Cinetiketas | Por Jaime López
A 24 años de haber resucitado las historias centradas en el Imperio Romano, el realizador británico Ridley Scott decidió darle continuidad a una de las obras más importantes de su legado.
Evidentemente, las expectativas sobre el resultado final eran sumamente altas, sobre todo para los fanáticos que disfrutaron la propuesta original en la pantalla grande.
Sin hacer el cuento largo, Scott consigue superar las escenas de acción de la primera "Gladiador", aunque esto implique quitarle "el corazón" o "alma" que tuvo la producción del año 2000.
Y es que en el filme protagonizado por Russell Crowe era más epidérmica la historia, pues se le daba mayor importancia al guion que a las secuencias vertiginosas.
En la secuela tardía, es decir, "Gladiador II", el público acostumbrado al espectáculo saldrá satisfecho, pues las escenas de peleas, ya sea grupales o individuales, son constantes, no tienen ni siquiera una diferencia de 15 minutos entre una y otra.
Lo malo es que eso le resta fuerza al argumento escrito por David Scarpa, que tiene sus mejores momentos en la historia secundaria del personaje interpretado por Denzel Washington, doble ganador del premio Oscar.
El estadounidense da vida a "Macrino", un supuesto entrenador y traficante de gladiadores, que poco a poco va revelando sus verdaderas intenciones y sentimientos. Se trata de un hombre que lo consume una abismal sed de venganza en contra de un imperio que lo maltrató, al cual quiere destruir por medio de intrigas dirigidas hacia los gemelos emperadores en turno.
Pocas voces lo han mencionado, pero más allá de la fuerza histriónica de Washington, hay sutilezas en sus ademanes que engrandecen su participación. En ese sentido, se recomienda poner especial atención a la manera en que continuamente se arremanga los ropajes elegantes que porta entre escena y escena.
Ello es muestra de alguien que quiere infiltrarse en el poder, pero que no se halla cómodo con la vestimenta que acostumbraban tener los integrantes de las élites. Así, podría decirse que Washington apunta para una nueva postulación a la estatuilla dorada, ya que su trabajo se roba el show de "Gladiador II".
En cuanto al protagonista, Paul Mescal, este cumple con su función, pero no luce ante su contraparte afroestadounidense, el ya mencionado Washington. Y aunque son odiosas las comparaciones, tampoco tiene un rol tan desarrollado como el que tuvo Russell Crowe hace casi un cuarto de siglo.
En resumen, la nueva propuesta de Ridley Scott no es una de las cinco mejores de su filmografía, repleta de verdaderos clásicos de distintos géneros. Sin embargo, resulta una pieza entretenida, pese a que abusa por momentos de los efectos por computadora y aunque tropieza con ciertos anacronismos o desfases históricos.
Al final, la película en cuestión podría tener hasta siete postulaciones al Oscar 2025, en los apartados de actor secundario, efectos visuales, sonido, edición de sonido, vestuario, maquillaje y dirección de arte. Opción palomera.