—¿Eso fue antes o después de que comenzaras a escribir en mi casa? —me pregunta Fidel.—Después.—Quería decirte que no me gusta tanto esa historia que estás escribiendo.—¿Por qué lo dices?—Porque no tiene contexto histórico. Las cosas suceden como si no hubiera un espacio o una ciudad. El personaje que haces de mí es patético, me cae mal, sólo te está maltratando, a veces siento que te insulta. Patético, ¿cuántas veces ocupas ese adjetivo?
Una rata en la niebla de Silent Hill
«A través del vaso»: charla íntima con la música mexicana
Ximena Sariñana, Sabo Romo, Sergio Arau, Silverio, Pepe Mogt, Chema Arreola, Daniel Gutiérrez, Jessy Bulbo, Joselo Rangel, Natalia Lafourcade, Pato Machete, Clemente Castillo, Tito Fuentes, Tammy Tamerlane, Jaime López, Paco Huidobro, Denise Gutiérrez, Jay de la Cueva, José Manuel Aguilera, Ely Guerra, Dr. Shenka, Cecilia Toussaint, Fernando Rivera Calderón, Lino Nava, Abulón y Amandititita son los 26 personajes que componen las entrevistas de "A través del vaso", editado por Penguin Random Hpuse.
Época de Cerezos: matrioshka de la tragedia
Es difícil el oficio de narrar en México. Además del reto y la incertidumbre de plantarse frente a la hoja en blanco, nuestros narradores tienen la sinuosa encomienda de escribir en un país en donde el mar se incendia, los trenes se caen del cielo y la tierra se abre de la noche a la mañana para tragarse casas, niños y perros; un país cuya realidad es más aguda que cualquier ficción.
Laura Baeza (Campeche, 1988), ganadora del Premio Nacional
de Narrativa Gerardo Cornejo 2017, nos recuerda en Época de Cerezos (Editorial Paraíso
Perdido) que de este lado del mundo la desgracia vive en todas partes y que a
veces solo es necesario el más mínimo esfuerzo para desatarla.
Tomando como hilo conductor un desastre nuclear atómico
en el olvidado sureste mexicano, la autora nos narra lo largo de una decena de
historias entrelazadas que las tragedias más brutales son las más íntimas, con
las que cargamos diariamente y que nos desploman y abaten por completo; más
allá de los edificios colapsados, las nubes de polvo y el cielo quemado.
El vapor se condensaba en gotas a la hora del baño caliente: veía disolver su paso líquido por la ceniza pegada en el espejo en algo semejante a lágrimas oscuras mientras me afeitaba. Catalina me hablaba poco, como si en silencio nos pusiéramos de acuerdo para convivir con toda esa mugre decorando el fastidio de nuestro matrimonio.
Con una narrativa ágil, capaz de dibujar en pocos renglones
una escena situada entre el polvo conyugal y el catastrófico, la escritora campechana
muestra personajes propios de la idiosincrasia mexicana en todos sus estratos y
la obra puede navegar tranquilamente entre el realismo mágico y la crítica
mordaz al sistema político-social e incluso de salud. Difícil no asociar
algunos pasajes de Época de Cerezos con la crisis sanitaria que estamos
viviendo:
Íbamos de una clínica a otra transportando heridos para que se reencontraran con sus familiares, el personal no se daba abasto a la hora de acomodar enfermos porque ya no había camillas para los recién ingresados por algún choque o pleito callejero. El servicio médico debía continuar como fuese (…)
En lo personal, destaco el
relato “La Carretera”, cuyo personaje principal me atrapó por completo, y me
recordó en todo momento a la Leonora de Edgar Allan Poe, “la reina muerta que
murió tan joven”; y también el último cuento que la da nombre y sentido al
libro, haciéndonos saber que la tragedia también es cambio, que todo cabe en una
maleta de ruedas y que seguramente hoy pertenecemos a otros lugares, historias
y fantasmas.
Una semana fue suficiente para darme cuenta de que ya no pertenecía a casa de mis padres, ni a la ciudad, ya no tenía amigos ahí a quienes visitar ni nada más productivo por hacer en ese infierno bochornoso.
En síntesis, se puede decir que el
libro de Laura Baeza es una matrioshka de la tragedia que irónicamente tiene
como punto de partida una explosión como boom narrativo para conocer historias
y personajes que en apariencia todos conocemos en el contexto mexicano, pero
que solo son la punta de lanza de una obra cuya mayor virtud es adentrarnos en
la psique de una sociedad enferma y contaminada por una catástrofe transexenal.
Solía preguntarme en silencio, si acaso los genes transmitían la locura.
‘Nuestra parte de noche’: un recorrido por el país y el genio de Mariana Enríquez
Por Noé Isaías Lara Aguila
Mariana Enríquez ya era una autora consagrada de la nueva
narrativa argentina. Los volúmenes de cuentos: Los peligros de fumar en la cama (2009) y Las cosas que perdimos en el fuego (2016) son clara muestra de
ello. Es periodista del diario argentino Página 12. Al leer su última novela,
que le mereció el Premio Herralde de novela 2019, encontramos a quien podríamos
describir como una alumna avezada de Stephen King. Esto no quiere decir que su
escritura sea una calca o una especie de King latinoamericano, pero su obra
guarda ciertos paralelismos con la del maestro norteamericano. En pocas
palabras, si estás habituado a los ambientes del maestro de Maine, la obra de
Mariana Enríquez puede serte muy afín. Ese estilo dinámico, caracterizado por
un lenguaje claro y sencillo que al paso de las páginas te va sumergiendo en
las historias sin que aparentemente te des cuenta, forma parte también de la
narrativa de Enríquez. A diferencia de King, ella no hace tantas digresiones ni
se entretiene en tantos relatos secundarios, salvó cuando cree que la anécdota
lo amerita. Como en el caso de la narración de las hazañas de Maradona durante
el mundial de México 86, mientras el evento es seguido por los protagonistas en
la televisión argentina. Al igual que en la obra del maestro de Maine, la
infancia cumple un papel central en la conformación de sus personajes. Los
hechos que vivirán de niños determinarán su futuro como personas adultas. Si
bien, este es un hecho indudable en la existencia de cualquier persona, la
naturaleza de los acontecimientos a los que se enfrentarán en esta historia,
marcará un antes y un después dentro de sus vidas, dejándoles a algunos de
ellos un trauma psicológico difícil de superar, y a otros, además de éste,
huellas físicas que marcarán aún más sus destinos. Después de todo, puede
resumirse la acción principal de la novela, como el esfuerzo que realiza un
padre para proteger la vida de su hijo, sin importar los medios ni las
consecuencias que esto atraiga consigo.
Nuestra parte de noche es un recorrido por la Argentina de la segunda mitad del siglo XX. Si cierta literatura sobre la Argentina se ha centrado en la parte nazi que se escondió y proliferó en esas latitudes; en esta obra se establece un paralelismo entre la maldad de ciertos grupos iniciados en el ocultismo y su estrecha relación con los militares golpistas de la década de los setentas. Nuestra parte de noche habla de la oscuridad que habita en las personas y en los medios que ciertos grupos tienen para alimentarla y vivir de ella y para ella.
La maldad es una deidad generosa que sabe recompensar a sus allegados pero que exige a cambio un pago muy alto. Las diversas técnicas o estrategias narrativas que emplea Mariana Enríquez vuelven aún más completa la obra.
Desde la narración en retrospectiva, hasta la adaptación de uno de sus relatos dentro de esta novela; se trata de la historia de La casa de Adela, un texto original del volumen de cuentos Las cosas que perdimos en el fuego. De igual manera, se incluye un informe periodístico, el falso reportaje que una periodista se encuentra investigando sobre la extraña desaparición de una niña acontecida años atrás. Algunos tópicos clásicos del terror se encuentran presentes en la obra, como el terror psicológico y las casas embrujadas.
Por último, haré mención de la correspondencia entre esta
obra y El invierno del lobo (2015) de
John Connolly, en donde una comunidad de Maine, llamada Prosperous,
descendientes directos de un grupo de colonos protestantes que arribaron a
Estados Unidos procedentes de Inglaterra (sí, igual que los del Mayflower)
también realizan un extraño culto a una deidad demoníaca en una iglesia antigua
que fue traída en el mismo barco piedra por piedra para volver a ser edificada
en América; recinto en el que habita una terrible deidad que debe ser
alimentada con personas para que Prosperous siga haciéndole honor a su nombre.
En efecto, la maldad, tanto en la obra de Mariana Enríquez como en la de Connolly, es un ente caprichoso que recompensa generosamente a sus iniciados pero que a cambio exigirá ser bastante bien alimentado; recordándonos aquello de que todo imperio está construido sobre la sangre de sus víctimas. Creo que lo verdaderamente terrorífico sería descubrir que bajo cualquier deidad se escondiera un ente hambriento, pero eso ya es otra historia.
Camino a Apulia: literatura de ciencia ficción en tiempos catastróficos
En el año 2059, la Tierra se encuentra consumida por la masiva contaminación. La siembra es nula, el hambre exponencial. La población que sobrevive está agrupada en naciones custodiadas por domos que le protegen de respirar la tóxica atmósfera.
Camino a Apulia es un libro de ciencia ficción de la autora
poblana Gema Mateo. La historia es narrada en primera persona por Líanet, la
protagonista, quien vive en la nación de recolectores y se cuestiona si existe
la posibilidad de revivir al planeta.
El libro trastoca el sentido de la humanidad cuando ésta, en
su mayoría, se encuentra imposibilitada para conciliar el sueño. Todos transitan
como autómatas, excepto aquellos que aún pueden soñar, conocidos como soñadores
artesanales. Ellos son los únicos capaces de crear mundos y regresar a las
memorias de los días verdes.
Cuando Líanet y sus amigos son descubiertos por la
Maquinaria Suprema son perseguidos para imposibilitar que se sigan conectando
con otros soñadores artesanales. Para sobrevivir tienen que cruzar el domo,
pero sus amigos son capturados y la protagonista emprende el camino hacia
Apulia, una zona deshabitada.
En la travesía que emprende, le acompaña un compañero único,
pero la duda y desconfianza la inundan al no saber con certeza si encontrará a
más personas. A lo largo de su camino visita otros tiempos y espacios, mundos
paralelos y visiones oníricas que la impulsan a creer en ella misma.
¿Los soñadores artesanales lograrán llegar a Apulia para luchar por su anhelo de volver a contemplar la naturaleza en todo su esplendor? ¿Juntos lograrán sembrar de nuevo en el planeta?
Un libro que
suscita un despertar en los sentidos, lo onírico y agradecer la importancia de
las conexiones con la naturaleza y con quienes nos rodean.
Luces calientes
Sobre “Victoria” de Daisy Goodwin
Yo es otro, apuntes sobre “Foucault Anonimato”
My Back Pages: La vida puede ser una canción de Bob Dylan
Adiós a Dylan
Alejandro Carrillo
Premio Mauricio Achar-Literatura Random House 2016
Los “Rayos y Relámpagos” de Sergio Martínez
Círculo de Lectura | Por Juan Francisco Pizaña Morones |
Agradezco enormemente a Sergio el que me haya invitado a comentar y presentar su libro de cuentos RAYOS Y RELÁMPAGOS. Nos une, además del vínculo de laborar en la misma institución el placer, alejado de cualquier reconcomio distractor, de compartir nuestra pasión por la lectura, la narrativa, y en consecuencia de la búsqueda de plasmar, en este caso el relato, el cuento como género, nuestra propia visión del mundo a través de la escritura.
Quien no recuerda como habla la gente ¿puede escribir diálogos? Por eso en este relato rezuma con un lenguaje coloquial y campirano, bien logrado, la historia fatídica de una ludopatía, desde el referente rural que lleva a los personajes al límite de sus intenciones por perder o poseer bienes al repelús de una baraja.
Una de las virtudes de un buen cuento corto, es además de la simplicidad, crear una perspectiva diferente o única. Su propósito es ver el mundo desde otro ángulo (Violeta Rojo).
Gisela Leal y "El maravilloso y trágico arte de morir de amor"
Círculo de Lectura | Por Ana M. |
Crónicas Fabrizianas; entrevista con el escritor Fabrizio Mejía
Telemetría | Por Jaime López Blanco |
Círculo de Lectura: Álbum de mundos
Círculo de Lectura | Por Hugo César Moreno Hernández |
Sifuentes, Gerardo. Planetaria. México, Resistencia, 2013.
Hugo César Moreno Hernández (Ciudad de México, 1978). En 2003, con el Grupo Cultural Netamorfosis fundó la Revista Cultural Independiente El Chiquihuite. Ha publicado los libros Cuentos para acortar la esperanza (Netamorfosis, 2006); Cuentos porno para apornar la semana (2007, FETA-Conaculta); Cuentos cortos para acortar el domingo (2008, Cofradía de Coyotes-Netamorfosis) y Enseres de supervivencia (2011, Cofradía de Coyotes-Netamorfosis); el libro infantil Así aprendió a volar José (2009, Cofradía de Coyotes-IMC). Aparece en las antologías Abrevadero de dinosaurios, Ardiente coyotera, Perros melancólicos, El infierno es una caricia y Coyotes sin corazón. Fue becario del FOCAEM durante 2009 y actualmente imparte el taller de Poesía y Narrativa en el Faro de Indios Verdes.
Epitafios: Mi historia no es de vida, sino de muerte
Círculo de Lectura | Por Sel Tlapanco
Oscuridad, acompañada de un violín que interpreta una melodía triste, a lo lejos se escucha el canto de un hombre que de a poco arrulla su canto con la música sugerida…
“La vida no es un ciclo la vida tiene forma de caja, de una gran caja enterrada en el olvido”
Dice la misma voz que interrumpió su ópera lejana para acercarse a relatar la historia de cinco mujeres que buscan su razón de existir en un nuevo universo al que cruzaron tras su sepultura y el grabado de su propio epitafio.
La Amapola que torturó a mariposas en el Cadillac de los mil sueños, por ejemplo, se aferró a conducir el auto hasta el borde del amanecer.
AMAPOLA:
-Así decidí llamarme-
-I’m a fucking survivor-
Soy una sobreviviente del fascismo y la desolación, de la peste y la anarquía.
Soy una sobreviviente.
Siempre una mariposa, ellas siempre han estado presentes.
-¡Muerte!-
-Mi historia no es de vida si no de muerte-
Amapola acompaña sin querer hacerlo a “La mujer gato” a “La ama” a “La Cerda” y a “La perra” en la oscuridad del mismo cementerio donde un sepulturero es el guardián de cada una de sus dramáticas historias, una obra original del dramaturgo y director escénico Josué Almanza nacido en la Ciudad de Puebla quien regresa a casa el próximo 19 de julio para la publicación de su segundo libro: Epitafios.
Según el mismo autor, mención honorífica del certamen de dramaturgia internacional Sor Juana Inés de la Cruz (2012), Epitafios es la consecuencia literaria de un laboratorio teatral desarrollado cinco años atrás bajo la necesidad de un teatro diferente.
“Epitafios es el segundo libro publicado bajo mi autoría pero fue la primer obra que yo escribí hace ya varios años, aun como estudiante de actuación en la Casa del Teatro, en ese tiempo recuerdo que ya estaba en la UNAM tomando dirección pero sinceramente no tenía idea de lo que estaba haciendo, sólo convoqué a las actrices que sabía que querían ser parte y comenzamos con el ejercicio experimental, analizar sus personalidades y provocar situaciones tras encierros de trabajo intenso hicieron que se lograra esta obra tan limpia y tan profunda a la vez, donde la ficción se une con la realidad de sus monólogos”.
El éxito de dicha puesta en escena sugirió un segundo tratamiento con monólogos nuevos, con personajes y mujeres diferentes pero bajo la misma técnica de laboratorio actoral, que el próximo 19 de julio en punto de las 18 horas en el Teatro Taller de Investigación y Experimentación Mexicano (TETIEM) también se compactará en el libro cara-cruz por presentar en donde además se mostrarán los textos originales, escritos por Almanza en 2010, así como las técnicas teatrales y comentarios del reparto que conforman dicha obra.
“Decidí no editar nada del texto original de Epitafios aunque ahora que lo leo me urge hacerle muchas modificaciones por lo que ya uno ha aprendido hasta el día de hoy, pero considero que es igual de importante que la gente pueda ver el guión lo más orgánico posible” apuntó el autor.
El también autor de Sturm Rouger, actualmente se encuentra trabajando en los últimos detalles de su próxima puesta en escena “Los parásitos” que se llevará a cabo en septiembre en la Ciudad de México.
Apuntes sobre el autor: Josué Elí Almanza es uno de los dramaturgos premiados más jóvenes del país, su trabajo le ha permitido su ingreso al Instituto Nacional de Bellas Artes. Actualmente colabora con la Fundación para las Letras Mexicanas en Dramaturgia y forma parte de los Jóvenes Creadores del FONCA y del Centro de Capacitación Cinematográfica.
Círculo de Lectura: Larga mirada a través del espejo
Círculo de Lectura | Por Hugo César Moreno Hernández |
Carrancá, Víctor Roberto. El espejo del solitario. México, Ficticia, 2014
En el atribulado mundo de los viajes las dimensiones pueden perder consistencia, las profundidades volumen y las alturas presencia. Todo depende de la agencia de viajes. Las ofertas son profusas y las experiencias se hacen las perdidizas, escamoteando postales y plasmando itinerarios con cicatrices. El espejo del Solitario es la agencia de viajes en boga sobre mi buró. No duró mucho tiempo ahí, se me escapó entre la almohada, a veces se coló al baño y me llevó sobre ruedas y a todas horas o durante los minutos de viaje al espacio interior compré varios boletos de desazón y dos o tres de carcajadas y cuando una mueca de y eso qué es o para dónde va se atravesaba por los aires o asustaba cardúmenes de ceveretas, la experiencia tornaba en algo más que turismo para dejarme advertir la oferta certera de una letra fantástica sin mayor presunción que la soberbia de un lector asiduo incapaz de escapar de sus demonios y luego malnacido por hacerlos arrastrarse fuera de sus ojos hacia los míos para fabricarme un viaje sin fin hasta el final de un cuento corto u otro enloquecido en su geografía, en su historia, en sus referentes culturales, mezclando letra pop con religión y estilos musicales sagrados burlándose de jurados y judicaturas, riéndose cruelmente de profesiones tan loables como el malabarismo insuflándole un tufo amarillento de intelectualidad.
En realidad, la culpa es del agente, Víctor Roberto Carrancá, soñador y solitario como José. Presume de una técnica de mercado inusitada: mapeo mental onírico sobre los bordes de deseos inconclusos creyéndose una especie de Miguel de Cervantes Freud tejiendo novelitas rosas sobre el bajo mundo gay inglés del siglo perdido en una noche de verano. Me llamó la atención su postura docta reclinada sobre un radio de bulbos intentando sintonizar un viejo juego de beisbol con Babe Ruth al bate y, según él, traduciendo tradiciones y traiciones de continentes próximos a la extinción y Enogeas antiguas sobrepuesta a la crítica literaria soltada por personajes precisos entre mensajes y loas filtrados por lo bajo de la narración del partido beisbolero. Sí, me llamó la atención. Lo juzgué excéntrico, no loco. Fue cuando se colocó el gorro de Santa Claus que dudé de mi propia cordura ¿Qué hacía ahí, aún convencido de llevarme todos los viajes? Me avergüenza un poco confesarlo, pero en fin, qué más da si la isla sobre la que requemaba mis carnes ha extraviado altitud y latitud y mi GPS no forula más. Me convencieron los intestinos anudados torpemente alrededor de su cuello, imitando una bufanda. Esto será gore, me dije.
Sí y no, no y sí, no importa, nada se excluye y nada se incluye, el tiempo, el espacio, las dimensiones, “x”, “y” y “z” y vuelta a empezar el abecedario para sobreponer suspensos e inventar terrores. Porque sí, tantos viajes entrometidos han sido divertidos, algunos son como inmersiones por niveles, llegas al primer nivel, el más superficial, el plano te regala un horizonte donde el sol gira con coherencia, pero luego, al dar un paso o saltar una línea o pasar de página transitas a un nivel más profundo donde el horizonte está espejeado y el corazón late del lado derecho, donde la sístole es diástole y la diástole sístole y los zopilotes gorriones y los perros autores (bueno, quizá eso no esté tan loco) y apenas te vas acoplando a la nueva física tropiezas con otra incepción que no revoca los principios anteriores, sino que suma disyunciones y desvaríos, cuando estás a punto de salir a flote te hunde una vieja raza para retornar al principio. Sientes haber cerrado un círculo, te pones todo inteligente y con ganas de convertirte en guía de viajeros, supones poder enriquecerte con las trampas instaladas en cada pasaje y caminas horondo, sonriendo y zaz, otro nivel de percepción donde todo se mezcla para dejarse ver con claridad espantosa. No sé cuántos niveles descubrí en los viajes en El espejo del solitario, sólo estoy seguro de que el enloquecido agente de viajes Víctor Roberto Carrancá diseño los itinerarios con saña, para atrapar público entre las redes fantásticas de seres imperfectos o sólidamente construidos por demoniacas fuerzas expelidas desde el fragor de las pesadillas del agente malvado. Y si preguntan, oye, qué tal tu viaje, diré: lo recomiendo si llegas al final de los niveles, porque si te pierdes entre ser y no ser combinando tiempo y espacio es muy probable que seas una quimera abandonada por el visitante anterior.
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Hugo César Moreno Hernández (Ciudad de México, 1978). En 2003, con el Grupo Cultural Netamorfosis fundó la Revista Cultural Independiente El Chiquihuite. Ha publicado los libros Cuentos para acortar la esperanza (Netamorfosis, 2006); Cuentos porno para apornar la semana (2007, FETA-Conaculta); Cuentos cortos para acortar el domingo (2008, Cofradía de Coyotes-Netamorfosis) y Enseres de supervivencia (2011, Cofradía de Coyotes-Netamorfosis); el libro infantil Así aprendió a volar José (2009, Cofradía de Coyotes-IMC). Aparece en las antologías Abrevadero de dinosaurios, Ardiente coyotera, Perros melancólicos, El infierno es una caricia y Coyotes sin corazón. Fue becario del FOCAEM durante 2009 y actualmente imparte el taller de Poesía y Narrativa en el Faro de Indios Verdes.