Letrinas: Caminar en espiral

El nudo en la garganta, la presión sobre el estómago, un hormigueo recorre mi cuerpo me grita -estás viva-.
Por Adriana Fabian Galicia


Una máscara sobre otra máscara, el nombre de tantos se resume a números, ya no están, la existencia de otros aún más incierta. 

Caminar era libertad, volar lo era, atravesar fronteras. Ilusos e inconformes, nos creímos invencibles. 

Leí 100 años de soledad, entonces conocí la teoría del eterno retorno de Friedrich Nietzsche. A los quince años comencé a sospechar que “quien conoce su historia igual está condenado a repetirla” conjetura totalmente contraria a lo que dice un profesor de historia cuando comienza un nuevo curso. 

No hay razón alguna para ser exceptuados de la tragedia, el quiebre o crisis, es la rutina del mundo; lo es también el placer ya sea hedonista o sensual. 

Hay más, existen sucesos extraordinarios, se atribuyen a la invención divina, muchos los llaman milagros, pero los agnósticos prefieren explicarlo con ciencia. Entre la ciencia e historia, converge el espiral. Son los siglos, corrientes artísticas, modelos económicos, eventos memorables, quehaceres cotidianos, tan solo los días. Apilamiento de nuestra memoria, olvidada o recordada, inventada o modificada, no se acaba, las preguntas tampoco. ¿es un mito, es la realidad, es un sueño? 

Es solo un fragmento del espiral, sigo caminando, a ratos me parece estar sola, aun cuando hay una multitud a mi alrededor, aun cuando solo soy un punto en el eterno universo. El nudo en la garganta, la presión sobre el estómago, un hormigueo recorre mi cuerpo me grita -estás viva-. 

Si hay conclusión, si hay final, tal vez solo el sol lo presenciara. Esa estrella radiante, quemante y vibrante terminará por hacerse una pequeña enana blanca o eso creemos, hasta entonces vamos a dar unas vueltas más.
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