En
enero de 1977, Brian Wilson, antiguo líder de los Beach Boys, pasaba el día
recostado en cama, tenía la barba enredada, el cabello grasoso y obesidad en
aumento, sólo se levantaba para sacar algo del refrigerador o traer una botella
del mejor vino que tuviera dentro de su tienda de licores; aspirar cocaína o
fumar sus ocho cajetillas diarias de cigarros podía hacerlo desde la comodidad
de su amplio colchón mientras veía el programa de entrevistas de Johnny Carson.
De vez en cuando prendía la radio, pero le habían dejado de interesar las
estaciones que compartían música; ningún artista usaba armonías vocales, el
mundo estaba interesado en la experimentación a través del uso de los novedosos
sintetizadores o en las guitarras estruendosas.
Los
Beach Boys marcaban al teléfono de Brian para pedirle ayuda con nuevo material
para publicar, necesitaban cumplir con el contrato de su disquera. No ayudaba la
mala racha que traían en ventas y en crítica, pero el mayor de los hermanos
Wilson estaba harto de la música: desde 1966, la presión por componer decenas
de canciones, así como la competencia contra sus contemporáneos, hacían más
fuertes a sus problemas mentales. Por ello, desde mediados de los setenta, se
propuso apagar su cerebro. Valía la pena ignorar las llamadas de sus
preocupados hermanos, la noticia del fallecimiento de su abusivo padre, incluso
el abandono de su esposa e hijas por la indecencia de Brian: ofrecer un cuadro
de LSD como entretenimiento a una de las niñas de ocho años.
Para
ayudarse a ignorar las situaciones de su vida, Brian prendía la radio y
cambiaba de frecuencia, esperando encontrar algo medianamente interesante. Un
día dio con un programa que transmitía canciones que para ese año ya eran
consideradas como clásicas, le sorprendió escuchar Be My Baby de las
Ronettes, ese grupo mítico de su juventud. Brian desempolvó algunos vinilos y
se puso a escuchar clásicos del rock 'n' roll y del doo wop: Chuck Berry y The
Four Freshmen. De pronto, sintió una fuerte necesidad de contactar a sus
antiguos compañeros de la secundaria. Encontró los nuevos números de algunos y
les pidió que salieran «como si fuera 1959», que
se arreglaran con trajes o chamarras negras de piel para los chicos y vestidos largos
para las chicas. Algunas personas nunca respondieron al contacto, otras sí, una
de ellas fue Carol Mountain, su más grande amor de la adolescencia. A partir de
ese día se pusieron al corriente de lo que había sido de ellos durante
conversaciones muy largas, hubo ocasiones en que Brian marcaba a Carol a las
tres de la mañana sólo para platicar. A Carol no le molestaba la situación,
pero sí le parecía extraño. Después de unos días, esos viejos amigos y
conocidos, incluyendo a Carol, dejaron de atender las insistencias telefónicas
del beach boy retirado; a diferencia de él, todos tenían cosas que hacer en su
vida. Brian olvidó la idea de salir con ellos, pero algo había despertado dentro
suyo. Volvió a su piano que estaba sobre una enorme caja de arena, sintió las
diminutas piedras entre los pies y, con sus recuerdos adolescentes en la cabeza,
empezó a componer como lo hacía a los quince años; estructuras sencillas de
cuatro acordes, melodías repetitivas y letras que evocan al amor idealizado y
fantasioso de la juventud.
Así
como Frank Zappa hizo en Cruising with Ruben & the Jets o como los
Beatles en Let It Be, Brian decidió volver a sus raíces y en ellas
encontró la inspiración. Compuso un puñado de canciones olvidándose de
cualquier presión, sólo siendo él mismo. Su banda volvió a comunicarse y en
esta ocasión tenía nuevo material. Ellos quedaron fascinados cuando lo oyeron,
en parte por la necesidad de un nuevo disco y en parte porque, de manera
genuina, les gustó ese compilado creativo que decidieron titular Love You.
El disco salió al mercado en abril del 77 y no causó algún impacto en la
música del momento. Las ventas volvieron a ser bajas, pero las críticas fueron,
en lo general, positivas. Sin embargo, el pequeño éxito no fue significativo
para ningún integrante de la banda. Brian volvió a su rutina de la cama y
pasaron al menos quince años antes de que su salud física y mental mejoraran. Entonces
se le preguntó cuál consideraba que era el mejor trabajo de los Beach Boys; en
vez de contestar con su aclamada obra maestra, Pet Sounds, dio una
respuesta concisa: «Love
You». Brian
ve en Love You a un tímido adolescente alto, delgado y rapado que no es
bueno en la escuela, pero es capaz de memorizar el más mínimo detalle de
algunas materias con tal de que Carol le pida ayuda y lo invite a su casa a
estudiar; ve a un adolescente que sólo conoce los acordes de Re, Do, Sol y Si7
y trata de sorprender a la chica con eso; ve a un adolescente al que nunca le
importó que esa porrista del equipo de fútbol supiera sus sentimientos, lo
único que le importaba era encontrar un pretexto para estar cerca de ella y
disfrutar su compañía.
Love You es la nostalgia de un hombre de casi cuarenta años, nostalgia que suele estar idealizada, pero Love You sostiene que de vez en cuando es bueno escapar del presente hacia un pasado donde la chica de nuestros sueños está viendo una película con nosotros en un autocinema, junto con otros amigos, tomando una malteada y recordándonos que debe regresar a las nueve a su casa, mientras la radio anuncia que estamos en 1959 y pone el más reciente éxito de las Ronettes. Love You nos dice que tenemos quince años, que la vida es buena.