I.
Ella se despierta con un dolor fantasma
dentro de la cavidad. Se mira con un espejo, ahí está el espacio vacío que dejó
la raíz torcida de su muela. Cuando pasa su lengua dentro de su boca, se
pregunta en dónde habrá quedado ese pedazo semejante a un hueso, quizá dentro
de algún contenedor sin líquido o en el basurero. Será el premio de otro y ya
no mío.
Cuando era niña, sus dientes de
leche los conservó dentro de una caja de cerillos. A veces, los formaba en una hilera, juntos semejaban la
forma de una nube. Los examinaba con sus pequeños dedos. Dentro de ellos sólo
quedaba un hueco con sangre seca.
II.
Hace más de un mes que va cada
viernes al odontólogo. Prefiere llamarlo así y no dentista. Nombrarlo de esa
forma le da una sensación de seguridad engañosa, como cuando en vez de médico,
dice cirujano o anestesista.
Ella llega a la cita. Se recuesta
en la silla. Espera. Luego el olor de los guantes de látex le llega a la nariz,
observa las microgotas de saliva, las ve saltar en sus mejillas. Le lavan la
cavidad y le pican las otras muelas con algo parecido a un ganchito.
III.
A la altura de sus ojos, hay una
ventana con diversas manchas a las que les encuentra la forma de insectos aplastados.
Se centra en la que parece una mosca: las antenas, los ojos, las alas. Detrás del
insecto, aparece una espesa nube deforme.
Y ya se sabe, las nubes deformes
son de por sí extrañas. Las nubes tienen una conformación bien definida y sus
siluetas reales aparecen unos segundos después de observarlas.
Pero la nube sigue sin tener un
contorno definido. Mientras escucha el sonido de algo parecido a una turbina
pequeña que entra en su boca, observa que la nube empieza a desplazarse hacia
la izquierda en un movimiento pausado y blanco. Parece que la nube quiere ver
dentro de su boca, que los miles de cristales de agua quieren asomarse hasta la
campanilla de su garganta y tocarla. Ella deja la boca bien abierta.
IV.
¿A qué velocidad se mueven las
nubes? esta no dejó ningún filamento suelto.
V.
Cuando la nube esta por desaparecer
de su vista, cierra los ojos. La lengua, la saliva, el sabor amargo de algo en
su garganta. Ella abre los ojos y le sorprende que la nube vuelva. ¿Cómo que
vuelve? Ahora avanza hacia la derecha, lo hace con armonía apresurada. Una
última mirada Martina, dice la nube. Dentro de Martina, una nube roja asciende
desde dentro de su boca, la sangre roja se desvanece, se mueve lenta hacia su
cuello.