Por Augusto Pérez Peña
El cine de Lars von
Trier ha recibido en numerosas ocasiones los calificativos
"misógino" y "machista", por la forma en la que (re)trata
a la mujer en los personajes que crea para sus relatos cinematográficos. A lo
largo de toda su filmografía explora la retroalimentación que hay entre el
contexto social de la Era Moderna y los individuos que viven en dicho contexto;
en su cine vemos constantemente a sujetos pertenecientes a comunidades
pequeñas, donde aparentemente todo mundo se conoce, tal es el caso de Dogville,
su filme más experimental hasta ahora, por haberse filmado en el interior de un
hangar y delimitando las casas de los personajes y otros lugares, solo con
líneas blancas pintadas sobre el piso. Resulta interesante que al principio del
filme vemos al personaje de Nicole Kidman ser esclavizada por prácticamente
todo el pueblo al que llega, forzándola a realizar trabajos duros o domésticos,
e incluso es abusada sexualmente por un integrante del pueblo; al final del
relato, esa sumisión se invierte y termina en un rabioso acto de violencia, ya
que, motivada por la rabia e inconformidad acumulada en contra de sus
opresores, con fuego destruye al pueblo entero; un final como los de Quentin Tarantino, director en cuyas películas, la
violencia tiene una función discursiva; justo como al final de Django
Unchainded, en el cual, el asesinato a la familia blanca, estadounidense,
cristiana y capitalista que esclavizó a su esposa, es en realidad una forma de
representar y expresar el resentimiento reprimido del hombre de color para con
la sociedad racista, es decir, un resentimiento universalizado se ve
representado en el personaje que interpretó Jamie Foxx. Su refinada violencia
heredada del spaghetti western de los setentas, sirve para crear una oración de
protesta, si bien primero desarticulada, precisamente por la violenta
naturaleza enunciándola; con el uso de la violencia, Quentin Tarantino es capaz
de expresar, en este caso, la inconformidad que siente respecto al racismo en
Estados Unidos
Lars von Trier encuentra en la violencia un lenguaje con el que se queja del machismo; con el uso de imágenes violentas, articula un discurso filosóficamente poderoso para criticar a la sociedad y a la humanidad que la conforma.
Que Nicole Kidman queme al pueblo que la esclavizó es una forma de decir que para que la emancipación femenina sea posible, prácticamente habrá que destruir todo en lo que está fundado actualmente nuestra sociedad, todo lo que hemos erigido hasta ahora, lo cual, de hecho, no sería nada que lamentar, sino todo lo contrario puesto que sería algo histórico y sin antecedentes que nuestra sociedad dejase de basarse en la religión cristiana y sus valores conservadores y machistas para establecer las normas jurídicas y morales en las que se funda.
En Dogville una mujer, alegóricamente, destruye el contexto del que fue víctima y a los cómplices de su esclavización. La violencia entonces, es utilizada para hablar en contra de una sociedad cuyos valores y costumbres implican la arbitraria esclavización física y sexual de una mujer; von Trier, especialmente habla en contra del falogocentrismo, por lo que su cine no es machista ni misógino, pero tiene que representar ambas cosas en sus excesos, con personajes de arraigada misoginia, para poder criticar tanto al hombre opresor de la mujer, como a los valores subyacentes de la sociedad en la que se reproduce generacionalmente una educación machista. Intenta (re)presentar y criticar a una cultura que se erige en torno a la idea del matrimonio monógamo, valorado esencialmente en el sistema religioso católico y en el sistema económico e ideológico del capitalismo.
En Nymph()maniac, uno de sus más controversiales filmes, Joe, interpretada por la musa predilecta del danés, Charlotte Gainsbourg, es una mujer que a través de su sexualidad desbocada desafía y transgrede la autoridad patriarcal en la sociedad, su sexualidad no ortodoxa tiene la función de establecer un sistema ético personal y subjetivo que va en contra del propio del catolicismo presente en su escuela, que le exigiría ser virgen hasta el matrimonio, sin embargo, vemos que Joe es objeto de sus impulsos sexuales desde su infancia, y como lo propone la teoría freudiana, las primeras experiencias sexuales y anímicas determinan las de la vida adulta; en efecto, a lo largo de sus casi seis horas, la película explora tanto el contexto de Joe, como su vida infante y su psique, cosas que definen su vida sexual. Es realmente poderoso lo que nos dice von Trier en un solo fotograma, aquel en el que Shia Leboeuf está de pie pensando frustrado con las manos en la cintura y respirando agitadamente por su enojo, es decir por saber que Joe, quien es su esposa, tiene necesidades sexuales que debe complacer con otras personas, en ese momento él sabe que Joe está con alguien más, y de fondo se puede apreciar un árbol de navidad, festividad católica, insistamos, pues también este director insiste en criticar dicha religión, sobre todo al ser él escandinavo, una cultura en la que prácticamente no existe el cristianismo como parte del pensamiento religioso de sus pueblos originarios.
En la imagen referida de la película Nymph()maniac, vemos básicamente a un hombre casado, exitoso de acuerdo con el capitalismo, pero frustrado porque sabe que no le pertenece la sexualidad de su esposa, ella tiene una vida sexual fuera del matrimonio y es algo que ambos acordaron desde el principio; vemos entonces un escenario aburguesado, pero decadente, en el que festividades, costumbres y valores cristianos han quedado en desuso para fines progresistas, entre ellos la libertad sexual de la mujer universal, representada en el personaje de Charlotte Gainsbourg, quien abandona el papel ortodoxo de esposa en nombre de ejercer libremente su vida sexual. Si bien, no impera la violencia en esta obra cinematográfica, el uso de imágenes sexuales gráficas tiene una función equivalente, impactar al espectador.
Un ejemplo muy claro de cómo Lars von Trier utiliza la violencia como recurso discursivo está en su más reciente película, The House That Jack Built, que va de la vida de un feminicida, pero antes de eso, ya lo había hecho en Antichrist, película en la cual una mujer que pierde a su hijo se muda por una temporada a una cabaña con su esposo, que es un psicólogo que se plantea ayudarla a superar su duelo. Poco a poco la mujer se vuelve incontrolable como sus emociones, en ataques de histeria se llega a convulsionar y se aprieta el vientre llorando exasperada y gritando, llena de impotencia, representando así su angustia de castración, una vez más Charlotte Gainsbourg entrega una actuación excepcional por extrema. Que se corte el clítoris con unas tijeras y dé un golpe al pene en erección de su esposo, es probablemente una alegoría de la emancipación femenina, tanto de su propio papel otorgado por el hombre, de objeto sexual hecho para su goce, como del hombre que la esclavizó en primera instancia, prácticamente desde que la especie existe.
Resulta poético el uso de un árbol seco para representar que el falogocentrismo está muerto. En Dancer in the Dark, Björk interpreta a una mujer obrera que termina siendo robada, ultrajada, violentada, humillada e incluso colgada por su sociedad. De nuevo, la violencia se vuelve un mensaje que nos exhorta a cuestionar en qué medida somos cómplices de que a la mujer se le obligue a llevar una vida llena de indignidad, y esclavización física y sexual. En las películas del danés siempre vemos a mujeres sufriendo por el papel que desarrollan en la vida moderna, como esposas, y como empleadas.
En el bestiario de Lars von Trier, se explora constantemente el papel que delega arbitrariamente la sociedad falogocentrista a las mujeres, condenadas a una vida de ser subestimadas intelectualmente por hombres que buscan poseerlas, estudiarlas, gobernarlas, e incluso matarlas, como vemos en su filmografía, pero quizá de una manera más incisiva en las películas que conforman su titulada trilogía de la depresión, en la cual el tema del machismo insertado en una sociedad burguesa, o cuando menos, snob es recurrente. Lo vemos también en Melancholia, donde Kirsten Dunst, y Charlotte Gainsbourg tienen actuaciones memorables y cada una representa dos versiones de la misma mujer, cuya libertad es sacrificada en nombre de conservar valores fundamentalmente capitalistas, machistas, cristianos y, en suma, en desuso para la teoría feminista. Una sociedad que se basa en la idea capitalista de que la vida tiene por objetivo la acumulación de riquezas y posesiones, entre dichas posesiones, la mujer, su sexualidad, su fuerza de trabajo y sus pensamientos. Reitero, ambas mujeres son usadas en sacrificio con el fin de conservar en pie a la sociedad moderna y a su ideología caduca.
Por otro lado, puesto que todo organismo reacciona a su medio, lo más lógico es pensar, al igual que Rousseau, que la maldad se inscribe en el ser humano gracias a que la absorbe de la sociedad. La disertación que hace Lars von Trier respecto a la relación entre la mentalidad de sus personajes y la sociedad moderna y sus valores, intenta abarcar aspectos tanto socioeconómicos, como intrapsíquicos, y filosóficos. El director danés posee un carácter abiertamente pesimista que gobierna el mensaje de fondo en sus obras cinematográficas; su cine articula un discurso crítico hacia lo intrínsecamente absurdo de buscar un sentido a la existencia, retrata la oscuridad en la condición humana, especialmente en su más reciente entrega, The House That Jack Built, de la cual ha comentado para la prensa que es una película que "celebra la idea de que la vida es cruel por naturaleza".
En la película, ambientada en los años setenta, muestra de manera fragmentaria y no lineal, la vida de Jack, un arquitecto frustrado que paulatinamente se convierte en "Mr. Sophistication", un feminicida buscado por la policía de California, por sus casi setenta víctimas y cuya marca personal es hacer fotografías de sus víctimas, o como él dice, de la materia prima para su arte, hace que aparezcan retratadas en diferentes posiciones y crea esculturas con sus cuerpos por medio de la taxidermia.
¿Cómo una película acerca de la vida de un feminicida se vuelve de hecho una crítica al falogocentrismo? Por medio de mostrar en qué valores se cimenta y se edifica la mente perversa que comete el crimen de feminicidio.
El feminicidio es un problema que caracteriza a América Latina, y en su ideología religiosa impera el catolicismo, lo mismo se podría decir actualmente de Italia, donde se estima que una mujer es asesinada cada tres días. Jack, en el fondo, busca vincularse con los otros, lo demuestra de una manera perversa, pero básicamente ama a la humanidad, solo que con un amor tan posesivo que requiere de la sensación de poder sobre los demás, llevada a cabo, por medio de poseer las vidas de sus víctimas, siempre mujeres, con sus contadas excepciones. Luego de los tres dramas que conforman la trilogía de la depresión, von Trier lanzó una sátira para coronar el tema central del que habló en estas obras, el falogocentrismo, pero en The House Thaht Jack Built, parte de la perspectiva de un feminicida, un hombre que demuestra lo que Foucault dice en su Historia de la locura, "locura es falta de obra", un hombre frustrado que desea sentirse realizado a pesar de ser un fracasado buscará otros medios para satisfacer su necesidad de sentirse dueño de un logro. El feminicida mata porque es psicológicamente una forma de poseer a la víctima, por medio de lo que Freud denomina integración yoica, algo que pasará en todo narcisista. Por eso algunos feminicidas ingieren a sus víctimas, para volverlas parte de sí, otros, como Buffalo Bill, visten la piel de sus víctimas, pasan por un proceso de identificación con la víctima, la desean porque les representa algo de lo que se sienten carentes, muchas veces, de la posibilidad de satisfacer impulsos sexuales, ola de sentir su virilidad realizada por medio de la posesión sexual del otro, acto que además va asociado a la sensación de poder sobre terceros.
En The House That Jack Built, se nos dice que es absurdo tanto buscarle un sentido a la existencia, como otorgarle una serie de valores éticos, el nihilismo presente en dicho mensaje busca ser objetivista. Jack nunca logró construir la casa de sus sueños, nunca pudo llevar a cabo el asesinato que sería su obra maestra, y tampoco logró convertirse en arquitecto, su cabeza está hecha de sueños rotos, frustraciones, narcisismo, y perversión. El constante uso de cruces al fondo de varias escenas, es un mensaje sutil con el que se nos dice que el cristianismo es la raíz de la moral que alberga la mente de un feminicida. Es el cristianismo el que dice que una mujer debe casarse virgen y llevar su vida sexual con un solo hombre, quien se tome en serio esta orden eclesiástica llegará fácilmente a la conclusión de que toda mujer con vida sexual fuera del matrimonio es una "puta", algo aberrante, que se debe extirpar del mundo como si se tratara de un tumor cancerígeno para la moral colectiva. Cuando Jack asesina, lo hace motivado con el fin de perfeccionar su crimen, de sentirse con poder sobre alguien más, pero sobre todo con el fin de vincularse con los otros, en el fondo Jack buscaba una familia, es un feminicida, pero esencialmente es un hombre que fue educado con valores católicos que tiene tan arraigados que no se percata de que en ellos se basa tanto su vida, como su ideología. La segunda mujer que Jack asesina fácilmente pudo haber sido su madre, y es que quizás, todos los asesinatos que cometió fueron ensayos del que siempre quiso realizar y nunca pudo, el de su madre, ya que fundamentalmente el odio y el resentimiento que Jack siente hacia las mujeres lo sintió en primera por su madre, quien tras haberlo hecho sentir rechazado, y obligado a aprender, o mejor dicho, absorber su moral, añadido a la presión que siente por ser incapaz de satisfacer las expectativas que sabe su madre vertió en él, a su vez motivada por la inconformidad que siente respecto a su vida en el campo, esa madre católica, ignorante y autoritaria es la razón de que Jack odie a las mujeres y en última instancia de que él se convirtiera en un feminicida.
Lars von Trier se dio el tiempo de redondear su mensaje en contra del falogocentrismo, mostró mujeres condenadas a vivir bajo el yugo de esposos, ciencias que pretenden describirlas como si fueran más bien un objeto de estudio, de artes que las fetichizan, y de hombres que las odian por "putas", cuando en Nymph()maniac vemos que Joe en realidad padece su sexualidad y rara vez la disfruta, esa búsqueda por el falo paterno que siempre se verá frustrada porque no existe más que en firmas sustitutivas, es lo que lleva a la locura a Joe, y a Jack, ambos buscan compulsivamente tener una satisfacción tan plena que ya no sea necesario buscar a nadie más para sentirse en plenitud, completos. La trilogía de la depresión y esa cuarta entrega que ironiza destructoramente incluso el intento del propio director de hacer una obra maestra, es un ensayo en contra de la vida moderna en el que se examinan injusticias y formas de violencia a las que son sometidas las mujeres. La casa que construyó Jack, en realidad, podría ser la casa que todos estamos destinados a construir, ya que es vacía, no está cimentada en ninguna moral universal, y representa solamente el absurdo y autocomplaciente intento del hombre de erigir una obra que no verá absolutamente nadie. La vida simplemente es cruel y cualquier intento de instaurar un sistema ético universal, vacío pues no hay valor indestructible, ni derecho intocable, von Trier muestra por un lado que es capaz de ver el falogocentrismo presente en la sociedad, y lo crítica con sus características imágenes gráficas, pero también nos dice que no ve razones para pensar que esto pueda cambiar. Las mujeres del cine de von Trier son (re)tratadas con la misoginia inscrita en sus respectivos contextos, en ocasiones se vengan de sus victimarios, en otras ocasiones son sacrificadas en nombre de completar el mensaje de fondo, la violencia contra la mujer tiene muchas caras y es la misma sociedad la encargada de que esa violencia sea posible, incluso condonada. Quizás, igual que los personajes de Lars von Trier, aunque alegóricamente, claro está, deberíamos volver cenizas al pueblo entero y erigir uno nuevo. No matar a las mujeres sino a nuestra educación falogocentrista, "el macho" debe ser aniquilado, descuartizado, y luego hecho polvo.