Trinidad
Mar Romo
En el éter de tus caprichos, vida, me envolviste,
desde la caricia tenue hasta el éxtasis ardiente, me has roto cuantas veces
explotó una estrella y me has dado todos los colores de la luz.
Ocultas secretos hoy y yo sin ánimo de desafío
ni rostro para culparte.
¿Cuántas veces atestiguaste mi humanidad sin siquiera
pronunciar palabra?
¿Cuántas veces mi figura se tornó felina mientras
se desgarraba mi piel?
¿Cuántas veces fui un ave y me rompieron las alas?
Vida, sórdida adversaria y amiga sagrada,
dualidad que da razón al ser,
trinidad absoluta que compone el universo; que
la bestialidad del mundo no diluya el fuego,
que jamás olvide porque al dolor me hiciste más
fuerte,
y que por cada gota de sangre que corrió por la
espada de Teseo, brotaron rosas fragantes y saturadas de color.
Han viajado desde lejos miles de guijarros
que creen poder enseñar al océano cuántas formas
puede tomar. Ahora entiendo porqué un espectro de luz más vasto vislumbro,
todos los colores he visto con cada uno de sus gradientes.
Desafías mi paciencia en un mundo lejano a una
tormenta azul, mientras me observas desde luces y sombras entrelazadas.
Ofreces a manos llenas y retiras con ventaja,
caminas feral con tu sonrisa pícara,
arrastrándome contigo entre tus piernas que son
las mías.
¿Será que se cansó la bestia de ser feroz?
Hasta que mis ojos se sequen por haberlo visto
todo,
te amo porque eres la villana y heroína de esta
comedia tóxica de mierda
¿Será vida, que eres demasiado arrogante para ofenderte
cuando estalle el volcán y la lluvia se convierta en piedra ceniza?
Los sueños dejaron de ser placenteros hace
tiempo, seguido prefiero permanecer ciega durante las noches.
Al mirar por el balcón, el tiempo es mío, a veces
sostengo la esperanza del "será"
Tantas veces he recordado y he preferido quedarme
allí por temor al amanecer.
Cada día me levanto viendo el fuego que se apaga
a mediodía. He dejado de creer en cualquier cosa, casi a un punto nihilista.
Vida mía, en mi linaje el miedo no existe,
porque me he quemado viva y me he ahogado en la
inmensidad del mar, sin embargo no quiero preguntarme cuál es el límite para el
dolor
porque sé bien cuál es la respuesta y también sé
que no la he conocido.
Duele demasiado el cauce de los ríos del magma
eterno de un volcán,
cual lágrimas ardientes que queman y surcan la
piel moldeando al minotauro de Borges. La bestialidad siempre ha permanecido
afuera, te transmutas amorfa para poder sobrevivir.
Blandiste tu espada sobre mi séptima luz y me mostraste
que la tormenta solo se calma cuando la dejas llover.
Miré a los ojos a esa criatura de piel blanca por
primera vez, le tuve miedo, pero la enfrenté, me miró como yo habría querido
mirarla, fue un honor estar ante su majestad. Su cuerpo destrozado se inclinó
ante mí y casi rugiendo me dijo: "¡Eres tungsteno despierta!, no te culpes
por no poder estar. Regresa y deja todas las constelaciones que cargas entre
los brazos, es de cobardes querer vivir solo de sueños y no llevarlos a la
realidad. Eres guerrera y tus armas están hechas para pelear". Ella ocultó
de nuevo el plan y sinceramente yo no estaba lista para saberlo. Se enderezó y se
fue a bailar entre pequeños girasoles que crecían de la tierra. Bajo la luz de
la aurora boreal, la vi por primera vez tan hermosa. En un espejo sin marco, su
mirada me encontró y me miró con desdén para invitarme a bailar con ella. Solo
cuando bailamos logramos ser la misma.
—¿En cuántas piezas has roto la sombra? —Me
preguntó burlona. —Aún en medio de la oscuridad, lo que hace ser a la luna y a las
estrellas es la luz radiante que reflejan, en las tinieblas infinitas somos la
victoria.
—Pero tú también estás rota —exclamé.
—Es el precio de la dualidad y tú como el universo mismo, son producto de ella.