Por Iván Gutiérrez | Entrevista especial |
IG: En tu nuevo álbum, Belmont, pusiste un sample de una canción de Nacho Vegas, Monomanía, al inicio de Faisanes, en lo que pareciera un homenaje a este compositor español…
LCC: Sí, extendí
algo que ya había hecho Nacho Vegas. Monomanía es una canción en la que Nacho
agarró la melodía de otra parte, que es básicamente lo que yo hice. Entonces mi
forma de hacer Faisanes fue extender
ese ejercicio. Le escribí a Nacho y le dije “oye, hice una canción robándome la
melodía de Monomanía y es ésta,
quisiera meter un sample de ahí”, y me dijo “sí, para eso son las canciones, yo
también me las robo”. Y hasta cierto punto el tema de la canción es el mismo:
es una extensión. Por lo mismo, siempre que canto Faisanes le pego Monomanía.
Un ejemplo
de lo que te comento es que Nacho hizo lo mismo en Ciudad Vampira: tomó prestada la melodía de Devil Town, de Daniel Johnston. De hecho, en la versión del álbum,
cuando empieza Ciudad Vampira, tiene al principio a una mujer cantando
la canción de Johnston en catalán.
Hay dos canciones en el Belmont que hablan de otros creadores, Reinaldo Arenas y Pablo Perro, y pareciera que con estas canciones buscaras restituirles un poco de… ¿reconocimiento? a estos autores. ¿Cómo nacen estos dos temas?
Lo que pasa con escritores como Reinaldo Arenas o Roberto Bolaño es que admiro mucho su trabajo, pero admiro mucho más su vida, me llama mucho más lo tortuoso, lo perseguido, lo exiliado. Y bueno, Pablo Perro es un amigo de hace muchos años, ya tenía esa canción por ahí, y se la debía.
¿Hay alguna canción que sea tu favorita en el Belmont, en lo que a tocar en vivo se refiere?
Viene de que
crecí en una familia cristiana, de cristianos protestantes. Lo de “el diablo ha
hecho más por mí que Dios” es una metáfora, lo que pasa es que el cristianismo
protestante de Durango está muy basado en el cristianismo gringo, que es muy
capitalista, basado en algo que se conoce como el “Evangelio de la
Prosperidad”, que te enseña que Dios te quiere con dinero, Dios te quiere sano,
Dios te quiere con estudios, una casa, una familia, es el “American Dream”.
Cuando me separé de la iglesia, lo hice porque yo era toda la antítesis de eso: Dios me quería con una familia y mis padres estaban divorciados; Dios me quería sano y yo estaba enfermo; Dios me quería con trabajo y yo estaba desempleado. Era todo lo que no debería haber sido. Eso implicaba que yo estaba haciendo algo mal, que yo era lo que estaba mal. Y por eso me alejé.
Entonces El
Diablo ha hecho más por mí que Dios es una metáfora de que… ya en
recapitulación, no tener trabajo, en lugar de tener trabajo, te da más, porque
te hace crecer; tener papás divorciados en lugar de una buena familia, te hace
más maduro; de ahí va que todo lo malo te da más, que uno aprende más de los
malos ratos que de los buenos: uno no aprende nada de estar feliz, uno no
aprende nada de estar sano.
Y bueno, Líbano
tampoco es religiosa, es más bien familiar, por eso dice “el Dios de mis
padres”, porque una cosa es Dios y otra lo que te enseñan a ti. Líbano y
Manhattan son canciones familiares, de antepasados. Y de cristianos
pendejos pues sí, porque toda mi vida estuve rodeado de ellos.
¿Qué es para ti
Dios?
No sé… la
mayor parte de mi vida creí que era real, pero desde hace una década pienso que
no existe: nada, cero. Como dice Nick Cave, “no creo en un Dios
intervencionista”. Lo que pasa con Dios es que si no es intervencionista, no es
nada, porque, ¿de qué sirve un Dios que no interviene? Digamos que sí existe,
pero no interviene, ¿entonces para qué existe? Creo que Dios es una
consolación: al final te da cáncer y sabes que te vas a morir, y acudes a él.
Por eso mi Dios es el de Líbano, no
es “el Dios”, sino el Dios de mis padres, con el que te educan.
En varias de tus
canciones de Belmont se asoma una visión medio nihilista de la vida… incluso
tienes una canción titulada Cioran…
Sí, es
necesario hablarlo. Durango es de los estados donde más suicidios hay en todo
el país, es enfermizo la cantidad de personas que se suicidan aquí, es un tabú…
y es dolorosísimo. Y una de las cosas más tristes que se me hacen es que… una
vez, en el trabajo que tenía, una de las chambas era revisar notas del
periódico, y en una ocasión uno de mis compañeros que era diseñador, que casi
nunca se expresaba para nada, me dijo sobre una nota, “lo que tiene que pasar
por la cabeza y la vida un niño de 10 años para tomar la decisión de
suicidarse…”.
El hecho de
yo escribir esta clase de cosas, no es ni siquiera por una cuestión pasajera,
sino que es un tema del estado, como hay músicos o compositores de Colombia que
hablan sobre lo que pasa en sus entidades, el narco… una persona como Nacho
Vegas que escribe sobre el contexto en el que vive, en su caso sobre cómo
expulsan a la gente de sus casas. Entonces ya el pedo de temas como No me da la gana ser feliz, no viene
tanto de una cuestión punk o una persona depresiva, tiene más que ver con el
entorno, y el mío es el suicidio. No tiene nada que ver conmigo, sino el estado
en el que vive el estado. Y ya no estamos hablando solo de adolescencia o
juventud, sino que llega un punto tan mierda en el que estamos hablando de
infancia.
¿Has pensado cómo
te gustaría morir?
No… no
pienso en eso porque… no me quiero morir, pero… sí, colgado, eso… o un balazo,
pero ahorita no tenemos acceso a pistolas, aunque sería lo más rápido.
Medicamentos no, sí lo he intentado, pero con ellos me da ansiedad… o sea, si
me meto veinte pastillas, primero me aviento a un carro antes de que hagan
efecto, por la ansiedad de la espera. Entonces colgado, algo más seguro y
definitivo.
¿Dirías que es un estado triste?Sí, total, porque es un estado… que se siente separado, todos nos sentimos así, como aislados, y eso lleva a la depresión, y a su naturalidad con el suicidio. Durango es un estado triste.