Para quienes han visto los trabajos fílmicos de Carlos Santos, sabrán que sus propuestas tienen un giro sorpresa que no se aprecia en los avances promocionales, mejor conocidos como "tráilers".
Es el caso de su ópera prima, "Chilangolandia", que parecía una simple comedia de enredos, pero terminó siendo una entretenida radiografía del mosaico de personalidades que cohabitan la Ciudad de México.
O qué decir de su segundo largometraje, "Señora influencer", que sin esperarlo es una reflexión sobre la salud mental, tópico poco abordado en la vida real y en la industria del entretenimiento.
Ahora, con su tercer filme, "Qué huevos, Sofía", el realizador calla la boca a quienes pronosticaban una comedia insulsa con poco valor artístico o intelectual.
Si bien es cierto que su título no es el más atractivo y representaba un riesgo por su doble sentido, también lo es que Santos demuestra una vez más que tiene varios ases bajo la manga.
El más relevante de ellos es su protagonista, Giovanna Romo, que algunos identifican por su participación en la serie de "Backdoor" o programas de Telemundo.
Siendo su primer papel estelar para la pantalla grande, la intérprete nacida en la capital del país entrega una actuación apabullante, que retrata a una mujer atormentada con el espíritu roto.
Pero eso último se va revelando poco a poco, conforme avanza la trama y mediante la calculada edición del director.
Romo trasmite diversos sentimientos en el metraje, conmoviendo a flor de piel, pues su "Sofía" no solo lucha con sus demonios internos, sino también con el sistema patriarcal y el abuso laboral a su alrededor.
En ese sentido, la película también construye una crítica social dirigida a los viejos rancios capitalistas que premian a las personas recomendadas, no así a quienes verdaderamente se han esforzado por sacar adelante sus emporios.
El único problema de "Qué huevos, Sofía" es que su antagonista, Sergio Mayer, no muestra algo diferente a lo que ha caracterizado su carrera, pues vuelve a interpretar a un machista, egocéntrico, controlador, que tiene como principal lema de vida anular a su competencia.