En 1991 una dupla de directores/guionistas franceses que venían
trabajando juntos desde finales de los setentas salto a la fama mundial con Delicatessen,
una película que mezcla la ciencia ficción con un humor negro dentro de un
futuro apocalíptico, en el cual la comida escasea por lo cual en un bloque de
departamentos siempre tienen una vacante. El inquilino que lo renta termina
siendo el alimento del resto de los habitantes.
Ambientada en un tiempo atemporal que bien puede ser un
distopico futuro o como la estética nos sugiere una Francia en la década de la
posguerra, la dupla Jeunet-Caro ya comenzaban a dibujar ese estilo que los
caracterizó en sus trabajos en conjunto y que se convertiría en el sello de
Jean-Pierre Jeunet con el paso de los años. Un estilo que tiene mucho de la
contracultura que dominó parte de los límites del mainstream a finales del
siglo XX como lo fue la llamada revolución accidental: el Grunge.
En un mundo donde la carne escasea, en un edificio de la Francia
devastada llega un nuevo inquilino a vivir y trabajar en ese lugar junto al
casero que también es el carnicero que se encarga de suministrar carne a todo
el edificio. El inquilino comienza un amorío con la hija de este personaje que
quien es la que intenta salvarlo de su horrible fin: ser convertido en
proteína/alimento para todos los inquilinos de este lugar. Esto lo intenta
hacer con la ayuda de un grupo de vegetarianos en resistencia llamados “los
trogloditas” que se resisten al canibalismo como forma de sobrevivir. La
complejidad de los personajes se va mostrando a la par de esta crítica que se
mantiene en las historias de Jeunet hacia un sistema donde la solidaridad, el
apoyo mutuo no tienen cabida.
En su segunda película La
Cité des enfants perdus la dupla Jeunet-Caro firma en conjunto este
estilo narrativo a manera de fábula que alcanza su madurez, la ciencia ficción, el
humor negro se mantienen en un cuento caótico, extraño de una ciudad donde los
niños y las niñas van desapareciendo de uno a uno de sus calles. Ya no es
seguro estar afuera, mucho menos vivir en los callejones, el riesgo de
desaparecer esta latente.
De nuevo juegan con un escenario apocalíptico atemporal con
muchos residuos de un pasado que no existió pero que se siente extrañamente
familiar. Aquí la tecnología es un adorno para contar la historia, un adorno
que está a la vista pero que no es lo importante, a pesar del ejercito de
clones, el cerebro parlante, la mujer diminuta y la maquina de almacenar
sueños. Lo importante es la relación que guardan toda esta tecnología con el
propósito de la desaparición de los niños y como se unen a “One” para el
rescate.
En Delicatessen ya comenzaban a desarrollar una critica al capitalismo y como este no permite más libertad que la que él decide darnos dentro de nuestra esclavitud disfrazada, en La Cité des enfants perdus lo fortalece aun más dejando claro que en este sistema no tienen cabida conceptos como solidaridad, el desinterés por ayudar a los demás, la reflexión individual, la imaginación. Si alguien intenta ponerlos en marcha será sofocado de inmediato.
Aunque la estética de este filme está dentro del Steampunk incluso
la narrativa cae dentro del género, tiene una gran influencia del Grunge y toda
la contracultura que en esos años estaba en su apogeo, pasando de ser una
simiente en los límites del mainstream, para convertirse en un producto más.
Aquí la dupla ya mostraba su cercanía con toda esta cultura alternativa que iba
tomando por asalto todas las formas de expresión artística en el mundo.
Para 1997, Marc Caro rompe con la dupla para dedicarse de lleno
a las artes graficas, en específico al diseño, lo que hace que Jean-Pierre
Jeunet acepte filmar en Hollywood para trabajar en la cuarta entrega de la
franquicia de Alien la cual recibió el nombre de Resurrection.
Jeunet le aporta a la franquicia su humor negro, su estética
Grunge/Steampunk, además de su crítica a la sociedad capitalista, aquí va
perfilando lo que termina por cuajar en Big Bugs su más reciente
película, que es la dependencia absurda a la tecnología y como ésta nos puede
jugar en contra. Androides creando robots no es una buena idea, aunque te topes
con algunos como el androide Call, interpretado magistralmente por Winona Ryder
que intenta salvar a los humanos. Este personaje pudo haber dado más,
lamentablemente después de Resurrection la franquicia comenzó a perder
el rumbo sin poder recuperarlo a la fecha.
Alien: Resurrection sirvió
para que Jeunet pudiera filmar un proyecto que le estaba rondando desde muchos
años atrás y que se convirtió en su
película más popular. Incluso le dio entrada al selecto grupo de directores
consentidos por Hollywood. Le fabuleux destin d'Amélie
Poulain mejor conocida en el mundo entero simplemente como Amélie,
donde de nuevo usa su estilo de fábula para contar la historia de una mujer con
una visión muy particular de la justicia que se pone en marcha para hacer de
este mundo un lugar mejor.
Dejando fuera la ciencia ficción, pero saturada de humor negro, de sarcasmo, manteniendo mucho de la estética Grunge que ya estaba desapareciendo de la industria y que puede parecer solo un residuo nostálgico por parte del director, Amélie, le dio a Jeunet el paso de ser un director de culto a uno más cercano a la industria cinematográfica de Hollywood, incluso llegando a tener cinco nominaciones a los Oscar.
A pesar del éxito a nivel mundial de Amélie, Jeunet
decide apostar por mantenerse un tanto alejado de la industria, al menos en la
toma de decisiones de no convertirse en un director por encargo de los grandes
estudios y pasan dos años para filmar su siguiente película.
En el 2004 presenta “Un
long dimanche de fiançailles” una adaptación de la novela del mismo nombre
del escritor francés Sebastian Japrisot, donde aunque mantiene su estilo
narrativo, su estética, su humor, es posiblemente la película que menos muestra
su sello característico. Aunque no deja de hacer una crítica al sistema
capitalista y este amor del sistema por la carrera armamentista que va más allá
de las guerras, afectando el día a día de muchas personas.
El tema de las armas, lo retoma cinco años después con su siguiente filme, Micmacs donde de cierta forma retoma parte de sus
inicios cuando la dupla Jeunet-Caro existía, recuperando mucho de su estilo
Grungie/Steampunk. Esta vez el futuro apocalíptico no se mezcla con un pasado
inexistente, sino con un presente muy real, muy doloroso y significativo.
La película toma mucho de sus trabajos anteriores para hacer una
fuerte crítica a la industria de las armas, al capitalismo que igual nos usa
hoy, que nos desecha mañana, es posiblemente de todo su trabajo como cineasta
en la que su manifiesto político es más claro y contundente.
En Micmacs los personajes recuperan la complejidad, lo bizarro de sus primeros trabajos, que si bien no tuvo la popularidad de estos, ni mucho menos llega a alcanzar el éxito de Amélie, es posiblemente una de las mejores películas de Jeunet en el siglo XXI que merece una mejor suerte.
Cinco años después regresa con L'Extravagant voyage du jeune et prodigieux T.S. Spivet una adaptación del libro "Las obras escogidas
de T.S. Pivet" que en lo personal me parece que es una de sus películas más
intimas, casi autobiográfica, tomando en cuenta que de nuevo es una fábula
donde nos muestra la historia de un extraordinario niño que se avergüenza de
todo su alrededor y trata de esconderlo.
La única de sus películas donde los escenarios son los Estados
Unidos y no la Francia o territorios ficticios, además de las pocas donde
el casting estadounidense supera el francés.
Diez años después, en 2022, regresa con una película, esta
vez contando con el gigante del streaming de video Netflix en la producción. Big
Bug se presenta en plena pandemia, donde los países van saliendo de sus
cuarentenas para recargar aun más la paranoia del encierro que vivimos y que en
muchos casos seguimos viviendo.
Aquí Jeunet retoma su gusto por la ciencia ficción, el sarcasmo,
ese humor negro, ácido (solo basta ver el programa de televisión que de vez en
vez les aparece a los personajes de forma aleatoria para dar cuenta de ese
humor) para darnos una sátira de la sociedad actual,
donde el Internet de las cosas comienza a ser una realidad, al menos en lo que
respecta a las “Alexas” y las “Siris” del mundo y cómo vamos dependiendo de
esto.
Influenciado por Isaac Asimov y toda la ciencia ficción de la
época de oro, Jeunet va mostrando un distópico mundo donde los androides
deciden tomar el control. No es que lo decidan de forma
consciente, sino por una falla de programación y más allá de la resistencia
humana, son los robots y su intento de ser humanos quienes al final salvan a
la humanidad. No deja de ser irónico y hasta absurdo este final.
Big Bug puede no ser la
mejor película de Jean-Pierre Jeunet, incluso tiene varios defectos que no
muestra en sus trabajos anteriores (sobrecargada visualmente, la estética
aunque se mantiene en esa idea de la ultima década del siglo XX, un par de
hoyos en el guion que le quitan credibilidad. La película no logra cuajar del
todo) y sin embargo es mucho mejor que gran parte del cine actual, donde poco o
nada de éste nos pone a pensar más allá de sus evidentes mensajes.
Aquí de nuevo esta crítica al sistema capitalista que va
acabando con nuestra humanidad para convertirnos en androides, en zombis
incapaces de solidarizarnos entre nosotros, su crítica antimilitarista es invaluable en estos tiempos de caos civilizatorio.
Marzo,
2022
Desde
los bosques de Klatch City