrigo escribe un manifiesto con su humor, diciendo cosas como “los Rupestres somos músicos que tocamos con instrumentos de palo”. En esa foto aparecen Fausto Arrellín, Nina Galindo, Eblen Macari, Roberto González, Roberto Ponce, Rafael Catana y Rodrigo González. Algunos como Jaime López no quisieron entrarle de lleno a esa etiqueta de “rupestre” pero eran del mismo grupo. Había también muchos músicos de bandas que eran afines como Botellita de Jerez, Mamá-Z, Cecilia Toussaint y Arpía.
Básicamente el movimiento dura muy poco, porque Rockdrigo llega a Ciudad de México en el 83, y muere en el 85, dos años fue lo que duró ese esplendor. Para algunos, a partir de que muere Rockdrigo es cuando empieza realmente el movimiento, porque es cuando los compositores empiezan a buscar espacios, pero hay diferentes versiones. En “Rupestre: ElDocumental” lo abordan muy bien, con la opinión de varios músicos.
Hablando del rock-folk urbano de los 70s… ¿Rock rupestre y rock urbano es lo mismo?
No… aquí en México, en los 70s, lo más cercano que hubo fue El Pájaro Alberto, que era el cantante de Love Army. Cuando se acabó esa banda, Alberto empezó a hacer sus rolas muy al estilo Dylan, se le considera como el primer Rupestre, el primero que sonaba a rupestre, con rolas en español hechas a guitarra y armónica. Luego hay como un vacío ahí, pasa el Festival de Avándaro, y en principios de los 80s había bandas como El Tri, Dug Dugs, que estaban más en el ryhtm & blues o hasta en el progresivo, pero realmente no había onda rupestre. El rock rrbano son rolas más de la banda, con letras un tanto más sencillas.
¿Crees que en México se le da el reconocimiento y valor que se merecen a este tipo de cantautores, que trabajan detalle a detalle la canción, que son poetas urbanos de la canción?
No, creo que se le ha dado reconocimiento a cantautores digamos más “clásicos”, dígase Fernando Delgadillo, Alejandro Filio, ellos tienen otro tipo de canción, pero para este tipo de músico, que es más una canción de propuesta, no, no se le ha dado su reconocimiento. De hecho, gente que no está inmersa en lo Rupestre piensa que muchos ya se retiraron, que ya no tocan, lo ven como algo del pasado, pero las redes sociales han ayudado a darle nueva vida.
En México el rock siempre ha sido alternativo, nunca ha sido lo más popular, y si a eso le agregas que es un rock independiente, autogestivo… no hay un gran público para este tipo de canción, nació con esa onda de que no hay un gran público. Yo siempre pongo el ejemplo de Argentina, donde el rock es muy popular, tú vas por la calle o te subes al taxi y están escuchando rock, porque allá el rock sí es música popular, aquí es la banda, el corrido. Es algo cultural. Hay un público, pero no para hacerlo masivo. Aquí hay bandas que alguna vez tuvieron cierto nivel y siguen batallando, a menos de que sean Caifanes, Café Tacuba, que bueno ahora con las redes hay bandas que ya logran conectar con su nicho y llenar sus tocadas.
Cuéntanos un concierto memorable en el Sindicato que te venga a la mente en este momento…
El que más recuerdan todos fue con Trolebús, una banda de aquí de la capital de los años 80s, que precisamente sí estaba entre el rock urbano y el rupestre, porque musicalmente es muy urbana pero las letras son muy rupestres. Sacaron un álbum en el 87 producido por El Mastuerzo. En los 90s “Choluis”, el cantante de Trolebús, se fue a vivir a España y se desintegró la banda, pero siempre quedó como una banda de culto, sacaron varios hits y se quedaron como en la añoranza.
Bueno, era el 2017 y entra un personaje muy importante, Rodrigo de Oyarzabal, él trabajó en Radio Educación muchos años, y se encargó de grabar a todos los rupestres cuando iban a cabina, a Rockdrigo, a Jaime López, a Cecilia, a todos, hay cassettes que hasta ahora siguen rolando en El Chopo, de rupestres que solo tienen grabaciones de las que hizo él.
Va, pues en el 2017 me habla Oyarzabal y me dice “Choluis viene de España, va a estar unos días, ¿por qué no lo invitas al Sindicato a que se eche unas rolas con ustedes?”, y unos días después me habla por teléfono Choluis preguntando por un lugar donde tocar, y le comento del Sindicato, lo invito a hacer un concierto pero me dice que no tiene las rolas preparadas, pero a lo largo de un mes lo vamos platicando, él empieza a invitar a los músicos de Trolebús, y al final terminamos armando un concierto increíble. Muchos descubrieron el Sindicato por ese concierto, había fila para entrar en la calle. Fue Catana, Jaime López, Armando Rosas… el mismo público eran músicos legendarios. Después de ahí Trolebús ha hecho varias tocadas.
«Love You», la vida es buena
En
enero de 1977, Brian Wilson, antiguo líder de los Beach Boys, pasaba el día
recostado en cama, tenía la barba enredada, el cabello grasoso y obesidad en
aumento, sólo se levantaba para sacar algo del refrigerador o traer una botella
del mejor vino que tuviera dentro de su tienda de licores; aspirar cocaína o
fumar sus ocho cajetillas diarias de cigarros podía hacerlo desde la comodidad
de su amplio colchón mientras veía el programa de entrevistas de Johnny Carson.
De vez en cuando prendía la radio, pero le habían dejado de interesar las
estaciones que compartían música; ningún artista usaba armonías vocales, el
mundo estaba interesado en la experimentación a través del uso de los novedosos
sintetizadores o en las guitarras estruendosas.
Los
Beach Boys marcaban al teléfono de Brian para pedirle ayuda con nuevo material
para publicar, necesitaban cumplir con el contrato de su disquera. No ayudaba la
mala racha que traían en ventas y en crítica, pero el mayor de los hermanos
Wilson estaba harto de la música: desde 1966, la presión por componer decenas
de canciones, así como la competencia contra sus contemporáneos, hacían más
fuertes a sus problemas mentales. Por ello, desde mediados de los setenta, se
propuso apagar su cerebro. Valía la pena ignorar las llamadas de sus
preocupados hermanos, la noticia del fallecimiento de su abusivo padre, incluso
el abandono de su esposa e hijas por la indecencia de Brian: ofrecer un cuadro
de LSD como entretenimiento a una de las niñas de ocho años.
Para
ayudarse a ignorar las situaciones de su vida, Brian prendía la radio y
cambiaba de frecuencia, esperando encontrar algo medianamente interesante. Un
día dio con un programa que transmitía canciones que para ese año ya eran
consideradas como clásicas, le sorprendió escuchar Be My Baby de las
Ronettes, ese grupo mítico de su juventud. Brian desempolvó algunos vinilos y
se puso a escuchar clásicos del rock 'n' roll y del doo wop: Chuck Berry y The
Four Freshmen. De pronto, sintió una fuerte necesidad de contactar a sus
antiguos compañeros de la secundaria. Encontró los nuevos números de algunos y
les pidió que salieran «como si fuera 1959», que
se arreglaran con trajes o chamarras negras de piel para los chicos y vestidos largos
para las chicas. Algunas personas nunca respondieron al contacto, otras sí, una
de ellas fue Carol Mountain, su más grande amor de la adolescencia. A partir de
ese día se pusieron al corriente de lo que había sido de ellos durante
conversaciones muy largas, hubo ocasiones en que Brian marcaba a Carol a las
tres de la mañana sólo para platicar. A Carol no le molestaba la situación,
pero sí le parecía extraño. Después de unos días, esos viejos amigos y
conocidos, incluyendo a Carol, dejaron de atender las insistencias telefónicas
del beach boy retirado; a diferencia de él, todos tenían cosas que hacer en su
vida. Brian olvidó la idea de salir con ellos, pero algo había despertado dentro
suyo. Volvió a su piano que estaba sobre una enorme caja de arena, sintió las
diminutas piedras entre los pies y, con sus recuerdos adolescentes en la cabeza,
empezó a componer como lo hacía a los quince años; estructuras sencillas de
cuatro acordes, melodías repetitivas y letras que evocan al amor idealizado y
fantasioso de la juventud.
Así
como Frank Zappa hizo en Cruising with Ruben & the Jets o como los
Beatles en Let It Be, Brian decidió volver a sus raíces y en ellas
encontró la inspiración. Compuso un puñado de canciones olvidándose de
cualquier presión, sólo siendo él mismo. Su banda volvió a comunicarse y en
esta ocasión tenía nuevo material. Ellos quedaron fascinados cuando lo oyeron,
en parte por la necesidad de un nuevo disco y en parte porque, de manera
genuina, les gustó ese compilado creativo que decidieron titular Love You.
El disco salió al mercado en abril del 77 y no causó algún impacto en la
música del momento. Las ventas volvieron a ser bajas, pero las críticas fueron,
en lo general, positivas. Sin embargo, el pequeño éxito no fue significativo
para ningún integrante de la banda. Brian volvió a su rutina de la cama y
pasaron al menos quince años antes de que su salud física y mental mejoraran. Entonces
se le preguntó cuál consideraba que era el mejor trabajo de los Beach Boys; en
vez de contestar con su aclamada obra maestra, Pet Sounds, dio una
respuesta concisa: «Love
You». Brian
ve en Love You a un tímido adolescente alto, delgado y rapado que no es
bueno en la escuela, pero es capaz de memorizar el más mínimo detalle de
algunas materias con tal de que Carol le pida ayuda y lo invite a su casa a
estudiar; ve a un adolescente que sólo conoce los acordes de Re, Do, Sol y Si7
y trata de sorprender a la chica con eso; ve a un adolescente al que nunca le
importó que esa porrista del equipo de fútbol supiera sus sentimientos, lo
único que le importaba era encontrar un pretexto para estar cerca de ella y
disfrutar su compañía.
Love You es la nostalgia de un hombre de casi cuarenta años, nostalgia que suele estar idealizada, pero Love You sostiene que de vez en cuando es bueno escapar del presente hacia un pasado donde la chica de nuestros sueños está viendo una película con nosotros en un autocinema, junto con otros amigos, tomando una malteada y recordándonos que debe regresar a las nueve a su casa, mientras la radio anuncia que estamos en 1959 y pone el más reciente éxito de las Ronettes. Love You nos dice que tenemos quince años, que la vida es buena.
Cantos Gregorianos Renacidos: indie-folk-punk para conectar vidas alternativas
La música, ese bello arte que
nos lleva a expresar las emociones que a veces nos ahogan. Es en las canciones
donde muchos encontramos la libertad para darle salida a nuestros sentires. No
pocas veces las letras que acompañan a un instrumento se funden con nuestra
identidad, pues narran historias que nos identifican, ya sea de romances que
terminan, amores que nos vuelven locos, martirios existenciales que nos
angustian o problemas que la vida cotidiana nos arroja.
Si de letras finas se trata,
los compositores de folk siempre han
tenido la pluma bien afilada. Así lo demuestra el músico ensenadense Ay Gregorio!, quien en días recientes ha publicado su nuevo álbum “Cantos
Gregorianos Renacidos”, un total de siete canciones que describen historias de
influencia beatnik inspiradas en un
estilo de vida alternativo que busca la poesía en lo cotidiano.
Con influencias diversas como Johnny Cash, Chavela Vargas, Juan Cirerol, Leonard Cohen y Nacho Vegas, este músico bajacaliforniano toma inspiración de géneros tan diversos como la balada romántica, la música ranchera, el indierock, el bolero y la tradición rupestre, dando como resultado una fusión contemporánea de country-folk alternativo.
Ya sea para celebrar que la pandemia no pudo con nosotros, para prenderse un gallo que nos haga olvidar lo
abrumador de la existencia o para sentir la melancolía de un amor que termina, los
Cantos Gregorianos Renacidos brillan por su sencillez y autenticidad, pues con
tan solo guitarra y voz Gregorio nos va llevando por relatos llenos de
nostalgia, locura, euforia, amor y mucha, mucha sinceridad.
Bueno, ¿pero por qué estos
cantos llevan el adjetivo de “Renacidos”? De acuerdo al autor, esto se debe a
que las composiciones del álbum ya habían sido grabadas previamente en una
“sesión casera amateur” que en su momento llegó a compartir en plataformas. A
tres años de esta primera publicación, y siguiendo el consejo de su amiga
Andrea Razo (quien participa en dos temas de este álbum), decidió “renacer” estas
composiciones para retratarlas con mejor calidad, trabajando para la ocasión con
Jesús Guerrero, productor tijuanense y vocalista de la agrupación Ramona.
El músico porteño agrega que por igual le ha gustó la idea de jugar con referencias de la literatura religiosa, empezando por el término cantos gregorianos —un estilo de canto de origen católico—:
“Siempre me han dicho que por el pelo largo parezco Jesucristo. Entonces se me ocurrió que, al igual que el mismo Jesús, estas canciones están teniendo su propia resurrección, su renacimiento. Y si bien es un juego, también dice mucho de mí y de mis raíces familiares (al igual que el nombre del proyecto), incluso la foto de portada la hicimos basándonos en una cruz arriba de una montaña cerca del barrio donde crecí, entonces hay simbolismos por ahí que son parte quien soy”.
Gregorio comparte que el
lanzamiento de su álbum viene acompañado de varias presentaciones en Ciudad de
México en lo que ha denominado el “Renacido Tour”, gira promocional que inició
en marzo —visitando entidades como Sonora, Guadalajara, Veracruz y Puebla— y
que se extenderá hasta septiembre, con miras a visitar estados como Hidalgo,
Guanajuato, Morelos y el Estado de México.
“La idea es conectar con la mayor gente posible, porque eso es lo que más disfrutamos de este proyecto: el poder que tiene la música para conectar con la gente. Podemos ser completos extraños y de repente una canción nos hermana, y esa sensación me parece extraordinaria, porque nos lleva a empatizar, a conectar, a crecer y aprender a través del otro”.
Seas o no escucha frecuente del folk, la nueva entrega de Ay Gregorio! por seguro se pondrá entre tus estrenos favoritos de este verano, pues sus cantos gregorianos son la compañía perfecta para un viaje lleno de buenas vibras, emociones intensas y sobre todo, historias que sentirás como tuyas.
“Rezo por vos”: un canto a la introspección y a la universalidad
Y sí, tras una laaaarga ausencia de escritos en
mi columna de Sputnik, ¡he vuelto! Y caigo en la cuenta de que, en definitiva,
me siento mucho más cómoda escribiendo que entrevistando gente. No sé si tenga
algo que ver con sentirme media expuesta o el hecho de tener el síndrome de la
impostora aunado al de Sir. Fitzwilliam Darcy, pero nada se compara con la
comodidad y seguridad de escribir un texto sin tanta presión (siempre autoimpuesta,
por supuesto). Pero bueno, haciendo a un lado mis propias inseguridades, claro
que lo disfruté un montón y aprendí muchas cosas en el proceso. Acá esto me
suena a sesión de terapia, así que mejor corto, pero no quería desaprovechar el
espacio y agradecer de corazón las lindas palabras que me hicieron llegar en
estos meses a raíz de las entrevistas en “Cinetiketas” (¡incluso unas re lindas
desde Australia!).
Pues bien, como en otras ocasiones en que me
ausento y regreso de manera intermitente, anduve pensando y repensando (algo
que se me da muy bien, obvi) sobre qué quería abordar en este legendario
retorno a las letras (legendario para mí, déjenme soñar) y como siempre, cada
momento de mi vida pareciera tener un leitmotiv bien específico y justo ahora,
suena a puro rock argentino (¿tendrá algo que ver que mis entrevistados hayan
sido argentinos? ¿o con la bella conexión que siempre hemos tenido con la
Argentina?). Anyway. Me dispongo a contarles un poco acerca de la canción que
en estos momentos, invade cada espacio de mi cabeza: “Rezo por vos”,
compuesta e interpretada por dos de los músicos más influyentes de la
historia del rock argentino, los maravillosos Charly García y Luis
Alberto Spinetta. Y no sé bien si es por la letra, la música, la
interpretación o el hecho de que es una extensión directa de la mente de este
icónico dúo, pero algo hermoso tienen estos más de cuatro minutos que me
gustaría compartir con ustedes, ya sea que estén familiarizados con el tremendo
temazo o no mucho.
La canción nace en 1985, en un momento clave de la trayectoria, tanto de Charly como de Spinetta. Ambos ya eran figuras reconsolidadas del rock argentino, con una extensa y hermosa discografía a sus espaldas. Charly García, por un lado, ya había conocido y saboreado las mieles del éxito masivo con las bandas “Sui Géneris”, “La Máquina de Hacer Pájaros” y “Serú Girán” en la década de los 70s y continuaba explorando nuevos sonidos, tanto en solitario como en distintas colaboraciones. Por su parte, “El Flaco” era considerado uno de los compositores más talentosos y visionarios del llamado rock nacional, habiendo liderado bandas icónicas como “Almendra” y “Pescado Rabioso”. Es en este contexto que “Rezo por vos” surge como la gran colaboración entre dos artistas que, si bien ya compartían una amistad y admiración mutua, provenían de trayectorias y estilos musicales bastante diferentes. Mientras García se destacaba por su música más directa y vanguardista, Spinetta era conocido por su propuesta más introspectiva y poética.
La canción se enmarca digamos que en un momento especial de transición y búsqueda espiritual para ambos artistas; tanto Charly como Spinetta, se encontraban explorando nuevos caminos creativos, lo cual se refleja en la temática y en el tono bastante melancólico, reflexivo y hasta existencialista de “Rezo por vos”.
Antes de empezar a analizar un poquito la
canción en sí, cabe mencionar que hay tres versiones de ella: la de Charly que
aparece en el álbum “Parte de la religión” del ‘87, la del Flaco que
encontramos en el álbum “Privé” del ‘86 y la que presentaron juntos en
un par de ocasiones, como por ejemplo en el 2009 en el Estadio Vélez Sarsfield.
Voy a centrarme más en la primera y en la tercera versión, porque es mucho más
fiel al demo que sacaron en un inicio y porque la de Spinetta es MUY Spinetta (siento
que hasta merece un artículo aparte). Pero bueno. La canción inicia con un
delicado y evocador riff de guitarra eléctrica acompañada de unos golpeteos de
batería (probablemente generados en una caja de ritmos), que de inmediato
enganchan y nos marcan el ritmo de los siguientes cuatro minutos y cachito.
Luego, los teclados y sintetizadores junto con la voz de Charly (por momentos abrumadoramente
desgarradora, sobre todo en el puente) se hacen presentes, acompañando y entonando
esas letras profundas y emotivas que, en todo momento, transmiten una sensación
de vulnerabilidad y espiritualidad (no en vano escogieron ese título,
¿verdad?). De acuerdo con el sitio Letras.com (sí, me pareció una buena fuente
y se callan) la letra “[…] refleja un viaje espiritual y emocional, donde la
transformación es el tema central en la canción; en su conjunto, es un himno a
la resiliencia y la esperanza, a pesar de las adversidades y la soledad”. Y
si bien la lírica aborda temas personales y existenciales, creo que la canción
trasciende lo individual y se convierte en una reflexión sobre la condición
humana en su conjunto, logrando combinar la introspección y a su vez, la
universalidad. A lo largo de la canción y hablando en específico de la versión
que interpretan ambos, la voz de Spinetta se fusiona con la de Charly, creando
una armonía conmovedora que refuerza la intimidad y la conexión entre ambos
artistas llegando incluso a generar confusión sobre quién está cantando qué
estrofa, lo cual me parece que es una sensación instaurada a propósito. A mí lo
que verdaderamente me mata, es el puente, con su: “…y curé mis heridas y
me encendí de amor, de amor sagrado”. Uff. Pienso que ahí es donde se
abre la canción y florece para entregárnoslo todo y así poder llorar en
unísono.
“Rezo por vos” se convirtió rápidamente en una de las canciones más emblemáticas del rock argentino. Su profundidad lírica y la colaboración entre dos de los artistas más respetados del género, la convirtieron en un hito de la música nacional argentina.
Y
así como yo, seguramente ustedes también se preguntarán por qué no existen más
colaboraciones entre Charly y Spinetta siendo justo eso, el gran Charly García
y el maravilloso Luis Alberto Spinetta, que pudieron regalarnos discografías
enteras de genialidad, irreverencia y argentinidad pura. Pues bien, resulta que
durante la grabación y presentación de la canción en el programa de televisión
“Cable a Tierra” conducido por Pepe Eliaschev, ocurrió un incidente curioso y
contundente. Mientras ambos, hermosamente vestidos (el Flaco tiene unas botitas
amarillas sensacionales), estaban al aire presentando el tema, García recibió
una llamada informándole que su departamento se estaba incendiando. Para
empeorar las cosas, el incendio había sido causado o por un cortocircuito de la
videograbadora, que según se dice, casualmente estaba grabando el programa en
ese momento o también está la versión de que dejaron todo conectado
(amplificadores, cajas de sonido, etc.) previo al programa y se generó un
cortocircuito fulminante. Después del incidente, García y Spinetta tuvieron una
fuerte discusión, con García molesto por la “actitud paranoica” de Spinetta y
es que el Flaco tomaba como presagio la letra “y quemé las cortinas y me
encendí de amor” (que incluso decide eliminar en su versión) y al parecer
se culpabilizó por el incendio. En un momento de tensión, García llegó a
tirarle un cenicero a Spinetta, algo ya clásico en Charly, pero fue la gota que
derramó el vaso. Ambos artistas reconocieron que el incidente los había “quemado”
y asustado mucho y decidieron no continuar con el álbum que tenían pensado
hacer y que tenía varios demos ya medio elaborados. Además de eso, sus
personalidades eran dimensionalmente distintas; Charly siendo Charly, no tenía
limitaciones en sus horarios y le hablaba a Luis Alberto descaradamente a las
dos de la mañana con ideas y casi con la exigencia de grabar en ese momento. Y
Spinetta, por otro lado, padre de familia y con rutinas de trabajo más
disciplinadas, básicamente lo mandaba al diablo. El álbum iba a llamarse “Cómo
conseguir chicas” y García usaría dicho nombre para un álbum propio un par
de años después.
Háganse un favor y escuchen todas las
versiones, disfrútenlas, llórenlas, compárenlas y satúrense de ellas como ya lo
hice yo. Les dejo el videíto de la presentación porque es relindo e interesante
ver cómo creaban música emblemática juntos.
Rosas: renovando la trova desde la experimentación sonora
Santo o Remedio es un viaje entre la trova, la milonga, pero también toques de regional mexicano, tiene trip-hop, R&B, downtempo, es un viaje donde se puede apreciar lo que llamo pop experimental.
Dámaris Bojor: folk-pirana de corazón
Por Iván Gutiérrez
Dicen que en el desierto no crecen muchas flores,
pero cualquiera que haya escuchado a Dámaris Bojor cantar seguro dirá todo lo
contrario. Norteña de corazón, esta compositora sonorense ha ido ganándose cada
vez más corazones con sus temas de “folk-pirano”, canciones sobre el amor a la
tierra, emociones profundas y relaciones transformadoras.
En apenas un año de carrera artística Dámaris ha podido presentarse en múltiples festivales y estados de la República, ha sido telonera para Daniel Me Estás Matando, ha viajado fuera del país para compartir sus canciones y se ha posicionado como una voz admirada por los amantes del folk y el regional.
Intrigados por la propuesta musical de esta joven
artista, conversamos con ella sobre sus inicios en el arte plástico, el origen
de su música, su nuevo sencillo “Nube de Paso” y el álbum que se encuentra
grabando y planea lanzar muy pronto. Con ustedes, ¡Dámaris Bojor!
IG: Vi en tus redes sociales que antes te dedicabas
a la pintura y el muralismo, ¿por qué decides pasar del arte plástico a la
música?
DB: Porque estaba harta del mundo de las artes plásticas, y de estar encerrada pintando, o de estar a ocho metros de altura pintando murales. Me esforcé mucho durante años y la verdad no veía los resultados esperados, es un mundo muy difícil el de las artes plásticas. Para llegar al punto en el que te dediques 100% a las artes plásticas está difícil, acá en Hermosillo tienes que hacer mural, yo lo hice por un rato, pero era demasiado extenuante.
Dejé ese mundo porque me estaba deprimiendo, hice una “renuncia silenciosa”, poco a poco fui renunciando, porque no me quería retirar al 100%, y ya en la pandemia di mis últimas patadas de ahogado.
En 2022 empecé a abrazar la idea de un proyecto musical, y ya a principios del 2023 saqué mi primera canción, salió con un videoclip, y me puse a echarle ganas a la música. De ahí comenzaron a salir muchos eventos muy bellos, muchas oportunidades. Ahora, a un año de empezar esta aventura, acabo de firmar con una disquera independiente.
Eso sí, me sirvió mucho estudiar artes plásticas, pero quizás ahí no era, a pesar de echarle tantas ganas. Mucho de lo que aprendí en artes plásticas me ha servido para la música, la parte de conceptualizar, de crear, de aterrizar el proyecto. Hay muchos paralelismos en la parte creativa, así que no se me hizo tan complicado pasar del formato de artista plástico profesional al de músico profesional, tener un portafolio, un currículum, tu statement de artista. Todo el año pasado estuve mandando mi proyecto a diferentes convocatorias, como si fuera mi propia booker, y así se fue abriendo el camino. Mucha gente me ha ayudado, creo que porque ven mi actitud de saber lo que quiero, de manejar un concepto, una propuesta definida, y de moverme en donde se puede.
I: ¿Cómo entiendes la relación entre música e identidad en tus composiciones?
D: Tengo 31 años. Algunas personas piensan que empezar a esta edad es empezar tarde, yo no lo creo, y menos para hablar de identidad, porque muchas veces tú no puedes hablar de identidad a los 20 años. Cuando no te enseñan a valorar tus raíces, tú tienes que investigar y encontrar eso que te da base. Siento que el abrazo a mi identidad tiene que ver con una exploración interna que tuve que pasar, eso me lo dio también la pintura. Hace dos años estuve viajando por la sierra de Sonora, comencé a conocer más mi estado, y ahí me inspiré, en la naturaleza que nos rodea, pues siento que empecé a valorar lo que tenemos.
Estuve en un proyecto de pueblos originarios, donde un sociólogo nos enseñó mucho sobre sus dinámicas y prácticas culturales, y fue mucho cultivarme sobre algo que ignoraba. Me llamó mucho la atención saber más de los ocho pueblos de Sonora, me puse a investigar, y eventualmente hice la canción de “Sonora”. Yo respeto mucho a los pueblos, no tengo nada que ver con ellos, pero con esta canción quise hacer algo que representara al estado incluyéndolos a ellos.
En Sonora está la cultura de la sierra y la cultura del desierto, yo conecto mucho emocionalmente con el bosque y los árboles a pesar de ser persona de desierto, conecto con las historias de rancho, de la naturaleza, es el otro paisaje de Sonora.
I: ¿Por qué escoges el estilo de música folk para
tu música?
D: La música regional es muy amplia, tiene mucha historia, aunque la verdad no conozco el género muy a fondo. Yo al inicio quería hacer música ranchera, hice mis primeras dos canciones y me decían que tocaba folk. Pero yo sentía que no estaba sonando como quería sonar, yo quería hacer música campirana, pero para eso tienes que traer una cultura, conocer los instrumentos, conectar con el género. Entonces tuve mi primer concierto y entendí que me faltaba un requintista que tocara la docerola, eventualmente invité a más personas, y uno de ellos, Alex, le metió el toque campirano, le silbaba arreglos y él los sacaba, luego se juntó eso con el bajeo, la voz y la forma folk de tocar. La gente me preguntaba qué tocábamos, yo decía que regional, que ranchero, y entonces se hizo una mezcla muy genuina, hasta que Alex me dijo jugando “tocas folk-pirano”, como folk con campirano, y así lo bautizamos. Hay mucha influencia de estar aquí al lado de Estados Unidos, es una fusión que se dio de forma muy natural.
I: Platícanos de tu nuevo sencillo “Nube de
Paso”.
D: Nube de Paso se estrenó el 21 de marzo junto con un videoclip, se trata de una canción de amor. Agarré el concepto de una nube como una situación sentimental, una metáfora de una persona que llega a tu vida, te da sombra, eventualmente llueve y luego se va. La quise hacer porque hay muchas canciones sobre no saber soltar relaciones, te enseñan mucho a que te duela, a sufrir por el que se va, pero no te enseñan a cómo recuperarte. Esta canción es del sufrir, pero también de aceptar que la vida sigue.
I: ¿Qué nos puedes adelantar sobre el nuevo álbum que te encuentras grabando?
D: Nube de Paso es justo el primer sencillo del álbum “Folk-pirana”, un álbum con canciones que hablan del paisaje, de amor, de identidad, son historias que se mueven mucho entre la ciudad y el campo, hay también un cover de Miguel y Miguel. Lo está produciendo Iván de la Rioja (Daniel Me Estás Matando) con Inmadurez Records, y pretendemos lanzarlo en verano, van a ser un total de 14 canciones.
I: ¿Cuál ha sido tu mayor reto como artista
independiente?
D: Tomar una buena decisión sobre cómo encaminar mi carrera al siguiente nivel. Creo que la decisión de no firmar con cualquiera fue el reto más grande, el no confiarle a cualquiera mi música, tanto en la producción como en la distribución. Ahora que ya firmamos siento que le irá muy bien a mi proyecto, siento que ahora vienen nuevos retos y más cabrones, pero estoy lista y enfocada para seguir avanzando en la música. Agradezco mucho a toda la gente que me escucha y apoya de muchas maneras, sin ellos nada de esto estaría sucediendo.
Aunque tú no lo sepas: una charla con Antonio García de Diego
Riki: synthpop californiano para bailar entre luces neón
Originaria de los Los Ángeles, California, Riki es una compositora que debutó en 2020 con su álbum homónimo, una propuesta de synth-pop-new wave que incluye ocho canciones de tintes melancólicos, melódicos, surreales y sintetizadores. Tras la cálida recepción del público y una amplia participación en conciertos y festivales por Estados Unidos, Riki lanza su segundo álbum “Gold” en 2021, presentando nuevamente ocho canciones que fusionan la angustia privada con la emoción de un himno, en un sonido que hace eco de bandas como Saâda Bonaire, Strawberry Switchblade, Bryan Ferry y Bananarama.
Hace un par de semanas tuvimos la oportunidad de escuchar en vivo a esta gran artista, quien nos deslumbró con su actuación en las instalaciones de Richards Goat Tavern & Tea Room. No desperdiciamos la grata coincidencia y siguiendo nuestra curiosidad periodística decidimos entrevistar a esta cantante, quien nos contó más detalles sobre sus álbumes, su trayectoria musical y los planes que tiene para este 2024. A continuación la conversación con Riki.
***
Iván: Escuché que estuviste en Tijuana hace poco, en un concierto con Boy Harsher, ¿disfrutaste tocar al otro lado de la frontera?
Riki: Sí la verdad fue un gran show, había mucha energía, la gente respondió increíble, me dejaron un sentimiento buenísimo, muy excitante.
Desde Mexicali, "Cuerpo Cortado" lanza dos nuevos sencillos: "Dualidad" y "Clarividente"
Aunque tú no lo sepas: una charla con Karina Galicia
La única versión de “Silent Night” que necesitas escuchar
Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |
“Silent Night” no es una buena canción navideña. Es una GRAN canción navideña. Es casi casi el epítome de las canciones navideñas (siento que ya escribí mucho “canciones navideñas” pero entienden el punto). Es lo suficientemente sencilla y delicada y cuya letra, es un tierno y amoroso relato del nacimiento del hijo de Dios y la paz y la alegría que vinieron con su llegada (dejemos tantito a un lado nuestra afiliación espiritual/religiosa).
Parte del problema del que no nos percatemos realmente de lo bella que es esta canción (compuesta en 1818 por el maestro Franz Xaver Gruber y escrita por el sacerdote católico Joseph Mohr), es porque actualmente, la época navideña es todo menos taciturna. Una vez que termina Halloween y los gringos descongelan a Mariah Carey desde el 1 de noviembre, resulta difícil evitar los villancicos y las canciones de navidad en los centros comerciales, en las tiendas, en la televisión, etc. y no es queja, eh. Ustedes ya saben de mi amor y mi fanatismo por la música navideña. Pero claro, para algunas personas que quieren hacérsela de Grinch, se ha convertido en un pasatiempo de temporada el quejarse amargamente del leitmotiv decembrino, de lo horrible e intrusivo que es y de que, en realidad, son las mismas canciones solo que en géneros musicales variados dependiendo del artista que las interprete (en esto último, estoy de acuerdo). En ese sentido, parece que todos los que hacen su propia versión de “Silent Night”, tienen la obligación de agregar más cosas: más voces, más cuerdas, un gran crescendo, un tempo más lento o rápido. A diferencia de la clásica “White Christmas”, que se beneficia de una grabación original espléndida de Bing Crosby, “Silent Night” se ha convertido en un lienzo en blanco sobre el que los productores musicales hacen un dripping a la Jackson Pollock.
Hace un año, a modo de cierre del 2022, les compartí una canción que recién había descubierto gracias a una estación de radio irlandesa de Navidad (bien random mi historia ¡já!). Dicha canción, era nada más y nada menos que el mashup de “Peace On Earth / Little Drummer Boy” de Bing Crosby y David Bowie y que, en definitiva, forma parte de mis ya de por sí ñoñísimas playlists navideñas. En esta ocasión, estuve pensando y repensando (lo cual se me da muy bien) qué canción o álbum navideño podía recomendarles. Estuve a nada de escribir este artículo sobre la muy alegre “That Holiday Feeling!” de Eydie Gormé y Steve Lawrence (que les juro, la primera vez que la escuché, pensé que era el mismísimo Frank Sinatra por el tremendo vozarrón) y que relanzaron Seth MacFarlane y Liz Gillies en su nuevo y sensacional álbum “We Wish You The Merriest” (ya ven que de por sí Seth es mi súper crush, pero de verdad se los recomiendo muchísimo, sus álbumes navideños siempre le quedan relindos). Pero, la verdad es que hay otra canción que se adueña de mi corazón en estas significativas fechas y supongo que, por mis larguísimos párrafos introductorios, ya se habrán dado cuenta de cuál es.
Desafortunadamente, este 2023 perdimos a la maravillosa y contestataria cantante irlandesa Sinead O’Connor, la mezzosoprano de la generación X. El medio deliberadamente decidió opacar su excepcional voz y talento y poner los reflectores durante décadas en sus “escándalos” y controversias, como su famoso “FIGHT THE REAL ENEMY” en Saturday Night Live, mientras rompía la fotografía del papa Juan Pablo II. Podría escribir y escribir sobre la vida de O’Connor, pero hoy quisiera enfocarme en la que yo considero es la mejor versión de “Silent Night” que existe.
Acá entre nos, me da un poco de cringe platicarles cómo es que descubrí la interpretación de “Silent Night” de Sinead, pero a veces las cosas más random nos llevan a acontecimientos extraordinarios y por eso voy a contarles: hace cuatro años, justo antes de que el mundo se paralizara por la pandemia, mi curruñis Hugo compró en súper oferta una de esas películas navideñas gringas sinsentido para pasar el rato. El nombre de la peli es “Fred Claus” y la protagonizan Vince Vaughn, Paul Giamatti y Rachel Weisz. Aunque yo estaba reacia al principio, tras un poquito de insistencia decidí verla y ¡oh sorpresa! Nunca imaginé llorar tanto en una película de ese tipo; la escena donde aparece la canción es el clímax del film y es B E L L Í S I M A. Sientes que descubres y entiendes casi casi el verdadero significado de la Navidad y todas esas ñoñeces. Honestamente, no recuerdo casi nada de la película excepto esa inolvidable escena. Y bueno, como era de esperarse, agregué “Silent Night” de inmediato a mi Spotify y es un must desde entonces.
No hay mucha información acerca de “Silent Night” de O’Connor para serles franca y ahora que lo pienso, creo que es mejor así. Tras mucho buscar, encontré 3 datos en total: 1. que la grabó en 1991, 2. que la produjo su on and off Peter Gabriel y 3. que él mismo toca el teclado. No más. No se necesitó nada más que un teclado y la voz casi angelical de Sinead para hacer la mejor versión de “Silent Night” que existe hasta ahora y no doy pie a debate. Un verdadero orgasmo auditivo; jamás una canción navideña me había transmitido semejante e inexplicable paz. Y me encanta. Para algunos, es curioso o hasta contradictorio el hecho de que Sinead haya grabado una canción prácticamente religiosa tras sus constantes encontronazos con la iglesia católica y, en palabras de Mariana Enriquez (sí, sí, LA Mariana Enriquez): “[…] ella no era antirreligiosa. Al contrario. Siempre buscó la trascendencia, Dios, la fe. Por eso también su rabia con una Iglesia que no daba amor. La gente diciendo todo el tiempo que se contradecía y era controvertida – claro que se contradecía es NORMAL. Y no, la controversia la inventan los demás cuando tratan de disciplinar a la gente y decirle cómo vivir”.
El video de la canción, una cosa ahí medio bizarra, nos muestra a Sinead vestida de la época victoriana y a un hombre que la persigue atraído por su voz (o bueno, al menos así lo interpreto yo). Es raro verla en esos close ups maquillada y con peluca, pero ella divina siempre.
Existe también una versión larga de “Silent Night” inspirada en la historia
real del ceasefire que tuvo lugar en la víspera de Navidad de 1914
durante la Primera Guerra Mundial. Los soldados alemanes e ingleses bajaron las
armas y llevaron a cabo una tregua temporal, celebrando la Navidad juntos en
donde se dice, compartieron canciones, algunos regalos y uno que otro partido
de fútbol. Sinead también grabó esa versión extendida de la canción, la cual
tiene uno que otro párrafo extra.
Con el mundo hecho una mierda, espero que por escasos cuatro minutos y acompañados de la legendaria Sinead, tengamos y sintamos una auténtica “Noche de Paz” en este cierre del 2023. Les quiero.