Por Jorge Tadeo Vargas |
“A la gente le gusta poner el listón alto. A mí me gusta poner el listón en el suelo y apenas pasarlo. Me gusta mantener las expectativas muy bajas”
Kevin Smith
Tratar de definir a Kevin Smith solo como
director de cine, es quedarse corto con lo que significa para la cultura pop en
los últimos veinte años. Incluso cuando se habla con él, la dirección de cine es
lo último que considera a la hora de hablar de su trabajo.
Es mucho más que eso, a la par de que gracias
a su trabajo en la dirección es que se convirtió en lo que es, al mismo tiempo
que para muchos representa el sentir de aquellos mediados de los noventa y toda
una movida alternativa que estaba entre la contracultura y la resaca de la
década de los ochenta. Su cine y sus historias representaban la ironía, el
sarcasmo, pero sobre todo el hartazgo disfrazado de apatía ante una sociedad
que no ofrecía nada, ni siquiera las drogas, eso ya se habías superado unos
años atrás.
Si revisamos todo lo que ha hecho desde 1993,
año que comenzó a trabajar en “Clerks”, la cual para mucho es un retrato
calcado de la clase media más allá de los Estados Unidos, así como toda la
influencia de la cultura pop en lo que hacemos (¿Quién no hace referencias en
el día a día de Star Wars, Los Simpson, Malcolm, entre otras?) desde hace casi
treinta años.
Pero antes de escribir sobre su cine hagamos
un repaso por todo lo que Kevin Smith aporta, desde esa hiperactividad que lo
tiene siempre haciendo algo. Desde escribir donde su blog “My Boring Ass Life”
fue hasta el 2015 el espacio en el cual nos contaba su día a día, haciéndolo de
una forma bastante divertida, entretenida, sin censura y dejándonos ver esa
parte creativa, desde donde sale todo su trabajo.
Su paso por el mundo de los comics no solo fue
por el par de programas de televisión que tuvo, ni el podcast que armo con
varios de sus amigos, tampoco la tienda que compro con su hermano de otra madre
como el define a Jason Mewe. su paso se define como escritor, desde donde
elaboró algunos arcos para Spider Man, Green Arrow, Green Hornet, y las
exitosas Batman: Cacophony (2008) y Daredevil: Guardian Devil (1999) con la que
le dio nueva vida al antihéroe de Hell's Kitchen y le hicieron ganar el respeto
en la industria. O su fracaso como productor de la serie de Netflix “He-Man:
Master of Universe” donde un intento muy mal logrado de corrección política echó por tierra todo el proyecto.
Por último, sus conferencias o Stand Up Comedy
que viene haciendo de forma regular desde hace algunos años con un formato que
le permite dialogar con la audiencia sin tapujos, contando anécdotas, historias
y respondiendo preguntas. Este formato de sus conferencias/stand-up le permite
hacer lo que mejor hace, un tributo a sí mismo, desde la burla y la ironía.
Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible
sin su llegada al cine, haciéndolo desde la influencia que tuvo para muchos de
sus contemporáneos Richard Linklater con “Slacker” (1991), donde se conjugaba
una forma de expresar sentires de un cierto sector de la juventud de esos años,
con una estética poco atractiva, menos artística pero que encajaba bien en esta
idea alternativa de que menos, es más.
Así con su opera prima Smith, donde le da voz a
cierto sector residual de la Generación X con un excelente guion y poco
presupuesto da un repaso a los sinsabores de ser un joven en esos años, de todo
el desencanto, de pasar los días sin un propósito mayor que juntarnos a
discutir sobre la cultura pop, sobre aquello con lo que crecimos viendo,
leyendo, una parte residual que seguía siendo outsider, la antítesis de Patrick
Bateman, a los que apenas nos alcanzaba para discutir sobre pornografía, donde
las novias iban siendo esa semilla del feminismo actual, curiosamente desde una
perspectiva mucho más amplia y conciliadora.
A muchos que estábamos en la transición de la
preparatoria a la universidad, “Clerks” nos pateó directo en la cara. La
historia representaba mucho de nuestro día a día, de nuestras relaciones de
amistad entre hombres, muy cercano al “bromance”, o la presencia femenina que a
fuerzas de estar cobra sentido y empoderamiento en cada una de las películas de
Kevin Smith y que define parte de sus historias.
Con “Clerks” se ganó toda una legión de jóvenes desadaptados, sin futuro que fueron los que a pesar de las críticas lo han mantenido haciendo cine y los que le permitieron hacer su segunda película con la que se ganó un lugar como cineasta de culto.
Con “Mallrats” (1995) Smith se posiciona como
icono de la cultura pop al concentrar en la película referencias de mucho de lo
que forma esta cultura que tiene ciertos rasgos contestatarios o al menos
confrontativos con el adultocentrismo. Aquí se habla de cómics, de películas,
de “talk shows”, de pornografía, de mariguana, todo esto desde el humor
característico de Kevin Smith donde presenta un día a día de la rutina de una
generación que no encuentra su lugar, que está -de cierta manera- esperando que
los tiempos cambien y los hippies tengan razón, que la frivolidad de los
ochenta no los permeé con su cinismo, donde esos centros comerciales que George
Romero mostraba como parte de la alienación, forman parte del desencanto
aderezado con mucha ironía. Entre chiste y broma nos va mostrando que la
adultocracia es parte de la lucha de los jóvenes en un momento de desencanto.
Los Beastie Boys son ejemplo de esto cuando dicen: “You Gotta Figth, for you
Rigths to Party”. Mallrats es eso y más.
Para 1997, Kevin Smith ya comenzaba a mostrar
que sus prioridades iban madurando, que ya no todo era pasar el día sin hacer
nada, su legión estaba creciendo y si bien, nos manteníamos siendo unos
outsiders estábamos madurando. Fue así como con “Chasing Amy” (1997) hace su
primer intento de hablar de temas más serios, pero sin perder su estilo de
contar historias.
Una comedia muy adelantada a su época, con
unos de los guiones más inteligentes de Kevin Smith, además de una narrativa
muy detallada. Desde una defensa explícita a la comunidad LGBTQ+ hasta el
clásico bromance, que es parte del sello de Smith, tal vez porque es algo muy
cercano en su vida, si pensamos en su relación con Jason Newes y Scott Mosier, que lo han acompañado desde el inicio, sin embargo, en esta sí hace un coqueteo
al prejuicio alrededor de este concepto.
Chasing Amy dejaba atrás todo el desencanto
disfrazado de humor de sus películas anteriores y nos daba una tesis sobre el
amor (no) romántico, la amistad, las formas de relacionarnos, claro sin que por
esto faltaran las referencias a la cultura pop y las bromas con cierto toque
políticamente incorrecto.
Para finales de la década toma una de las
decisiones más arriesgadas en su filmografía por muchas razones y filma “Dogma”
(1999) que sería su primer película con un presupuesto mayor a los diez
millones de dólares; los estudios ya comenzaban a verlo como garantía de ventas
y apostaron por él.
Con esta película Smith mostró dos cosas. La
primera es que es un excelente escritor, capaz de desarrollar varios arcos
narrativos, sus guiones suelen ser inteligentes y críticos, sin embargo, tiene
muchas carencias como director, que no se sienten a la hora de hacer una
película de poco presupuesto, por lo tanto, no necesita mucho, su estilo de
filmar largos planos secuencia le ayuda mucho para esconder sus carencias, cosa
que en “Dogma” no logra hacer. Esta fue la principal razón de su fracaso en la
taquilla. La segunda razón tiene que ver con la confusión que hay desde el
dogma católico de no entender que no era una crítica per se al catolicismo
(Kevin Smith fue criado como católico), sino una reflexión sobre algunos mitos
-y dogmas- que se presentan como verdades más allá del sentido común. Las
fuertes críticas a la película por grupos religiosos fueron también factor para
su fracaso en la taquilla.
Aquí se muestra un Smith mucho más maduro a la
hora de escribir sus chistes que, aunque siguen en el mismo sello
políticamente incorrecto, lleno de referencias escatológicas, pornográficas y a
la cultura pop, estos ya no llevan todo el peso de la historia, con esto
comienza a darse un quiebre entre su legión y lo que quería mostrar. “Dogma” es
posiblemente la película que pudo haber llevado a Kevin más allá de ser un
director de culto. Lamentablemente no es lo que él quería y para 2001 filma
“Jay and Silent Bob Strike Again”, que si bien critica a Hollywood y toda la
industria del cine, los chistes reciclados, las mismas
situaciones que ya venía presentando desde 1993, son parte medular de esta
película que deja claro que está buscando un diálogo con adolescentes, dejando
fuera todo aquel sentimiento de fracaso e ironía de sus primeros filmes.
Incluso ese “bromance” se sentía forzado, sin fuerza, obligado como parte de
los chistes de Smith.
En 2004 intenta -de nuevo- hacer un cine
más adulto con “Jersey Girl” la cual es un rotundo fracaso, desde un guion muy
forzado al dejar fuera lo que mejor sabe hacer Smith, una dirección con muchas
limitaciones y actuaciones bastante malas, la película fue el comienzo del
descenso del realizador más allá del cine independiente, rompiendo con gran parte de
su legión, la cual ni siquiera con la segunda parte de “Clerks” (2006) y la
recuperación de lo que algunos críticos llaman el “trash talk” característico
de Smith, logran salvarlo. De no ser por la participación de Rosario Dawson, esta
secuela pasaría sin pena ni gloria.
En 2008 regresa a un intento de comedia
romántica con “Zack and Miri Make a Porno” que a pesar del “trash talk” y de un guion
que intenta cumplir con los estándares del género sin perder el sello de Smith, además de contar con Seth Rogen como protagonista no cuajó, siendo uno de los
últimos intentos por buscar hacer un cine menos adolescente, más cercano al momento generacional. De nuevo fue condenado por la
crítica, un fracaso en taquilla, y se alejaba del cine de culto que lo
había mantenido.
El 2011 sería su momento de mayor rebeldía,
primero decide dar un giro en su estilo de cine con “Red State”, donde la
distribución la llevará él mismo antes de caer en la censura a la que lo estaban
obligando, y hace una crítica sin miramientos a la sociedad norteamericana, los
cultos religiosos, los líderes y la violencia desde un thriller en donde las cosas vuelven a salir mal al encontrarse con las
limitaciones de Smith, quien no pudo con el paquete de dirigir una película seria,
de denuncia más explícita, la cual recibió miles de críticas por
los grupos religiosos, esto es posiblemente lo que le ayudó al menos a recuperar algo de lo invertido.
Una buena idea, con un buen guion se vio disminuido por un mal director. Este fracaso es lo que lo llevó a regresar a su vieja fórmula que si bien no le daría un papel en la historia del cine (el cual ya se ganó en 1993 con “Clerks” y “Mallrats”) al menos le permitía contar lo que él quiere contar y de la forma que lo quiere hacer, donde se mantiene hasta la fecha, incluso con “Tusk” (2016) que es una arriesgada película de terror/humor en su estilo, no esté hecha para ser un éxito, sino para mantener el universo Smith funcionando desde “Yoga Hoser” (2016,) “Jay and Silent Bob Reboot (2019) y por supuesto “Clerks III” (2022), que no es sino un homenaje a todos aquellos que participaron hace treinta años en construir ese sueño llamado “View Askew” (nombre de la productora de Smith y Mosier).
Kevin Smith pertenece a una generación de directores que vieron en la independencia de la industria la mejor manera de contar sus historias, en una época que se daba toda una revolución contracultural como no la ha habido desde entonces. Una forma distinta, más cercana a los espectadores, a las realidades con toda la diversidad que existe y no podemos negar.
Tal vez su propia naturaleza irreverente,
simplona, adolescente de los noventas, es la que lo aleja de todos los demás
directores de esa generación, pero es claro que él no quiere premios dados por
adultos que usan saco y corbata, tampoco quiere el reconocimiento de gente que
vive en mansiones en Los Ángeles, para él eso no es importante.
Sin embargo, para mí, lo triste es sentirme con
el Síndrome de Winnie Pooh, como un Christopher Robin que al crecer se va
alejando más del Bosque de los Cien Acres y ese oso divertido ya no me lo
parece más. Es triste que ya no dialogue más conmigo, no porque él no quiere
sino porque al final, sin darme cuenta, me tragué la píldora azul y de a poco
me convertí en adulto.
Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia