Letrinas: Lunares

René Rojas González es un poco un exiliado de la academia de sociales por voluntad propia, pretendiente de la literatura.

Lunares

René Rojas González


 

Boca arriba la palma de mi mano. Sus ojos de lupa aceitunada escanearon mis rayas, falanges y lunares. Este del dedo te salió cuando ibas en la universidad y este de acá te habrá salido hace unos meses. Tú no eres tú, me dice la mujer con un índice acusador sobre cada una de las manchitas y una cara tiesa que se clavó en mi esternón. Podía tildarla de imprecisa pero al final tenía razón de cuándo me salieron. ¡Tú no eres tú!, vuelve a la carga, ahora declarándole frontera a mi paso. Tú no eres tú, me decía su acento. Tú no eres tú, me decía su mirada absorta.

Iba sobre la 5 de mayo y 2, con esa triste prisa genética que desarrolló la humanidad, a ver a mi amiga la del museo. Un día antes me dice “jálate porque estamos necesitando justo a alguien que sepa italiano; no importa que no haya hecho recorridos”. Voy pensando en Karla. Voy pensando en cómo nos la habíamos pasado rebotando de trabajo en trabajo y no pocas veces con más de uno desde antes de vivir juntos. Suerte y no que acababa colocado, ganando más o menos bien. Esta vez, no había as bajo la manga, sólo propinas.

Aquella mujer seguía insistiendo. ¡Tú no eres tú! La frase se convirtió en un roedor que me estaba anidando; no la entendía; peor me ponía con la prisa por llegar. No tuve opción: cerré los ojos, me fui contra el muro de su invocación y atravesé a la mujer como si estuviera hecha de neblina. Seguí el camino al museo; miré de rápido mis lunares leídos; necesitaba detenerme para pensar; no había tiempo. Llego con mi amiga; ni entrevista ni nada; ya ella había hablado con la directora sobre mi formidable preparación; empiezas el lunes, me dice maravillada esta sexagenaria.

Desde ese día veo tantas veces mi par de lunares que tengo la impresión de que esa mujer me estaba señalando el pedacito de una constelación a la que tengo que llegar. En fin, parece que ya voy a entrar a un buen trabajo; me dijeron que me comunicara la siguiente semana a ver si ya. Karla, se separó de mí; no dudo encontrármela en cualquier momento. Lo bueno es que tengo el museo. A mis 80 no me puedo quejar.

 


René Rojas González es un poco un exiliado de la academia de sociales por voluntad propia, pretendiente de la literatura para hacer de lo que nos sacude en la vida un lugar para habitar.
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