INTRO
Esto empezó como
una cobertura “común” de un festival musical, pero en el camino se convirtió en
una crónica gonzo sin quererlo. El detonador: un gallo y un show de Chicano
Batman donde no pudimos disfrutar la voz de Bardo. Pero vamos al inicio.
Tras una noche en
la que no dormimos mucho pero sí disfrutamos bastante, mi amigo Alex y yo nos
lanzamos de nuevo a la carretera. En Tecate habíamos visto a Mi Banda El
Mexicano la noche anterior, en un show un tanto extraño, pues la energía actual
del vocalista no es la que uno esperaría de la potencia festiva de esta banda.
Su hijo tiene bello rostro, muchas fans quedaron encantadas con las fotos que
se tomaron con él cuando bajaba del escenario, pero unas clases de canto no le
vendrían mal, si (como aparentan) su objetivo es que reemplace a su padre en
los próximos años. En fin, creo que por igual la gente quedó complacida con
esta primera edición del FESTEM, festival musical donde también tocó Café Tacvba.
De vuelta al presente. Omeprazol,
agua, un gallo, cargadores, cámara, memoria, dos lucky strikes y stickers de Ay
Gregorio! son el equipaje para hoy. Tras una hora aproximada de viaje llegamos a Playas de Tijuana
poco antes de las 3pm. Arriba del Escenario Tecate toca The Warning y no suena
para nada mal. Me lamento por no haber alcanzado a escuchar a las Margaritas
Podridas, pero pienso que ya llegará el momento de verlas en acción. Damos una
ronda general por la Plaza de Toros, ubicamos escenarios, área de comida, baños
y área de prensa, justo donde está por iniciar una entrevista con Bruses.
Tras un par de minutos empieza el cuestionario en vivo con la joven compositora, quien este año fue nominada a dos Grammys tras 11 años de carrera artística independiente. Su maquillaje está impresionante, me recuerda al David Bowie del Aladdin Sane.
“Estamos muy contentos por estas nominaciones. Es difícil mantenerse independiente, pero se siente genial no tener que vender tu alma a una disquera por un adelanto mediocre, y sentimos que esto es prueba de que hay otros caminos para los artistas. Hace poco logré empezar a apoyar a mis padres económicamente, eso para mí es un verdadero éxito, porque mi familia es de clase trabajadora, y me siento muy contenta de poder regresarles un poco de todo lo que me han dado”.
Bruses comparte
que se siente muy feliz de regresar a Tijuana, su ciudad natal, y comenta que a
su parecer la industria musical se encuentra en un punto muy interesante para
quienes crean música en su cuarto, pues las plataformas digitales y redes como
TikTok permiten que uno conecte y construya una comunidad en línea como nunca
se había podido hacer: “Con Internet las oportunidades están ahí. Nosotros como
Bruses no seríamos nada sin el fandom. Gracias a ellos estamos donde estamos”,
concluye la joven tijuanense.
GONDWANA Y CAMILO SÉPTIMO: RECUERDOS DE OTROS TIEMPOS
Gondwana empieza
y me llegan recuerdos de cuando los vi hace años en el Parque Morelos de
Tijuana, en una ocasión en que un amigo
metió un gallo gigante entre sus rastas, mismo que roló entre decenas de asistentes.
Armonía de amor sale de los speakers y es coreada por el público. Cae algo de
neblina que refresca la tarde. La gente ondula. Morras con los ojos cerrados
bailan con “Felicidad” de fondo y cantan “ya no estoy triste”.
Terminan los
argentinos y a los pocos segundos se escuchan los gritos de “¡Camilo!, ¡Camilo!,
¡Camilo!” en el Escenario Tecate. El público clama por una de las bandas de
indie pop mexicano que más seguidores han conseguido en los últimos años, y la
respuesta llega pronto. Se encienden las luces y sale a escena la voz impresionante
de Manuel Coe, vocalista de Camilo Séptimo.
Cuando inicia “No
Confíes en Mí” vuelven algunos recuerdos de cierta aventura amorosa muy
caótica, por allá de 2017, en aquellos tiempos cuando tendía a vincularme con
personas conflictivas sin pensar mucho en las consecuencias, muy ad hoc con el
tema de Séptimo. “No confíes en mí; Aún puedes escapar; Aún puedes librarte; De
conocerme más”.
Manuel se desenvuelve muy bien en el
escenario, juega con el deseo que despierta en el público: los hace aplaudir y
gritar. Los visuales
también están chidos, y los bajos se escuchan potentes, con una base funky que
te pone a mover las caderas. Pienso que es música para coger y enamorarse, para
dejarse llevar un rato por las energías intensas del amor.
Terminan los
Camilos y me encamino a la rueda de prensa con Chicano Batman. Las áreas de la
Plaza de Toros antes vacías comienzan a llenarse poco a poco. La tendencia es
clara: esto va a reventar en las próximas horas.
SEN SENRA Y CALIGARIS: UN POCO DE LO BUENO NUEVO Y LO BUENO VIEJO
Al llegar al área
de prensa se nos revela que fue cancelada la entrevista con Chicano. Pregunto
por qué, pero no encuentro muchas respuestas. Saludo a una colega cachanilla
que viene cubriendo el evento para Revista Machin y platicamos un rato de esto
y aquello. Nos vamos juntos a ver el show de Sen Senra, músico español que me
recuerda a compositores como Rosalía y C. Tangana (con quien ya tiene una
colaboración), esa nueva ola de músicos
ibéricos que están creando (y exportando) sonidos pop que se nutren del
R&B, el trap, el Hip Hop, la canción de autor y demás géneros varios.
El Escenario
Monumental es el más pequeño de los tres. Tiene forma circular y está rodeado
por gradas. Empieza el show y Sen Senra se adentra al escenario caminando
lentamente. Empieza un beat sensual y una guitarra con delay que le pone una
textura espacial a la base armónica. Los gritos de las fans reflejan que es uno
de los músicos que más prenden a esta generación.
El músico de 26
años se mueve muy bien por el escenario. Baila, toma el stand del micrófono y
lo balancea mientras se sujeta el pantalón negro tumbado. Lleva el número diez
en la espalda y unas gafas oscuras para ocultar la mirada. Varias chavas que
están recargadas sobre la valla metálica bailan y gritan bajo las luces
guindas.
Termina el segundo tema (Baby no me sueltes más) y al fondo gritan con euforia "¡Sen Senra, Sen Senra!". Lo acompaña una batería con una caja de beats que le dan ese toque hiphopero-trapero a la música, y una guitarra que toca acordes de un solo rasgueo prolongado con su necesario delay, poniéndole el toque seductor a la música. En cierto momento el músico se avienta un solo vocal imitando una trompeta, que con el auto-tune suena bastante bien. Me despido del español tras un par de canciones más, decidido a encontrar un buen lugar para ver a la banda que más me emociona de este festival: Chicano Batman.
“Vos sos esa
simple razón, por la que volví a sonreír, por la que levanto la vista y veo
lindo el cielo, aunque esté todo gris…”. Para terminar de hacer más cursi la
imagen hay un arcoíris atravesando el cielo. "Queremos que todos cierren los ojos, respiren y piensen en esa
razón que los hace estar acá”, dice Martín Pampiglione por el micro.
“¡Estos son los recuerdos que no se olvidan nunca! ¡Gracias por este enorme
regalo, a cambio les vamos a dejar este hermoso momento!", dicen los pibes
con la cara pintada de payaso, antes de reventar la fiesta como solo ellos
saben. La raza agita camisetas en el aire, baila y disfruta como nunca.
CHICANO BATMAN: LA DESILUSIÓN
El show de Los
Caligaris lo presencio desde el Escenario Tecate, pues he decidido adelantarme
para agarrar buen espacio en el show de Chicano Batman. La emoción se siente en
el aire. Todo show en vivo de un artista que uno admira siempre condensa la
magia de todas esas veces que lo escuchaste en diferentes momentos, planos y
estados emocionales de tu día a día. Y bueno, si se trata de Chicano Batman, es
bien sabido que escucharlos en vivo es otro pedo.
Se prenden las
luces (yo prendo un gallo) y salen a escena los Chicanos. El público grita de
emoción. Camarógrafos nos aventamos frente al escenario para hacer nuestro
trabajo. Entonces inicia la catástrofe. Hay fallas en el audio y la voz no se
escucha para nada como debería. Pareciera
que algo falla, que el micro o las bocinas o el auto-tune fallan, dando como
resultado un efecto muy raro en la voz, como un auto-tune mal ajustado que sube
y baja el volumen de Bardo y que no permite que se entienda nada de lo que
dice. El resultado es un sonido terrible, ininteligible.
Termina la
primera canción y tanto público como prensa le intentamos avisar a Bardo de la
situación, pero trae puesto un earphone y
no capta nuestros mensajes (o eso parece). Considero la opción de arrojarle una
botella de agua que traigo en la mochila para avisarle que no se escucha, pero
pienso que por ello podrían sacarme del concierto antes de alcanzar a decirle
algo.
Pasan tres
canciones igual. Inconforme con lo que pasa le digo a un sujeto que está en el
backstage que no se escucha el vocalista. Asiente, como saliendo de la
esterilidad de no saber si esa falla en la voz era real o venía de su
imaginación. Dice que irá a avisar. Bardo
sigue entregándolo todo, a pesar de que en los speakers delanteros no se
escucha absolutamente nada, solo gritos ahogados. Me pregunto si en los
speakers de atrás se escuchará igual de mal.
Empieza el bajeo
característico de Freedom is Free y todos gritamos de emoción, pero parece que
no podremos disfrutar el tema como quisiéramos, pues el problema de la voz
persiste, si bien Bardo se mueve en guitarra y piano con toda la actitud: es un
verdadero rockstar, como demostrará dentro de poco cuando se quite la camisa a
pesar del tremendo frío que debe hacer allá arriba. De fondo se escucha la voz
de la otra vocalista, quien rescata un poco (pero muy poco) la situación.
Bardo pregunta
entonces “Do you hear me?”, a lo que la gente a mi alrededor grita que no,
luego le pregunta a los del otro lado y todos gritamos que no, entonces dice: “Les dije que subieran el volumen del
micro, pero no hacen caso, ¡pero vamos a seguir este show!”. Los
californianos prosiguen con Run, y es una verdadera lástima porque la música es
realmente buena, la batería, la guitarra, los synthes, todo se escucha
estupendo, pero necesitamos esa voz acariciándonos el alma.
Revienta la parte
final de Run y los synthes te perforan el corazón. Empieza a llover y Bardo
dice que tiene algo que compartimos. Se sienta al borde y empieza “Invisible
People”, una canción de resistencia al sistema con esa vibe nostálgica muy
Chicano Batman. No sé si soy yo proyectando mi interior alrededor, pero siento
que en el ambiente hay una emoción de tristeza (obvio por el vibe de la rola)
pero también de desilusión por las fallas en la voz de Bardo.
Empieza Itotiani
y no nos queda más que cantar todos juntos a pesar de que nos falta la guía,
pero con esta canción es imposible no navegar por la chicano-vibe. “¡Ella tiene aire a Teotihuacán, su piel
tiene el color del mazapán!”. Bardo toma los synthes, checa que el
amplificador esté bien modulado y empieza a improvisar en la parte final de la
canción mientras sube el ritmo, ¡esto es un jamm y ahora sí se siente la música
llegar hasta el fondo del alma! Se acaba la rola y el grito del público se
siente diferente, más vivo.
“¿Quieren una
canción en español?”, pregunta Bardo por el micro. El guitarrista pasa al
frente para iniciar “Manzanita” y milagrosamente sí se escucha su voz al
cantar. Bardo se queda al fondo tocando el bajo de espaldas al público al lado
de la batería. “¿Significa esto que todo
este tiempo Bardo no tuvo voz y solo fingieron una falla técnica?”, me
pregunto, pensando en el por qué no intentaron cambiarle de micrófono. Me
siento confundido ante la incógnita, y pensarla solo me llena de coraje por la
posibilidad de que sea cierta. “Quizás se enfermó de último momento… y
por lo mismo fue que cancelaron la rueda de prensa”, medito mientras el show
continúa.
Bardo se quita la
camiseta y empiezan los teclados de Black Lipstick. “This is our
favorite song! Are you having a good time over there?”, consulta Bardo al
público. “Can we have some fucking
volume on this microphone over here?!”, exclama, conectando nuestros
sentires con el suyo. Empieza
la música y nuevamente la falla técnica. Hay un sentimiento que quiere salir y
conectar, pero no está el puente: la voz. Es como algo muy bello que pudo ser,
pero no fue; otra desilusión más a la lista. En ese momento Bardo hace un
último intento por hacernos vivir una gran experiencia: baja del escenario y se
entrega al público, que lo abraza sin dudarlo.
Tras un minuto el
vocal chicano sube de nuevo al escenario y dice “we have a last song for you
and its called Magma!”. Bardo comienza a cantar y el sonido de nuevo es una
enorme decepción. Estamos a un paso del
éxtasis, pero nos quedamos a eso, a una voz de distancia. Chicano Batman
cierra con un jamm potente, destructivo, performático. Dicen algo como “¡Adiós
Tijuana!” y concluyen. Después el silencio.
EN BUSCA DE RESPUESTAS
Concluido el show
sólo puedo pensar que, a mi manera de ver, Chicano Batman nos debe un
concierto. No sé si por culpa del Tecate Península, por culpa de la banda o por
culpa de algún ingeniero. Lo que sí sé es que mi pulso periodístico está ávido
de descubrir la verdad, así que comienzo a recabar algunos testimonios de
desconocidos y confirmo lo (casi) obvio: falla técnica, hubo.
Mis amigos no
conocen a la banda y me comentan que pensaron que se escuchaba de esa manera
porque así era el estilo. Caminando en búsqueda de respuestas me encuentro a un
colega de Ensenada, quien me comenta que
Chicano no traía ingeniero de sonido, que él lo conoce (porque es de Ensenada)
y nunca lo vio al lado de los ingenieros.
Me acerco a los
ingenieros en una base ubicada en la parte trasera de la zona VIP. Me dicen que
el ingeniero de Chicano no está chido, que ahí estuvo la bronca (ah caray, ¿no
que no había estado presente?). Otro dice que solo yo escuché las fallas, que
para ellos todo se escuchó perfecto. Empiezo a sentir que se quieren
desentender de la responsabilidad porque olfatean que soy reportero y no
quieren meterse en problemas. Al salir de la zona VIP un morro dice que allá sí
se escuchaba la voz, pero que a ratos se le bajaba el volumen. En el otro
escenario Justin Quiles empieza a cantar sobre culear y fumar marihuana en un
trap latino sabroso. Yo sigo aferrado:
¿Qué carajo pasó con Chicano Batman?
Pienso que es
hora de ir a prensa. Nadar por el mar de gente comienza a ser una experiencia
turbulenta; se siente subir la afluencia de público ante la proximidad de los
Fabulosos Cadillacs en escena. En el área de prensa platico con una colega y me
comenta que en la parte trasera sí se escuchó Chicano bien. “Solo adelante no había sonido… pero traen
un cagadero con los ingenieros de sonido en todo el festival”. Otro colega
periodista me dice que también traen un desmadre con las ruedas de prensa, pues
aparte de Chicano, también canceló Camilo, y Sublime va tarde. “Chicano Batman
no quiso rueda de prensa, que mejor hacían una prueba de sonido”, dice una
morra del staff luego de preguntarle sobre por qué no hubo entrevista con los
californianos. Bueno, ¿entonces qué pasó con esa prueba de sonido? ¿Qué pasó en
Chicano?
Bueno, ahora sé
que atrás hubo sonido bueno, enfrente nada. Pero la duda persiste, ¿de quién fue la maldita culpa de que
cientos no disfrutáramos este concierto? Todo apunta a que hubo un
ingeniero que no hizo bien su trabajo. Se empiezan a agotar las fuentes
informativas al alcance para encontrar respuestas, pero me niego a quedarme con
la duda. Se me ocurre entonces una idea.
Me meto a los
baños de prensa, me lavo la cara y me veo al espejo: me siento seguro de quien
soy. Me quito el gafete de prensa. Me recuerdo músico. Salgo del baño y entro
con total normalidad al área de los artistas. Traigo el outfit. Traigo la energía. Traigo la vibe. Me mezclo. Soy uno
de ellos y ellos son de los míos.
Pido lumbre para
un cigarro. Hablo con el guitarrista de Bruses un momento. A la sorda busco la
carpa de Chicano Batman. Paso al lado de Sen Senra, quien está platicando con
algunos compas. El guitarrista de no sé qué banda dice que se irá a practicar
unas rolas antes de salir a escena. Me acerco a un par de músicos jóvenes que
están por ahí, pero no conocen a Chicano, no saben quiénes son. Otro sujeto me
apunta en cierta dirección, diciendo que por allá está su carpa.
Paso a lado de la
carpa de Siddhartha. Escucho que ya es hora, que faltan diez minutos para el
show. No encuentro la carpa chicana por más que busco y busco. Me resigno un
momento y me siento. No quiero parecer desesperado y que alguien me identifique
como prensa. A fin de cuentas, traigo cargando la mochila de mi cámara en el
costado y una pulsera color rosa que me identifica como tal.
Me paro y sigo.
Me hago pendejo cerca de Sen Senra. Veo de nuevo al tipo que antes me indicó
donde estaba Chicano y le pregunto de nuevo, me apunta la dirección otra vez,
pero ahora la veo bien, le digo bromeando que me disculpe, que estoy ciego, a
lo que se ríe y se va. Por fin llego y
ahí está Bardo afuera de su carpa, platicando con un wey de los Caligaris que
lleva rastas; la voz de Bardo se escucha impecable, así que descarto aquella
idea de que estuviera enfermo. El músico de la banda argentina dice que
mañana tendrán otro show en Guadalajara, ese de dos horas, que ahí sí van a
desquitar.
Terminan su
conversación y me preguntan si les puedo ayudar tomándoles una foto. Les digo
que claro que sí. Tras la foto llega el momento de improvisar. Le digo a Bardo
que soy guitarrista de otro proyecto que tocó más temprano, uno que se llama
Sen Senra, de España, pero que yo soy de aquí de Tijuana, y que también tengo
un proyecto solista que se llama Ay Gregorio! Le doy un sticker del Otro
Caguamón a Bardo. “Es de folk, indie folk-punk. ¿Conoces a Juan Cirerol?”. Y así vamos platicando hasta que
llegamos al “¿andan de gira ahorita? ¿Cómo viste este show? Yo los vi desde
enfrente, y como que no se escuchaba muy bien fíjate…”, le comento.
“Pues no paré, no paré, a veces uno no siente a la gente, pero uno tiene que seguirle” …, dice Bardo.
“¿No crees que haya sido por lo del sonido?, le pregunto.
“Puede ser, puede ser…”, dice, “¿no se escuchaba la voz?”, me pregunta curioso.
En eso el wey que
anteriormente me apuntó la carpa de Chicano aparece y yo siento que ya se dio
cuenta de que soy prensa y me cago porque estoy a un paso de descubrir que
pasó. Para mi suerte el tipo dice “Bueno, ya que te dije donde estaban estos
cabrones, ¿nos puedes tomar una foto?”, y pues va la foto con su celular. Sigo
la plática con Bardo; todo apunta a que fue culpa del ingeniero de sonido del
festival.
“Ah te decía, no se escuchaba nada, se subía y bajaba el volumen, no se entendía… hasta pensé que estabas enfermo de la garganta”, le comento.
“Jajajaja, no para nada. Sí me di cuenta después, de hecho sí te vi desde el escenario, que me hacías señas, y la gente me lo dijo, y yo dije en el micrófono que le subieran al volumen, pero los cicles (o algo así, ininteligible en el audio que grabé) no estaban conectados, y pues ya arriba en medio del show no había mucho que hacer”.
Siento una
especie de éxtasis correr por mi columna.
Comprendo que el error fue técnico, aunque no me queda del todo claro si fue
responsabilidad del equipo del festival o de la banda. Seguimos platicando
un rato más. Bardo me cuenta que ahora están dando shows grandes en Nueva York,
para 5-10 mil personas. En eso recuerdo que traigo los restos del gallo que
prendí cuando comenzaron a tocar y le pregunto si quiere un poco. Me dice que
él no pero quizás el bajista sí. Pasamos dentro de su carpa y les ofrece a los
chicos y ellos dicen que simón. Nos saludamos y de nuevo me presento como el
guitarrista de Sen Senra, de aquí de Tijuana. Fumamos el bajista, una morra con
sombrero y yo.
“¿Cómo están,
cansados?”, les pregunto para romper el hielo. “Pues una madre”, dicen.
Empiezan a hablar de cuánto han dormido. Uno de ellos me ofrece unas uvas,
“recién lavadas, bro”. Las acepto con agradecimiento. Hablamos en español. Les
digo que el show que (en teoría) di con Sen Senra estuvo chido, que el
escenario es más pequeño, “más íntimo”, dice el bajista, y yo digo que simón,
que se siente la gente más cerca. “Claro, allá en los otros es como un mar de
gente”, comenta.
Decido que es
momento de partir: ya tengo lo que buscaba. Antes de eso les regalo un par de
stickers del Otro Caguamón y los invito a escuchar las rolas gregorianas en
Spotify. Nos despedimos y me siento
liberado, esa libertad que te ofrece la verdad.
SIDDHARTHA Y LOS FABULOSOS: YA ES HORA DE CERRAR
Salgo a la
multitud y me siento algo abrumado, en parte por la desvelada y toda la energía
que implica cubrir un festival como éste, en parte por tanta gente, en parte
por el psicoactivo circulando en mi cabeza. Pienso que lugares como los
festivales son perfectos para perderse en el caos: es una experiencia de perderse, buscarse y encontrarse en la música, en
los escenarios, en la fila del baño, en el “ya me cansé pero aquí voy a seguir
hasta que salgan los Cadillacs alv”.
Me dirijo al
Escenario Tecate a ver lo que resta del show de Siddhartha, a quien ya he visto
en dos ocasiones previas (publicando en su momento una crónica de ello acá), y pienso que es interesante ver cómo va
madurando y envejeciendo un músico, y uno con él, por supuesto.
Empieza “Ser
Parte” y una chica se pone a bailar frente a uno de los puntos de venta de
Tecate, fluyendo al ritmo de Siddhartha. Me sonríe y se da otra vuelta. Ya es
esa hora de la noche al parecer. La cerveza y la música han hecho su efecto.
“¡Esta noche estamos aquí para pasarla
bien, están todos invitados a bailar con nosotros!”, nos dice Jorge Ibarra, quien siempre
logra hacerte sentir que estás en una noche especial. Me pregunto por dónde
estarán mis amigos, pero bueno, tratar de encontrar a alguien en el mar de
gente sin una mediación digital es toda una odisea. Pienso entonces que la
forma más fácil de medir la energía de un concierto es a través de la
dificultad para internarse entre el público hacia la parte delantera; en esta
ocasión, está bastante complicado el asunto. “¡Gracias Tijuana, sean felices,
nos vemos hasta la próxima!”, concluye el músico jalisciense.
Entre la
conversación con un par de compas descubro que al parecer Snow Tha Product
reventó, que subieron gente al escenario y la pusieron a bailar, y que la
vocalista le escupió brandy o whisky o algo de una botella a la gente. Otros
compas me comentan que para ellos Los Caligaris se robaron el festival. “Esa
madre con el sol y el pinche arcoíris fue otro pedo wey”, dice uno ellos.
En el Escenario
Viva Aerobús toca Sublime With Rome, mientras miles aguardan la presentación de
Los Fabulosos en el Escenario Tecate. Pienso que es interesante como un
proyecto puede resurgir con otro vocalista. Supongo que crea muchos
sentimientos encontrados entre los seguidores, pero de acuerdo a lo que leí en
prensa, si bien se trata de las mismas
canciones de Sublime, Rome Ramírez le mete un estilo totalmente diferente.
Termina Santeria
y se empieza a sentir la efervescencia por los Cadillacs. Hay gritos que convocan a
pasarla bien todos juntos. El festival está a reventar. Pienso que también me
hubiera gustado ver a Sabino en vivo, pero bueno, uno no puede partirse en dos:
hay que saber decidir.
Empieza Siguiendo
la Luna bajo la lluvia y se desliza el sentimiento Cadillac por los acordes
menores. El coro es un llanto impresionante, liberador, como las gotas que nos
arropan. Me acuerdo entonces de la vez
que terminé en la cárcel por fumarme un gallo afuera del París de Noche con un
compa. Me acuerdo mucho de las strippers bailando Siguiendo la Luna al compás
de Vicentico.
Ondulando al
ritmo de la canción decido internarme de nuevo a la marea de gente y sentir esa
bella experiencia de conectar en vivo con desconocidos a través de un
sentimiento musical en común. Porque si algo saben hacer los Cadillacs es crear
comunión. Corrección: si algo saben hacer los músicos al tocar en vivo, es
conectarnos. Me siento agradecido de estar aquí, y me voy siguiendo la luna.
“Siguiendo la Luna no llegaré lejos
Tan lejos como se pueda llegar
Son casi las cuatro de la madrugada
Mi casa brillaba
Cruzando ese mar”.
PUNTO FINAL
Cubrir un
festival implica prepararse para ir en busca de lo que ese día será
excepcional. A veces es una adivinanza: no puedes saber con certeza quien dará
EL SHOW. Pero puedes informarte sobre quienes están sonando en ese momento,
preguntarte en qué punto de su carrera está el artista. En esta ocasión, mi
visión se centró en Chicano Batman por la expectativa que tenía, y finalmente
el asunto resultó como resultó. Entiendo que no todos los shows serán buenos, y
así como yo no pude disfrutar su show, seguro las personas en la parte trasera
sí lo hicieron; a fin de cuentas, esta crónica fue sólo una de miles de
perspectivas que se vivieron en este evento masivo.
El Tecate
Península me parece un festival que es nuestro, de los bajacalifornianos, donde
podemos escuchar bandas que de otra manera no llegarían a la península. Por lo
mismo se agradece todo el esfuerzo que hay detrás. Dicho esto, también hay que
apuntar que, según lo que pudimos investigar, hubo un problema técnico que fue
responsabilidad del festival, que como podrá haber figurado el lector, no
permitió vivir la experiencia chicano
como se esperaba.
El vocalista
suele ser el alma de muchas bandas, es el que refleja cómo está la energía
vital de la agrupación; cuando ya no funciona como antes el instrumento vocal,
es difícil disimularlo, mucho menos reemplazarlo, porque cada voz es única
(claro, hay excepciones en que se logra una adaptación del grupo, ejemplo que
pudimos ver con Sublime). Por eso cuando quitas la voz dejas sin cabeza a
bandas como Mi Banda El Mexicano, los Fabulosos Cadillacs o, en este caso,
Chicano Batman.
Somos de la idea
de que un periodismo musical crítico debe hacer un análisis del show e ir más
allá del fanatismo (algo que no es fácil y que en realidad seguimos trabajando).
Para ello siempre sirven las preguntas. ¿Cómo se siente el show? ¿Qué transmite
la banda? ¿Están bien ensayados? ¿Cómo se escucha la voz? ¿Cómo está cantando
el vocal? ¿Y los demás instrumentos? ¿Cómo es la interacción con el público?
Para la ocasión pusimos algunas de estas incógnitas en marcha, y aquí tienen el
resultado.
Esperamos que
esta pequeña aventura sirva para cuidar más los detalles de futuros festivales
y que los organizadores no se lo tomen a mal, sino por el contrario, se motiven
a seguir creando estas grandiosas experiencias para los miles de amantes de la
música en vivo. ¡Hasta pronto y nos vemos en el siguiente!
POSDATA
Un par de semanas
después de este festival tuve la oportunidad de conversar con una amiga de la Ciudad de México,
quien también asistió en esta ciudad a un concierto de Chicano Batman. Su
testimonio fue muy parecido, por no decir igual al que aquí compartimos, lo que
me lleva a pensar que, o el problema técnico no fue responsabilidad del Tecate
(ups), o Bardo está teniendo complicaciones con los efectos que le ponen a su
voz, o quizás, sólo quizás (y citando a mi amiga), “al vocalista le quedaron
grandes los músicos”. ¿Ustedes qué piensan? ¡Los leo!