Por Sergio Martínez
La primera acción como presidente en funciones fue promulgar
la creación de lo que sería uno de los ejes de su gobierno; después de la
educación, la seguridad pública y la economía, un lugar donde quejarse era lo
que sus electores le habían demandado en campaña. Era hora de cumplirles. Convocó
a un par de asesores y les encargó la tarea, crear la Secretaría de Quejas,
darle sustento jurídico y organigrama, todo antes de cumplir el primer mes de
gobierno; tenía que estar lista la propuesta de ley para que se enviara al
Congreso de la Unión y a la Cámara de Senadores, ya su secretario de
gobernación se había encargado de hacer los amarres correspondientes con las
diferentes fuerzas políticas para que, a la brevedad, se aprobara y se
publicara en el Diario Oficial de la Federación. Se establecería un centro en
cada estado de la República –tal vez dos o tres si el tamaño del mismo lo exigía-,
se dotaría de infraestructura, personal, horario de atención y presupuesto suficiente
para que no hubiera problemas con su funcionamiento.
Como era de esperarse, la iniciativa de Ley se aprobó en
ambos organismos legislativos antes de los primeros seis meses del nuevo
gobierno, aquel que había prometido, empleo, seguridad, economía estable,
educación, y menos impuestos a los contribuyentes. Con bombo y platillo el
presidente de la República inauguró la Secretaría de Quejas en la capital del
país. En su discurso dejó en claro que la población merecía ser escuchada, los
años de malas políticas económicas, sociales, educativas, pero sobre todo, de
gobernar a espaldas de los ciudadanos había creado no solo un hartazgo en la
población, sino era el origen de la insatisfacción y apatía a la política; la
gente merecía atención, reconocimiento, en su gobierno se iban a terminar los
ojos y oídos cerrados para los ciudadanos. Además, una vez al mes, él personalmente
atendería sesiones de la Secretaría, visitaría todos los estados del país.
Todo el gabinete acudió a la apertura, cada uno de ellos iba
a recibir a un usuario, el presidente atendió al primero. “Me llamo Nicanor,
tengo cincuenta años, estudié ingeniería mecánica, trabajé veinte años en una
armadora automotriz, pero me despidieron por encabezar un mitin en la planta
donde mis compañeros y yo pedíamos mejores condiciones de trabajo, más aumento
de sueldo, ni el sindicato me pudo defender, en este país no se reconoce al
trabajador, al que está preparado, al que no roba, al que no transa, se necesita
ser orejas o lame huevos del patrón, decir a todo que sí, a nada que no,
quedarse horas extras sin pago de sueldo, tener una palanca muy grande en el
gobierno o un amigo con influencias económicas para ser los privilegiados… y
luego pagar impuestos, ¿para qué? Las calles están llenas de baches, el
servicio en el Seguro Social es infame, nunca hay medicinas, además la justicia
no se aplica, los policías son los primeros en delinquir, las escuelas públicas
son deficientes… y el precio de los alimentos, de las medicinas, la gasolina
que sube mes con mes, de los servicios como el agua, la luz, ¿y qué le digo a
mi esposa sino le puedo dar más gasto?... y a mis hijos que los acostumbré a ir
de vacaciones, ¡ahora ni a La Marquesa podemos ir por la inseguridad!... busqué
y busqué trabajo y nada, que por mi edad ya no era yo contratable, ¿y mi
experiencia de tantos años armando carros? ¡esos los exportábamos al otro lado
del charco y con los gringos!... y mi compadre Efraín me pidió que le dijera sobre
el IETU y el impuesto a nómina, él tenía una empresa de transportes y se la
acabó entre los asaltos que sufrieron sus choferes en la carretera y las 1 000 mordidas
que tuvo que dar en la Dirección de Tránsito y con la federal de caminos para
que soltaran sus camiones… se quedó sin nada, sin camiones, sin dinero y sin
familia, porque su esposa y sus hijos lo abandonaron cuando ya no los pudo
mantener”…
Al siguiente día todos los diarios daban la noticia a ocho
columnas: “ABRE LA SECRETARÍA DE QUEJAS, TODO EL GABINETE ATIENDE A LOS PRIMEROS
CIUDADANOS”, al pie, una foto mostraba al presidente escuchando en un cubículo
al primer quejoso, añadía que esa histórica primera sesión había durado dos
horas ininterrumpidas.
Un edificio de cinco pisos ubicado en el Paseo de la Reforma
era la sede, en el acceso, se recibía al descontento y de ahí se canalizaba a
los diferentes cubículos instalados en los siguientes cuatro pisos donde un
funcionario del gobierno estaba dispuesto a escuchar todas las quejas del ciudadano
en turno. Poco a poco se fue completando la apertura de sedes en los diferentes
estados de la Federación, en un mes la Secretaría tenía abiertas sus oficinas
en todo el país. Los primeros días hubo una fila corta de personas esperando
turno, pero después de la primera semana, empezó a crecer y crecer y crecer,
antes de que se cumpliera el primer mes la hilera era tan larga que desde la
entrada de la sede no se le veía el fin. Lo mismo había pasado en las sedes de
la provincia. Se implementó entonces una dinámica para asignar turno a los
usuarios; sin embargo, la estrategia no funcionó ya que muchas veces el quejoso
se la pasaba todo el día ocupando al funcionario oyente y la mayoría de los
turnos asignados no podría entrar sino hasta el siguiente día, o dos días
después.
Por el número de usuarios y para agilizar la atención, se
contrató más personal, los cubículos se redujeron a la mitad para tener espacio
de atención, se convirtieron entonces en unas casetas en donde apenas cabían
dos personas, al principio esto sirvió para que la demanda de atención fuera
rápidamente atendida; sin embargo, en unos cuantos meses de nuevo se
presentaron aglomeraciones y la demanda del servicio superaba por mucho lo que
la Secretaría podía atender. Se abrió entonces una página en Internet para
obtener un turno, se asignaron horarios de atención de treinta minutos por
persona. Se invitaba a los quejosos a que antes de acudir, escribieran en una
hoja todas sus quejas, de esta manera se optimizaría el tiempo.
Noventa años de gobiernos sordos y ciegos habían lastimado a
los ciudadanos, los tres primeros años de gobierno la Secretaría no se dio
abasto, para el cuarto año la demanda del servicio comenzó a bajar, para el
quinto se acabaron las aglomeraciones. La Secretaría de Quejas fue la insignia
de un sexenio marcado por el desempleo, devaluación monetaria, desfalcos
millonarios, miles de ciudadanos desaparecidos y la tasa más alta de muertes
violentas en la historia del país.
Siete Nuevos Narradores
Editorial
Nos gusta tomar letras para formar palabras, aunque no
despreciamos el agua, la leche, cerveza, güisqui o bebernos alguna que otra
idea para ir alimentando nuestras historias.
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Intentamos ser fieles a nosotros mismos, aunque de pronto nos traicionamos y
somos más fieles a nuestras inquietudes, nuestros vicios, nuestros miedos, nuestras
certidumbres y nuestras dudas, de ahí nacen nuestras historias.
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a la revista Sputnik 2 (junto con Laika)
para poner en órbita nuestras letras. Pase, léanos, quizá se reconozca en alguno
de nuestros textos. Recomiéndenos si pasa un buen rato leyendo, sino escriba
para decirnos lo malos que somos. Apostamos a divertirnos, generar nuestra
propuesta literaria para que sepan que aquí estamos y derramaremos letras e
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