Apuntes sobre “Lo que resta es silencio” de Óscar Alarcón

Lo que resta es silencio (BUAP, 2024) Óscar Alarcón. Libro de entrevistas. Libro donde un escritor pregunta a otros escritores. Diálogo. Conversación.



David Marín | 

 

1.- ¿Por dónde empezar? Aquí se quiere comentar, reseñar, ensayar un libro de entrevistas. ¿Los autores? ¿El autor? ¿La temática? ¿La unidad? ¿La diversidad ideológica? ¿Es acaso literatura? ¿Es acaso periodismo? ¿Es acaso un perfil psicológico-literario? Preguntas. ¿Es acaso crónica? ¿Es acaso una biografía crítica o una autobiografía involuntaria? ¿Es acaso todo lo previamente enumerado y al mismo tiempo otra cosa? Quizá. Quizá no…

2.- Según Ricardo Piglia, sus textos sobre crítica literaria son más autobiográficos que su propio diario. ¿A qué se refiere? Según Beatriz Sarlo, el crítico, a diferencia del escritor, no puede escribir sin tener una biblioteca al lado. El dato. La minucia. El concepto que modifica la lectura. ¿A qué se refiere? No siempre se lee de la misma manera. No siempre se leen los mismos libros. Cambian los gustos. Cambia la recepción. Cambia el modo en que interpretamos los textos. Para Piglia, así como para Nabokov, lo más importante de la vida del escritor no es su peripecia en carne y hueso, sino su peripecia en libro y pluma. La historia del estilo. La historia de la mirada…

3.- Según Alan Pauls, el escritor nunca puede dejar de ser escritor. Según Alan Pauls, a el escritor, cuando lo entrevistan, se convierte en una suerte de Doctor Jekyll y Mr. Hyde. No sabe a dónde jalar. Dejarse llevar por el frenesí de la ficción o dejarse llevar por el frenesí de la realidad. Según Alan Pauls, las únicas entrevistas a escritores que le gustan es cuando el escritor contesta como escritor, no como persona de carne y hueso.

4.- Nabokov, a diferencia de Sócrates, teme el poder espurio de la palabra hablada. Nabokov, a diferencia de Sócrates, piensa que el poder del lenguaje escrito por encima del lenguaje hablado está mucho más cerca de su ser. Nabokov, según su declaración en Opiniones Contundentes, permitió en alguna ocasión que lo grabaran en una entrevista. Tiempo después, al escuchar cómo su voz salía de las entrañas del magnetófono, se horrorizó.

5.- ¿Qué busca el entrevistador? Malabareando los malabares de Derrida, ¿el entrevistador se considera el anfitrión o se considera el huésped? Según Derrida, un anfitrión sólo puede ser anfitrión en la medida que tenga un huésped. Según Hegel, un amo sólo puede ser amo en la medida que tenga un esclavo. ¿Quién controla a quién? Según nosotros, ¿un entrevistador sólo puede ser entrevistador en la medida que tenga un escritor? O, según nosotros, ¿qué es un escritor-entrevistador? Rara avis. Un espécimen cuyo territorio en el zoológico literario no es ni ortodoxo ni heterodoxo, no es ni central ni periférico…

6.- Malabareando los malabares de Derrida, nos preguntamos: ¿cuál es la esencia de la entrevista? El escritor-entrevistador al preguntar, a quién le pregunta: ¿A el escritor de carne y hueso o al escritor que está encerrado en el libro? ¿Ambas manifestaciones son lo mismo? ¿Acaso no están peleadas entre sí? Quizá ahí, en esa indeterminación, en esa contradicción, en ese juego de espejos donde se reflejan pero al mismo tiempo se anulan, está focalizada la relevancia de la entrevista-literaria. Sólo ahí, en la pregunta precisa, en la fina estocada retórica, el escritor de carne y hueso habla del escritor encerrado en el libro y, a su vez, el escritor encerrado en el libro habla del escritor de carne y hueso. O, mejor aún. La entrevista los conjunta. La entrevista (cual brebaje alquímico) posibilita que los límites entre Doctor Jekyll y Mr. Hyde se anulen…

7.- ¿Qué tenemos en las manos? Lo que resta es silencio (BUAP, 2024) Óscar Alarcón. Libro de entrevistas. Libro donde un escritor pregunta a otros escritores. Diálogo. Conversación. Charla. Desvarío organizado. Chismorreo refinado. Así como hay una historia de la lectura, una biografía del modo en que el crítico lee-interpreta, ¿también hay una historia-biografía del preguntar? ¿El entrevistador siempre pregunta lo mismo? ¿Se mimetiza? ¿Es capaz de mantener la distancia? O, por el contrario, ¿busca fundirse? ¿Busca conjuntar su poética con la poética del otro?

8.- ¿Quién es Óscar Alarcón? Escritor poblano. Otrora perteneciente al movimiento literario ultra-costumbrismo. La búsqueda de una estética fresca, oral, desenfadada, urbana, ajena a los rituales mohosos del centralismo cultural. Autor del libro de cuentos Polimastia (BUAP,2008). Pero el giro, el extrañamiento, el devenir inclasificable, acontece en 2012. En una poética acorde a lo que expresa su ficha biográfica, su “eclecticismo” se ve reflejado en su primer libro de entrevistas VEINTIUNO: “Charla con veinte escritores” (NITRO/PRESS). Un mosaico de voces donde se encuentran desde escritores canónicos (Carlos Fuentes y Fernando Del Paso), escritores extraños (Mario Bellatin, Luigi Amara) y jóvenes escritores poblanos (Rodrigo Durana, Jaime Mesa). Por supuesto, con los ojos de aumento de la contemporaneidad, salta un detalle: la ausencia femenina. Atento a esta vicisitud, en 2018 publica VEINTITRÉS Y UNO: “Charlas con 23 escritoras”. Al igual que el anterior, un mosaico ecléctico. Sin embargo, como lo apunta en la introducción, el libro no busca ser una réplica mecánica del otro, un afán reduccionista, una tentativa inocua por seguir la corriente y posicionarse en el mainstream, statu quo, etc., sino, por el contrario, el ímpetu por cartografiar y radiografiar los reductos (tanto ya transitados como no transitados) de la zoología literaria nacional.


9.- Lo que resta es silencio (2024), a diferencia de Laberintos (2022), Miradas oblicuas (2021, co-escrito con Luis J. L. Chigo) y los libros ya previamente mencionados, es la focalización. Si en Laberintos accedemos a una radiografía nacional y plural de la “nueva literatura mexicana”, una nueva literatura mexicana tanto “fonqueta” como “no-fonqueta” (véase, aquel escritor que recibe o no recibe una beca FONCA), entonces en Lo que resta es silencio accedemos a una triada no precisamente bendita, una triada que no precisamente simboliza el Padre, el Hijo y El espíritu Santo de la retórica judeo-cristiana. Más allá de que en Laberintos se pueden encontrar ciertas afinidades, cierta preocupación notoria por el escritor como un agente comercial que debe jugar un papel público ante un escenario que ignora (mayoritariamente) la literatura; no está atravesado por un hilo único.

10.- Mas, el hilo único, el cordón umbilical que atraviesa la triada de entrevistas-literarias que constituyen Lo que resta es silencio, no apela a la homogeneidad, sino a la pluralidad a partir de una base común: la diferencia, lo extraño, lo incorrecto, lo ominoso, la pulsión sexual ajena al espectro heteropatriarcal.

11.- Freud, más allá de su incomprensión clínica y conceptual por la homosexualidad, por las pulsiones del “desviado” o el “invertido” que mancillan el progreso darwiniano; nos legó su especulación de lo “ominoso”. Lo extraño, lo terrible, lo incómodo, lo familiar que de súbito se muestra ajeno. Más allá del excesivo manoseo que se ha hecho de la correspondencia antinómica heimlich-unheimlich, lo que aquí quiero sacar a colación es la cita que Freud retoma de Friedrich Schelling: “Nos dice que unheimlich es todo lo que, estando destinado a permanecer en secreto, en lo oculto, ha salido a la luz”. ¿Aquí qué sale a luz? Aquí, en las entrevistas, sale a la luz una biografía-proceso creativo que va más allá de las dicotomías usuales del zoológico nacional: Arreola-Rulfo, Paz-Fuentes, Paz-Garro, Elizondo-Revueltas, Novelista-Cuentista, Criollo-Mestizo, D.F-Provincia, Fonqueto-No-Fonqueto. Aquí, en la triada, sale a la luz un ejercicio literario que recrudece la noción de lo periférico. Si ser “provinciano” en México y tener afán literario es una suerte de castigo, qué clase de martirio es aquél donde además de provinciano, mestizo, pobre, eres homosexual, eres bisexual, eres lesbiana, eres trans.

12.-Pero, más allá de la biografía, más allá de la puesta en abismo ininterrumpido que implica ser marginal en México, las entrevistas revelan a tres escritores (Joaquín Hurtado, Odette Alonso y Frida Cartas) preocupados por la literatura: la forma, el lenguaje, la súbita expresividad de ciertas palabras. Parafraseando el libro de Luis Felipe Fabre sobre Salvador Novo, ¿cómo se escribe con caca? De sobra, sabemos cómo se escribe con falo y ahora, poco a poco, sabemos (o intuimos) cómo se escribe con vagina. Surge aquí una pregunta esencial. ¿El cuerpo determina la escritura? ¿Hay una literatura exclusivamente masculina y una exclusivamente femenina? ¿Acaso el lenguaje se puede domar con tal presteza taxonómica? ¿Dónde entra lo trans? ¿Dónde refulge el haz ominoso? ¿Dónde está aquello que no es ni femenino ni masculino?

13.-Sabemos, por supuesto, que el lenguaje estructura y organiza nuestra percepción del mundo, el espacio, el tiempo y el cuerpo. No somos incapaces de salirnos de él. En realidad, lo ominoso, lo familiar, lo nombrable, lo conocido que de súbito se revela extraño, es el lenguaje. Nunca estamos cómodos en él. Persiste lo adánico o, mejor aún, persiste lo animal. De ahí que la literatura no se limite a contar, a narrar, a comunicar un suceso “real”, sino que la literatura busca encontrar una súbita correspondencia entre la palabra y la cosa que no devenga síntesis, que no devenga clarificación marcial, sino desquiciamiento alegre, vértigo soterrado que embriague el alma de los lectores.

De ahí que los autores (Joaquín Hurtado, Odette Alonso y Frida Cartas) por un lado, sí reconozcan en la libido no patriarcal un espectro perceptivo-vivencial-estético. El escritor escribe sobre lo que conoce, lo que ha visto, lo que ha soñado, lo que anhela, lo que repudia, lo que desea y no puede confesar. Lo gay. Lo lésbico. Lo trans. Lo ominoso. Aquello que desborda. Al leer el libro, revolotean estas impresiones: ¿Cómo soportar no ser heterosexual bajo el régimen mexicano-patriarcal, bajo el régimen comunista-cubano-patriarcal? Y también, ¿qué papel desempeña la literatura no masculina/femenina en el panorama mexicano? ¿Se lee? ¿Se respeta? ¿Es simplemente una nueva mercancía? Pero, al mismo tiempo, la triada de autores (más allá de sus diferencias) coinciden en un punto: también escriben otra cosa. Su tensión sexual no es una camisa de fuerza expresiva. Su literatura no es un “yo” mecánico de pretensión pedagógica.

14.- Óscar Alarcón, en su nuevo libro de entrevistas literarias, persiste en su afán de cartografiar y radiografiar las entrañas del zoológico literario. Persiste en fracturar ese bloque monolítico que algunos llaman (pomposamente) “literatura mexicana”. Gracias a su trabajo de investigación, a su tacto, a su olfato, la entrevista es capaz de mutar y convertirse en cuento, crónica y ensayo. La entrevista, de esencia proteica, siempre dispuesta a irse por las ramas y regresar para encontrar un nuevo fruto, permite que nos adentremos en el taller de escritores singulares, de autores que valen la pena ser leídos.
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