Juan el Pescador
Por Aníbal Salazar Méndez
@termapolitano
José Antonio Barba Macías “El Chícharo”, quien corta el
cabello desde el año de 1983 y que aprendió su oficio de su padre Regino Barba
Cüeto, recibió una llamada telefónica de parte de su rentera, la señora
Josefina Matute Olivares, que durante 10 años le alquiló un local en Avenida
Zaragoza casi esquina Juan de Montoro, en el centro del municipio de la
capital.
La señora de 68 años, amablemente le solicitó que desalojara
su local en un periodo no mayor de un mes. Que por las molestias que esta petición
le ocasionaría, ofreció devolverle el depósito de 750 pesos, siempre y cuando
el baño del local se encontrara en buenas condiciones. El aceptó.
Lo anterior, debido a que Josefina se encuentra preocupada
por la situación de su hijo Cristopher Ramos Matute, que no ha podido encontrar
trabajo en el estado a cuatro años de haber regresado de Inglaterra, porque, o
los salarios son -muy mexicanos- o -el que sería su jefe no cuenta con el
perfil indicado-, alegaba el joven de 36 años después de acudir a cualquier
entrevista de empleo.
Don Elizeo Ramos Madrazo, papá de Cristopher, todos los
sábados en punto del mediodía se cortó el cabello con Regino Barba, y tras su
fallecimiento, lo siguió haciendo con el Chícharo, siempre dijo –Los Barba ya conocen
el corte exacto para no verse tan pelón-. Tiempo después, el exitoso
empresario, le ofreció en renta uno de los locales que había adquirido en el
camino rumbo a la Purísima, y que había puesto a nombre de su esposa.
Acordaron un precio y se instaló la peluquería Guadalajara.
El empresario y dueño de varios locales en el centro del municipio
murió de un infarto diez años después de la fundación de la peluquería, la
familia Barba asistió al velorio a la Funeraria Hernández, sobre la calle
Barragán.
Una vez que el Chícharo entregue el local, y con una
inversión de la mamá, el joven Ramos comenzará a construir en la propiedad de siete
por siete metros, una chocolatería con un concepto similar al de Chocolatería San Ginés, un clásico de la
cultura madrileña abierto desde 1894. Así se lo comentó el joven a su madre. Y
la mamá, animada por el entusiasmo del hijo, aceptó sin cuestionarlo.
A la inauguración, pensaba, invitaría a las figuras del
toreo Joselito Adame y Fabián Barba. También a los principales actores del arte
y cultura en Aguascalientes y Zacatecas, así darían un concepto distinto al de
otras chocolaterías ya instaladas en la calle Nieto, Galerías; o incluso de El
Bosque Country Club en León, Guanajuato; o la Condesa y Polanco, en la Ciudad
de México.
La pareja de Cristopher, un joven de francés, de 24 años que
conoció al hidrocálido cuando ambos estudiaban el postgrado de International Business, en Londres, y
que se trajo a vivir con él, dijo al enterarse de que su suegra les financiaría
el proyecto, que lo que haría Chris en el local, al que llamó resort, sería algo inigualable, jamás
visto en el estado.
Lo dicho, además fue un post
bastante popular en sus redes sociales. Amigos de la joven pareja comenzaron a
compartir la noticia bajo el hashtag
#LaSanGinesDeChris indicando el punto en el que estaría su negocio. La noticia
llegó a los muros de más jóvenes, y así se viralizó la noticia de tal forma,
que al final la noticia para las redes sociales terminó siendo “Españoles
pondrán una franquicia de chocolate francés en el centro de Aguascalientes”. Entre
los jóvenes ya había mucha expectativa.
Antes de la entrega de las llaves y el local, el Chícharo ya
se había llevado sus tesoros: los trofeos del béisbol; los pósters
autografiados de las Chivas Rayadas del Guadalajara, las fotos enmarcadas con
su papá, de Cristopher de niño y sus hijos en la lucha libre; y de Don Elizeo en
los torneos de dominó.
Su hijo, Gerardo Barba “El Chicharito”, que también era
peluquero, consiguió una camioneta para llevarse las sillas de trabajo y las
herramientas de corte, también el sillón color rojo carmesí. Lo recibiría en su
local que tiene en Jesús María, en la Barbería
El Vato Loko.
Al local, ya vacío y a un día de ser entregado, llegó Don
Gustavo aprovechando que el Chícharo fue a revisar el baño, que el fontanero lo
hubiera arreglado.
¿A dónde te vas Chícharo? Preguntó el abarrotero.
Con el Chicharito, tiene su peluquería por Maravillas, pasa
a visitarme y te encargo a Simón.
Ese Simón te va a extrañar Chícharo, ahora no lo voy a sacar
de la tienda ¿Pero nos tomamos el último roncito? ¿o qué te tomas Don Pedro?
Pues nos lo echamos.
Don Gustavo cruzó la tienda, tomó el vino, un par de vasos y
el dominó. Cerró la reja de su local.
Regresó a lo que fue la peluquería de su amigo, rieron. El
Chícharo tenía dos cubetas y un tablón que habían olvidado los pintores, los
usaron como sillas y base para el juego.
Mira Chícharo, nomás esta de nuestros tiempos, puso en su
celular la canción Juan el Pescador de Junior Klan, el sonido no era muy
elevado en el celular Samsung viejo que le regaló su hija.
¿Salud?
¡Salud! Por Elizeo, todos los que se nos han ido, y nuestros
hijos.
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