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La vista fascinante en la obra de Jean Rustin


Por Samanta Galán Villa | 


Hace cuatro años que decidí emprender un viaje por un espacio desconocido. Por la tierra de nadie a la que nunca quise entrar porque la vista hacia el propio cuerpo no fue una enseñanza que recibiera en mi educación de infancia. Al contrario, el cuerpo era algo así como una suerte de castigo o de objeto de deseo del que se debía permanecer al margen.

En un intento por sacudir esto de mi sistema de creencias, comencé la práctica de pararme frente a un espejo de cuerpo entero, desnuda. Conocí cada pliegue, lunar y zona oscura de mi piel. De a poco logré acostumbrarme a mi apreciación, pero había algo que no terminaba de encajar. Una pieza faltante.

Cuando supe de la existencia de La noche sexual (Funambulista, 2014) de Pascal Quignard, caí en cuenta que esa sensación de añoranza o de búsqueda interminable era La imagen que falta en el alma. Algo que, en mi propio entendimiento, tiene que ver con El otro. La otredad que sin duda termina siendo el eslabón que une la existencia propia a la totalidad.

Quignard habla de la desnudez oscura, del acto sexual que da origen a la experiencia de vida individual, al cuerpo, a la luz. Hojeando sus páginas plagadas de pinturas, grabados y mitos que aluden directamente a sus sentencias sobre la sexualidad y el origen, encontré la imagen de Tres personajes, de Jean Rustin.

Verla me dejó como seguramente ha dejado a la mayoría de los admiradores de su obra: Con la sensación de que la que está siendo observada soy yo. Que de forma instantánea me convierto en testigo de algo que debería permanecer oculto, en secreto. Busqué todo lo que pude respecto al propio Jean Rustin y su obra, encontrando poco en español. Lo que se sabe a ciencia cierta es que Rustin tuvo dos etapas significativas en su labor artística.

La primera marcada por pinturas coloridas y agradables, bastante alegres. Su fama logró llevarlo a una exposición en el Museo de Arte Moderno de París en 1971. Fue ahí que Rustin se dio cuenta de que aquello no era lo que quería plasmar, que era momento de arriesgarse por lo que en verdad quería decir no sólo de él mismo, sino de la condición humana.

Rustin se dedica a pintar figuras decadentes, la gran mayoría desnudas. Espacios grises y austeros con uno, dos o tres personajes mostrando sus genitales de manera intencionada e incluso desafiante. Y lo que sin duda no puede pasar desapercibido, es esa mirada inquisitiva en sus rostros. Como si dijeran: Míranos, mírate a ti mismo a través de nosotros. Mira la escena oculta. Mira cómo tu ceguera desaparece con la luz de este sol negro.

Entonces nos volvemos partícipes y cómplices de una escena sexual que no tiene nada de erótica. No hay movimiento, no hay calor. Da la impresión de que esos cuerpos fantasmales se hubieran petrificado en el tiempo en una actividad meramente biológica, pero que está, que es. Y los ojos, la vista de estos seres tan solos y tristes, se vuelve a cada uno de los observantes para perpetuar su existencia.

Roberto Calasso en Las bodas de Cadmo y Armonía (Anagrama, 1990), explica cómo la Core se vuelve Perséfone sólo hasta que es vista por Hades. Cuando el dios del inframundo sube a raptar a la muchacha, ésta deja de serlo para tomar identidad, para ser lo que estaba destinada a ser.

De igual forma, parece que los personajes de Rustin son mensajeros de un destino ineludible: La transformación corporal, la soledad, el ansia de existir a través de la mirada del otro.

Dice Pascal Quignard que las verdaderas imágenes son siempre las de los sueños y Rustin lleva esta máxima a un territorio onírico, a una suerte de pesadilla que nos hunde en las zonas más remotas de nuestro interior, donde habitan la incomodidad, el espanto, la angustia. Ahí las emociones toman un nuevo matiz, con algo de esperanza, con la calidez que da reconocerte a ti en otro espacio, en otro cuerpo, en la mirada de una mujer que abre las piernas en el lienzo de Rustin para que puedas observar LO QUE ES. Sin filtros, escenas descarnadas, crudas, como puede serlo la misma realidad.

En una entrevista realizada por Manuel Toledo para BBC Mundo, se le pregunta al pintor si sus personajes son locos o enfermos mentales, a lo que Jean Rustin responde con la seguridad de un santo:

No. Somos tú y yo.

Es pensando en todo esto que sigo afirmando que la experiencia vital no termina donde acaba nuestra piel, sino que se extiende a todo a aquello que nos refleja y comunica. Con las pulsaciones del otro que irremediablemente terminan regresándome al espacio virgen que menos conocí en mi vida, como dijo Temperley. A ese espacio infinito que es mi cuerpo.


Samanta Galán Villa (Moroleón, Guanajuato,1991) textos suyos se publicaron en medios como la Revista Pez Banana, Revista Estrépito, Sputnik, Neotraba, Monolito, Low-fi ardentía y en el periódico oaxaqueño El Imparcial.  Recientemente se publicó su primer libro de cuentos 'Amorfismos' (2022), con editorial La Tinta del Silencio.

El «Sindicato Rupestre»: casa de un movimiento que trasciende


Por Iván Gutiérrez | Fotos: Sindicato Rupestre


En la historia del Movimiento Rupestre ha habido diferentes actores y plataformas que han llevado este legado musical por diferentes rumbos y espacios, pues se trata de un movimiento que ha tenido momentos históricos significativos en las últimas décadas, siendo una corriente contracultural que sigue teniendo gran repercusión e impacto en miles de músicos y oyentes en México.

Entre los participantes quizás más “recientes” de esta vertiente musical se ubica el “Sindicato Rupestre”, un lugar que en la última década se ha convertido en la casa de aficionados y músicos pertenecientes a este movimiento. Decididos en ahondar más sobre los inicios de este espacio y en su rol como promotor de lo rupestre, platicamos con Arturo Gutiérrez Zamora, alias “Simon” Zamora para el barrio. A continuación una charla cuya lectura seguro se disfrutará más con una playlist que incluya a Gerardo Enciso, Rafael Catana, Jaime López, Rockdrigo González y todos esos grandes compositores agrupados bajo el nombre de “Rupestres”. 

 ***

I: ¿Cómo, cuándo y dónde nace el Sindicato Rupestre? Según pude investigar en línea, lo fundan en el 2015 Simon Zamora y Omar Hernández, si bien la tradición rupestre tiene muchos años más detrás, cierto…

S: Siempre me ha gustado el rock mexicano en general, tengo un grupo en Facebook que se llama “Los Discos Fundamentales del Rock Mexicano”, y he colaborado en diferentes revistas y libros desde el punto de vista del coleccionista. En los 80s me gustó sobre todo el movimiento “Rupestre”, estos cantores de estilo folk. Los descubrí cuando murió Rockdrigo González en el temblor del 85 y se hizo de culto, me compré su cassette en El Chopo y empecé a descubrir que había más compositores del estilo, y me gustaron mucho, por las letras, la poesía, era un género que no encajaba mucho con el rock urbano que dominaba por aquellos años o las propuestas de rock mexicano que ya firmaban con compañías más grandes.

Los Rupestres siempre tocaron en lugares pequeños y muy undergrounds, nunca se masificaron, no sabía bien dónde ubicarlos, no podían ponerlos en festivales muy grandes porque como no traían banda la gente no los recibía bien, y tampoco los podían invitar a lugares de cantautores, como las peñas, porque su propuesta era un poco más rockera, estaban como en medio de ambos.

Desde que los descubrí siempre me gustaron los Rupestres. A principios de los dosmiles un amigo tenía un bar ahí en Coyoacán, y por esas fechas fui a ver a Jaime López a un lugar muy pequeño, éramos unas quince personas, yo lo conocía desde los 80s, y en esa ocasión le dije “oye, un amigo tiene un lugar, ¿cuánto nos cobrarías por tocar ahí?”, hablé con mi compa y organizamos así la tocada. A partir de ese concierto conocí gente que me dijo “oye por qué no contactas a Arturo Meza para que venga a tocar”, y me lo encontré en el Alicia tiempo después y lo invité, y también fue a tocar con nosotros, y así empezó a crearse una pequeña red de gente, imprimíamos flyers y los íbamos a pegar a CU y la gente nos llamaba para preguntar por boletos, y de repente se llenaban los eventos.

En aquel tiempo solo el Alicia jalaba a los Rupestres, sobre todo en el aniversario luctuoso de Rockdrigo hacían un evento con todos ellos, pero faltaba un lugar para el movimiento, para los Rupestres y los que no eran del movimiento primigenio pero se fueron uniendo, como Gerardo Enciso, Carlos Arellano, Armando Rosas.

Por ahí del 2013 me habla Carlos Arellano y me dice, voy a estar allá en Ciudad de México con Gerardo Enciso. Con Gerardo nunca habíamos hecho nada, porque como era de Guadalajara ya traerlo estaba cabrón, entonces Carlos me propuso que hiciéramos algo en Coyoacán, le hablé a mi amigo Omar Hernández —a quien conocí en una tocada de Arturo Meza— y le pedí que me ayudara con la logística. Al final fue un evento muy padre porque se llenó, y aparte llegaron al lugar otros músicos como Armando Rosas, Armando Palomas, entonces la gente dijo “éste es el Rincón Rupestre”, y otro amigo dijo “¿por qué no nos ponemos el Rincón Rupestre y hacemos tocadas de este tipo?”, y le dimos para adelante.

En ese colectivo éramos Omar, tres amigos más y yo, y nos lanzamos a hacer el Rincón, en el Bar San Francisco, ahí en Coyoacán. Después tuvimos un par de diferencias con el lugar y nos fuimos a un punto en la Roma, pero no funcionó porque la gente de ahí, cuando vieron que sí había bastante asistencia, ya querían parte del cover (que iba íntegro para el artista). Entonces mejor lo dejamos por la paz.

Tiempo después, en 2015, fui a Sonart, una escuela de música donde mi sobrino tomaba clases, y aunque el lugar se me hizo chico y no cabían mesas, pensé que podía funcionar para algo alternativo, como una fiesta; hablé con Germán (el dueño) y llegamos a buen acuerdo. Le dije entonces a Omar que hiciéramos algo ahí con Iván García con la idea de jalar al público joven, porque necesitábamos recaudar fondos para comprar una bocina, entonces hicimos el primer show con el nombre “Del Rincón para El Rincón”, y a la gente le gustó, se sentía como una reunión de amigos en el patio.

En esa primera tocada tuvimos malentendidos con los otros amigos del Rincón, total que se disolvió el Rincón esa noche. Días después Omar y yo decidimos renombrar el proyecto, y le pusimos el “Sindicato Rupestre”, jugando con la onda sindical, y le pusimos la mano obrera con la guitarra. Poco después nos llamó Enciso, que quería armar algo en Ciudad de México, le comentamos del espacio y dijo “va hay que armarlo”, y estuvo genial porque ese día se llenó y luego llegó Jaime López, se echaron un palomazo, y poco a poco se empezó a posicionar como un lugar donde llegaban de visita los músicos rupestres. 


Platícanos de la tradición rupestre, cómo la podrías describir para quienes no tienen mucho conocimiento sobre esta corriente musical… ¿Cuáles son sus ideales? ¿Quiénes son algunos de sus exponentes? ¿Qué tipo de música es?

Los rupestres son músicos que venían tocando desde principios de los 80s en sus proyectos individuales, músicos como Jaime López, José Cruz (de Real de Catorce), Roberto González, Emilia Almazán, varios músicos que no encontraban en las peñas espacio, que tenían una onda más folk, en sus letras no eran tan románticos clásicos, sino más urbanos, con mucho sentido del humor. Se empiezan entonces a agrupar y a tocar en el Foro Tlalpan, ahí tenían un espacio que se llamaba “Cada quien sus rolas”.

Rafael Catana era de los que procuraba mucho presentarlos entre ellos, “mira él es Arturo Meza, es de Michoacán”, y se juntaban mucho en un café-bar en Tlalpan que se llamaba “El Cometa”, para armar la bohemia, ahí presentaron a Rockdrigo a los demás. Fue algo muy espontáneo, para muchos nunca fue un movimiento, más bien una reunión de amigos, para otros sí fue un movimiento porque tenían ciertas características, leían más o menos la misma literatura, escuchaban a los mismos músicos, tenían una onda social-política parecida.

La foto famosa de Los Rupestres es cuando deciden hacer el Colectivo Rupestre, Rockdrigo escribe un manifiesto con su humor, diciendo cosas como “los Rupestres somos músicos que tocamos con instrumentos de palo”. En esa foto aparecen Fausto Arrellín, Nina Galindo, Eblen Macari, Roberto González, Roberto Ponce, Rafael Catana y Rodrigo González. Algunos como Jaime López no quisieron entrarle de lleno a esa etiqueta de “rupestre” pero eran del mismo grupo. Había también muchos músicos de bandas que eran afines como Botellita de Jerez, Mamá-Z, Cecilia Toussaint y Arpía.

Básicamente el movimiento dura muy poco, porque Rockdrigo llega a Ciudad de México en el 83, y muere en el 85, dos años fue lo que duró ese esplendor. Para algunos, a partir de que muere Rockdrigo es cuando empieza realmente el movimiento, porque es cuando los compositores empiezan a buscar espacios, pero hay diferentes versiones. En “Rupestre: ElDocumental” lo abordan muy bien, con la opinión de varios músicos.  


 

Hablando del rock-folk urbano de los 70s… ¿Rock rupestre y rock urbano es lo mismo?

No… aquí en México, en los 70s, lo más cercano que hubo fue El Pájaro Alberto, que era el cantante de Love Army. Cuando se acabó esa banda, Alberto empezó a hacer sus rolas muy al estilo Dylan, se le considera como el primer Rupestre, el primero que sonaba a rupestre, con rolas en español hechas a guitarra y armónica. Luego hay como un vacío ahí, pasa el Festival de Avándaro, y en principios de los 80s había bandas como El Tri, Dug Dugs, que estaban más en el ryhtm & blues o hasta en el progresivo, pero realmente no había onda rupestre. El rock rrbano son rolas más de la banda, con letras un tanto más sencillas. 


¿Crees que en México se le da el reconocimiento y valor que se merecen a este tipo de cantautores, que trabajan detalle a detalle la canción, que son poetas urbanos de la canción?

No, creo que se le ha dado reconocimiento a cantautores digamos más “clásicos”, dígase Fernando Delgadillo, Alejandro Filio, ellos tienen otro tipo de canción, pero para este tipo de músico, que es más una canción de propuesta, no, no se le ha dado su reconocimiento. De hecho, gente que no está inmersa en lo Rupestre piensa que muchos ya se retiraron, que ya no tocan, lo ven como algo del pasado, pero las redes sociales han ayudado a darle nueva vida.

En México el rock siempre ha sido alternativo, nunca ha sido lo más popular, y si a eso le agregas que es un rock independiente, autogestivo… no hay un gran público para este tipo de canción, nació con esa onda de que no hay un gran público. Yo siempre pongo el ejemplo de Argentina, donde el rock es muy popular, tú vas por la calle o te subes al taxi y están escuchando rock, porque allá el rock sí es música popular, aquí es la banda, el corrido. Es algo cultural. Hay un público, pero no para hacerlo masivo. Aquí hay bandas que alguna vez tuvieron cierto nivel y siguen batallando, a menos de que sean Caifanes, Café Tacuba, que bueno ahora con las redes hay bandas que ya logran conectar con su nicho y llenar sus tocadas.


Cuéntanos un concierto memorable en el Sindicato que te venga a la mente en este momento…

El que más recuerdan todos fue con Trolebús, una banda de aquí de la capital de los años 80s, que precisamente sí estaba entre el rock urbano y el rupestre, porque musicalmente es muy urbana pero las letras son muy rupestres. Sacaron un álbum en el 87 producido por El Mastuerzo. En los 90s “Choluis”, el cantante de Trolebús, se fue a vivir a España y se desintegró la banda, pero siempre quedó como una banda de culto, sacaron varios hits y se quedaron como en la añoranza.

Bueno, era el 2017 y entra un personaje muy importante, Rodrigo de Oyarzabal, él trabajó en Radio Educación muchos años, y se encargó de grabar a todos los rupestres cuando iban a cabina, a Rockdrigo, a Jaime López, a Cecilia, a todos, hay cassettes que hasta ahora siguen rolando en El Chopo, de rupestres que solo tienen grabaciones de las que hizo él.

Va, pues en el 2017 me habla Oyarzabal y me dice “Choluis viene de España, va a estar unos días, ¿por qué no lo invitas al Sindicato a que se eche unas rolas con ustedes?”, y unos días después me habla por teléfono Choluis preguntando por un lugar donde tocar, y le comento del Sindicato, lo invito a hacer un concierto pero me dice que no tiene las rolas preparadas, pero a lo largo de un mes lo vamos platicando, él empieza a invitar a los músicos de Trolebús, y al final terminamos armando un concierto increíble. Muchos descubrieron el Sindicato por ese concierto, había fila para entrar en la calle. Fue Catana, Jaime López, Armando Rosas… el mismo público eran músicos legendarios. Después de ahí Trolebús ha hecho varias tocadas.



“Rezo por vos”: un canto a la introspección y a la universalidad



Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |


Y sí, tras una laaaarga ausencia de escritos en mi columna de Sputnik, ¡he vuelto! Y caigo en la cuenta de que, en definitiva, me siento mucho más cómoda escribiendo que entrevistando gente. No sé si tenga algo que ver con sentirme media expuesta o el hecho de tener el síndrome de la impostora aunado al de Sir. Fitzwilliam Darcy, pero nada se compara con la comodidad y seguridad de escribir un texto sin tanta presión (siempre autoimpuesta, por supuesto). Pero bueno, haciendo a un lado mis propias inseguridades, claro que lo disfruté un montón y aprendí muchas cosas en el proceso. Acá esto me suena a sesión de terapia, así que mejor corto, pero no quería desaprovechar el espacio y agradecer de corazón las lindas palabras que me hicieron llegar en estos meses a raíz de las entrevistas en “Cinetiketas” (¡incluso unas re lindas desde Australia!).

 

Pues bien, como en otras ocasiones en que me ausento y regreso de manera intermitente, anduve pensando y repensando (algo que se me da muy bien, obvi) sobre qué quería abordar en este legendario retorno a las letras (legendario para mí, déjenme soñar) y como siempre, cada momento de mi vida pareciera tener un leitmotiv bien específico y justo ahora, suena a puro rock argentino (¿tendrá algo que ver que mis entrevistados hayan sido argentinos? ¿o con la bella conexión que siempre hemos tenido con la Argentina?). Anyway. Me dispongo a contarles un poco acerca de la canción que en estos momentos, invade cada espacio de mi cabeza: “Rezo por vos”, compuesta e interpretada por dos de los músicos más influyentes de la historia del rock argentino, los maravillosos Charly García y Luis Alberto Spinetta. Y no sé bien si es por la letra, la música, la interpretación o el hecho de que es una extensión directa de la mente de este icónico dúo, pero algo hermoso tienen estos más de cuatro minutos que me gustaría compartir con ustedes, ya sea que estén familiarizados con el tremendo temazo o no mucho.




La canción nace en 1985, en un momento clave de la trayectoria, tanto de Charly como de Spinetta. Ambos ya eran figuras reconsolidadas del rock argentino, con una extensa y hermosa discografía a sus espaldas. Charly García, por un lado, ya había conocido y saboreado las mieles del éxito masivo con las bandas “Sui Géneris”, “La Máquina de Hacer Pájaros” y “Serú Girán” en la década de los 70s y continuaba explorando nuevos sonidos, tanto en solitario como en distintas colaboraciones. Por su parte, “El Flaco” era considerado uno de los compositores más talentosos y visionarios del llamado rock nacional, habiendo liderado bandas icónicas como “Almendra” y “Pescado Rabioso”. Es en este contexto que “Rezo por vos” surge como la gran colaboración entre dos artistas que, si bien ya compartían una amistad y admiración mutua, provenían de trayectorias y estilos musicales bastante diferentes. Mientras García se destacaba por su música más directa y vanguardista, Spinetta era conocido por su propuesta más introspectiva y poética.

 

La canción se enmarca digamos que en un momento especial de transición y búsqueda espiritual para ambos artistas; tanto Charly como Spinetta, se encontraban explorando nuevos caminos creativos, lo cual se refleja en la temática y en el tono bastante melancólico, reflexivo y hasta existencialista de “Rezo por vos”.

 

Antes de empezar a analizar un poquito la canción en sí, cabe mencionar que hay tres versiones de ella: la de Charly que aparece en el álbum “Parte de la religión” del ‘87, la del Flaco que encontramos en el álbum “Privé” del ‘86 y la que presentaron juntos en un par de ocasiones, como por ejemplo en el 2009 en el Estadio Vélez Sarsfield. Voy a centrarme más en la primera y en la tercera versión, porque es mucho más fiel al demo que sacaron en un inicio y porque la de Spinetta es MUY Spinetta (siento que hasta merece un artículo aparte). Pero bueno. La canción inicia con un delicado y evocador riff de guitarra eléctrica acompañada de unos golpeteos de batería (probablemente generados en una caja de ritmos), que de inmediato enganchan y nos marcan el ritmo de los siguientes cuatro minutos y cachito. Luego, los teclados y sintetizadores junto con la voz de Charly (por momentos abrumadoramente desgarradora, sobre todo en el puente) se hacen presentes, acompañando y entonando esas letras profundas y emotivas que, en todo momento, transmiten una sensación de vulnerabilidad y espiritualidad (no en vano escogieron ese título, ¿verdad?). De acuerdo con el sitio Letras.com (sí, me pareció una buena fuente y se callan) la letra “[…] refleja un viaje espiritual y emocional, donde la transformación es el tema central en la canción; en su conjunto, es un himno a la resiliencia y la esperanza, a pesar de las adversidades y la soledad”. Y si bien la lírica aborda temas personales y existenciales, creo que la canción trasciende lo individual y se convierte en una reflexión sobre la condición humana en su conjunto, logrando combinar la introspección y a su vez, la universalidad. A lo largo de la canción y hablando en específico de la versión que interpretan ambos, la voz de Spinetta se fusiona con la de Charly, creando una armonía conmovedora que refuerza la intimidad y la conexión entre ambos artistas llegando incluso a generar confusión sobre quién está cantando qué estrofa, lo cual me parece que es una sensación instaurada a propósito. A mí lo que verdaderamente me mata, es el puente, con su: “…y curé mis heridas y me encendí de amor, de amor sagrado”. Uff. Pienso que ahí es donde se abre la canción y florece para entregárnoslo todo y así poder llorar en unísono.

 

“Rezo por vos” se convirtió rápidamente en una de las canciones más emblemáticas del rock argentino. Su profundidad lírica y la colaboración entre dos de los artistas más respetados del género, la convirtieron en un hito de la música nacional argentina.


Y así como yo, seguramente ustedes también se preguntarán por qué no existen más colaboraciones entre Charly y Spinetta siendo justo eso, el gran Charly García y el maravilloso Luis Alberto Spinetta, que pudieron regalarnos discografías enteras de genialidad, irreverencia y argentinidad pura. Pues bien, resulta que durante la grabación y presentación de la canción en el programa de televisión “Cable a Tierra” conducido por Pepe Eliaschev, ocurrió un incidente curioso y contundente. Mientras ambos, hermosamente vestidos (el Flaco tiene unas botitas amarillas sensacionales), estaban al aire presentando el tema, García recibió una llamada informándole que su departamento se estaba incendiando. Para empeorar las cosas, el incendio había sido causado o por un cortocircuito de la videograbadora, que según se dice, casualmente estaba grabando el programa en ese momento o también está la versión de que dejaron todo conectado (amplificadores, cajas de sonido, etc.) previo al programa y se generó un cortocircuito fulminante. Después del incidente, García y Spinetta tuvieron una fuerte discusión, con García molesto por la “actitud paranoica” de Spinetta y es que el Flaco tomaba como presagio la letra “y quemé las cortinas y me encendí de amor” (que incluso decide eliminar en su versión) y al parecer se culpabilizó por el incendio. En un momento de tensión, García llegó a tirarle un cenicero a Spinetta, algo ya clásico en Charly, pero fue la gota que derramó el vaso. Ambos artistas reconocieron que el incidente los había “quemado” y asustado mucho y decidieron no continuar con el álbum que tenían pensado hacer y que tenía varios demos ya medio elaborados.  Además de eso, sus personalidades eran dimensionalmente distintas; Charly siendo Charly, no tenía limitaciones en sus horarios y le hablaba a Luis Alberto descaradamente a las dos de la mañana con ideas y casi con la exigencia de grabar en ese momento. Y Spinetta, por otro lado, padre de familia y con rutinas de trabajo más disciplinadas, básicamente lo mandaba al diablo. El álbum iba a llamarse “Cómo conseguir chicas” y García usaría dicho nombre para un álbum propio un par de años después.

 

Háganse un favor y escuchen todas las versiones, disfrútenlas, llórenlas, compárenlas y satúrense de ellas como ya lo hice yo. Les dejo el videíto de la presentación porque es relindo e interesante ver cómo creaban música emblemática juntos.

Aunque tú no lo sepas: una charla con Antonio García de Diego



En esta edición de 'Aunque tú no lo sepas' charlamos con el gran músico, compositor, multinstrumentista y productor discográfico Antonio García de Diego sobre la gira de 'Benditos Malditos' por tierras mexicanas.

Antonio García de Diego ha colaborado con los artistas contemporáneos más importantes de España como Miguel Ríos, Víctor Manuel, Ana Belén, y por supuesto Joaquín Sabina a quien ha acompañado tras la pluma y sobre los escenarios durante toda su carrera.


Para más entrevistas suscríbete al canal de YouTube de Casa Yonki.

‘Barajas’: deconstruyendo el azar a cuarenta años de la tragedia



Blue Street | Hugo Ernesto Hernández Carrasco


En general, podemos intuir la intensidad de las obras artísticas, las expresiones y construcciones narrativas, entre ellas el documental, por todo aquello que agita en nuestra imaginación, por las reflexiones o quiebres que provocan en nosotros. Barajas, el documental de Javier Izquierdo que hilvana con esa intensidad a los cuatro autores fallecidos el 27 de noviembre de 1983; recupera su voz, sus imágenes, las ideas, los pesares, los efectos y los dilemas de estas cuatro figuras (Rama, Scorza, Traba e Ibargüengoitia) claves para el pensamiento intelectual latinoamericano.

El documental es un grito seco en medio de un mundo canónico que muestra sorpresa, morbo y a lo mucho, una lamentación sectorizada, es decir, es un grito en medio de países que casi siempre lloran la pérdida de la figura específica y no del conjunto de personalidades que América Latina perdió. Ha habido esfuerzos literarios y conversacionales, pero no audiovisuales hasta ahora.

Barajas interpela a los retazos de las obras y las voces para dimensionar aquello que se frustró con el fatídico accidente del vuelo proveniente de París, con destino a Bogotá. Genera para ello un diálogo (que en el documental señalan como rompecabezas) entre las obras de Jorge Ibargüengoitia, Marta Traba, Manuel Scorza y Ángel Rama.

Un diálogo que da cuenta de la postura amplia de cada uno de los autores, las circunstancias e historicidad que les atravesaron; lo perturbador de las coincidencias, la recuperación de su memoria íntima pero también de su voz pública.


Barajas es la vindicación de su recuerdo y con ello, de la reconstrucción de la idea circundante y aparentemente inconexa de ‘lo latinoamericano’ que puede construirse a través de ellos, de cómo sus existencias meteóricas confluyeron, y aunque terminadas antes de tiempo, la subsistencia de sus ecos persisten en el presente potencial: el humor de Ibargüengoitia, el talante crítico de Marta Traba, la lucha social a través de la ficción de Manuel Scorza y la problematización de la realidad literaria latinoamericana de Ángel Rama. Izquierdo logra que la magia de la confluencia le otorgue al documental no solo su coherencia narrativa sino su potencia afectiva.

La reflexión más contundente que nos deja el documental, es la sensación de que, salvo a Ibargüengoitia; a Scorza, Traba y Rama, les cobró la vida el exilio.


Y es que es imposible no pensar que tantas personalidades críticas no coincidieran en este accidente como resultado de un viaje de vuelta a América Latina a la que los autores pudieron interpelar para volver pacíficamente, en medio de las opciones acotadas de movimiento y acción a las que las condiciones de precariedad y persecución les sometió el exilio. El documental repasa estas condiciones desde el testimonio de los protagonistas. Por tanto, las reflexiones íntimas y públicas de los autores, diseccionan las complejidades históricas de nuestro continente pero también, las complejas circunstancias personales que les atravesaron y cuya voz, visibiliza sus incertidumbres y desalientos, llegando probablemente con ello, a generar un lazo emocional con la audiencia. En este sentido, el documental alcanza su cénit ahí donde se abre la lectura de algunos fragmentos del diario personal de Ángel Rama.

Finalmente, queda repensar cómo a pesar de que hace más de cuarenta años la entrevista a Scorza en París develaba las dificultades económicas y políticas de los latinoamericanos, estas reflexiones bien pudieran ser parte de un podcast o caber perfectamente en algún espacio noticioso o en algún programa de opinión. Queda pensar que las reflexiones del mismo Rama no envidian en nada al ensayo moderno sobre las condiciones de los escritores y de la literatura latinoamericana (en su temática, en su profundidad y vigencia). Pensar en lo inacabado de los circuitos y estudios de arte frente a las problemáticas que planteaba Traba, y también, lo mucho que queda por descubrirla como crítica y como autora de ficción. Repensar, releer, la utilización de la ironía y el sarcasmo de Ibargüengoitia como una especie de metodología para radiografiar y desmitificar la realidad latinoamericana. En el documental, el narrador se pregunta -no sin razón- que cuánto ha cambiado América Latina en cuarenta años. La vigencia de la obra y voz conjunta de los autores que nos muestra Barajas, nos da luz para responderla.



Documental: Barajas

Javier Izquierdo / 2022 / 1h03m / Ecuador
Guion y dirección: Javier Izquierdo
Producción: Tomás Astudillo
Montaje: Ana María Prieto
Sonido: Franz Córdova

(En orden: segundo documental)


La transmutación en el cine de David Cronenberg


 Jorge Tadeo Vargas |

 

"Pretendo noquear al espectador con cada nueva imagen".
David Cronenberg

 

Al revisar el cine de David Cronenberg queda más que claro que no podemos verlo como piezas separadas o como etapas que este cineasta ha ido pasando en toda su trayectoria. Su cine es un todo, un conjunto al que podríamos llamar “el proyecto Cronenberg” y es que cada una de sus películas es una pieza fundamental para entender la obsesión, los miedos, las filias y las fobias que este canadiense tiene con el cuerpo humano y las posibilidades de transmutar, de convertirlo en algo diferente, distinto, en algo más de lo que es.

Cronenberg ha creado un estilo muy personal de terror, cercano al corporal, a la ciencia ficción desde donde explora la conexión y la interrelación que tenemos con nuestro cuerpo que vamos conformando con el paso del tiempo.

Su estilo de terror parte de su fascinación, el morbo, la traición corporal de envejecer para llegar a la transmutación en otra que incluso va más allá de lo humano, de lo tangible, para desde ahí partir a la exploración del horror a lo diferente. Una visión tan retorcida que se va normalizando cada vez más. Lo vemos con esas personas que deciden modificar parte de su cuerpo de diversas maneras. La idea de transmutar de este director es algo con lo que de cierta forma hemos convivido desde hace décadas, solo que Cronenberg lo presenta desde una visión mucho más retorcida.

David Cronenberg nació en una familia judía, en Toronto, Canadá. Hijo de un escritor, periodista, editor y una pianista, paso su infancia rodeado de libros y música, por lo que no fue nada extraño que al momento de entrar a la universidad se decidiera por literatura, donde puso énfasis en autores como William S. Burroughs, Vladimir Nabokov entre otros escritores que en sus libros siempre han dejado claro su filia con el cuerpo, su envejecimiento y como ir retrasándolo, impidiéndolo. Sin embargo su camino hacia el cine estaba formándose, la película amateur “Winter Kept us Warm” lo llevó a buscar en el cine la forma de expresar sus sentires, sus miedos, sus pasiones.

Con la idea de convertirse en director se muda a la ciudad de Nueva York e influenciado por toda la escuela underground que se estaba dando a finales de la década de los sesenta, es que sin ningún conocimiento técnico decide filmar sus dos primeros cortometrajes, con historias escritas por él.

Filma “Fincher” (1966) que es un diálogo entre un psiquiatra y un expaciente y “From the Brain” (1967) también en forma de diálogo pero esta vez entre dos veteranos de guerra. Estos dos cortometrajes ya van mostrando las obsesiones de Cronenberg con respecto a la decadencia corporal, mental, el envejecimiento como algo de lo que no podemos escapar.


En 1969, filma su ópera prima “Stereo” donde desde la ciencia ficción comienza a vislumbrar su estilo característico de terror corporal, donde los protagonistas son intervenidos quirúrgicamente para quitarles el habla, desarrollando con esto habilidades telepáticas. Con “Stereo”, Cronenberg presentaba sus primeros indicios de transmutación en sus personajes como parte fundamental de sus historias, de las obsesiones que presentan y que los hacen ser quienes son.

Con su segunda película “Crimes of the Future” (1970) apuesta por hacer una dura crítica a la sociedad conservadora de su país natal. Cuestiona ideas preconcebidas desde lo políticamente correcto. “Crimes of the Future” causó bastante polémica por esa apología a la pederastia que hace, para lo cual Cronenberg respondió que lo que intentaba hacer con la película era mostrar a una sociedad hipócrita, falsa, conservadora, a la par de perversa.


“Shivers” (1975) es con la que logra la proyección necesaria para convertirse en un cineasta de autor, más allá de un simple director de cine de terror/ciencia ficción. Sin embargo se mantiene siendo un director reconocido en el circuito de ese género, ganando el premio al mejor director en el aclamado Festival de Sitges. En “Shivers” ya se perfilan sus principales obsesiones dentro del terror corporal. El sexo explícito, el gore, la violencia, dando los primeros pasos a lo que se convertiría en su sello característico.

Cabe mencionar que esta es la primer película de Cronenberg en la que delega la dirección de fotografía y la cámara a alguien más, dando como resultado mucha mayor libertad para que él se dedique a la dirección, lo que le da una mayor madurez y seguridad, que se muestra en “Rabid” (1977) en la que incluye otra de sus filias como son los coches y las motocicletas. Esta fue un éxito en taquilla, además que se convirtió de inmediato en una película de culto dentro del subgénero gore, aunque habrá que decir que estaba muy alejado de lo que los directores especialistas estaban haciendo en ese momento. Cronenberg estaba dibujando una delgada línea entre el género del terror y el cine de autor, al cual pocos autores en esos años estuvieron caminando.

En 1979 decide sacar dos películas que de cierta forma presentan de forma muy acertada a David Cronenberg en esos años. Con “Fast Company”, su única de encargo en toda su filmografía, hace un primer acercamiento a su filia con los autos, la velocidad y los accidentes automovilísticos. A pesar de que es un filme de encargo tiene el estilo del canadiense, quien además ha dejado claro que aceptó hacerla por dos razones, la primera por su gusto por los coches y las carreras, y para poder financiar “The Brood”, uno de sus proyectos más personales.

Desde sus miedos infantiles relacionados con la enfermedad degenerativa de su padre es que deja ver desde una visión bastante retorcida los traumas infantiles y como estos nos van marcando.

Es a la fecha una de sus mejores películas, además de presentar un punto de inflexión, un antes y un después en su carrera, al menos en lo que a presupuesto se refiere, pues con “The Brood” los grandes estudios voltean a verlo, logrando así tener un mayor apoyo económico lo que se traduce -contradictoriamente- en una mayor libertad de crear, de llevar a cabo sus visiones.


Entre mediados de los ochenta y principios de los noventa, plasma sus mayores éxitos comerciales, logrando así no solo consolidarse como un referente dentro del cine del terror, principalmente de los subgéneros del horror corporal y el gore, sino también como un director de cine de autor; pues la estética de sus películas, así como el tratamiento de sus historias, que en eso años habían mejorado mucho, le permiten entrar en esa categoría, incluso Andy Warhol dijo sobre “Videodrome” que era “A Clockwork Orange” de los ochenta.

Esta película que combina los elementos clásicos de Cronenberg como son la transmutación corporal, el gore, la violencia y el sexo con una crítica hacia la televisión, en una década plagada de excesos capitalistas, donde el consumismo fue lo que marcó a toda una sociedad, dando la pauta de lo que nos convertimos en la actualidad.

Queda claro en esta película que toda la violencia, los excesos, la forma de verlos, en televisión o ahora en las llamadas redes sociales, Cronenberg se estaba adelantando a lo que podríamos decir que es lo que vivimos en la actualidad y que Claudia Alarcón llama “Sociedad Snuff”. “Videodrome” es uno de los filmes más excesivos visualmente de Cronenberg, donde no hace ninguna concesión a la censura, ni personal, ni de los estudios.

Previo, en 1981, filma “Scanners” en la que con un mayor presupuesto logra mostrar visualmente de forma mucho más cercana a su idea, la violencia, el sexo explícito, los cambios corporales; es decir, todo lo que significa el “Proyecto Cronenberg”. Con esta también se permite ir creando esa estética visual cercana al ciberpunk que será usada en sus demás películas.

Cierra la década de los ochenta con sus tres películas más taquilleras a la fecha, además de ser el momento en que toma la decisión de apostar por la adaptación de libros, ya sea novelas o relatos, antes de que las historias originales.


Con “The Dead Zone” (1983) adaptada de la novela homónima de Stephen King y su película con mayor presupuesto hasta ese momento, muestra un lado mucho más psicológico en su forma de representar el horror. con “The Fly” (1986) misma que terminó de establecerlo como un director rentable para los grandes estudios y que además lleva la transmutación hacia otros niveles mucho más perturbadores y perversos.

“The Fly” ha trascendido al nivel de convertirse en parte de la cultura pop, con múltiples parodias, referencias, memes, entre otras formas de homenaje actual. Cerrando con “Dead Ringers” (1989), una de las películas más incomprendidas de su filmografía pasando de ser duramente criticada a ser considerada la sexta mejor película en toda la historia del cine canadiense. 

Para los noventa se dedica exclusivamente a adaptar novelas y obras de teatro, iniciando con “Naked Lunch” adaptada de la novela del mismo nombre de William S. Burroughs, incluyendo algunos relatos y pasajes biográficos del escritor. El caos estético y secuencial de la novela son fielmente plasmados en la película dejando ver la influencia que este escritor ha tenido en el cine de Cronenberg. Ésta es posiblemente la película que lo lleva a la cumbre como director de cine de autor, alejándolo un poco de la categoría del terror/horror y es así como para 1993, filma “M. Butterfly”, adaptada de la obra de teatro del mismo nombre escrita por David Henry Hwang. Aquí se aleja por completo de su estilo y sus obsesiones y miedos los convierte en un drama psicológico de alto nivel, con un Jeremy Irons en el papel principal, interpretado de forma magistral.


El año1996 lo alcanza filmando “Crash”, de nuevo adaptada de una novela, esta vez de J.G. Ballard y es justo con la que alcanza a llevar al cine en una sola película todas sus obsesiones, desde los cambios corporales, el terror, los miedos, los coches (accidentes incluidos), el sexo. Es posiblemente la obra cumbre de Cronenberg, la que mejor retrata sus filias y fobias. La polémica que tuvo fue un factor detonante no solo para que la critica especializada la viera con otros ojos, sino también detuvo una mayor distribución, deteniendo la proyección masiva de una de sus mejores películas.

Cierra la última década del siglo con “eXistenZ, adaptación libre de la novela “The Three Stigmas of Parker Eldrich” (lo cual sigue negando Cronenberg pero el parecido en la historia es innegable). Aquí de nuevo hace una crítica a las nuevas tecnologías, al uso que se les da para la alieneación y control de las personas. La sutileza para mantener el gore de una forma muy fina y elegante son la mayor sorpresa de este filme. Cronenberg comenzaba a entender que necesitaba pulir sus técnicas para solventar la censura.


En este siglo se ha mantenido apostando por las adaptaciones más que por las ideas originales, tal vez por su (de)formación como escritor o reconociendo que Cronenberg es más un artesano que un artista, su formación es totalmente empírica con respecto a las técnicas cinematografías y eso tal vez juega a su favor -junto a su título en literatura- para hacer el cine que hace, apostando por las adaptaciones.

Desde la revisión a un paciente mental en “Spider” (2002), pasando por “A history of Violence” (2005) basada en la novela gráfica del mismo nombre de John Wagner y Vincent Locke, donde hace varios guiños al cine noir, que mantiene en “Eastern Promises”, con la que va conformando una relación de trabajo con Viggo Mortensen que mantiene hasta la fecha, el regreso al thriller psicológico con “A Dangerous Method” (2011) adaptada de la obra de teatro del mismo nombre, con “Cosmópolis” (2012) basada en la novela del mismo nombre de Don DeLillo, con la que regresa a una de sus obsesiones regulares: el sexo como una forma de escape, de liberación, para después regresar al cine independiente, arriesgado, complicado en sus historias como lo fue “Maps to the Stars” para luego tomarse un descanso de casi diez años y regresar con “Crimes of the Future” (2022) que no es un remake de la película con el mismo nombre de 1970, aunque guardan ciertas similitudes especialmente con respecto al sexo y las transformaciones corporales. Después de un tiempo alejado de su estilo con “Crimes of the Future”, regresa a su estilo inicial, aunque mucho más fino y elegante que en sus primeras películas.

David Cronenberg se mantiene en constante diálogo consigo mismo, de la misma forma en que su estética dialoga entre sí con cada película, moldeándose en las diversas formas de ver las realidades y desde ahí dialoga con nosotros como espectadores de su proyecto, al que nos invita a transmutar y entender que la realidad puede verse desde muchas ópticas.


Desde el exilio en Ankh-Morpork


Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia. En sus ratos libres coordina el Observatorio de Emergencias Socio-Ecológicas

Las criaturas de John Carpenter



Jorge Tadeo Vargas |

 

“Hay dos historias diferentes del horror, las que hablan del interior y las que hablan del exterior”.
John Carpenter

A Rocío, en el presente y el futuro.

 

Hablar de la historia del cine de terror, es hablar de John Carpenter y la enorme influencia que son sus películas y su estilo. Mas allá del género en que se popularizó, es un referente importante en la historia de la cinematografía pero no solo por su capacidad para contar historias y crear personajes, sino también por lo que aportó en la música, específicamente para el séptimo arte.

Si bien Carpenter ha dicho en muchas entrevistas que su llegada al cine la hizo pensando en hacer películas western, influenciado por directores como Howard Hawks y John Ford entre otros, fue el cine de terror el que le permitió ser la leyenda que es a la fecha y esto inicia con Halloween (1978) que junto a Friday the 13th (1980) dirigida por Sean S. Cunningham y A Nigthmare On Elm Street (1984) de Wes Craven, popularizaron el subgénero de los asesinos seriales sobrenaturales, donde al ser la primera, Halloween revoluciona el cine para permitir que las otras dos lleguen a cimentarlo.

El mérito de Halloween no es solo que fue el inicio de este subgénero, sino que el estilo narrativo, la estética visual iban más allá de una película para adolescentes, como han clasificado a estas producciones muchos críticos, sino que tomando muchos elementos del suspenso hitchcockiano, con influencias del cine de John Ford, se va perfilando el estilo de dirigir que a la fecha es reconocido a nivel mundial.

Carpenter llega a la industria -aunque siempre se mantuvo en los márgenes, en la frontera- con una actitud de confrontación con los grandes estudios y la idea hegemónica de cómo comercializar sus películas antes de pensar en lo que quería contar, por lo que siempre se mantuvo como un marginal al cual no se le otorgaba mucho presupuesto a la hora de filmar, fue así que entendió que tenía que hacer lo posible para que sus películas llegaran a buen fin con poco presupuesto por lo que su estilo se fue desarrollando desde un minimalismo visual que a la fecha es reconocido y a la fecha es influencia para muchos directores.


Si bien Halloween es la película que lo llevo a la fama, no fue la primera; después de algunos cortometrajes donde esa mezcla de ciencia ficción y terror que manejó en muchos de sus filmes se fue gestando hasta llegar a su ópera prima Dark Star (1974), una especie de space opera con mucha influencia del western a la cual no le fue muy bien en su momento, pero con el paso de los años se ha ido posicionando como una parodia a esa idea de la inteligencia artificial que en esos años puso tan de moda Stanley Kubrick cuando adaptó 2001: odisea del espacio, la novela de Arthur C. Clarke.

En su segundo filme Assault On Precinct 13 (1976) toma la decisión de mezclar dos de sus películas favoritas para narrar una historia de acción. Aquí vemos la influencia de Rio Bravo (1959) de Howard Hawks y de George Romero con su Night of the Living Dead (1968). Esta película a la fecha es considerada como una de las mejores películas en su genero de todos los tiempos.

Esto le permite que Halloween, que es una mezcla de terror, gore y noir, revolucione el género y así comienza una nueva etapa en su carrera, llegando a convertirse en un referente del cine de la década de los ochenta con películas icónicas como The Fog (1980), el western distópico Escape from New York (1981) y The Thing (1982), la cual pudo haber acabado con su carrera ya que la crítica en ese momento no la entendió usando calificativos como  “la peor película jamás filmada” o “lo más repulsivo que se ha hecho”; sin embargo al llegar al video, se convirtió en un filme de culto apuntalando la filmografía de Carpenter e iniciando lo que al paso de los años se conoce como la Trilogía del Apocalipsis. Esta “redención” que le dieron sus fans, le permitió que los grandes estudios apostaran por él para dirigir la adaptación de la novela de Stephen King, Christine (1983) y la crítica a los superhéroes de mallas con Starman (1984).

En 1986 regresa al cine de acción, esta vez mezclado con comedia y junto a Kurt Russell, su actor fetiche de esa década,  filma Big Trouble in Little China, un fracaso taquillero pero que como con casi todas las películas de Carpenter, con el tiempo ha pasado a considerarse de culto. Cabe mencionar que a pesar de ser una comedia ligera con toques de acción, la firma minimalista incluso en la música está muy presente, por lo que de nuevo hablamos de un filme lleno de guiños al western y al noir.

Con Prince of Darkness (1987) le da cuerpo a la Trilogía del Apocalipsis que terminaría con In the Mouth of Madness (1995), regresando a ese terror mezclado con suspenso detectivesco en el que se siente más cómodo. Esta es posiblemente su película más exitosa comercialmente hablando de toda la década de los ochenta, sin embargo si una película deja muy claro quien es Carpenter es They Live (1988) donde aprovecha las libertades que tiene para hacer una crítica directa a la industria del cine, de la publicidad, al consumismo y al capitalismo en general.

Con esta obra se posiciona como un director crítico, transgresor y muchos comienza a buscar un doble sentido en sus filmes, cosa que esta muy presente en todos ellos. Más allá de la búsqueda de una crítica social, lo que Carpenter hace es presentar a sus personajes desde el horror y todas las formas en que se puede traducir, desde las pesadillas más oscuras, hasta la maldad más tangible.

En la década de los noventa a diferencia de la anterior donde dirigía una película por año, su producción es menor, sin embargo es en estos años cuando filma In the Mouth of MadnessVillage of the Damned (1995) -que puede ser su película más elegante y fina visualmente hablando, además de contar con una historia bastante buena, que la convirtió de inmediato en una película de culto- y termina con Vampires (1998), una reinvención del género de vampiros, llevándolo al western moderno, caótico, desordenado, que al paso de los años se convertiría en uno de sus clásicos. Un filme que le quita todo elemento oscuro/gótico para darle una nueva maquillada mucho más violenta y salvaje.

En el siglo XXI su producción ha sido intermitente, dedicándose más a la enseñanza que a la dirección, debido a un hartazgo por los giros que ha dado la industria en las ultimas décadas, incluido el cine independiente donde directores como él no tiene mucha cabida. Su estilo minimalista, es parte de la historia pero no del hoy.

Más allá de su legado cinematográfico, Carpenter ha dejado historia en la música y esto merece todo un apartado a revisar.

Aunque el discurso oficial dice que él componía y grababa sus propios soundtracks debido al bajo presupuesto con el que contaba, al escuchar las piezas musicales queda claro que es un poco engañoso, gran parte se debe por el control creativo que siempre ha querido llevar en sus películas, al tener muy claro qué tipo de música debe de sonar en determinado momento, además que sus influencias son atípicas por lo que para él fue importante dejarlas plasmadas como un todo. Es así como las piezas ensamblan de forma perfecta en las imágenes que trasmite, creando atmósferas simples a la vez que repetitivas, utilizando un simple sintetizador, así estas piezas se convirtieron en parte de su sello cinematográfico.

Pero no solo compuso música para sus películas, también participó en otras e hizo colaboraciones con otros compositores e incluso, llegó a trabajar con bandas de metal como Anthrax, quienes forman parte del soundtrack de Gosth of Mars (2001); es tan grande su influencia musical que hay dos discos tributos por bandas metaleras a las canciones que compuso y grabó para sus películas.

Carpenter tiene claro que el cine es una forma de entretenimiento que está en constante evolución y que muchas veces dicha evolución está inducida por la propia industria y sus mecanismos de propaganda comercial, por lo que en todos los años que se dedicó de lleno a la dirección se mantuvo en permanente conflicto con los grandes estudios, pues no se identifica como un cineasta de género, sino como un contador de historias, es parte de esa generación de directores que están en extinción (o ya extintos), que han dejado un legado mucho más importante que la figura que representan, es decir, su filmografía. Fue capaz de retratar la maldad en todo su esplendor, desde un asesino serial inmortal hasta esas pesadillas en las que intentamos no pensar cuando estamos despiertos.


Desde el exilio en Ankh-Morpork

Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia. En sus ratos libres coordina el Observatorio de Emergencias Socio-Ecológicas
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