Las reseñas innecesarias | Por Juan Jesús Jiménez
No sé si lo ha notado, pero la música parece tener más
volumen con el paso del tiempo, casi como un grito intencional de los discos
que ruegan ser escuchados. Y después está Black Marble, con un disco que
pareciera estar diseñado para perderse entre lo rápido de nuestro día, como un
respiro a todo el estrés que nos aguarda al cerrar los ojos. It´s immaterial, es el segundo disco
producido por Chris Stewart, y lanzado
por Ghostly International; es este
respiro de todo, con tracks envueltos entre sonidos tan extraños como
nostálgicos.
Lanzado en 2016, tomando inspiración del post-punk; Black Marble usa el reciente género del synth-pop como un medio para crear imágenes con la melodía de una guitarra, un bajo y una variedad amplia de efectos electrónicos que asignan profundidad a las letras, que si bien, parecen solo mantener un ritmo oral y no el de un significado, son una de las partes más disfrutables del disco.
A lo largo de los 11 tracks que lo componen, al traducir las letras podemos encontrar una historia extraña separada en dos partes, la amorosa y personal, que al igual que las melodías, parecen tener una regresión constante entre recuerdos difusos por la distorsión temporal y en algunos casos, la musicalidad en cada verso. Con ejemplos claros del trabajo sonoro como en Frisk y de la difuminación musical en Collene.
Para
aquellos que estén relacionados con el género o incluso, sepan de algunos
álbumes post-punk, encontrarán
agradables el juego del bajo y el sintetizador alternando el papel activo en cada
canción, resultando excelente para cerrar los ojos e intentar adivinar cada uno
de los instrumentos de la grabación, sintiendo cada golpe de batería en el
efecto estéreo, cada voz a la distancia y el bajo justo detrás de nosotros.
It’s immaterial, es una de esas joyas silenciosas que aparecen de vez en cuando entre las playlist derivadas del rock. Un álbum que desde que lo descubrí, me logró enganchar por la tranquilidad que puede transmitir entre cada canción, cada uno de los juegos entre la tristeza inducida por mirar el techo y pensar cosas que uno no debería tocar antes de dormir.
Es increíble que la música, y sobre todo un álbum, tenga ese poder sobre nosotros, y sin temor a equivocarme, diría que Black Marble es ejemplo de ello. De que mucho de lo que somos parte de las experiencias sensibles que podemos experimentar al escuchar un disco lleno de sintetizadores e instrumentos casi psicodélicos.
En general, creo que es una muy buena forma de entrarle a los nuevos géneros que se han desarrollado en los últimos años, y sobre todo, una experimentación con nosotros mismos para conversar en el silencio, mirando el techo solos o junto con alguien, esperando que la música redescubra las partes que ignoramos entre el ruido constante de la vida postmoderna.