Hablar de la historia del cine de terror, es
hablar de John Carpenter y la enorme influencia que son sus películas y su
estilo. Mas allá del género en que se popularizó, es un referente
importante en la historia de la cinematografía pero no solo por su capacidad para contar
historias y crear personajes, sino también por lo que aportó en la música,
específicamente para el séptimo arte.
Si bien Carpenter ha dicho en muchas
entrevistas que su llegada al cine la hizo pensando en hacer películas western,
influenciado por directores como Howard Hawks y John Ford entre otros, fue el
cine de terror el que le permitió ser la leyenda que es a la fecha y esto
inicia con Halloween (1978) que junto a Friday the 13th (1980) dirigida por Sean
S. Cunningham y A Nigthmare On Elm Street (1984) de Wes Craven, popularizaron
el subgénero de los asesinos seriales sobrenaturales, donde al ser la primera,
Halloween revoluciona el cine para permitir que las otras dos lleguen
a cimentarlo.
El mérito de Halloween no es solo que fue el
inicio de este subgénero, sino que el estilo narrativo, la estética visual iban
más allá de una película para adolescentes, como han clasificado a estas producciones muchos críticos, sino que tomando muchos elementos del suspenso
hitchcockiano, con influencias del cine de John Ford, se va perfilando el
estilo de dirigir que a la fecha es reconocido a nivel mundial.
Carpenter llega a la industria -aunque siempre
se mantuvo en los márgenes, en la frontera- con una actitud de confrontación
con los grandes estudios y la idea hegemónica de cómo comercializar sus
películas antes de pensar en lo que quería contar, por lo que siempre se
mantuvo como un marginal al cual no se le otorgaba mucho presupuesto a la hora
de filmar, fue así que entendió que tenía que hacer lo posible para que sus
películas llegaran a buen fin con poco presupuesto por lo que su estilo se fue
desarrollando desde un minimalismo visual que a la fecha es reconocido y a la fecha es influencia para muchos directores.
Si bien Halloween es la película que lo llevo
a la fama, no fue la primera; después de algunos cortometrajes donde esa mezcla
de ciencia ficción y terror que manejó en muchos de sus filmes se fue gestando
hasta llegar a su ópera prima Dark Star (1974), una especie de space opera con
mucha influencia del western a la cual no le fue muy bien en su momento, pero
con el paso de los años se ha ido posicionando como una parodia a esa idea de
la inteligencia artificial que en esos años puso tan de moda Stanley Kubrick
cuando adaptó 2001: odisea del espacio, la novela de Arthur C. Clarke.
En su segundo filme Assault On Precinct 13
(1976) toma la decisión de mezclar dos de sus películas favoritas para narrar
una historia de acción. Aquí vemos la influencia de Rio Bravo (1959) de Howard
Hawks y de George Romero con su Night of the Living Dead (1968). Esta película
a la fecha es considerada como una de las mejores películas en su genero de
todos los tiempos.
Esto le permite que Halloween, que es una mezcla de terror, gore y noir, revolucione el género y así
comienza una nueva etapa en su carrera, llegando a convertirse en un referente
del cine de la década de los ochenta con películas icónicas como The Fog (1980), el western distópico Escape from New York (1981) y The Thing (1982), la
cual pudo haber acabado con su carrera ya que la crítica en ese momento no la entendió
usando calificativos como “la peor
película jamás filmada” o “lo más repulsivo que se ha hecho”; sin embargo al
llegar al video, se convirtió en un filme de culto apuntalando la
filmografía de Carpenter e iniciando lo que al paso de los años se conoce como
la Trilogía del Apocalipsis. Esta “redención” que le dieron sus fans, le
permitió que los grandes estudios apostaran por él para dirigir la adaptación
de la novela de Stephen King, Christine (1983) y la crítica a los superhéroes de
mallas con Starman (1984).
En 1986 regresa al cine de acción, esta vez mezclado con comedia y junto a Kurt Russell, su actor fetiche de esa década, filma Big Trouble in Little China, un fracaso taquillero pero que como con casi todas las películas de Carpenter, con el tiempo ha pasado a considerarse de culto. Cabe mencionar que a pesar de ser una comedia ligera con toques de acción, la firma minimalista incluso en la música está muy presente, por lo que de nuevo hablamos de un filme lleno de guiños al western y al noir.
Con Prince of Darkness (1987) le da cuerpo a la Trilogía del Apocalipsis que terminaría con In the Mouth of Madness (1995), regresando a ese terror mezclado con suspenso detectivesco en el que se siente más cómodo. Esta es posiblemente su película más exitosa comercialmente hablando de toda la década de los ochenta, sin embargo si una película deja muy claro quien es Carpenter es They Live (1988) donde aprovecha las libertades que tiene para hacer una crítica directa a la industria del cine, de la publicidad, al consumismo y al capitalismo en general.
Con esta obra se posiciona como un
director crítico, transgresor y muchos comienza a buscar un doble sentido en
sus filmes, cosa que esta muy presente en todos ellos. Más allá de la búsqueda
de una crítica social, lo que Carpenter hace es presentar a sus personajes
desde el horror y todas las formas en que se puede traducir, desde las
pesadillas más oscuras, hasta la maldad más tangible.
En la década de los noventa a diferencia de la
anterior donde dirigía una película por año, su producción es menor, sin
embargo es en estos años cuando filma In the Mouth of Madness, Village of the
Damned (1995) -que puede ser su película más elegante y fina visualmente
hablando, además de contar con una historia bastante buena, que la convirtió de
inmediato en una película de culto- y termina con Vampires (1998), una reinvención
del género de vampiros, llevándolo al western moderno, caótico, desordenado,
que al paso de los años se convertiría en uno de sus clásicos. Un filme que
le quita todo elemento oscuro/gótico para darle una nueva maquillada mucho más
violenta y salvaje.
En el siglo XXI su producción ha sido
intermitente, dedicándose más a la enseñanza que a la dirección, debido a
un hartazgo por los giros que ha dado la industria en las ultimas décadas,
incluido el cine independiente donde directores como él no tiene mucha cabida. Su estilo minimalista, es parte de la historia pero
no del hoy.
Más allá de su legado cinematográfico, Carpenter ha dejado historia en la música y esto merece todo un apartado a revisar.
Aunque el discurso oficial dice que él
componía y grababa sus propios soundtracks debido al bajo presupuesto con el que
contaba, al escuchar las piezas musicales queda claro que es un
poco engañoso, gran parte se debe por el control creativo que siempre ha
querido llevar en sus películas, al tener muy claro qué tipo de música debe de
sonar en determinado momento, además que sus influencias son atípicas por lo
que para él fue importante dejarlas plasmadas como un todo. Es así como las
piezas ensamblan de forma perfecta en las imágenes que trasmite, creando
atmósferas simples a la vez que repetitivas, utilizando un simple sintetizador,
así estas piezas se convirtieron en parte de su sello cinematográfico.
Pero no solo compuso música para sus
películas, también participó en otras e hizo colaboraciones con otros compositores e incluso, llegó a trabajar con bandas de metal como Anthrax, quienes forman parte del soundtrack de
Gosth of Mars (2001); es tan grande su influencia musical que hay dos discos
tributos por bandas metaleras a las canciones que compuso y grabó para sus
películas.
Carpenter tiene claro que el cine es una forma de entretenimiento que está en constante evolución y que muchas veces dicha evolución está inducida por la propia industria y sus mecanismos de propaganda comercial, por lo que en todos los años que se dedicó de lleno a la dirección se mantuvo en permanente conflicto con los grandes estudios, pues no se identifica como un cineasta de género, sino como un contador de historias, es parte de esa generación de directores que están en extinción (o ya extintos), que han dejado un legado mucho más importante que la figura que representan, es decir, su filmografía. Fue capaz de retratar la maldad en todo su esplendor, desde un asesino serial inmortal hasta esas pesadillas en las que intentamos no pensar cuando estamos despiertos.