Los “Rayos y Relámpagos” de Sergio Martínez

Estos cuentos destacan por su brevedad, por eso nos miran, se asoman desde su inteligible llaneza y en un descuido se nos escapan por la puerta secreta de lo irreal.


Círculo de Lectura | Por Juan Francisco Pizaña Morones |
Agradezco enormemente a Sergio el que me haya invitado a comentar y presentar su libro de cuentos RAYOS Y RELÁMPAGOS. Nos une, además del vínculo de laborar en la misma institución el placer, alejado de cualquier reconcomio distractor, de compartir nuestra pasión por la lectura, la narrativa, y en consecuencia de la búsqueda de plasmar, en este caso el relato, el cuento como género, nuestra propia visión del mundo a través de la escritura.

De inicio puedo decir, que el libro que ahora nos convoca es desde el contenido de los relatos que lo conforman, la sinestesia de un paroxismo escritural, esto es que su conformación confluye la capacidad de Sergio para plasmas en el espacio breve de una o pocas cuartillas, lo numinoso de la realidad, esto es que a partir de la palabra escrita, logra transgredir los límites de lo factual para ir más allá, el prodigio de hacernos vivir la historia contada.

Sus cuentos rezuman desde lo cotidiano esa esperpéntica, por maleable y exótica realidad de las acciones que fácilmente encasillamos como intrascendentes, que a fuerza de una aparente irrelevancia adquieren el ambiguo matiz de una historia que de tan trivial merece ser contada.

Digo ambigua, porque es obvio que la mayoría de nuestras acciones no resultan trascendentes ni interesantes para ser contadas, por ejemplo: recordar el juego de canicas con los cuates del barrio, o el impacto noticioso de la muerte de un ídolo popular, o el testimonio de un expediente ministerial de un conflicto entre particulares, o el juego de futbol entre equipos contrarios para disputar un campeonato, o el compañero de aula que es el cerebrito –o como ahora les llaman en nefando anglicismo nerd-, y que además hace magia para apantallar a sus compañeros y conquistar a las nenas guapas del salón, o la señora viuda de aburrida vida que diariamente va a misa hasta que le acaece el milagro, o el sujeto que fastidiado saca a su perro a pasear porque no lo deja dormir. Hago esta constreñida reseña de hechos, porque varios de los cuentos del libro provienen de esta temática simple, pero que a fuer de la capacidad de Sergio para materializar con habilidad narrativa sus relatos, adquieren carta de vigencia, que en literatura abarca el reino feraz de las posibilidades.

Sus cuentos destacan por su brevedad, por eso nos miran, se asoman desde su inteligible llaneza y en un descuido se nos escapan por la puerta secreta de lo irreal; por tanto hay que estar atentos si se quiere sostenerlos en la mirada de la lógica cotidiana, trastocada por el poder de la palabra, antes que aleteen en la noche de los sueños furtivos, utilizo esta forzada analogía porque después de leer sus cuentos, sus relatos tienen la virtud de mutar, traslapan la realidad objetiva hasta volver verosímil lo inverosímil, su registro narrativo navega entre lo verídico y secrecial, entre el linde y el sendero, y con mayestática certeza entre lo imaginado y lo vivido.

Los cuentos de Sergio Martínez se nutren, como una especie de generosa revelación (Borges dixit) del caos que va a ocurrir, de un silente artilugio de la memoria, que escarba desde el lenguaje claro, barrial, campirano, sin el recurso atingente de la metáfora distractora, en la historia misma del personaje cotidiano.

En algunos de sus cuentos permea para bien, ese guiño intertextual de sus lecturas, autores, filias narrativas, afinidades electivas, deliquios cinematográficos, que imbrican la causalidad de sus relatos. No es gratuito que el personaje del cuento La Reina de la Actuación, se llame Glenda, y que haya sido tan querida por su público, como en el cuento de Cortázar, hasta ser olvidada por la memoria de quienes desde el cine la idolatraron.


CHIRAS PELAS

Como en el cuento de CHIRAS PELAS, la memoria de la infancia, devenida cariz de pérdidas y ganancias infatuadas por el recurso prodigioso de un referente de un juego popular, imbrica la sana venganza de recuperar el pasado, desde la narración en contubernio del desquite, por el robo de un tesoro, las canicas, por parte del amigo que no sabe perder, con la confrontación belicosa y punitiva, ya desde la adultez, de un combate de box, donde se salda a punta de golpes legales, ese medrado lejano infortunio – al estilo de Pichicuaz y Cupertino, del genial Chava Flores-, de vengarse con el cuate ventajoso y gandaya.

1 WEST 72 STREET

Un buen escritor, además de saber utilizar los recursos que la retórica brinda, debe tener buen oído, excelente memoria, un bagaje cultural amplio que se nutra de la cultura popular y la alta cultura, cine, radio, tv., música y sobre todo bastantes lecturas. Además tener intuición y visión para darle fuerza y consistencia a sus historias y a los personajes que en ella transitan.

En Sergio, estos requisitos en buena medida conforman el cariz de sus relatos. Es el valor añadido que rezuma su escritura.

Como ejemplo, en el cuento 1 WEST 72 STREET, hace alarde de una noticia, un hecho que impactó el mundo de la música a principio de los años 80´s del siglo pasado, el asesinato afuera del edificio Dakota, frente a Central Park en Nueva York, de John Lennon, a manos –o balas mejor dicho-, de un fanático suyo -Chapman-, después de firmarle un autógrafo.

Lo interesante del relato de Sergio es que en apenas un par de cuartillas hace alarde de darle voz a varios personajes para narrar el suceso, incluso con encomiable economía de medios y recursos literarios y desde la voz impersonal de un narrador diegético, en fina prosodia, para vivificar lo inmaterial de una bala, como observador contumaz para cerrar el relato.

EXPEDIENTE

Para la gran mayoría de los que amamos la literatura, esta no es una profesión, sino una vocación, y por formación, de algo hay que vivir, con Sergio y conmigo esto sucede. Vinculados a carreras de las ciencias sociales y humanidades, hemos decantado nuestro interés por la literatura, a partir de nuestras respectivas profesiones.

Sergio es Licenciado en Bibliotecología y a partir de esta formación, revisar, ordenas, sistematizar archivos y expedientes, ha sabido, rara y expedita virtud, abrevar, saber ver más allá de los simples papeles y documentos archivador para de ellos extraer y conformar historias.

Intuyo que el cuento EXPEDIENTE proviene de esa capacidad. Al leerlo me llevó a recordar la frase de Adolfo Bioy Casares que lúcidamente afirmaba: 

Quien no recuerda como habla la gente ¿puede escribir diálogos? Por eso en este relato rezuma con un lenguaje coloquial y campirano, bien logrado, la historia fatídica de una ludopatía, desde el referente rural que lleva a los personajes al límite de sus intenciones por perder o poseer bienes al repelús de una baraja. 

La historia está contada desde el expediente ministerial de una denuncia de despojo, lo que le da un valor añadido, atípico de registro narrativo.

SEGUNDA ESCENA

La narrativa de ficción corta, tiene, dentro del espacio exigido y sucinto de unas pocas cuartillas o líneas, cuando está bien lograda, la conducente cualidad de constreñir atmosferas, algunas veces paradojales, como un relente de voces y acciones atemperadas, en lo más concentrado y nutricio de lo narrado, la carne de la historia pues, asimismo, los finales contradictorios, discordantes son el recurso formal en este género, que da sentido al entramado delo que se quiere contar.

Es innegable realidad que la violencia que cotidianamente se vive en el país, es reflejo contumaz de una disociación entre la moral pública y la ética personal, la violencia corporativa del crimen organizado recala en la brutalidad inherente a las acciones delictivas de quienes trafican con sustancias prohibidas, influencias o armas.

Esto ha vuelto receptiva, la tendencia a realzar una modalidad narrativa, identificada como narcoliteratura, o en un enfoque más conducente dentro del canon, novela negra o cine negro.

En el cuento SEGUNDA ESCENA se presenta un interesante manejo de referentes modales de este enfoque narrativo, intertextual, paródico, agresivo, subliminal y disuasivo, al estilo de una narco mensaje, de la acentuada violencia que rebasa el entorno físico y recala, explota en la venganza y las accione brutales. Uno no puede dejar de sentir como el protagonista, que la vida pende de decir o no la verdad, de no rajarse para no denunciar, de soportar la infausta tortura física hasta el límite de sus fuerzas en la contención del sufrimiento, hasta que el director diga corte y sea necesario repetir la escena por un mal audio.

En entretejimiento de géneros, y un acertado final da al relato la virtuosa sentencia de subvertir el drama en irónica sublimación de vivir visualmente lo narrado.

LA TRAICIÓN Y LA TRAMPA

La narrativa de Sergio se caracteriza por narrar desde una perspectiva diegética, mucho de lo que pudo acontecer o aconteció desde un perfil eminentemente evocativo en esos juegos arbitrarios de la memoria, en nuestra lejana infancia o juventud, que por virtud de su pluma se vuelve rediviva, es decir, quién no recuerda esos momentos álgidos donde un juego de canicas representaba más que quedarse con las canicas, caicos, ágatas del otro; o esos torneos futboleros del barrio donde se disputaba más que el honor del triunfo, el reconocimiento social y hasta la novia que optaba consecuente con formalizar su relación con el ganador a despecho del otro.

Lo cautivante de los cuentos de Sergio en esta modalidad de contar lo que vivencialmente es parte del atingente, lejano pasado, pero por virtud de la escritura actualizado, que no termina de irse porque está fijo en lo recóndito de una memoria enamorada, algo así como una añoranza del porvenir por recuperar el tiempo perdido en la oquedad idealizada de una infancia o juventud enclavada en la magia de unos hechos probablemente banales, pero que marcaron con su impronta, como al acusar a unos tachones, tacos o zapatos de futbol, prestados por el mejor amigo en aparente mala fe, además miembro del equipo contrario, para que fallara el penalti que lo consagraría. Esto al ser bien contado atrapa del tiempo para fijarlo en el texto el cariz de lo nutricio de los recuerdos delineadores de nuestra personalidad.

MAGIA PURA

La magia de una narración es traslapar la historia, aunque esta sea inverosímil, al terreno de lo verosímil, por eso los buenos escritores cautivan y subyugan, porque saben que las palabras adquieren un aura de legitimidad que trasciende lo irreal imaginario en lo verídico soñado o atestiguado.

En el cuento MAGIA PURA se inserta esa visión teleológica de la juventud clamando presencia con lo factible de saber captar la atención de nuestros congéneres generacionales, una especie de nigromante que desde la magia genera su propia ubicua despedida, después de aprovechar sus habilidades catalépticas y cometer un atraco de una gran fortuna a un banco.

La magia del relato insisto, consiste en hacernos creer y vivir que es real el hecho de sujetar lo impredecible al ámbito de lo factible.

AT 756 B

Una de las virtudes de un buen cuento corto, es además de la simplicidad, crear una perspectiva diferente o única. Su propósito es ver el mundo desde otro ángulo (Violeta Rojo).

En el cuento AT 756 B se presenta con claridad este recurso. En una anécdota comprimida se estiliza la facultad de presentarnos, cercano a una parodia moral, la transgresión epigonal de un individuo que invoca el demonio, al maligno, para a cambio de su alma solicitar un único deseo; esto no tiene nada de particular a nivel de relato, dentro del enfoque judeo-cristiano que nos rige, en casi todas la épocas han existido relatos de este tipo, mefistofélicos, fáustico con un carácter moralizante, aleccionador, pero Sergio con el hábil recurso de la elipsis trastoca el enfoque para que quien hace el pedimento se convierta por varios años en el diablo mismo, una especie de inversión de roles, lo que conlleva vivir diversos avatares y exigencias. El final, no lo voy a decir aquí, delinea, dentro de una lógica trastocada una de las más interesantes modalidades del relato corto: el carácter protéico, que obligadamente nos involucra como lectores en la historia, dentro de un contexto sorpresivo, que ironiza con nuestra idea de lo que representa o significa la maldad.

TOMITA

El cuento TOMITA focaliza un recurso esencial, dentro del relato corto, de una situación cotidiana, en apariencia irrelevante, como es la vida de una viuda y su involucramiento en los oficios de la iglesia, a falta de atención de hijos y hogar, semianalfabeta y con la convicción de que su servicio a la iglesia y en consecuencia a Dios, en elemental ministerio le traerá la paz de las buenas acciones, lo que nos lleva al final a identificar a partir de una lógica cuasi inmanente y desviada de generar un absurdo, que reconcilia el relato con la santificación de la voluntad personal, el trasunto de una corporalidad devenida inmaterial a partir de la fe, y que describe con los alcances de un referente literario la cotidianidad de algo cercano a una hierofanía de las creencias religiosas.

Finalmente, a manera de conclusión, le podría reclamar en afectivo aserto, claro, un prólogo breve, un escolio que dé cuenta, cual prolegómeno escritural, quién es Sergio Martínez, qué nos quiso compartir desde su ficción narrativa, de su visión temporal de historias que exigen nuestra participación como lectores, plasmadas y vertidas desde la entraña de su pluma. Pero eso es pura especulación, lo que importa es leerlo, saborear sus relatos, saber que allí, entre esas páginas de centellante admonición, entre rayos y relámpagos de palabras, está la savia elemental de sus cuentos cortos.
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