Fuego lento (con la flama encendida)

Gracias al esfuerzo editorial de Pura Pinche Fortaleza Cómics y Animal Gráfico, se ha reeditado la obra de Ricardo Peláez Goycochea.

Por Parraguirre

A finales del siglo XX aparecieron ciertas obras que fueron un parteaguas dentro de la narrativa gráfica mexicana, pienso, principalmente, en lo realizado por la camada del Taller del Perro: Buba Vol. 1 (2000), Operación Bolívar (1999), y Fuego lento (1998). Tres libros que, en la humilde opinión de quien esto escribe, fueron significativos en la producción historietística del país, al salirse de la norma. Pero esas son notas para otra melodía. Por lo pronto me enfocaré en el trabajo de Ricardo Peláez Goycochea, pues gracias al esfuerzo editorial de Pura Pinche Fortaleza Cómics y Animal Gráfico, se ha reeditado una versión revisitada de su libro.

Lo primero que se advierte, en comparación con la versión anterior, es que la nueva antología deja fuera la novela gráfica breve de nombre Madre Santa, con guion de Erik Proaño (Frik). Sin embargo, para compensar lo anterior, se añadieron catorce nuevas piezas que el autor fue acumulando a lo largo de los años. Otro aspecto editorial que merece la pena mencionar, es que se incluyen 16 páginas a todo color, lo que me parece un mérito, pues actualmente hay pocas posibilidades de que un trabajo de narrativa gráfica sea editado de esta manera. Pero dejemos los detalles técnicos del libro a un lado.

La labor como narrador gráfico de Peláez es notable, una gran parte de las viñetas no contienen diálogos, pues su prosa gráfica permite que el lector capte lo que sucede en las historias de manera sutil.

El relato “Mujer” es una buena muestra de ello, en la historia podemos ver la vida cotidiana de una chica, quien evoca mejores tiempos de su vida, cuando hace esto el estilo gráfico cambia por un dibujo más “simple”, mientras que el resto del trazo que remite al presente es más elaborado. Por otra parte, la historia de nombre “El segundo adiós”, es una prosa poética narrada en voz off que logra transmitir la sensación de vacío y desasosiego tras una ruptura amorosa.

Los temas que aborda Peláez son diversos, pero en su mayoría, los relatos giran en torno a una cotidianidad poco amable, y para el tiempo en que fueron hechas las historias resulta destacable que el narrador gráfico se adelantase a su tiempo (o quizás las cosas no han cambiado desde entonces), pues en ellas podemos ver la actual marginación, violencia, desamparo e incertidumbre, contadas de una manera explícita, pues Peláez no le saca la vuelta a la realidad, sino que afronta su crudeza sin tapujos, a través de los discursos implícitos en su obra.

Dentro de la recopilación también se encuentran algunas aproximaciones poéticas al amor/desamor, unas ficciones futuristas, e incluso, incorpora las voces de otros escritores en adaptaciones gráficas, tal es el caso del periodista contracultural Rogelio Villareal, en “Ángeles de la noche”, y el autor de la novela Cuartos para gente sola (1999), J. M. Servín, en “El antojo”, por mencionar a algunos.

Hablar de antologías siempre es un reto, pues existen piezas que pueden parecer mejor ejecutadas que otras, sobre todo porque al inicio los autores se encuentran experimentando con diversos estilos gráficos y modos narrativos. Sin embargo, a pesar del tiempo de creación que existe entre las historietas, en Peláez ya se puede notar un sello personal, que, dicho sea de paso, remite a la historieta europea o argentina que lo influyó (ya sé que las comparaciones son odiosas, pero esto no es menor, considerando la calidad de trabajo hecho en esas latitudes).

Otro acierto editorial, que nos permite notar las aptitudes gráficas del autor, es la distribución de las historietas, que no fueron acomodadas de manera cronológica, sino por apartados temáticos, lo cual genera un equilibrio en su conjunto. Aun en las páginas a todo color, donde Peláez se aleja un poco de su estilo, y experimenta con otras técnicas pictóricas, se logra un balance que no defrauda al lector.

En fin, es grato que de nueva cuenta se ponga al alcance de las manos, una de las obras cumbres de una generación que al parecer no tuvo continuidad (con el nivel discursivo y politizado que venían haciendo). Y en una época tan acrítica y complaciente, es necesario retomar estos discursos, que no han sido superados y que, por el contrario, parecen agravarse. Sin más, los invito a leerla para actualizarse con el pasado, y mantener encendida la flama de la narrativa gráfica mexicana.

 

Ricardo Peláez Goycochea, Fuego lento, Pura Pinche Fortaleza Cómics/Animal Gráfico, Ciudad de México, 2021, 144 pp.

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