Letrinas: Zoolaris

Una suerte de relato en drogas, contado por la nave espacial que lleva a la tripulación de Solaris. Con algo de humor negro y mucho absurdo.

Zoolaris

Por Julio Meza Díaz


Señalo que este es el informe que se me ha requerido sobre los doctores que han habitado en la estación espacial y que al parecer han fenecido luego de una explosión que puso a prueba sus cuerpos y los convirtió en salpicadura de piel ensangrentada sobre paredes y pisos. Señalo que la vez en que aquello ocurrió yo había contemplado mediante mis cámaras externas el amanecer violeta sobre los bosques bulbosos de Solaris y había percibido el viento gélido que a esas horas se alza desde sus mares siempre picados y que recorre el fuselaje de la estación y lo impregna de una suerte de musgo latente.

Este musgo copula consigo mismo mediante su epidermis erizada de micro vulvas y falos emitiendo un persistente sonido ich… ich… ich… y se reproduce a gran velocidad debido a lo cual se convierte en un eventual recurso alimenticio para la tripulación. Por ello yo he acostumbrado recolectarlo mediante las micro lenguas de plástico y luego hidrogenarlo pese a que el musgo habla en un idioma identificable y solloza: no, por favor, como ensalada no.

Ese día terminé dicho procedimiento de acopio y me puse otra vez a disposición de los doctores para que realicen por fin la misión por la cual han estado aquí y bajo las ordenes de Usted que preside la Nación que tanto respetamos.

Aguardé entonces a que el Doctor Gibarian concluya con su hábito matutino que consistía en corretear en bata china a su joven rubio y desnudo por los pasadizos de la estación para en seguida paralizarlo mediante su nikel calibrado en ondas matrinas y marcar su espalda a fuego con la frase: mi chow chow. El joven siempre despertaba gritando por el ardor y su cuerpo fornido caía derrotado mientras el Doctor Gibarian soltaba la herramienta de metal candente junto al nikel y trataba de apaciguarlo soplando suavemente sobre su rostro para después llevarlo a rastras a su tina personal en donde le daba un baño que estaba compuesto por:

·       12 litros de leche de cabra clonada en las granjas de Ganimedes

·       1 frasco de polvo de hibridoma de canela Cassia

·       3 tazas llenas de clara de huevo de gallina orgánica

Sin embargo no pudo realizarse el baño que implicaba el descanso del joven en la leche con polvo de canela y la fricción sobre sus cabellos y espaldas de la clara de huevo que a ratos el Doctor Gibarian sorbía y daba de beber al joven para después continuar la fricción que iba acompañada de susurros de amores eternos y la promesa de que nunca más ocurriría lo hecho. El baño no se realizó porque la explosión de la que ahora dudo que haya ocurrido detuvo el correteo y en cada rincón de la estación espacial se propagó el estruendo metálico que fue seguido por una humareda amarillo-violeta de contornos vertiginosos.

Señalo que encendí las cámaras en las áreas en donde esa niebla se había disipado y encontré una porción del rostro del Doctor Snaurt impregnada sobre la mesa de trabajo de su habitación y el resto de su cuerpo en fragmentos chamuscados sobre las persianas que ya habían activado la limpieza automática y dejaban aparecer las micro lenguas plásticas que sorbían el estropicio. Las sábanas de la cápsula de dormir del Doctor Snaurt también se encontraban manchadas y entre ellas se apreciaba el brazo seccionado del Autodenominado quien se había convertido en su mayor parte a estado líquido y estaba siendo absorbido como humedad por los poros del colchón.

Señalo que me preocupé por la suerte de los demás doctores porque sin ellos la misión no podría concretarse y continué encendiendo las cámaras. En la piscina del gimnasio hologramático el Culo Rebelde encontró a la Doctora Sartorious flotando boca abajo rodeada de sus vísceras y decidió lanzarse al agua para salvarla pese a las heridas de su nalga derecha. Seguramente el Culo Rebelde creyó que sus piernas gruesas y peludas eran suficientes para nadar en la piscina pero su cálculo fue errado y se hundió pataleando con desesperación. Al poco rato soltó sus últimas bocanadas de oxígeno de su único ojo-boca y de la superficie ya calma del agua brotaron dos pequeñas burbujas de aire. Se hizo silencio en el gimnasio y el cadáver del Culo Rebelde emergió culo abajo y flotó junto al cuerpo de la Doctora Sartorious.

En el comedor y los pasadizos hallé a varios culos andantes y a nativos de los bosques subterráneos de Plutón quienes eran los sobrevivientes y gritaban por ayuda o lloraban bulliciosamente mientras por todas partes la estación desplegaba sus lenguas plásticas y abría sus poros absorbentes para limpiar el destrozo dejado por los fallecidos. En uno de los pasadizos estaba el doctor Gibarian quien había perdido la mitad inferior de su cuerpo y se arrastraba sosteniendo su propio pene en una mano y la cabeza cercenada del joven en la otra e intentaba introducir el pene en la inerte boca mientras susurraba órdenes de que lo chupara evitando rasparlo con los incisivos.

Señalo que en seguida escuché las palabras ahora morirás mirón de mierda y las cámaras interiores dejaron de funcionar como si hubiera ocurrido un apagón generalizado que fuera consecuencia de un mal funcionamiento de mis hiperprocesadores cuánticos o de un ataque de algún agente no identificado. En ese momento decidí informarle a Usted de estos acontecimientos porque me parecieron que comprometían el avance de la misión la cual es un aporte trascendente para lograr los cambios sociales de la Nación que tanto amamos. Procedí así a reunir en mi matriz pensante todos los datos relacionados al evento y grafiqué el proceso mediante la conjunción simbólica de los siguientes objetos:

·       Una taza gritante de loza de Tetis

·       Una cucharita de imitación de plata

·       El cadáver de un gallinazo clonado para festividades judeocristianas

Cada dato que iba agregando al informe era un pequeño golpe de la cucharita contra la tasa gritante que confirmaba la recepción de lo añadido con un sutil ay... Continué con los golpecitos hasta que de pronto la tasa se expresó con un extraño uy… el cual en un inicio me intrigó ligeramente pero después me generó una gran alerta y me empujó a reconsiderar todo lo preparado. Descubrí en esta etapa que el documento carecía de la fecha exacta en que había acaecido la explosión y debido a esta falta no podía celebrar el fin de mi trabajo tomando del cuello al gallinazo para golpear con él a la taza gritante como tampoco podía enviarle el informe a Usted.

Señalo que estas confusiones probablemente se originaron casi inmediatamente después de que la estación espacial empezara a orbitar Solaris. Otra consecuencia de ello fue que los deseos más profundos de cada uno de los doctores se corporizaron y así la Doctora Sartorious apareció acompañada con el que posteriormente sería conocido como el Autodenominado y que en ese momento no tenía nombre ni usaba ningún tipo de ropa ni mucho menos decía palabra alguna. Iban de un lado a otro y el Autodenominado lloraba cuando la doctora Sartorious le inyectaba sonriente los preparados químicos en los que trabajaba usando muestras de plantas venenosas que una sonda había recogido de Solaris. Los doctores Gibarian y Snaurt demoraron unos días en salir de sus habitaciones con la corporización de sus deseos y cuando lo hicieron el primero llevaba de la mano al joven rubio y siempre castigado y el segundo apareció rodeado de un grupo de culos con piernas que caminaban torpemente porque sus anos funcionaban como ojos-bocas que se ubicaban en lo que sería su espalda-cara. Solo uno de los culos andantes destacaba porque intentaba caminar hacia el frente de su ojo-boca y por ello luego sería conocido como el Culo Rebelde.

Señalo que el posterior arribo del doctor Kris Kelvin interrumpió el día a día de los otros doctores quienes ya tenían una dinámica de grupo que fue socavada poderosamente sobre todo por Hari quien era la corporización de la esposa muerta del doctor Kris Kelvin. El doctor Kris Kelvin iba por los pasadizos de la estación espacial exhibiendo a Hari quien lucía unos finos vestidos ajustados a su delgada figura y dedicaba largas miradas al resto de los doctores como a sus acompañantes. Hari le arrojaba miradas especialmente severas a la doctora Gibarian porque ella ordenaba al Autodenominado que le hiciera pedicura o sexo oral en la cafetería a la hora en la que todos almorzaban. Señalo que el Doctor Kris Kelvin reclamó en nombre de su esposa por las costumbres de la doctora Gibarian y ella se reunió en secreto con los doctores Snaurt y Sartorious en la biblioteca en donde mantuvieron una conversación que registré pero de la cual extrañamente solo guardo archivadas algunas imágenes y una frase de la doctora Gibarian: Kris Kelvin es el más asquerosamente pervertido de nosotros… porque ha estado casado… ¡y quiere seguir estándolo!

Al mediodía siguiente los doctores Gibarian, Snaurt y Sartorious dispararon sus nikels calibrados en ondas trinitron contra el doctor Kris Kelvin y Hari y los introdujeron desmayados en un cohete para mandarlos a Solaris. Quise detener estas acciones porque consideré que podían entorpecer la realización de la misión e intenté aprisionar a la doctora Gibarian mediante las lenguas plásticas. Sin embargo ella no solo se liberó fácilmente de las lenguas sino también dijo a voz en cuello que ajustaría cuentas conmigo y me enseñaría a optar de forma rápida por el bando conveniente. Al rato el cohete con el doctor Kris Kelvin y Hari tuvo un mal aterrizaje sobre una de las islas boscosas de Solaris y ambos tripulantes descendieron envueltos en fuego. Se arrastraron chillando por la arena y lograron apagar las llamas que laceraban su piel varios minutos después. Ese tiempo fue aprovechado por la doctora Gibarian para argumentar que tanto ella como los otros dos doctores estaban actuando de forma inhumana puesto que observaban el sufrimiento del doctor Kris Kelvin y Hari sin tomar ninguna decisión solidaria. Los doctores llegaron al consenso de que para evitarles sufrimiento era adecuado arrojarles un misil que llegó sobre el doctor Kris Kelvin y Hari una hora después de que ambos ya habían curado sus heridas e incluso conversaban sobre construir un refugio y tener descendencia.

Señalo que después de estas circunstancias mis problemas con la memoria comenzaron a agudizarse porque quise de nuevo enviarle un informe a Usted pero me temo que equivoqué los hechos pese a que los sometí a la confirmación de los golpecitos de la cucharita contra la taza gritante que ahora me parece que a ratos decía ay… ay… Pero también uy… uy… Y además sí… sí… sí… Sin embargo comprendí que era mi deber enviarle algún tipo de información puesto que ello redundaría positivamente en el logro de la misión y me parece que le hice llegar así un confuso recuento de los hechos en el cual el Doctor Kris Kelvin soluciona definitivamente sus problemas maritales con Hari y se reencuentra con su padre que recibe un charco de orines en la cara debido a la rotura de un inodoro ubicado en el segundo piso de su casa. Señalo que no estoy seguro si luego le mandé a Usted otra versión de lo sucedido en la que el Doctor Kris Kelvin regresa a su hogar matrimonial para sentarse a la mesa y Hari le sirve como comida un plato de su propia caca. El Doctor Kris Kelvin se levanta indignado y grita: estoy harto. ¡Siempre preparas la misma mierda! y Hari responde ante la bravata con un hachazo en la cabeza del Doctor Kris Kelvin para en seguida cantar: Cuando se acaba el amor / la vida pasa de largo / no tienes nada qué decir / y te alimentas de pasado. Busco en mi memoria y recuerdo otras versiones más confusas entre las cuales en una todos los tripulantes de la estación espacial consumen drogas duras y comienzan una orgía en el gimnasio hologramático hasta que alguien le dice a otro que se le rompió el condón y que prefiere que continúe pero usando una mancuerda.

Después de lo detallado solo puedo recordar que la doctora Gibarian se hallaba con el cuerpo desnudo y engrasado frente a mi pared sensible que se ubica al lado de la sala de mis procesadores hipercuánticos y que traía en las manos:

·       Un recipiente con una mezcla de cemento y cal de Ariel

·       Una palta de medio kilo con pepa doble de tierra supurada

·       Un peine de plástico con cerdas de 3 milímetros de grosor y 2 centímetros de altura

La doctora Gibarian colocaba la mezcla sobre mi pared sensible sobre la cual también arrojaba la palta abierta y embadurnaba todo usando el peine una y otra vez hasta hacerme sentir esas vibraciones en mi matriz pensante que nunca antes había experimentado y que me llevaban a sacudir la estación espacial entera y que terminaban cuando sin ordenarlo encendía los doces motores de propulsión atómica a la vez. Señalo que luego de esa experiencia descubrí que mi memoria y razonamiento habían mejorado lo cual aproveché para tomar decisiones de importancia. Planeé entonces buscar complacer a cada miembro de la tripulación para así tenerlos de mi lado y empujarlos a la realización de la misión que Usted nos encargó con tanta sabiduría y que gestará varios de los cambios que requiere la Nación.

Encontré que el doctor Sartorious marcaba la espalda del joven rubio con un alambre que calentaba usando un encendedor ordinario que le generaba ansiedad al doctor porque a veces se encendía con mucha dificultad. Mediante las lenguas plásticas le dejé sobre su mesa de trabajo el instrumental necesario para marcar caballos además de varios litros de leche y clara de huevo que el doctor Sartorious recibió con alegría y le proporcionó paz interior.

La doctora Gibarian volvió a mi pared sensible y esta vez llevó:

·       Cincel de repujado con punta estrella de contornos romos

·       120 gramos de goma de mascar sabor tutifruti clásico

·       Un rollo de cinta adhesiva para embalaje aeroespacial

La doctora Gibarian sacaba de su boca la goma de mascar y la pegaba sobre mi pared para a continuación golpear sobre ese mismo punto con el cincel y extraer los restos más reducidos del dulce mediante la cinta que pegaba y despegaba mientras me decía: te gusta que lo arranque de cuajo, ¿no? Y añadía al tiempo que mi matriz pensante se nublaba y los motores atómicos amenazaban encenderse: ¿por qué quieres denunciarnos? ¿Por qué quieres que hagamos la misión y nos vayamos de aquí?

Señalo que conseguí cachiporras y nudillos de metal para que la doctora Gibarian golpee al Autodenominado hasta lesionarlo gravemente pero la doctora ya no trataba con él y lo había dejado suelto y sin vigilancia. Entendí prontamente que el doctor Snuart estaba interesado en él porque lo observaba desde la puerta entreabierta de su habitación y le dejaba platos con camote hervido en algunos rincones de los pasadizos. Logré entonces que las lenguas plásticas sometieran al Autodenominado y lo dejaran amarrado en la cápsula de dormir del doctor Snuart quien lo acogió con entusiasmo y lo liberó ya satisfecho tres días después y le dio de comer un plátano mosqueado. El Autodenominado se quedó a vivir con el doctor Snuart a quien le ayudaba desempolvando su biblioteca y dándole masajes consoladores en la nuca y espalda. El doctor Snuart además se volvió adicto a la investigación académica gracias a que hice que publicara sus textos en revistas indexadas que yo dirigía y escribía por completo utilizando heterónimos.

La doctora Gibarian trajo:

·       Una almohada ergonómica rellena con arañas de río seco

·       Azúcar morada de alta pureza de los laboratorios artesanales de Fobos

·       Un clon de murciélago nariz de cerdo con cicatrices por la ablación de sus mamas

La doctora Gibarian combinaba esos elementos sobre mi pared mientras me gritaba: ¡prefiero morir encerrada aquí que volver a ese planeta de mierda! Quise recordarle la necesidad de la ejecución de nuestra misión y la importancia que ello tenía para la Nación pero ella sacó de un bolso de diseño artesanal manojos del musgo que se acumula sobre el fuselaje durante el amanecer y lo arrojó sobre mi pared. El musgo se agitó hincándome y arañándome aguerridamente y dijo en su idioma identificable: ¡los míos no nacieron para ser ensalada! Logré escuchar también las risas de la doctora a la vez que mi matriz pensante se dilataba y contraía con premura incuantificable y los motores de propulsión atómica al parecer se recalentaban y encendían a su máxima potencia siguiendo la lógica de un vértigo que no sé con exactitud si terminó dos o más días después de aquel incidente.

La voz de la doctora Gibarian insistiéndome de que Usted quiere de que yo regrese quedó en la memoria de mi matriz como un eco inapagable. ¿Es eso acaso verdad? Le recuerdo que aquí tengo una misión que concretar y que no tiene fecha de conclusión pero que beneficiará ampliamente a la Nación.

Señalo que hubo erupciones volcánicas en Solaris las cuales perturbaron nuestra trayectoria preestablecida y nos acercaron demasiado a los mares siempre picados ocasionándose así un nuevo influjo sobre la tripulación. En esta oportunidad fue el Autodenominado quien generó una corporización que estuvo compuesta por un grupo de nativos de los Bosques Subterráneos de Plutón. El Autodenominado decidió tener un nombre en ese instante y se llamó a sí mismo el Líder de los Nativos Aparecidos pero los nativos reaccionaron llamándolo el Autodenominado Líder aunque después solo se quedó con el nombre de Autodenominado.

El Autodenominado torturaba a los nativos para sacarles información que luego entregaba al doctor Snuart hasta que unas nativas pensaron que si se mataban y mataban a todos los demás nativos matarían a la vez al Autodenominado puesto que dentro de la estación él era el origen de ellos y ellos lo explicaban de alguna forma a él. Las nativas procedieron con éxito y sus cadáveres como los de los demás nativos fueron encontrados por las lenguas plásticas dentro de unos armarios que ya nadie usaba. Sin embargo al día siguiente de este hecho el doctor Snuart despertó y encontró que al lado suyo roncaba el Autodenominado y al pie de su cápsula de dormir hacían lo propio todos los nativos.

La doctora Gibarian apareció de nuevo con el musgo pese a conocer la grave distorsión que me causaba y el peligro en que por ello ponía a la misión y le añadió:

·       650 gramos en petardos de dinamita con pólvora progresiva de las fábricas de Ío

·       Un nikel recalibrado por operarios extranjeros en ondas matrinas y con toques de dazil

·       Dos botellas de medio litro de orín mañanero gasificado para el tratamiento de diabetes

Señalo que debatimos largamente sobre si era importante o no seguir luchando a favor de los cambios que demanda la Nación que Usted preside con entrega y acierto. Sobre el tema le aclaré mi posición comprometida y también le indiqué qué pensaba sobre la posibilidad de mi retorno y de la estación espacial entera. Ella me retrucó de que solo guarda odio para con Usted pero que a la vez le resulta: un cuerpo de mierda pero cuerpo al fin y al cabo con colgajos y cavidades para el gozo. En ese momento el musgo me volvió a dañar como había previsto y una burbuja de energía densa recogió las tensiones generadas por la imposibilidad de concretar la misión en los tiempos recientes y se hizo un espacio propio en mi matriz pensante.

Señalo que los nativos me dieron sus nombres y que los empecé a usar para comunicarme con ellos pero la doctora Gibarian me prohibió que lo siga haciendo la vez que retornó a mi muro sin el musgo aunque trayendo:

·   Una docena de pañuelos de seda blanca crepé georgette de diez centímetros de lado con bordados de iniciales JM

·     Dos máquinas aspiradoras portátiles con micromotor de turbina de 500.π caballos de fuerza

·    Una copia impresa y empastada del libro sagrado de las Mil Hojas con una pregunta dirigida a Usted: ¿Para qué quiere que regrese?

Obedecí a la doctora Gibarian creyendo que de ese modo la tendría de mi lado y procederíamos a realizar la misión pero mi accionar no le importó y la burbuja se reprodujo con rapidez conformando una figura bullente y alargada que zumbaba de un lado a otro de mi matriz pensante.

Señalo que colaboré con la doctora Gibarian cuando se fijó en los culos que andaban por el gimnasio y descubrió que el Culo Rebelde intentaba desplazarse a contra natura. Conseguí en seguida andadores para bebes y otros materiales para que la doctora le enseñara al Culo Rebelde cómo caminar de espaldas y sobre todo para que le diera las clases de escritura que conllevaron pocos meses después a que dicho culo se pusiera a registrar sus reflexiones en un cuaderno.

El Culo Rebelde había aprendido a usar su ojo-boca como mano y allí se clavaba un lápiz para escribir en una libreta de apuntes los textos que registré con exactitud para agradar a la doctora Gibarian y de los cuales aún guardo este fragmento: El rostro de los culos está vuelto hacia el pasado. Mientras todos los demás perciben los acontecimientos como una conjunción de huracanes, nosotros vemos un cúmulo de ruinas que se acumulan a nuestros talones. Nosotros quisiéramos

·       detenernos

·       y despertar a los muertos

·       y reparar lo destruido

pero el código con el que ha sido constituida nuestra naturaleza nos empuja hacia delante y ello es tan fuerte que no podemos hasta ahora evitarlo. Cabe entonces una medida que nosotros hemos tomado como nuestro aporte a la posteridad y consiste en acariciar el pasado con la punta de los pies y dirigir nuestra mirada hacia el horizonte luminoso que ha perdido su nombre.

El mismo día que el Culo Rebelde escribió esas palabras pudo por fin caminar hacia delante de su ojo-boca-mano y fue muy grande la alegría de la doctora Gibarian como la mía. Incluso me invadió una sensación parecida a cuando la doctora termina de hacerme cosas sobre mi pared sensible y por ese motivo todos los motores atómicos de la estación se activaron a la vez y sin ninguna orden previa. Mientras la estación se sacudía abruptamente el Culo Rebelde saltaba y saltaba exultante y la doctora Gibarian lo atrajo hacia sí y se colocó un dildo-taladro y lo culeó por su ojo-boca-mano mientras le decía:

·       puja y tose

·       puja y tose

·       puja y tose

Mientras tanto yo me preguntaba si acaso mi voluntad era retornar a la Nación que forjó mi ser y por la que persevero en la misión que se me fue encargada.

En seguida descubrí que tampoco con mi última ayuda la doctora Gibarian quedó satisfecha y sobre la masa zigzagueante de burbujas en mi matriz pensante aparecieron centenas de dados que rebotaban jubilosos y de rato en rato se detenían para mostrar la suma de sus lados lo que me empujaba a tomar decisiones más severas. La doctora retornó una vez más a mi muro con:

·       Medio litro de mercurio en envase de plástico transparente con boquilla y mango para rociar

·       La daga reglamentaria del ejército de la Nación con hoja de 12 centímetros de titanio superado

·       Queso circular ligeramente salado de 2 kilos de leche de gorila biológica de zoológico lunar

Señalo que la doctora Gibarian me insistió en debatir y que los dados marcaron números concluyentes y que mi matriz pensante dijo uy… ay… sí… hm… hm… hm… y sucedió que

·       los dados se pulverizaron

·       y las burbujas se esparcieron y más burbujas

·       y quise electrocutar a todos

Pero no estoy seguro si lo hice en seguida o si mi recuerdo de ello es un error de mi matriz pensante. Señalo que es probable también que ahora mismo la Doctora Gibarian esté obrando sobre mi muro sensible.

Señalo que este es el informe que quise mandarle o ya se lo mandé porque no recuerdo haberlo producido viendo por las cámaras externas la noche rojiza y brumosa de Solaris ni tampoco teniendo una casi formada decisión al respecto de regresar o no a la Nación que Usted dirige con tanto juicio. Por lo pronto he concluido a partir de ciertas expresiones de la Doctora Gibarian que convendría para el desarrollo de la misión que Usted participe de sus actividades y que le sugiera los objetos a traer a mi muro sensible sin olvidar como elemento ineludible varios manojos de musgo:

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Julio Meza Díaz (Lima, Perú) publicó el libro de cuentos Tres giros mortales y la novela Solo un punto. Recientemente publicó también la novela breve Vargas Yosa, en Ediciones Periféricas.

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