Sputnik Fanzine #02 «Bowie Special» para leer y descargar
5 discos ineludibles de David Bowie
“Después de Bowie no hubo ningún ícono pop de su altura porque el mundo pop que produce esos dioses del rock ya no existe“.
THE RISE AND FALL OF ZIGGY STARDUST AND THE SPIDERS FROM MARS
Producción: D. Bowie/Ken Scott
RCA - Inglaterra (1972)
“Subvirtió enteramente el concepto de lo que una estrella de rock debe ser”.
RCA - Inglaterra (1977)
“El feroz partidismo del culto a Bowie es también único; su influencia duró más y fue más creativa que quizás ningún otro dentro del fanatismo del pop”.
HEROES
Producción: D. Bowie/Tony Visconti
RCA - Inglaterra (1977)
“Bowie, una estrella e ícono. Su trabajo ha creado quizá la mayor adoración en la cultura popular, su influencia ha sido única, ha permeado y alterado más vidas que ninguna otra figura comparable”.
Bowie fue votado por más de cien estrellas del pop como el artista más influyente de música, de acuerdo a la revista NME.
El álbum final de la Trilogía Berlinesa supone una polémica complicada ya que, a pesar de ser un álbum brillante, toma en general una gran distancia en la mayor parte del material respecto a sus antecesores puesto que ya no tiene tanto que ver krautrock experimental, salvo en momentos muy marcados.
Abre con la elegante y suave Fantastic Voyage; una maravilla que sin ningún problema podría ser parte de "Station to Station". Es a partir de esta pieza donde Bowie ya hace incursiones de world music (como también lo harían David Byrne, Peter Gabriel y el mismísimo Eno).
Icónica y con un trabajo de guitarras alucinante Boys Keep Swinging es una pieza de pop vanguardista (que bien podría entrar en "Low" con mínimos tratamientos) y donde luce en todo su esplendor la colaboración de Adrian Belew con un solo legendario.
En Repetition, donde el ritmo invita al baile también se escucha el sello de la guitarra para finalizar con Red Money: una perfecta pieza de salida que recuerda a piezas como TVC15 del 76 bajo los nuevos procesos de producción.
Red Money es también una canción que termina por recordar que, aunque esta serie de álbumes son algunos de los más osados intentos por desafiar su propia obra y la mayor inspiración para una siguiente generación de artistas de la más diversa clase, la Trilogía Berlinesa fue precursora seminal de nuevos géneros. Ya lo había dicho David: "Sólo busco impresionarme a mí mismo", lo único que no logró.
Cuidado editorial: Mariana Noséqué
Ilustraciones: Ox Echegoyen
Strange Fascination
David Bowie: The Definitive Story
de David Buckley
A pimp from Mars: de Bowie a Kendrick Lamar
Es bien sabido que David
Bowie era un camaleón, en el mejor de los sentidos, un imitador. Esta cualidad
le permitió reinventarse una y otra vez hasta el final de su carrera. Desde el
garbo y el estilo que imitó de Marc Bolan y los modes, pasando por su
apropiación del soul y el funk para lanzar el maravilloso Young Americans, hasta los sonidos industriales que calcó de Nine
Inch Nails para imprimirlos en el Outside,
Bowie siempre supo robar lo mejor de lo mejor y hacerlo suyo.
En biografías como Strange Fascination de David Buckley, y en los múltiples anecdotarios que encontramos aquí y allá sobre la personalidad de Bowie, se le describe siempre como un chico carismático que sabía ganarse la buena voluntad y aprecio de quienes lo rodeaban. Esta otra cualidad suya le permitía, además, robar de la mejor manera: con permiso. Bowie se codeaba de la gente que admiraba y los involucraba en sus procesos creativos: Lou Reed, Iggy Pop, Bryan Eno, Trent Reznor, James Murphy y un largo etcétera de personas que a menudo participaron o lo invitaron a participar en sus proyectos. Un caso muy sonado en los medios fue el de Arcade Fire, para quienes, se dice, Bowie fue una especie de padrino, luego de que en la revista Rolling Stone el ícono británico mencionara que compró un cargamento del álbum Funeral, de la banda canadiense, para regalarlo a sus amigos.
En este sentido, Black Star, el último álbum de David
Bowie, que se publicó en 2016, a unos días de la muerte del Duque Blanco, no
fue la excepción. Su producción estuvo a cargo, principalmente, de Tony
Visconti, una de las apuestas seguras de Bowie desde el 69, pero también contó
con la colaboración de James Murphy, quien hizo gala de su acostumbrada
petulancia y declaró no haberse involucrado más porque tenía proyectos más
importantes y personales; pero quizá la influencia más sui generis para esta
última obra es la del ganador del Pulitzer, Kendrick Lamar, uno de los
exponentes más disruptivos de la escena, quien un año antes habría lanzado al
mercado su transgresor y refrescante álbum To
Pimp a Butterfly, obra que revolucionó el género y regresó a Compton el
cinturón de campeón en cuanto el rap y el hip-hop concierne.
Durante las vísperas del lanzamiento de Black Star, Visconti declaró a la revista Rolling Stone, que habían estado escuchando incansablemente To Pimp a Butterfly luego del proceso de grabación, y que admiraban el hecho de que Kendrick Lamar había logrado hacer un álbum de hip-hop que no sonaba casi nada a hip-hop, por lo que se impusieron el objetivo de que Blackstar sonara lo menos posible a un álbum de rock’n’roll.
To
Pimp a Butterfly fue recibido como una mezcla de tradición
y vanguardia, lo que demostró la capacidad de Kendrick para satisfacer el gusto
del público experimental y mainstream a un mismo tiempo. Quizá el gusto por
romper las reglas que caracteriza al rapero de Compton fue lo que llamó la
atención de Bowie, quien no dudó en imitar a Kendrick para imbuir el Blackstar de distintas texturas que
oscilan entre el jazz neoyorkino, la música electrónica y el Krautrock.
Blackstar
fue
un excelente álbum de despedida, manchado de tonalidades oscuras, referencias
telúricas y apropiaciones dignas del crisol que representa la trayectoria de
David Bowie, quien fue, de todas a todas, un excelente lector de las tendencias
de época, las cuales digería y aprovechaba para nutrir de autenticidad su
trabajo creativo.
No cabe duda de que, de
haber vivido un poco más, hubiéramos presenciado una colaboración más cercana
entre ambos genios, pues Bowie hubiera echado mano de su natural carisma y
simpatía para acercarse más a Kendrick, quien tampoco se hubiera negado a
colaborar y aprender de uno de los exponentes más variopintos, interesantes e
influyentes de la actualidad.
Letrinas: un poema de Tracy K. Smith para David Bowie
1.
De noche, las estrellas brillan como el hielo, y la distancia que abarcan
Esconde algo elemental. No a Dios, exactamente. Más bien a alguien
Delgado y brillante del tipo de Bowie —un Starman
O un as cósmico planeando, balanceándose, sufriendo para hacernos ver.
¿Y qué haríamos, tú y yo, si pudiéramos saber con seguridad
Que alguien estaba ahí viendo de reojo a través del polvo,
Diciendo que nada está perdido, que todo vive en la espera sólo
Para ser querido de nuevo con la suficiente intensidad ? ¿Irías entonces,
Incluso por unas cuantas noches, hacia esa otra vida donde tú
Y el primer amor que ella tuvo estuvieran ciegos al futuro, y felices?
¿Debería ponerme mi abrigo y regresar a la cocina donde mi
Madre y mi padre se sientan a esperar y calentar la cena en la estufa?
Bowie nunca morirá. Nada vendrá a él mientras duerme
Ni correrá por sus venas. Y nunca se volverá viejo,
Como la mujer que perdiste, que siempre tendrá el cabello oscuro
Y estará ruborizada, corriendo alrededor de una pantalla
Que marca los minutos, las millas por correr. Como la vida
En la que siempre soy una niña que mira por la ventana el cielo nocturno
Pensando que un día tocaré el mundo con las manos desnudas
Incluso si éste quema. .
2.
Él no deja rastro. Se desliza más allá, veloz como un gato. Eso es Bowie
Para ti: el Papa del Pop, modesto como Cristo. Como una obra de teatro
Dentro de una obra de teatro, él es una marca registrada dos veces. Las horas
Caen como agua en una ventana con aire acondicionado. Lo transpiramos
Enseñándonos a esperar. En silencio, con pereza, el colapso ocurre.
Pero no para Bowie. Él ladea su cabeza, sonríe con esa malvada sonrisa.
El tiempo nunca se detiene, ¿pero termina? ¿Y cuántas vidas
Antes del despegue, antes de que nos busquemos a nosotros mismos
Más allá de nosotros mismos, todo glamoroso-resplandeciente, todo brillante y dorado?
El futuro no es lo que solía ser. Incluso Bowie tiene sed
De algo bueno y frío. Los jets parpadean en el cielo
Como almas migratorias.
3.
Bowie está entre nosotros. Justo aquí
En Nueva York. En una gorra de beisbol
Y en unos costosos jeans. Sumergiéndose en
Una tienda delicatessen. Exhibiendo todos esos dientes
Al portero en su camino de regreso.
O está tomando un taxi en Lafayette
Mientras el cielo se nubla en el crepúsculo.
Él no tiene ninguna prisa. No siente
De la forma en que piensas que siente.
No presume ni alardea. Hace bromas.
He vivido aquí todos estos años
Y nunca lo he visto. Es como no distinguir
Un cometa de una estrella fugaz.
Pero apuesto que arde brillante,
Arrastrando una cola de ardiente materia blanca,
Igual que cuando uno de nosotros deja un rastro de papel higiénico
Cuando regresa del sanitario. Él obtiene
El mundo entero bajo su pie,
Y somos pequeños a su lado,
Aunque haya ocasiones
En las que un hombre de su tamaño puede cruzar su mirada
Contigo justo por un breve momento
Y mandar un pensamiento como BRILLA
BRILLA BRILLA BRILLA BRILLA
Directo a tu mente. Bowie,
Quiero creerte. Quiero sentir
Tu voluntad como el viento antes de la lluvia.
Del tipo en que cualquiera simplemente obedece,
Arrasado por ese baile hipnótico
Como si algo con el poder para hacerlo
Hubiera mirado en su dirección y dicho:
Sigue adelante.
ORIGINAL
Don't You Wonder, Sometimes?
1.
After dark, stars glisten like ice, and the distance they span
Hides something elemental. Not God, exactly. More like
Some thin-hipped glittering Bowie-being—a Starman
Or cosmic ace hovering, swaying, aching to make us see.
And what would we do, you and I, if we could know for sure
That someone was there squinting through the dust,
Saying nothing is lost, that everything lives on waiting only
To be wanted back badly enough? Would you go then,
Even for a few nights, into that other life where you
And that first she loved, blind to the future once, and happy?
Would I put on my coat and return to the kitchen where my
Mother and father sit waiting, dinner keeping warm on the stove?
Bowie will never die. Nothing will come for him in his sleep
Or charging through his veins. And he’ll never grow old,
Just like the woman you lost, who will always be dark-haired
And flush-faced, running toward an electronic screen
That clocks the minutes, the miles left to go. Just like the life
In which I’m forever a child looking out my window at the night sky
Thinking one day I’ll touch the world with bare hands
Even if it burns.
2.
He leaves no tracks. Slips past, quick as a cat. That’s Bowie
For you: the Pope of Pop, coy as Christ. Like a play
Within a play, he’s trademarked twice. The hours
Plink past like water from a window A/C. We sweat it out,
Teach ourselves to wait. Silently, lazily, collapse happens.
But not for Bowie. He cocks his head, grins that wicked grin.
Time never stops, but does it end? And how many lives
Before take-off, before we find ourselves
Beyond ourselves, all glam-glow, all twinkle and gold?
The future isn’t what it used to be. Even Bowie thirsts
For something good and cold. Jets blink across the sky
Like migratory souls.
3.
Bowie is among us. Right here
In New York City. In a baseball cap
And expensive jeans. Ducking into
A deli. Flashing all those teeth
At the doorman on his way back up.
Or he’s hailing a taxi on Lafayette
As the sky clouds over at dusk.
He’s in no rush. Doesn’t feel
The way you’d think he feels.
Doesn’t strut or gloat. Tells jokes.
I’ve lived here all these years
And never seen him. Like not knowing
A comet from a shooting star.
But I’ll bet he burns bright,
Dragging a tail of white-hot matter
The way some of us track tissue
Back from the toilet stall. He’s got
The whole world under his foot,
And we are small alongside,
Though there are occasions
When a man his size can meet
Your eyes for just a blip of time
And send a thought like SHINE
SHINE SHINE SHINE SHINE
Straight to your mind. Bowie,
I want to believe you. Want to feel
Your will like the wind before rain.
The kind everything simply obeys,
Swept up in that hypnotic dance
As if something with the power to do so
Had looked its way and said:
Go ahead.
Moonage Daydream: alunizaje frenético digno de David Bowie
Cinema Coyote | Alejandro Carrillo |
¿Podremos ser como David Bowie? Suena bastante improbable. Hay carreras a las que simplemente los seres humanos no podemos seguirles el paso. Extraterrestres, seres de otros mundos o simplemente, hombres y mujeres fueras de serie que por alguna razón cayeron a la Tierra para maravillarnos con su genio y talento.
David Robert Jones es uno de los ejemplos más notables de ello, no uno de los íconos de la cultura pop, sino probablemente EL ícono de la cultura pop. El camaleón que se hizo humano, la definición de artista en el diccionario.
La vida parece corta al repasar su carrera. Cientos de canciones, decenas discos, innumerables giras, películas, todos sus alter ego, obras de teatro, poemas, pinturas, esculturas, programas de TV, especiales de navidad, cortometrajes, ilustraciones, exposiciones, pasarelas. ¿Qué hacía Bowie a tu edad? Incluso hay una página que te lo dice (www.supbowie.com).
Es increíble todo lo que el Duque Blanco pudo hacer en los 69 años que fue habitante de este planeta y al final su principal legado es la influencia que nos marcó en algún punto de nuestra vida y nos empuja a crear y multiplicar el arte.
El híbrido cinematográfico 'Moonage Daydream' (2022) da fe de todo ello y es un material valioso tanto para los fans más recalcitrantes como para el melómano de ocasión, no solo para remarcar la vasta huella de David Bowie, sino para conocer pasajes inéditos y nunca antes vistos de la vida pública y personal del genio de Brixton.
¿Es un documental? ¿una biopic? ¿un musical? No se sabe. Al igual que su protagonista, el film toma formas, colores y narrativas diversas en un homenaje digno y a la altura de la leyenda. El realizador Brett Morgen, que no es un improvisado en este tipo de obras (dirigió los documentales 'Kurt Cobain: Montage of Heck' y 'Crossfire Hurricane' sobre los Rolling Stones), nos regala una película casi artesanal y audiovisualmente espectacular, que seguramente se volverá un material de culto.
Con ayuda de la familia de Bowie, la producción tuvo acceso a gran parte de sus archivos personales, incluyendo imágenes desconocidas de giras y conciertos, para regalarnos en 135 minutos un viaje caleidoscópico y espiritual, más que lineal y biográfico, en donde nadie habla de Bowie, más que él mismo.
Mención aparte merece la increíble banda sonora que acompaña el documento fílmico y nos seduce con remixes siderales, rarezas y versiones inéditas de las canciones más representativas de Bowie, así como monólogos en propia voz. Una joya musical imperdible de 45 tracks que ya pueden disfrutar en Spotify.
'Moonage Daydream' se exhibió en pocas salas de cine de nuestro país y no por mucho tiempo, pero ahora está disponible en la plataforma Cinépolis Klic, en renta por 50 pejecoins o bien pagando con puntos del club Cinépolis (esta reseña no fue patrocinada por Cinépolis).
En síntesis la principal virtud de la película no radica en mostrar las grandes obras y la soberbia discografía del Starman, sino su visión de la vida: un tipo que no siguió las modas, que las creó, que no tuvo miedo al ridículo ni al fracaso, que se reinventó las veces que fueron necesarias, que salió de su zona de confort, que fue original, que fue atrevido, que aprendió de sus errores y que se fue de este mundo en sus propios términos. Entonces ¿podremos ser como David Bowie? Sí, just for one day.
David Bowie siempre está en otra parte
Podemos contar con las manos los artistas que luego de seis décadas seguían sacando discos deslumbrantes: Bob Dylan, Leonard Cohen y David Bowie. Ese es el tamaño de su grandeza. Ese es el tamaño de su legado.
Crosby y Bowie: un inesperado y muy bizarro dueto navideño
Call me old fashioned... please! | Por Mónica Castro Lara |
Ya sé, ya sé… probablemente sea un shock para algunos de ustedes y se estén cuestionando mi legitimidad como melómana (jajajaja), pero admitamos que siempre se pueden descubrir canciones y géneros nuevos a cualquier edad, en cualquier momento de nuestras vidas y sobre todo, disfrutarlos y hacerlos parte de nuestra cotidianidad. Así que, no se atrevan a juzgarme, eh. Acá el asunto es que la colaboración entre estas leyendas me pareció tan random, tan bizarra y taaaan buena, que decidí escribir un textito exprés a modo de última colaboración del 2022 en Sputnik.
Estuve leyendo un poco acerca de cómo surgió este inesperado e histórico acontecimiento y se los cuento rápidamente: resulta que Bing Crosby o ‘Mr. White Christmas’ (porque sí, a él le debemos la autoría de este clásico de clásicos navideño), grabó en 1977 lo que sería su último especial navideño para la televisión titulado “Merrie Olde Christmas”, que se transmitiría en Estados Unidos y Reino Unido. La premisa del especial es que Crosby recibe una carta de un familiar inglés perdido que lo invita a él y a su familia a acudir a su casa y conocer su historia familiar, al mismo tiempo en que conoce e interactúa con trabajadores de la casa, el fantasma de Charles Dickens (supongo) y otros invitados inesperados, todos interpretados por personalidades del medio del espectáculo inglés, incluido por supuesto nuestro Starman, David Bowie. El especial fue filmado en Londres, ya que Bing andaba de gira en tierras británicas.
Pues bien, aún no me queda del todo claro cómo es que Bowie (que ya contaba con diez años de carrera en ese entonces) accede y es seleccionado para actuar en dicho especial, pero supuestamente lo hizo con el afán de promocionar su doceavo álbum “Heroes” y porque su mamá era fan de Crosby. El chiste es que, al momento de indicarle que tiene que grabar el famoso villancico “Little Drummer Boy”, Bowie se niega. “Odio ese tema. ¿No hay otra cosa que pueda cantar?”. Y Crosby, que era un señorón de setenta y pico años, se negó rotundamente a cambiarla. Imaginen la incómoda escena. Por lo que, los supervisores musicales del especial navideño Ian Fraser y Larry Grossman, encuentran un piano en el sótano del estudio de televisión y componen en menos de una hora, lo que inesperadamente sería uno de los singles más exitosos de David Bowie muy a su pesar. En realidad, el cambio no es tan drástico, pero sirvió para mantener contentos a ambos artistas y que, de alguna forma, pudieran resaltar sus atributos vocales.
Hay quienes afirman que la interacción entre ambos es bastante forzada, con diálogos sumamente prefabricados e insoportablemente escenificado. Para serles muy franca, pensé que me daría muchísimo más cringe verlo y que tendría que adelantarle hasta que comenzara la canción en sí, pero la verdad es que no fue así. Me parece que a pesar las enoooormes y muy evidentes diferencias entre ambos, lo hacen bastante bien (¿o será que soy muy ingenua?). Juzguen por ustedes mismos.
David Bowie, el actor
El biógrafo David Buckley observó: «La esencia de la contribución de Bowie a la música popular se encuentra en su sobresaliente habilidad para analizar y seleccionar ideas fuera de la música -del arte, la literatura, el teatro y el cine- e incorporarlas a ésta; de este modo, el pop se actualiza constantemente».
Película: Pierrot in Turquoise or The Looking Glass Murders (1970)
Película: Just a Gigolo (1978)
Película: The Snowman (1982)
Película: Into the Night (1985)
Película: The Linguini Incident (1991)
Película: Gunslinger's Revenge (Il mio West) (1998)
Película: Everybody Loves Sunshine (1999)
Película: Mr. Rice's Secret (2000)
Película: The Prestige (2006)
Película: Arthur and the Invisibles (2007)
Película: August (2008)
- Ziggy Stardust and the Spiders from Mars: The Motion Picture (1983) (VHS, DVD en 2003)
- Love You Till Tuesday (1984) (VHS, DVD en 2005)
- Serious Moonlight (1984) (VHS, DVD no oficial en 1999, DVD oficial en 2006)
- Glass Spider (1988) (VHS, DVD no oficial llamado Glass Spider Tour en 2001, DVD oficial en 2007)
- Bowie – The Video Collection (1993) (VHS)
- Black Tie White Noise (1993) (VHS, DVD en 2005)
- Best of Bowie (2002) (DVD)
- A Reality Tour (2004) (DVD)
Sabías que David Bowie nació con ambos ojos azules, pero en una pelea en el patio del colegio un amigo suyo, George Underwood, le hirió en el ojo izquierdo con un puñetazo, lo que le produjo la parálisis de los músculos de la pupila, por lo cual perdió un poco de percepción de la profundidad y, lo más llamativo, su pupila quedó permanentemente dilatada. La mirada bicolor es la marca personal de Bowie.
¿Qué hacía David Bowie cuando tenía tu edad?
Cosas que debemos contar a nuestros hijos sobre David Bowie
Sobre todas las cosas, David Bowie era músico, pero no de esos endogámicos que solo piensan en escalas y acordes. Fascinado por el cine, el arte, la moda y los libros, todas estas facetas le influyeron y formaron parte de su universo. Un artículo de The Guardian recordaba su capacidad de leer ocho libros al día. El peso de la moda en su obra es evidente; fue de los primeros músicos en encargar a un diseñador el vestuario de sus conciertos, como hizo con el japonés Kansai Yamamoto, responsable del famoso mono negro con perneras abultadas de la gira Aladdin sane, de 1973. Si Lady Gaga es como es, se debe básicamente a que Bowie lo hizo antes.
Aprende a evolucionar como Bowie, que a lo largo de su carrera fue muchas cosas: fijándonos solamente en su pelo, lo tuvo de al menos 29 formas diferentes. Fue hombre del espacio, payaso y hombre-elefante (en Broadway): genuino británico y neoyorquino de manual. Incluso fue gay y hetero a la vez, si es que tal cosa es posible (estuvo 24 años casado con la modelo Imán). Con su constante transformación, nos enseñó a salir de la zona de confort y experimentar.
Antes de que llegara la moda de lo slow, el Duque nos enseñó a tomarnos las cosas con tranquilidad. Prefería un largo y tranquilo viaje en tren o en barco a uno fugaz en avión (en parte por su pánico a volar). Se dice que entre 1972 y 1977 no pisó un solo aeropuerto. En 1973 afrontó así su gira mundial: cruzó el Atlántico en barco, recorrió Estados Unidos en bus o tren, surcó el Pacífico otra vez en barco para actuar en Japón y tomó el Transiberiano para volver a Europa.
Está bien copiar a los grandes, pero es mejor ser único. Si Bowie es un mito del rock es porque no se parecía a nadie. Perteneciente a la generación de músicos de los sesenta, los que dieron forma a esta revolución sonora, Bowie no se apuntó a modas imperantes sino que se adjudicó una personalidad y un estilo propios e inéditos hasta la fecha. Fue atrevido. Y la osadía es, a fin de cuentas, lo que distingue a un genio, ya sea de la música o de cualquier otra faceta de la vida.
Equivocarse, aparte de inevitable cuando uno empieza en cualquier actividad, es necesario: de los errores se aprende. El propio Bowie lo demostró, cuando después de algunos (pocos) pinchazos en su discografía, se rehizo y supo resurgir aún con más fuerza. Después de los discos clásicos de los setenta como Ziggy Stardust, Aladdin Sane y Diamond dogs, terminó la década con algunos lanzamientos más oscuros; sin embargo inició los ochenta con fuerza, gracias a singles como Ashes to ashes, Under pressure (con Queen) y Let's dance (los tres, número 1 de ventas en Reino Unido).
En contra de la opinión de sus mánagers, Bowie siempre procuraba dar lo mejor a sus fans, aunque eso implicara una fuerte inversión económica por su parte (a veces poco rentable). Un ejemplo es su gira de 1987, The glass spider tour: uno de los montajes más ambiciosos de la historia del rock. Cada escenario costaba 10 millones de dólares, y había dos. Cuando se comprobó que los costes superaban los previstos (se necesitaban 43 camiones para mover aquello), no dudó en poner de su bolsillo 1 millón a la semana para pagar a los 150 empleados adicionales que tuvo que contratar.
Fueron sus exquisitos modales, y no su fama, los que sedujeron a Iman, según contó ella misma al Daily Express. Así que si siendo educado uno puede ligarse a una supermodelo, habrá que cuidar las formas. También se comportaba como un perfecto gentleman con la prensa. Los periodistas que le han entrevistado cuentan que cuando al final de la charla aparecía el mánager para anunciar, como es de rigor, que el tiempo se había acabado, Bowie decía: “No, cinco minutos más. Estoy muy cómodo”. Así se ganaba al periodista para los restos.
No sabemos qué teléfono móvil tenía el sexagenario Bowie, pero seguramente era de última generación. Pese a crecer como músico en los sesenta y primeros setenta, no era de los que sentían una insana nostalgia por el pasado y estaba a la última en tecnología. A mediados de los setenta se alió con el genio de las maquinitas Brian Eno para producir varios discos poco comerciales. En 1999 se embarcó en la aventura de participar en el diseño de un videojuego (Omikron: Nomad soul), en el que incluso hacía un cameo. A tecnológico nunca le ganó nadie.
Un hombre que baila bien es un hombre atractivo. Y Bowie no sólo cantaba bien, sino que se movía estupendamente. De acuerdo, no era Michael Jackson, pero imprimía a sus movimientos su característica elegancia, como puede comprobarse en el vídeo de Dancing in the street, a dúo con Mick Jagger. Contemplándolo uno se pregunta por qué Maroon 5 titularon su canción Moves like Jagger y no Moves like Bowie. Un estilo inconfundible (a la pata coja, ligeramente inclinado hacia un lado, un brazo arriba y el otro abajo) del que Miguel Bosé tomó buena nota.
Décadas antes de que los expertos en coaching pregonaran que nuestro aspecto físico es nuestro escaparate, Bowie dejó clara la importancia de la elegancia. El glam, corriente que él contribuyó a modelar, no era otra cosa que subir al escenario con las mejores galas. En 2013 protagonizó una campaña de Louis Vuitton, en cuyo spot (de 6 minutos) aparecía en medio de una fiesta palaciega con invitados vestidos de época. Su buena percha —delgado hasta el final— también ayudó.