Clasificar el álbum en un solo género podría
significar la reducción al absurdo de un contenido basto de 36 minutos. Norma,
el quinto álbum de la artista homónima,
Norma Monserrat Bustamante Laferte -que todos conocemos como Mon
Laferte- resulta en una de esas experimentaciones discográficas que se
agradecen y vienen como un viento fresco de vez en cuando. Lanzado en noviembre
de 2018 por Universal Music, consta de 10 canciones tan variadas en ritmos como
para intercalar un bolero con un mambo o hasta una cumbia; la línea conceptual
es clara desde los primeros versos, el amor.
A
veces trágico, otras veces con un toque pasional y humorístico; la extensión
del concepto del amor se hace tierno con cada canción que de forma desordenada,
describen las etapas del enamoramiento, dejando entrever una historia que a
propósito o no, hace del disco un conjunto de perspectivas bastante reales de
las dudas más comunes al estar enamorado. Pero creo que para disfrutar del
disco por completo, hay que organizarlo en tres etapas: atracción,
inseguridades y despedidas.
La
primera parte -la más rítmica- la conforman Ronroneo,
El beso, Caderas blancas y No te me
quites de acá. Su contenido es directo, dos personas que coquetean y
comparten entre ellos un sabor a frutas secas y la sensación de peces en la
boca -como diría el cíclope de Cortázar. En estas cuatro canciones
encontraremos el sonido de percusiones constantes y varías líneas de
instrumentos de viento acompañando la melodía que muchas veces será dirigida
por la voz de Mon Laferte, dando un efecto maravilloso de inmersión acústica
como si en verdad estuviéramos viviendo lo que estos dos amantes musicales se
dicen al estar frente a frente, tanto la letra como los sonidos dulces afianzan
esa sensación.
La
segunda parte con Quédate esta noche, El
mambo y ¿Por qué me fui a enamorar de
ti?, habla de las dudas que vienen con el tiempo, no solo de las personas
por sí solas, si no de la relación en sí, tomando entre sonidos más cálidos y
ritmos más sencillos -a excepción de El
mambo- tópicos como los celos, la infidelidad y el crecimiento que una
persona espera tener dentro de una relación. Para ser específicos, Quédate esta noche, es la canción que a
mí opinión, logra desatar más sensibilidad al escuchar a detenimiento la letra,
y sobre todo, prestar atención a el cómo los instrumentos acompañan cada frase
como una orquesta. Desde cuerdas hasta percusiones, voces y bajos, claros y
oscuros coinciden en la súplica de un ser que reconoce en la otra persona, la
única seguridad de su deseo. Quédate
conmigo, por favor.
La
última parte, y también la más triste, abarca Cumbia para olvidar, Funeral y Si
alguna vez. En ese orden, todo parece degradarse, como si estuviéramos a
punto de despertar de un sueño, pues incluso en la cumbia, podemos notar
sonidos más graves y hasta obstruidos de la batería y de los instrumentos de
viento. Las letras también denotan este sentimiento apagado, sobre todo Funeral, que como su nombre apunta, deja
ver el final de la relación presos de la monotonía y el hartazgo. Una vez más,
a mí opinión, siento que el disco podría dejarlo de escuchar ahí mismo, dejar
en nuestra boca el sabor amargo pero suave de un adiós advertido por el
agotamiento; afortunadamente para la gente que le gustan los finales felices, Si alguna vez funciona como esa promesa
que se dan dos amantes al saber que lo mejor es partir, con brillos musicales
bailando entre un bolero y una bachata, notas más altas pero con la calidez que
una despedida requiere.
Norma,
como dije, es una experimentación de ritmos que a veces no terminan de ser y
ese aspecto que en otros discos podrían ser reprochables, este lo sabe
aprovechar para tejer un muy buen álbum conceptual al que lo único que se le
podría reclamar, es la duración.