Mostrando las entradas con la etiqueta Faltan 43. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Faltan 43. Mostrar todas las entradas

Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y 500 más envían carta a Peña


Tras el asesinato del Rubén Espinosa, personalidades como Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y periodistas de todo el mundo, exigen a Enrique Peña Nieto aclarar el multihomicidio en la Colonia Narvarte del Distrito Federal, donde murieron el periodista Rubén Espinosa y cuatro mujeres más, y de la creación de un mecanismo de protección para periodistas.

La carta a Peña Nieto cuenta con la firma de alrededor de 500 personalidades. Reúne a escritores, personalidades del cine y periodistas.

“Desde el año 2000 decenas de reporteros han sido víctimas de homicidio; se sabe de otros 20 que continúan desaparecidos. La abrumadora mayoría de estos crímenes permanecen en la impunidad”, indica la carta que también firman Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Juan Villoro. Además de que atacar a un periodista es un ataque “contra el derecho a la información de la sociedad entera”.


Aquí la carta completa:


Enrique Peña Nieto
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos
15 Agosto 2015
 
P R E S E N T E
Presidente Peña Nieto:

Nosotros, periodistas, escritores, y artistas creativos de todo el mundo, con el apoyo de PEN y el Comité de Protección a los Periodistas, vemos con indignación los ataques contra los reporteros en México. Cuando se ataca a un periodista se atenta contra el derecho a la información de la sociedad entera.

El 31 de julio fue asesinado en Ciudad de México el fotoreportero Rubén Espinosa, junto con una activista de derechos humanos, dos de sus compañeras de piso y la empleada doméstica del lugar. Este crimen ha sido un parteaguas. La Ciudad de México era considerada uno de los últimos lugares seguros para el ejercicio periodístico. Pero ahora no parece haber santuario alguno para los reporteros perseguidos en México.

Desde el año 2000 decenas de reporteros han sido víctimas de homicidio; se sabe de otros 20 que continúan desaparecidos. La abrumadora mayoría de estos crímenes permanece en la impunidad. La CNDH apunta a evidencia que involucra a funcionarios públicos en varios de los ataques contra periodistas y medios de comunicación. Las amenazas físicas extremas y generalizadas que padecen los reporteros llama la atención de las organizaciones encargadas de vigilar la libertad de expresión en el mundo, y de grupos como el Comité de Protección a los Periodistas y PEN, que abogan por los derechos de la prensa. Todos ellos han hecho campañas para acabar con lo que se ha llamado censura a tiros.

Rubén Espinosa, asesinado a sus 31 años de edad, trabajaba como fotógrafo en el estado de Veracruz. Tras recibir varias amenazas graves, huyó a la Ciudad de México hace algunas semanas. Los reporteros de Veracruz que reciben amenazas están convencidos de que éstas provienen de funcionarios del gobierno del estado. Desde que el actual gobernador, Javier Duarte, llegó al poder en 2010, las amenazas, los maltratos, y los asesinatos de periodistas han alcanzado cifras sin precedente en Veracruz: catorce han muerto de manera atroz, y tres han desaparecido. En cada uno de los casos se ha desechado como línea de investigación judicial el ejercicio profesional de las víctimas. Hasta ahora, 37 colegas de Rubén Espinosa han tenido que abandonar sus trabajos, sus hogares y sus familias, y desplazarse a la Ciudad de México tras recibir amenazas. Rubén Espinosa fue asesinado a las pocas semanas de su llegada a la capital.

Señor Presidente; no debe haber más asesinatos: el homicidio de Espinosa, y de Alejandra Negrete, Yesenia Quiroz, Nadia Vera, y Mile Virginia Martín —las cuatro jóvenes que murieron con él— deben ser investigadas con integridad. Los verdaderos homicidas tienen que recibir juicio justo y condena pronta. En su país, señor Presidente, las estadísticas de impunidad en los casos contra periodistas son alarmantes: Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el 89% de los asesinatos permanecen sin resolver. La Comisión ha denunciado que sus propias investigaciones son obstaculizadas por las autoridades. La negligencia judicial garantiza la impunidad.

Hoy el periodismo en todo el mundo vive bajo asedio: los reporteros mexicanos, en particular, viven en peligro mortal. Las organizaciones criminales, los funcionarios de gobierno corruptos, y un sistema de impartición de justicia incapaz siquiera de determinar la responsabilidad de los asesinos son causa de la extrema vulnerabilidad de los reporteros.

Señor presidente, le urgimos a:

1.- Garantizar el esclarecimiento inmediato y efectivo de los asesinatos contra Rubén Espinosa y la enorme cantidad de periodistas en México que han caído como él, y la investigación sin contemplaciones de los funcionarios estatales y municipales que, en cada caso, se puedan haber visto involucrados.

2.- La revisión inmediata de los mecanismos para la protección de periodistas y el compromiso efectivo de su gobierno para garantizar la libertad de expresión en México.

Atentamente,
  • Mario Arriagada
  • Héctor Abad Faciolince
  • Rodrigo Abd
  • Jaime Abello
  • Vivian Abenshushan
  • Mariclaire Acosta
  • Chimamanda Ngozi Adichie
  • Sergio Aguayo
  • José Agustín
  • Francisco Alanís
  • Cristian Alarcón
  • Jesús Alberto Yajure
  • María Alesia Sosa
  • Andrew Alexander
  • Paola Alín
  • Esther Allen
  • Guilherme Alpendre
  • Vivien Altman
  • Sinar Alvarado
  • Nathalie Alvaray
  • Rosental Alves
  • Christiane Amanpour
  • Luigi Amara
  • Anita Anand
  • Jon Lee Anderson
  • Miguel Angel Nieto
  • Claudia Antunes
  • Kwame Anthony Appiah, former president of PEN American Center
  • Elizabeth Araujo
  • Gerardo Araujo
  • Betty Aridjis
  • Chloe Aridjis
  • Homero Aridjis
  • Rosemarie Armao
  • Alonso Arreola
  • Margaret Atwood
  • Paul Auster
  • Cecilia Ballesteros Guerra
  • Cecilia Balli
  • Patricia Barba Ávila
  • Caco Barcellos
  • Javier Bárcenas
  • Günter Bartsch
  • César Batiz
  • Dan Baum
  • Louis Begley, former president of PEN American Center
  • Ana Belen Santiago
  • Geney Beltrán Félix
  • Marcelo Beraba
  • Carl Bernstein
  • Luis Pablo Beauregard Alday
  • Marjorie Blomme
  • Ray Bonner
  • Steven Bodzin
  • Lisseth Boon
  • Lolita Bosch
  • Liz Bradley
  • Carlos Bravo Regidor
  • Tom Brokaw
  • Gloria Jay Browne-Marshall
  • Lydia Cacho
  • Verónica Calderón García
  • Rebeca Calle
  • Homero Campa
  • Fidel Cano
  • Pablo Caño Gallardo
  • Martín Caparrós
  • Mardonio Carballo
  • Laura Carlsen
  • Sonia Corona Sánchez
  • Ana María Carrano
  • Laura Castellanos
  • Ricardo Castro
  • César Castro Fagoaga
  • Jean-Philippe Ceppi
  • Michael Chabon
  • Vitaly Chelyshev
  • Ron Chernow, former president of PEN American Center
  • Susan Chira
  • Noam Chomsky
  • Paula Chouza Candeira
  • Sandra Cisneros
  • Ana Clavel
  • Jennifer Clement
  • John Coats
  • John Coetzee
  • Teju Cole
  • John Conroy
  • Martha Cooley
  • Sheila Coronel
  • Daniel Coronell
  • Ricardo Corredor
  • Molly Crabapple
  • Carjuan Cruz
  • Juan Cruz
  • Alfonso Cuarón
  • Manuel Martin Cuenca
  • Guillermo Cullell
  • Dave Cullen
  • Michael Cunningham
  • Carlos Dada
  • Sergio Dahbar
  • Staffan Dahllöf
  • Luke Dale-Harris
  • Helen Darbishire
  • Javier Darío Restrepo
  • Daniela Dávila Torres
  • Jacobo Dayana
  • Luca De Biase
  • Donna De Cesare
  • José de Córdoba
  • Pablo de Llano Neira
  • Anthony de Palma
  • José Roberto de Toledo
  • Siddhartha Deb
  • Melissa del Bosque
  • Matias del Rio
  • Guillermo del Toro
  • Claudia Delgado
  • Junot Díaz
  • Adriana Diaz Enciso
  • Christopher Dickey
  • Juan Diego Quesada Fernández
  • Stephen Doig
  • Andrew Donohue
  • Kate Doyle
  • Daniel Drepper
  • Denise Dresser
  • Borja Echevarría
  • Nelson Eduardo Bocaranda
  • Carlos Eduardo Huertas
  • Gastón Eligio Monge
  • Alvaro Enrigue
  • Octavio Enríquez
  • Louise Erdrich
  • Gerardo Esquivel
  • Joaquín Estefanía
  • Monica Fahmy
  • Tai Farounbi
  • Jules Feiffer
  • Héctor Feliciano
  • Airam Fernández
  • Patricio Fernández
  • Antonio Fernández Nayz
  • Carlos Fernando Chamorro
  • Stephen Ferry
  • Diego Fonseca
  • Juan Luis Font
  • Juan Forero
  • Altin Fortuzi
  • Hal Foster
  • Lorna Scott Fox
  • Marian Botsford Fraser, chair of Writers in Prison Committee, PEN International
  • Carlos Franz
  • Salvador Frausto
  • Maureen Freely, president of English PEN
  • Josh Friedman
  • Melva Frutos
  • Claudia Furiati Páez
  • Jan Gunnar Furuly
  • Neil Gaiman
  • Esther Garcia
  • Alicia García Bergua
  • Ana García Bergua
  • Gael García Bernal
  • Lourdes Garcia-Navarro
  • Javier Garza
  • Verónica Gerber Biecci
  • Graeme Gibson
  • Ricardo Ginés
  • Todd Gitlin
  • Jo Glanville, director of English PEN
  • Peter Godwin, former president of PEN American Center
  • Matt Goldberg
  • Francisco Goldman
  • Marina Gómez Robledo Ramos
  • Vanessa Gómez Quiroz
  • Enric Gonzalez
  • Mónica Gonzalez
  • Mónica González Islas
  • Camilo Gonzalez Posso
  • Gustavo Gorriti
  • Juan Gossain
  • Cheryl Gould
  • Témoris Grecko
  • John Green
  • Mona Grivi Norman
  • Evelyn Groenink
  • Rogelio Guedea
  • Carla Guefenbein
  • Leila Guerriero
  • Alma Guillermoprieto
  • Chus Gutierrez
  • Alejandra Gutiérrez Valdizán
  • Sebastián Hacher
  • Jessica Hagedorn
  • Nicky Hager
  • Pete Hamill
  • Daniel Handler
  • Adam Hannestad
  • Dorrit Harazim
  • Miles Harvey
  • Jens Egil Heftoy
  • Leonardo Heiblum
  • Aleksander Hemon
  • Amy Hempel
  • Julián Herbert
  • Yuri Herrera
  • Roberto Herrscher
  • Seymour Hersh
  • Adam Hochschild
  • Refik Hodzic
  • Pavla Holkova
  • Amanda Hopkinson
  • Mark Horvitz
  • Brant Houston
  • Ariana Huffington
  • Mark Lee Hunters
  • Siri Hustvedt
  • Steven Isenberg
  • Gabriela Jaúregui
  • Camilo Jiménez Estrada
  • Ha Jin
  • Gilbert Joseph
  • Laia Jufresa
  • Mario Jursich
  • Salmon Kalmanovitz
  • David Kaplan
  • Nitasha Kaul
  • Amitava Kaur
  • Porochista Khakpour
  • Kimberly Kleman
  • Minna Knus-Galán
  • Lucy Komisar
  • Gisela Kozak
  • Stefanie Kremser
  • Hari Kunzru
  • Rachel Kushner
  • Tony Kushner
  • Sandra La Fuente
  • Gumersindo Lafuente
  • Lucía Lagunes Huerta
  • Anne Lea Landsted
  • Isaac Lee
  • Joanne Leedom-Ackerman
  • Rafael Lemus
  • Juanita León
  • Jonathan Lethem
  • Karen Lewellen
  • Albinson Linares
  • Yelitza Linares
  • Elinor Lipman
  • Claudio Lomnitz
  • Carlos Lopez
  • Claudio Lopez
  • Roberto López Belloso
  • Mabel Lozano
  • Jorge Luis Sierra
  • Diego Luna
  • Helge Lunde
  • Gavin MacFadyen
  • Larissa MacFarquhar
  • Frida Maceira
  • Pamela Maffei McCarthy
  • Dale Maharidge
  • Gabriela Manulli
  • David Marcial Pérez Muñoz
  • David Maris
  • Megan Marshall
  • Eduard Martín-Borregón
  • Óscar Martínez
  • París Martínez
  • Jan Martínez Ahrens
  • Antonio Martínez Velázquez
  • Michael Massing
  • Ayana Mathis
  • Judith Matloff
  • D.T. Max
  • Patrick Mayoyo
  • Colum McCann
  • Colin McMahon
  • Jody McPhillips
  • Pablo Medina
  • María Gabriela Méndez
  • Claudia Méndez Arriaza
  • Maaza Mengiste
  • Geraldine Fabrikant Metz
  • Josh Meyer
  • Lorenzo Meyer
  • Alfredo Meza
  • Thomasina Miers
  • T. Christian Miller
  • Ken Mizokochi
  • Anne Modarressi
  • Adrian Mogos
  • Fernando Molica
  • Pablo Ortiz Monasterio
  • Tania Montalvo
  • Daniel Montero Bejerano
  • María Jesús Montes
  • Acianela Montes de Oca
  • Rick Moody
  • Marcelo Moreira
  • Gina Morelo
  • Ana Karina Moreno
  • Daniel Moreno
  • Dan Morrison
  • Eduardo Mosches
  • Maggie Mulvihill
  • Boris Muñoz
  • Azar Nafisi
  • Bertha Navarro
  • Fernanda Navarro
  • Enrique Naveda
  • Sonia Nazario
  • Guadalupe Nettel
  • Juan Noé Fernández Andrade
  • Suzanne Nossel, executive director of PEN American Center
  • José Luis Novoa
  • Adriana Núñez
  • Eulimar Núñez
  • Finbarr O’Reilly
  • Achy Obejas
  • Midori Ogasawara
  • Lise Olsen
  • Michael Ondaatje
  • Hector Ortega
  • Antonio Ortuño
  • Alfonso Ospina
  • Guillermo Osorno
  • Jardiel Palomec
  • Weng Paraan
  • José Luis Pardo Vieras
  • Catherine Parnell
  • Katherine Paterson
  • Bruno Patiño
  • Miranda Patrucic
  • Norman Pearlstein
  • Bibiana Peine
  • Máximo Peña
  • Amantha Perera
  • Gustavo Daniel Pescheta
  • Blanche Petrich
  • D.B.C Pierre
  • Michael Pietsch
  • Omar Pineda
  • Rafael Pineda
  • Erwin Potts
  • Luis Prados de la Escosura
  • Francine Prose, former president of PEN American Center
  • Sabrina Provenzani
  • Jordi Puntí
  • Guillermo Quijas-Corzo
  • Karem Racines
  • Paul Radu
  • Sergio Ramírez
  • Andrés Ramírez
  • Claudia Ramos
  • Dulce Ramos
  • Ricardo Raphael
  • Ahmed Rashid
  • Theresa Rebeck
  • Victoria Redel
  • Rossana Reguillo
  • Elena Reina Muñoz
  • David Remnick
  • Vania Reséndiz
  • Jacob Resneck
  • German Rey
  • Gustavo Reyes
  • Pilar Reyes
  • Rodrigo Rey Rosa
  • Angel Ricardo Gómez
  • Maite Rico Francia
  • Alan Riding
  • Jill Riepenhoff
  • Carmen Riera
  • Ronna Rísquez
  • Ariel Ritchin
  • Laura Robinson
  • Eduardo Rodriguez
  • Juan Ramón Rodríguez
  • Martín Rodríguez Pellecer
  • Larry Rohter
  • Nayeli Roldán
  • María Teresa Ronderos
  • Enrique Rondón Nieto
  • Espen Rosback
  • Eleanor Rose
  • Clovis Rossi
  • Sebastián Rotella
  • Sandra Mims Rowe
  • Antonio Rubio
  • Saúl Ruiz Mata
  • Emiliano Ruiz Parra
  • Alan Rusbridger
  • Norman Rush
  • Salman Rushdie
  • Douglas Rushkoff
  • Alberto Salcedo Ramos
  • Daniel Saldaña
  • Andres Sanchez
  • Omar Sánchez de Tagle
  • Alejandra Sánchez Inzunza
  • Nora Sanin
  • Inés Santaeulalia Fernández
  • Esmeralda Santiago
  • Daniel Santoro
  • José Luis Sanz
  • John Ralston Saul, president of PEN International
  • George Saunders
  • Said Sayrafiezadeh
  • Andrés Schafer
  • Elissa Schappell
  • Diana Schemo
  • David Schlesinger
  • Richard Sennett
  • Carlos Serrano
  • Shahid Sha
  • Bruce Shapiro
  • Craig Shaw
  • Owen Sheers
  • Erin Siegal McIntyre
  • Álvaro Sierra
  • Héctor Silva Ávalos
  • Joel Simon, executive director of Committee to Protect Journalists
  • Pablo Simonetti
  • Majo Siscar
  • Margo Smitt
  • Dava Sobel
  • Andrew Solomon, president of PEN American Center
  • Deborah Solomon
  • Paula Span
  • Art Spiegelman
  • Paul Steiger
  • María Stoopen
  • Asuncion Stoupignan
  • Jean Strouse
  • Rubén Suárez Ciria
  • Drew Sullivan
  • Damon Tabor
  • Irlanda Tambascio
  • Janne Teller
  • Mauricio Tenorio
  • Sanne Terlingen
  • Marleen Teugels
  • Adam Thirlwell
  • Serena Tinari
  • Colm Tóibín
  • Fred Tomaselli
  • Wibert Torre
  • Justin Torres
  • Laird Townsend
  • Marcelo Träsel
  • Salil Tripathi
  • John Trotter
  • Eileen Truax
  • Duy Linh Tu
  • Marcela Turati
  • Manuel Ureste
  • Pedro Vaca
  • Javier Valdez
  • Roberto Valencia
  • Mael Vallejo
  • Michael Vazquez
  • Rulo David Vázquez
  • Andres Velasco
  • Natalia Viana
  • Judith Vichniac
  • Juan Pablo Villalobos
  • Julio Villanueva Chang
  • Juan Villoro
  • Ayelet Waldman
  • Mike Walter
  • Jonathan Weiner
  • Tim Weiner
  • Jacob Weisberg
  • Margot Williams
  • Matthew Winkler
  • Tobias Wolff
  • Alejandra Xanic Von Bertrab
  • Karla Zabludovsky
  • Alejandro Zambra
  • Fabiola Zerpa
  • Blaz Zgaga
  • Margriet Zoethout

Un día en Ayotzinapa 43: Ni guerrilleros ni agitadores, sólo alumnos y maestros inconformes

Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |

El realizador pregunta, en un fragmento de la cinta, a uno de sus entrevistados: “¿Cómo te imaginas en unos años, qué quieres ser?” El entrevistado responde: “Teniendo mi casa… con esposa e hijos”

Sin satanizar ni santificar a los estudiantes de Ayotzinapa, Rafael Rangel nos sumerge en las entrañas de la rutina de algunos integrantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, ubicada en la comunidad de Tixtla, Guerrero. Lo hace cámara en mano y presentando acciones, entrevistas y testimonios de parte de la gente que coexiste dentro de ese lugar. El resultado es un documental dinámico, de más de hora y media de duración, titulado “Un día en Ayotzinapa 43”.

Rangel tiene el gran acierto de irrumpir en el día a día de los estudiantes para, de esta manera, presentarnos otro tipo de realidad, una que actúa como una versión opuesta, poco sabida y muy alejada de lo propuesto por la “versión histórica” de las instituciones, o de lo dictaminado por la versión mediática inquisitoria, manipuladora, desplegada por diversas fuentes de comunicación. Es así como podemos conocer al estudiante politizado, aquel que posee formalidad y rigor para elaborar sus respuestas y comentarios; al estudiante visceral que, al mismo tiempo, corteja a su novia, bromea frente a la cámara y participa activamente en las marchas; a la señora que cocina dentro de la escuela y ayuda a explicar el dolor que sienten algunos de los familiares de los desaparecidos o; a la “tía” que colabora con los alumnos, ayudándolos en una de sus actividades domésticas, y que también invita al espectador a sentir empatía por la situación de los jóvenes. 



Poco a poco lo que va permeando, en los sentidos de los asistentes, es una evidencia, una huella de la humanidad de los estudiantes, con aciertos y desaciertos, como es la imperfección natural del individuo, pero sin que se acredite la monstruosidad o barbarie que muchos les han endilgado. Luego entonces, lo mismo podemos ser testigos de los contingentes pacíficos que caminan y protestan en contra de la información que se vierte respecto al caso Ayotzinapa, así como de la reacción llena de cólera, por parte de algunos alumnos, que culminan en actos de destrozo en contra de vehículos empresariales e institucionales.

El documento de Rafael Rangel trasciende por exhibirnos un paraíso terrenal inmerso en un purgatorio producto tanto de la intolerancia como de la marginación; por ahondar en el rostro disipado y vidas ignoradas de los alumnos de Guerrero que, sencillamente, se preparan con la finalidad de mejorar su futuro personal y; por evidenciar una arista diferente, otra arista poco ventilada, de ese rompecabezas de coyunturas y agravios político-sociales, llamado Ayotzinapa, el cual ha polarizado, enardecido y deprimido, aún más, a la sociedad mexicana contemporánea.

Compartimos pues esta entrevista exclusiva para Cinetiketas con Rafael Rangel, realizador de "Un día en Ayotzinapa 43". 


Letrinas: La noche en Loma de Coyotes




La noche en Loma de Coyotes

Por Alejandra Flores 


Despertó en medio de la madrugada, el cuerpo de su esposa reposaba junto a él, cálido y empapado en sudor. Insomne escuchaba los crujidos de los árboles, el ruido de los pesados tráilers, de las ranas y de los pequeños animales rastreros que se movían en la habitación. El calor deambulaba y traspasaba las paredes de adobe que a esa hora de la noche se sentía más fuerte que nunca. Esa noche, Loma de Coyotes estaba ruidosa e incesante; la lluvia se escuchaba cerca, sigilosa, a unos pasos de él y comenzaba a caer provocando un estruendo, golpeando la tierra seca y vieja, hace meses que no llovía, los truenos profundos y vacíos le erizaron la piel. Desde ese día no pudo dormir más. El levantón era un escarmiento, pero ellos se pusieron rejegos decía, fueron los Rojos, tú sabes que fueron ellos, decía en voz baja para no despertar a su esposa. En ese momento recordó el olor a carne quemada, el olor a llanta y a diesel, recordó la cuerda y las mordazas, el lodo pegado a las botas, la maleza abundante y su rostro, recordó su rostro, el mismo que con lagrimas le dijo “no me mates cabrón, por mi jefecita que ya le vamos a bajar, pero no me mates”. Las llamas eran feroces y el humo pútrido entrando a la boca los hacía toser. De repente más balazos, más fuego, machetazos, más llanto. Yo no lo quería matar, pero cuando giré a verlo, sus ojos me amenazaban, nunca se me va olvidar su cara ensangrentada envuelta en dolor, yo no quise ver, nomas agarré el machete y ya no supe, me subí a la camioneta y el jefe estaba ahí mirando sin ningún remordimiento, hasta se reía, nos daba instrucciones, estaba nervioso y encabronado, sin pensar le dije que el fuego no iba a alcanzar para tantos, que era mejor pedazo por pedazo. Me arrepiento, te juro que me arrepiento. Los pusimos en bolsas, mujer, a cada uno, y tú estás aquí dormida con las piernas descubiertas, con los brazos tendidos al aire y yo nomás me acuerdo, me dijo que se llamaba Aníbal, me acuerdo, de las botas manchadas de sangre, de la risa del jefe, de como se quemaban los huesos, del chillido, pero sobre todo tengo pegado ese maldito olor a carne quemada que viene hoy a molestarme en medio de la madrugada. 


Ayotzinapa. Crónica de un crimen de Estado: De la indignación al celuloide.


Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |


Los eventos ocurridos en la comunidad de Ayotzinapa, población perteneciente al municipio de Tixtla, en el estado de Guerrero, pusieron en el mapa mediático la situación precaria en la que viven decenas de escuelas normales rurales del país, pero, sobre todo, los actos de impunidad a los que se tienen que enfrentar las colectividades más marginadas y/ó críticas de nuestra nación. Ahora, a poco más de 8 meses de lo acontecido, el documental “Ayotzinapa. Crónica de un crimen de Estado”, vuelve a poner en la palestra dicho suceso tan fatídico e insultante de nuestra historia reciente.


El documental en cuestión es escrito y dirigido por Xavier Robles, guionista de cintas como “Cementerio de papel” (con un argumento adaptado de la novela del escritor e historiador poblano, Fritz Glockner); “Rojo Amanecer”, del realizador Jorge Fons o; “Las Poquianchis” y “Bajo la metralla”, ambas películas dirigidas por Felipe Cazals; por mencionar tan sólo algunas. Sin embargo, “Ayotzinapa. Crónica de un crimen de Estado” fue respaldada, desinteresadamente, por una diversidad de personas relacionadas con el ámbito de la cinematografía, como lo señala su propio director: 


“…Aunque yo escribí el texto y la dirección, de ninguna manera se puede decir que es un documental mío, es un documental básicamente de más de 50 trabajadores, técnicos, empleados y empresas, también del cine, que hasta ahora han colaborado gratuitamente para elaborar este trabajo…Ninguno de ellos ha recibido un quinto…” 


“Ayotzinapa…” fue estrenada dentro del foro al aire libre de la Cineteca Nacional, el pasado 30 de mayo, con una asistencia muy concurrida, y permanecerá allí hasta el día 19 de junio del presente año. Los ingresos o aportaciones relacionados con la película serán divididos en dos partes iguales: una mitad será donada a la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, en Ayotzinapa, y la otra será para recuperar algo del trabajo realizado por el crew, cuya disponibilidad y esfuerzos ayudaron a terminar la producción del documental dirigido por Robles. Para las organizaciones, asociaciones, sindicatos, estudiantes, y demás personas del interior de la Republica, interesadas en adquirir “Ayotzinapa. Crónica de un crimen de Estado”, se les invita a escribir al correo elprincipio@prodigy.net.mx mediante el cual, previa una donación voluntaria más gastos de envíos, podrán recibir una copia del más reciente trabajo de Xavier Robles y compañía.



A continuación, aquí abajo, pueden escuchar una entrevista inédita -y harto interesante- realizada al director del documental en cuestión. Dicha entrevista es para la gente de Puebla y el resto del interior de la República. Xavier Robles nos platicó sobre lo que le movió para llevar a cabo el film mencionado; asimismo, nos dio su opinión acerca de las Escuelas Normales Rurales y la existencia de un narco Estado en nuestro país; la forma de distribución de su película; entre otros temas.

Es mentira que nos falten 43

Por Lucy Mata Barba |

Hace unos años pensaba que lo peor del olvido era merecerlo. Qué equivocada estaba. Lo peor del olvido es elegirlo, asumirlo como el hecho ineludible que nos permite seguir sonriendo a pesar de los diarios, el radio o la televisión.

Ese olvido que bebemos con cada café y ansiosamente mordemos entre comidas es el peor de todos los olvidos posibles, porque él nos lleva a la repetición.

Hay que recordar. Reconocer la verdad de la propia historia y asumirla con coraje, ya sea desde la indignación o desde el optimismo, pero siempre articulada a la justicia. En este sentido hoy digo: Es mentira que nos falten 43. Nos faltan miles. Los valerosos estudiantes que se atrevieron a instaurar un "NO", una desoladora tarde en Tlatelolco. Los tzotziles que fueron masacrados mientras oraban por la paz en una pequeña iglesia, en Acteal. Diecisiete campesinos que se atrevieron a exigir la aparición de su amigo, Gilberto Romero, en Aguas Blancas, Guerrero. Las niñas y mujeres que han visto truncadas sus vidas a causa de la avaricia y el poder de unos pocos en Ciudad Juárez. Juan Francisco Sicilia Ortega. Cuarenta y tres normalistas de Ayotzinapa. Y muchos más de los 121,683 reconocidos por el INEGI como muertos a causa del crimen organizado y la guerra contra el narcotráfico entre el 2007 y el 2012. Así pues, nos faltan miles. Los desaparecidos, y de los que nos entregaron solamente el cuerpo, porque el saber dónde quedaron los restos físicos de una vida que pudo ser y nunca más será, no hace sino inaugurar en los que quedamos la certeza de una ausencia y un horror que jamás dejarán de no escribirse.

Este olvido aprendido, favorecido por los medios responsables de informar (que de acuerdo a sus propios intereses deforman los hechos, deciden qué vidas son dignas de atención y nos enseñan cuáles son aquellas por las que no vale la pena llorar) nos ha llevado a cambiar la dignidad individual y colectiva por despensas, tarjetas o dinero en efectivo, permitiendo así sostener una falsa sensación de democracia (esa palabra que ha sido la moneda de cambio en muchos de los conflictos que hemos tenido, y que ya sabe qué significa).

¡Basta de olvido! ¿Hasta cuándo vamos a pretender que aquí no pasa nada? ¿Seguiremos creyendo que aquel mexicano orgulloso que se atreve a levantar la voz contra un sistema injusto es un delincuente? Debemos devolver de una vez y para siempre la responsabilidad de la violencia al opresor, al genocida, y cortar con ese discurso absurdo que culpa a las víctimas e intenta legitimar un pseudo estado de derecho que sólo existe en papel.

Debemos recordar nuestra historia y desde el amor y el orgullo exigir a los medios la verdad. Decirle a las autoridades jurídicas, a los gobernantes, los representantes del pueblo y para el pueblo que no hay kilo de arroz o tarjeta electrónica que compre vidas. Que queremos justicia. Que México, es un pueblo digno.




'México Fracturado': trabajo ganador de la Primera Bienal Internacional de Cartel 2014



 
Oaxaca, 6 de marzo.-Un esqueleto geográfico con la forma de la República Mexicana en cuyo fémur fracturado se localiza el estado de Guerrero, fue la obra ganadora de la Primera Bienal Internacional de Cartel 2014, Convocatoria por Ayotzinapa, impulsada por el artista oaxaqueño Francisco Toledo.

Se trata de la obra del oaxaqueño Irwin Homero Carreño Garnica, estudiante de la carrera de diseño gráfico, quien representó una radiografía de cómo se observa México en el mundo después de la noche del 26 de septiembre de 2014, donde desaparecieron 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero.

Para el artista plástico Francisco Toledo, impulsor de la bienal, la imagen del cartel ganador es dramática, “el primer lugar bien, bueno yo no me había fijado pero no sé si ustedes se fijaron que es la República Mexicana, ¿sí? Pues yo no, yo pensé que era simplemente una calaca ahí descansando pero no, parece ser nuestro país…como idea está chistosa, bueno no sé si chistosa pero dramática más bien”.

En la bienal internacional participaron más de 700 artistas de México, Polonia, Irán, Francia, Alemania, Italia, República Checa, entre otros que fueron convocados por el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) para plasmar en carteles, cómo se ve Ayotzinapa en el mundo.

“Todos los que participaron extranjeros te das cuenta que son gente que sabe del problema, que este problema ya trascendió al país”, comentó Francisco Toledo.

Por su analogía de un país de muerte que le valió el primer lugar, Irwin Carreño, originario de Ocotlán de Morelos, fue premiado con 2 mil dólares y un grabado del maestro Francisco Toledo.

“Yo diría que es como la radiografía de México y está la fractura en la pierna y si nos seguimos descuidando como ha sido, yo creo que vamos a tener más fracturas y más problemas”, consideró el ganador de la Primera Bienal Internacional de Cartel 2014.

El segundo lugar lo obtuvo Damián Klaczkiewicz, de Polonia y quien se llevará mil dólares. La premiación se realizará el 19 de marzo en el Museo de Memoria y Tolerancia, en el Distrito Federal, donde se efectuará una exposición con los carteles ganadores.

(Vía Quadratín)

10 consejos del PRI para “superar Ayotzinapa”



Por Juan Pablo Proal |
 
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Además de la invitación a “superar Ayotzinapa”, el gobierno federal y el priismo nos han dado sabias lecciones de cómo dar vuelta a la página.

La errática y desorientada ciudadanía ha desoído los consejos de la clase gobernante, necedad que ha llevado al país al precipicio. Para no continuar por este camino, recapitulo un decálogo de reflexiones priistas que nos ayudarán a seguir “salvando a México”.

1.- Yoga para reforzar la paciencia.

“Durante todos estos años, la yoga me a ayudado a tener prudencia y paciencia, paz y armonía y sobre todo tranquilidad para no reventarles el hocico a todos esos putos mugrosos anarquistas de mierda con secundaria trunca, que hacen sus marchas pendejas sin tener puta idea de lo que quieren… ooommmmmm y que ni se me aparezcan los putos normalistas que los vuelvo a matar a los hijos de la chingada…perdón, son mis 5 minutos de bipolaridad (sic)”: Juan Carlos Carrera Carreño, militante del PRI en León, Guanajuato y exagente de desarrollo en la unidad de Promoción juvenil en el Instituto Municipal de la Juventud (Publicado el 1 de diciembre en su cuenta de Facebook).

2.- Genocidio preventivo.

“A veces creo que yo soy Ayotzinapa, pero mete gol el chicharito y se me pasa!!! No se si seir o llorar. Mátenlos para que no se reproduzcan!” (sic), exdiputada federal suplente del PRI Marili Olguín Cuevas (Publicado el 12 de noviembre en su cuenta de Facebook).

3.- No dejarse manipular.

“Me enoja más todavía que manipulen a los padres de familia, es decir, manipulen a esta gente, porque eso es lo que están haciendo, la están manipulando igualmente para no reconocer (al gobierno) o para seguir incrementando esto. Y más coraje me da de que esta gente que está manipulando a los padres de familia no les interesa ni los padres ni estos muchachos, no les interesa, les interesa únicamente alcanzar sus objetivos de grupo o de partido, es decir, es muy fácil desacreditar, es muy, muy fácil desacreditar”: (sic) Vidal Francisco Soberón Sanz, titular de la Secretaría de Marina Armada de México (Declaración emitida el 10 de diciembre en una conferencia de prensa).

4.- Resucitar a Díaz Ordaz.

“Acaban de terminar con una tradición como lo es la celebración del modelo de Naciones Unidas de la facultad de derecho de la UNAM Y HOY más que nunca aclamo el regreso de alguien como don Gustavo Díaz Ordaz, no debemos de permitir que sentimentalismos estúpidos antes que la preservación de nuestras imágenes como nación por pendejos que no se identifican con ella y si este mensaje me acarrea consecuencias políticas me vale madre!! Antes que político soy mexicano y por eso! No pienso seguir tras la sombra de la hipocresía solidaria antes que el patriotismo de acción” (sic): Luis Adrián Ramírez Ortiz, secretario de organización del Frente Juvenil del PRI (Escrito en su muro de Facebook el pasado 8 de noviembre).

5.- Limpieza étnica.

“Luego porqué los queman…. NACOS” (sic): Ana Alidey Durán Velázquez, simpatizante priista e hija de Araceli Velásquez Carrasco, dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Comisión de Agua y Alcantarillado de Sistemas Intermunicipales de Hidalgo (Publicado en su cuenta de Facebook el pasado 8 de noviembre).

6.- Dejarse de pretextos.

“El caso Ayotzinapa es un caso muy lamentable, pero al final de cuentas es sólo un pretexto; en la política se dan toda clase de intereses, nosotros diferenciamos solamente dos: intereses legítimos e intereses ilegítimos”: Arturo Peña del Mazo, presidente de la Fundación Isidro Fabela y tío del presidente de México (Pronunciado en una rueda de prensa celebrada el 7 de diciembre).

7.- Aclarar nuestras cabecitas.

“(Hay) protestas que no está claro su objetivo. Pareciera que respondieran a un interés de generar desestabilización, de generar desorden social y sobre todo de atentar contra el proyecto de Nación que venimos construyendo”: Enrique Peña Nieto, presidente de México (Discurso emitido el 18 de noviembre durante la inauguración del Hospital Ciudad de la Salud para la Mujer, en el Estado de México).

8.- No caer en trampas.

“La cadena de protestas y actos vandálicos —perfectamente bien orquestados— replicados en varias partes del país demuestra que la desaparición y probable exterminio de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa forma parte de una trampa estratégicamente puesta a México. En esa trampa participan varios: el crimen organizado, grupos guerrilleros, agrupaciones sindicales como la Coordinadora de Maestros de Guerrero, mercenarios anarquistas como los que intentaron incendiar la puerta de Palacio Nacional, y partidos políticos —tipo Morena— que apuestan a ganar con la desestabilización”: Beatriz Pagés, Secretaria de Cultura del CEN del PRI (Extracto de un artículo publicado el 17 de noviembre en la página electrónica del PRI).

9.- Aplicar la lógica elemental.

“Estoy seguro que sí, ahí hay muchos habitantes y sobre todo quienes saben los que los conocen, aquellos que han convivido con ellos mismos, con las autoridades municipales que surgían de un partido político, estoy seguro que ellos deben de saber (dónde están los normalistas)”: Manlio Fabio Beltrones, coordinador del PRI en la Cámara de Diputados (Entrevista con Ciro Gómez Leyva el pasado 3 de diciembre).

10.- Dar vuelta a la página.

“Estamos saliendo de este capítulo (Ayotzinapa) con la ley en la mano, pero lo que sigue es la construcción, el robustecimiento de instituciones, de instancias de participación social”: César Camacho, líder nacional del PRI (Discurso del 6 de diciembre ante alumnos de la escuela nacional de cuadros del tricolor).
 

 
 
@juanpabloproal Periodista, escritor. Publica en . Autor de los libros Voy a morir, la biografía de José Cruz (Lectorum) y Vivir en el cuerpo equivocado (UANL) 
 

Por qué no debemos 'superar' Ayotzinapa


Por Juan Pablo Proal |

MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Es evidente que el gobierno está tembloroso: Echa perros y policías, calumnia, da la instrucción de golpear, detener e intimidar. No sabe cómo parar la crisis: Hizo que rodara la cabeza de Ángel Aguirre, quitó a Grupo Higa la concesión del tren México-Querétaro, y obligó a Angélica Rivera a dejar su mansión.

En un gesto torpe y desesperado, ayer el presidente dijo que deberíamos “superar este momento de dolor”. En realidad quiso decir que nos olvidemos de Ayotzinapa, regresemos a nuestras casas y sigamos  como si nada. Anhela que todo fuese como antes, cuando encabezaba esa promesa llamada “Mexican Moment”.

Al priismo le está resultando imposible mantener el control y la sumisión en un mundo dominado por las redes sociales y la información en tiempo real. Han querido trasladar los acarreados del siglo XX  a la era del Twiitter y Facebook; los resultados han sido bufonescos. No han entendido que son tiempos donde todo se ve, se graba y se difunde.

Hay una pizca de picardía en todo esto: La televisión pública mexicana sigue hablando maravillas del presidente, las estaciones de radio y la prensa primordialmente hacen lo mismo. Pareciera que el PRI la tiene fácil: gobiernos aliados, partidos de oposición súbditos, mayoría en las Cámaras… Aun así, Peña Nieto no es querido por seis de cada diez mexicanos (Reforma, 1 de diciembre de 2014).

Es evidente que un sector de la ciudadanía se informa por cuenta propia, no cree más en los medios tradicionales. El mismo que ha comenzado a documentar la corrupción o los abusos policiales y los exhibe viralmente; el que encuentra a sus desaparecidos por cuenta propia y se defiende con sus recursos. Que no se cree las actuaciones frente a cámara de la dupla Peña Nieto-Rivera.

Quisiera pensar que el caso Ayotzinapa le está enseñando a la sociedad a percatarse de que las cosas no cambiarán solo con una cadena de oración, ni con un fugaz golpe de éxtasis.

Resuena una pregunta: ¿Qué hacer? ¿Quién podrá encabezar la batalla? Se mencionan los nombres de Javier Sicilia, Daniel Giménez Cacho y o el sacerdote Alejandro Solalinde. Y al mismo tiempo hay un escepticismo que el subcomandante Moisés del EZLN resumió con claridad en un mensaje a los padres de los normalistas:  “Puede ser que quienes ahora se amontonan encima de ustedes para usarlos en beneficio propio, los abandonen y corran a otro lado a buscar otra moda, otro movimiento, otra movilización”.

Y ese es el deseo del gobierno de Peña Nieto: El olvido de Ayotzinapa.

La sociedad no debe olvidarse que 43 normalistas están desaparecidos gracias a una policía municipal aliada al crimen organizado y cobijada por el Ejército. Hacerlo sería pasar por alto lo que lo ocasionó.

No podemos olvidarnos de los nombres José Luis Abarca, Eduardo Bours, Juan Molinar Horcasitas, Fidel Herrera, Javier Duarte, Rafael Moreno Valle, Genaro García Luna, Humberto Moreira, Tomás Yarrington y Carlos Salinas de Gortari. Ni de la Guardería ABC, ni del Casino Royale, ni de Aguas Blancas, ni de los mineros muertos ni de nuestros 52 mil mexicanos desaparecidos.

Ni dejar de grabar a cada líder político que pague con dinero público su cuenta del prostíbulo, a cada hospital que permita que una indígena dé a luz en la calle o a cada policía que vulnere los derechos humanos de un civil.

El PRI anhela los tiempos donde podía controlar todo con una torta, una gorra y -si hacía falta-, una macana. Aún le tiene fe a esa vía, por eso ruega que dejemos en paz lo de Ayotzinapa.


 
@juanpabloproal Periodista, escritor. Publica en . Autor de los libros Voy a morir, la biografía de José Cruz (Lectorum) y Vivir en el cuerpo equivocado (UANL) 

Resignarnos a que México no tiene remedio



Por Juan Pablo Proal |
 
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- ¿De verdad podemos seguir como si nada? No estamos exentos de ser torturados, desaparecidos, desmembrados, disueltos en ácido, encarcelados, violados… Los prados, los besos, las sonrisas, las caricias, la vida no puede florecer entre tanta maleza. Podemos fingir, tratar de actuar algo que se le parezca, taparnos los ojos y los oídos, pero es imposible descansar entre tantas pesadillas. No sin Prozac.

Nos acostumbramos a cenar entre fosas clandestinas, bombazos y amputaciones. Quisimos seguir nuestras rutinas entre granadas, convoyes militares y daños colaterales. Hubo quienes se indignaron por “tanto amarillismo”, “porque no todo Juárez es muerte”, “porque no todos somos narcos”, “¡porque las buenas noticias también son noticia!”. “Estamos en el Mexican Moment, ¿no lo ven?”.

Ni las muertes más mediáticas, ni los poetas que decidieron no escribir más, ni los huérfanos de “Los Zetas”, ni las ultrajadas por el Ejército, ni los menores calcinados por la corrupción nos movieron el corazón. No lo suficiente para que nos decidiéramos a poner un alto. Cuando mucho fueron tema de sobremesa, motivo para compartir links en redes sociales y culpar de todo a los políticos.

Dejamos que Rafael Moreno Valle siga pisoteando a los más pisoteados. Permitimos que Javier Duarte siga burlándose de nuestros muertos. Que Manuel Velasco dilapide nuestro dinero para construir otra candidatura de telenovela. Que Raúl Plascencia se promueva grotescamente a costa de nuestros derechos humanos. Que un tipo con evidente incapacidad y pobreza moral asumiera la silla presidencial.

Permitimos que nuestras mujeres sean desaparecidas, que los sicarios sean el modelo de nuestros niños, que graben nuestras conversaciones telefónicas y nos arranquen de nuestros hogares bajo cualquier pretexto. Que convirtieran nuestros hospitales públicos en antesala al cementerio, nos robaran el derecho a una jubilación digna, nos paguen salarios de esclavos, nos vendan a plazos diminutas viviendas chatarra y nos cierren las puertas de las universidades públicas.

Si el caso Ayotzinapa no sirve para que pongamos un alto, nada lo hará.

Si somos tan indulgentes como para creer que eso que llamamos vida puede continuar como si nada, habremos sepultado las reservas de esperanza que le quedan al país. Si el dolor no nos hermana, habremos de resignarnos a que nuestra única posibilidad de cohesión social es un triunfo de la selección mexicana en octavos de final del Mundial.

Leía una publicación en Twitter de un usuario que les reclamaba a quienes tomaron la presidencia municipal de Iguala, Guerrero. Escribía, con ese lenguaje soberbio y clasista que reina en las redes sociales: Los respetaré cuando marchen contra los narcos.

He visto también cómo los escudos del poder intentan denostar las movilizaciones. Como siempre, desprestigian la conciencia social. Tachan a las almas solidarias de “muchedumbre rabiosa”, “acomplejados”, “amargados que intentan desestabilizar al país”.

Otros más, desde la lejana indiferencia, introducen la absurda discusión de sobremesas clasemedieras: manifestarse sí, pero sin afectar a los demás. Muchos cayeron nuevamente en el falso debate alentado por los más corruptos periodistas: Estás o no con López Obrador. No es tiempo para tantas frivolidades.

Es momento de desafilar los cuchillos, encontrar a cada desaparecido, silenciar cada bala, exhumar cada cadáver y ponerle fin al contador de feminicidios. No podemos tolerar más Marios Marines, más “Tutas”, ni más Amados Yáñez. No podemos ser tan testarudos, tan desalmados, tan idiotas.

Si todo este infinito dolor no nos mueve, entonces la sociedad de consumo no tiene remedio. Habremos de aceptar que sólo el individualismo, el egoísmo y el triunfo bobalicón son la religión imperante y no sabe de disidencias.

Habremos de entender que “el éxito” sólo crece entre la sangre y la basura, entre guerra y desechos, egoísmo e indiferencia. Que sólo se puede subir al estrado encaramado por cadáveres. Resignarnos a que México no tiene remedio.
 
 
 
 
@juanpabloproal Periodista, escritor. Publica en . Autor de los libros Voy a morir, la biografía de José Cruz (Lectorum) y Vivir en el cuerpo equivocado (UANL) 
© Copyright | Revista Sputnik de Arte y Cultura | México, 2022.
Sputnik Medios