Poemas de Amaury Salvador
Mi
abuelo soñaba
que
su caballo lo abandonaba.
Él lo amarraba al huizache
para pode orinar,
pero
cuando volvía,
ya
no estaba el caballo.
Había huido.
Como
su juventud
y
su norte.
Siempre después
del
acto del amor, me digo que
la
próxima vez usaré condón.
Pero
parezco un encadenado a la roca
del
amor libre y sin látex de por medio.
Gracias
a que mi madre
ha
invocado la protección
de
algún santo sobre mí,
aún
soy VIH negativo.
Esta
broma demoníaca,
esta
agonía errante,
este
traspié,
no
podía
no
debía ser real.
Mas
hubo un error
y
las matemáticas se despeñaron junto con el verbo.
Un
bisbiseo bosquejado
y
después una palabra.
HA SIDO LARGA LA ESPERA
Aunque después me arrojes a los cardos,
mi corazón es bujía desbocada,
salto abisal,
y
a veces páramo yerto,
inerte.
Eres un vidrio encajado
que
no se sabe
si aún sangra o ya causó costra.
LA DEPRESIÓN ES FRÍA
Dura y mojada como el adoquín.
Es la miseria de una tarde dominical
crecida entre gritos parentales
y descomposición
familiar.
Es esperar sabiendo la futilidad de ello.
Saber que el mañana depara
cosas quizá peores.
Es irse a la cama
pensando en el trabajo del día siguiente;
recontar las
monedas
esperando alguna maravilla.
Es la carcoma del
sistema:
te hacen
pensar en dinero
como si en él
estuviese la felicidad.
Y a veces está
cuando las tripas rugen,
cuando se quiere ir a una feria
y el bolsillo vacío no lo permite.
Es ver a mi
madre esperando
por la próxima quincena,
soñando con otra
vida, otra casa,
un nuevo comienzo.
FINAL DE FÚTBOL
LLANERO
Se dieron cita las señoras
con sus quitasoles
y sus sillitas plegables de plástico
para apoyar a sus maridos
en la liga de veteranos
a las seis de la tarde de un sábado
cualquiera.
Los jugadores
con sesenta y reumas,
pero aún bregando,
soportan las
mentadas de madre
de los concurrentes
que miran desde los bordes y las calles;
y corren sus últimos
años
plenos de maña
futbolera.
Lo peor se lo llevan los árbitros:
los espectadores se meten a la cancha
entre gritos que piden más cartones de
cerveza,
y reclaman.
Marcan un penal
y la porra se viene encima.
Anotan y,
al final de la final,
la trifulca.
DESPLAZARSE DE MANERA AUTOMÁTICA
Sentarse en cualquier asiento del camión,
de preferencia
que no dé el sol en la cara.
Es preciso continuar otro día,
vivir como sin pensar,
aunque esto implique sus dificultades.
Entrar por las puertas traseras
tratando de pasar desapercibido.
Sentir el vacío en los elevadores.
Escribir cosas que nadie leerá
y sentarse en el excusado
a pensar en los tiempos que ya fueron.
Entrar a las galerías
a mirar cuadros abstractos que no te dicen nada.
Llegar a casa buscando algo que no sabes qué es
y salir desesperada,
nuevamente a la calle.
Hacer las maletas sin saber qué guardar en ellas.
Uno es la historia que dice a los demás
y su sonrisa postiza.
“A usted no le pago para que venga a leer poesía”.
Degustar el hierro.
Tuve un amor puro como un diamante.
TODAS LAS TARDES
Me
encuentro con tres obreros
(como
yo
pero
sin corbata)
a
los que les pega el sol del atardecer.
Beben
cerveza
tecate
light
en
la estación de gasolina.
Bajo
un árbol
esperan
el camión
que
los llevará de vuelta a casa.
HE
ESTADO PENSANDO QUE
La
vida es como el tiempo
que
rentabas para saltar en un brincolín
o
como esas monedas que insertas
para jugar The king of fighters.
Puedes
gastarla lamiendo un helado de fresa
que
se derrite
como
la tarde entre tus manos.
Puedes
drogarte y tirarte en la pradera
a
mirar el relumbre de las flores y las hojas verdes.
También
puedes ser el chico que se queda mirando
cómo
los demás se divierten.
O
puedes bajarte de la montaña rusa
antes de que comience el vértigo.
ELLA SEGURAMENTE ESTÁ ASISTIENDO
a ese festival de cine,
mientras yo me pudro
leyendo sobre economía y política.
Quizá está acompañada...
Hablará de mí
como conmigo habló de otros.
Desearía extirparme
los demonios con cabeza de avestruz
que me asaltan por las noches.
Recorrer las calles es angustioso.
En todo caso, habré de eliminar
nuestras fotos íntimas,
los archivos que me recuerdan a ella.
Habría que borrar del mundo
las presas, los árboles. Las prendas floreadas.
Hago el poema de su despedida:
me cansé de esperar el mensaje que no llega.
Y entonces escribir se vuelve como exprimir limón amargo.
¿Dónde comprará hoy
las películas piratas que solíamos mirar
con chatarra en nuestros dientes?
Amaury Salvador (León, Guanajuato, 1995). Publicó Cálculos renales, su primer poemario individual, por Ediciones la Rana, en el año 2022. También publicó su plaquette de poesía Monóculo, dentro de la antología Las buenas nuevas. Antología de poesía de la última juventud guanajuatense, por la Editorial KAIROS, en el año 2020. Asimismo, se ha publicado su trabajo en diversas revistas y periódicos digitales.