Por Jorge Tadeo Vargas |
Imaginarse el futuro ha sido una de las obsesiones que más se
han desarrollado en la ciencia ficción. Es posible que ésta haya sido una de
las primeras preocupaciones de toda la humanidad. El saber qué nos depara el
futuro, qué se nos viene encima y si estamos preparados para ello, desde ahí es
que los escritores de ciencia ficción lo han ido plasmado. Primero en novelas,
relatos, cómics, hasta llegar al cine y la televisión.
Y es que a pesar de lo que nos puede deparar en el futuro, el
cómo seremos como sociedad dentro de algunos años, no es solo la preocupación
de un grupo de frikis o de geeks que consumen historias fantásticas y que se
reúnen en convenciones para discutir posibles escenarios. Esta preocupación la
tiene toda la humanidad, tanto a nivel individual, como colectivo. No solo las preguntas que todxs nos hacemos: ¿Qué pasará mañana? ¿Llegaré a
viejx y conoceré a mis nietxs? También nos preguntamos qué mundo le estamos
dejando a las futuras generaciones y en esto va implícito, la preocupación
colectiva de lo que nos espera como sociedad.
Aquí se puede dividir entre aquellos optimistas que esperan que
la tecnología nos ayude a vivir mejor, como lo plantean algunos escritores de
ciencia ficción en novelas como “Ringworld” de Larry Niven, algunos cuentos de
Isaac Asimov entre otros. También están aquellos que piensan que no habrá
cambios significativos y claro, los pesimistas/realistas
que creen que la humanidad es un ejercicio fallido y que estamos condenados a
la extinción.
También lo están aquellos que van dibujando futuros distópicos
desde los más apocalípticos como los que presenta Richard Matheson en su novela
“I am Legend” o aquellos donde se presentan gobiernos totalitarios,
dictatoriales que controlan todas nuestras vidas. “1984” de George Orwell,
“Brave New World” de Aldous Huxley y la novela gráfica V of Vendetta, escrita
por Alan Moore y dibujada por David Lloyd son mencionadas hasta el cansancio como
referencias de lo que vivimos actualmente o de lo que nos esperan en el futuro.
También están aquellas historias pandémicas que en estos años
nos parecieron tan familiares, como “Earth Abides” de George R. Stewart, con aquella frase
final tan fantástica: “los seres humanos llegan y se van, solo la tierra
permanece” o en el
cine la versión de 12 Monkeys (1995) de Terry Gilliam, así como una gran
cantidad de cine de zombis que si bien no necesariamente son futuros
distópicos, sí son un presente pandémico.
En ocasiones esto pone a los escritores en una posición de profetas, de adivinos, aunque a decir verdad, de la revolución industrial a la fecha, prever lo que se nos viene encima en el futuro tiene más relación con la historia que con el futuro.
“La ciencia ficción analiza el pasado para así tener una idea de que futuro nos espera” decía Isaac Asimov. Desde ahí, viendo hacia atrás es que se piensa hacia adelante. Algunas veces se acierta; la mayoría de las veces se equivocan. Siempre son referencias históricas envueltas en tecnología.
De los futuros distópicos
que se presentan tanto en el cine, como en la literatura se ha escrito hasta el
cansancio, de cómo nos muestran el futuro que nos espera o el presente en que
estamos viviendo. Desde “Soylent Green” (1973) de Richard Fleischer basada en
la novela “Make Room, Make Room!” de Harry Harrison hasta series como
L'Effondrement (2019) del colectivo francés “Les Parasites”.
La evolución de las
historias distópicas han venido dando un giro importante en lo que se piensa
contar. Sagas blockbusters como “Mad Max” de George Miller o “Terminator” de
James Cameron aún insisten en mostrarnos esos mundos apocalípticos donde el
héroe sobrevive gracias a que es el más inteligente, el más fuerte, el más
hábil con las armas, donde los gobiernos no existen y el mundo devastado se
compone por pequeños feudos, donde por medio de la violencia los más fuertes se
imponen a los demás. O en la contrapartes ya mencionadas con gobiernos
totalitarios, tiránicos que mantienen el control de todo y de todxs.
Esta crítica se hace
desde una postura anticapitalista, teniendo como escenario el capitalismo de
plataforma y las zonas de sacrificio. Algo que se ve muy poco en el cine, las
series y la literatura actualmente. Ni siquiera películas como Elisyum (2013)
de Neil Bloomkamp que describe a la perfección el escenario neo-feudal que nos
espera tiene una crítica real al capitalismo. Aquí analizaremos ejercicios que
si tienen esta critica.
La primera película a
mencionar es “Idiocracy” (2006) dirigida por Mike Judge que tiene en su
currículum ser el creador de “Beavis and Butthead”, “Kings of the Hill” y la
película “Office Space” donde hace una feroz critica a lo que eventualmente
David Graeber llamo trabajos de mierda.
En “Idiocracy”, Judge
muestra un futuro donde la sociedad norteamericana, después de años de
influencia y control de las corporaciones transnacionales por medio de la
propaganda en la televisión. (fue antes del boom de las redes sociales y las
plataformas de streaming) son incapaces de protestar, de movilizarse contra
ellas, ni siquiera son capaces de criticar en sus casas, no por miedo, solo no
saben cómo hacerlo.
Viven repitiendo
eslóganes que las corporaciones les transmiten en el día a día, mientras que el
gobierno es un espectáculo al más puro estilo de la WWE. Así el protagonista
que es un tipo del presente que se queda
atorado en una cámara criogénica, tiene una inteligencia promedio, nada
extraordinario pero que con un poco de sentido común intenta hacer cambios
mínimos en la sociedad, como involucrarse en los problemas y buscarles
solución.
Judge desde la sátira y
la ironía hace una crítica a las formas que usa el capitalismo para
controlarnos. Aunque previo a las plataformas éstas se ven reflejadas en
algunas acciones, como los programas de TV basura de pura inmediatez, las fake
news, entre otras.
Rivera hace un estupendo
análisis de como el capitalismo nos va quitando todo para su propio beneficio y
quienes resisten se ven perseguidos, criminalizados, desde el presente, nos
dibuja un horrible futuro. Aunque fue muy comparada con “Matrix” en su momento,
“Sleep Dealers” es mucho más directa y concreta a la hora de la denuncia.
En la literatura, el
australiano Max Barry después de su debut con la novela “Syrup” llego con
“Jennifer Goverment” una desenfrenada sátira noir que nos muestra un futuro donde
las corporaciones transnacionales han tomado todo el control del mundo formando
alianzas y compitiendo de tú a tú con el gobierno.
Su critica
anticapitalista, aunque bastante marxista y pesimista disfrazada con mucho
humor negro, satírico, muestra la frialdad con la que se manejan los ejecutivos
de las corporaciones y cómo el capitalismo se roba el mantra de lucha de la
izquierda para ellos también decir “por todos los medios necesarios”. Sin
llegar a ser una crítica antigobierno, pero sí anticapitalista, Barry no da
espacio para pensar desde el optimismo; el mundo esta condenado y poco o nada
podemos hacer, más allá de un activismo que a la mayoría de la sociedad le
parece cómico, violento o de gente sin nada mejor que hacer.
En ocho capítulos
filmados en plano secuencia, el colectivo “Les Parasites” muestra un distópico
colapso no muy alejado ni de la realidad, ni de nuestro presente. Con
“L'Effondrement” (colapso en español) van presentando ejemplos de cómo el
capitalismo va afectando a distintos niveles las relaciones de las personas y
sus formas de vida; desde el desabasto de comida, combustible, energía
eléctrica hasta el cómo los ricos ya están preparando su Elisyum para cuando la
civilización se venga abajo.
El cine y la literatura
son una representación de nuestros sueños, tanto individuales como colectivos.
Esto es igual con aquellos que nos hablan de nuestro futuro, no son solo
premonitorios, sino una advertencia a la que no le estamos prestando atención. El
capitalismo tardío esta mutando y la ciencia ficción en todas sus formas lo
está documentando.