Paliar una pandemia no es
fácil. Las voluntades se extinguen rápidamente más por el hastío que por las
circunstancias. Crearse rutinas y salir en busca de aventuras es complicado.
Entonces escribir un libro es casi un acto suicida que paradójicamente, salva.
Héctor A. Ortega (México,
1977) lo hizo. Dueño de una inconstante trayectoria en el acto de escribir, ha
colaborado en más de una veintena de publicaciones impresas. “Una por año”,
se escucha en el mensaje audio de whatsapp, sin que pase desapercibida una risa
traviesa. Sin embargo, a pesar de esa inestabilidad creativa, sus colaboraciones en
revistas, blogs y antologías se acumulan.
Crónicas Pestilentes
(Editorial Taller de Creación Literaria, 2021) ofrece una docena de relatos donde
los diversos olores -del amor, de los lugares, de los cuerpos, del rock, de los
recuerdos, e incluso, de la educación- trazan un camino que conduce a la
nostalgia y la reflexión.
“El lugar huele a gordita de carnitas con cebolla y salsa con ajo. No miento, creo que el aroma es una simple motivación al trabajador para que realice con esmero la afanosa labor de luchar contra el rezago educativo que sufre esta nación.”
Poseedor de una supina
desfachatez que se manifiesta en cada historia, el autor de este libro juega
peligrosamente con lo políticamente correcto sacudiendo en más de una ocasión
aquello que es considerado como normal y de buena costumbre dando la impresión
de que se trata de un libro para jóvenes a punto de entrar a la edad adulta.
“Crónicas no es un libro para adolescentes. Es una mala percepción. Más bien se trata de los retazos en las memorias juveniles de cualquier persona que comienza a ver su vida en retrospectiva, aunque bien puede ser el retrato de algunos jóvenes oligofrénicos de esta época. Pero lo dudo.”
Aunque es un libro que se gestó y vio la luz en plena pandemia, Héctor A. Ortega trató de sustraerse por completo del tema. Existen pandemias como el desamor que es importante tocar hasta exorcizarlo y él lo hace con destreza en los relatos “Laura se va de casa”, “Julissa” y “Te ando buscando”, donde el dolor que dejan los amores malogrados, aplasta a cualquier otra pandemia.
En contraste y como vitamina
para el alma destaco tres relatos: “Crónica de un sitio pestilente”, en el que
se narran las aventuras de un trabajador de la educación al interior de una
oficina encargada de luchar contra el rezago en esta materia y cuyas
vicisitudes resultan muy divertidas; “El plomero escritor”, un cuento impecable
que retrata la inutilidad social de aquellos que sólo traen historias en la
mente, pero que son incapaces de arreglar un fuga de agua en el baño de su
casa, y el preferido de muchos: “Mi Vecina”, una historia que se construyó
durante más de diez años en Facebook, a manera de bitácora de un vouyeur y que
debido a las normas comunitarias de esta red social fue bloqueada abruptamente,
pero cuyo final fue rescatado por el músico y editor Fausto Arrellín Rosas, cerrando
de esa manera ese capítulo en la vida del autor, de los lectores y
principalmente del personaje que nutrió por más de una década el morbo y las
fantasías de quienes tuvieron la suerte de leer las peripecias de tan singular
mujer.
“No puede haber despedidas
entre aquellas personas que no fueron nada, pero tuvieron de todo.”
Si deseas tener contacto con el autor de este libro y adquirir un ejemplar, puedes solicitarlo en: facebook.com/Ecthor.Anselmo/ o vía correo electrónico: ha6958909@gmail.com