Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |
''I don't know whether I'm a trumpet player who sings
or a singer who plays the trumpet.'' -Chet Baker-
Algunos más dramáticos que yo, afirman que
fue asesinado; otros que fue un suicidio muy calculado y otros, simplemente quieren
–queremos- pensar que en un descuido desafortunado, perdió el equilibrio y
resbaló por la ventana, no sin antes haber consumido sus drogas favoritas. Lo
único cierto aquí es que la muerte de Chet
Baker en mayo de 1988 fue una verdadera tragedia para el jazz y generó
miles de teorías y hasta arte sobre cuáles pudieron haber sido sus últimos
pensamientos antes de acabar en la acera del Hotel Prins Hendrik en Ámsterdam. La
casualidad es tan chula que me permite estar escuchando su versión de ‘Deep In a Dream’ justo en estos
momentos y bueno… se le llena a uno el corazón de melancolía. Su voz es
increíblemente suave y su ‘solo’ con la trompeta es corto pero sublime. Si gustan,
pueden acompañarme en este estado de cursilería en el que me pone la canción y
colectivamente pensemos que el buen Chet está sumergido en un sueño profundo y
ya, quitémosle tanto drama y tanta desilusión al asunto.
El nombre de Chet Baker es bien conocido en
la escena del jazz norteamericano, específicamente en el considerado ‘West
Coast Jazz’, denominado así por su ubicación (en Los Ángeles y San Francisco) y
por sus aportes al ‘cool jazz’, impregnándole un estilo mucho más calmado. Pero,
no se agobien si es que no lo habían escuchado antes; me parece que sus
altibajos personales y profesionales, fueron los causantes de una gran
inconsistencia en su éxito y en su carrera en general, y ello ocasiona que
muchas veces no se le mencione y/o reconozca tanto como a otros de sus colegas.
Las historias son muchas: que trabajó al lado de Charlie Parker (Charlie… deja
YA de aparecer en mis artículos o tendré que escribir sobre ti lo más pronto
posible), que empezó a ‘desbancar’ y a dar dolores de cabeza a Miles Davis y a Clifford
Brown, que era tan guapo que era considerado el James Dean del jazz, que tenía
una relación casi telepática con Gerry Mulligan… pero a pesar de todo ello,
supo resonar y hacerse un nombre propio; supo ganarse al público gringo pero
sobretodo, al europeo y sus composiciones –aunque pocas- fueron bastante
significativas, como ‘Chetty’s Lullaby’,
‘New Morning Blues’, ‘Two a Day’ y las italianas ‘So Che Ti Perderò’, ‘Motivo Su Raggio Di Luna’ entre otras.
La vida de Chesney Henry Baker Jr. comienza en el año de 1929 en Yale,
Oklahoma. Sus padres, unos músicos frustrados gracias a los estragos de la Gran
Depresión, nunca dejaron de inculcarle el gusto por la música. Desde pequeño
memorizaba con facilidad las melodías que escuchaba en la radio y por eso no le
fue muy complicado reproducirlas posteriormente con un instrumento. ¿Su primer
gran amor? La trompeta, por supuesto, de quien no se despegó en las primeras
dos semanas en que se la regalaron. Siempre se le reconoció el buen oído que
tenía y su gran nivel de improvisación; lo que sí no era, era ser buen
estudiante, por lo que a los 16 años abandona la escuela y se enlista en el
ejército, específicamente en la banda de guerra. A su regreso, por ahí del 48,
intenta estudiar en la universidad para abandonarla un par de años después y
reingresa al ejército pero, es internado en un hospital psiquiátrico y de
inmediato es rechazado, considerándolo persona no apta. Sólo en el documental ‘Chet Baker, the final days’ he leído
dicha información y no lo he podido corroborar, pero bueno... Es en este
periodo cuando rápidamente –y sin pensarlo más de dos veces- se sumerge en los
clubes de jazz de Los Ángeles y se codea con todo aquel que dejara ‘codearse’.
Sus primeras colaboraciones a inicios de los
años 50, son al lado de Vido Musso, Stan Getz y Gerry Mulligan (que mencioné un
par de líneas arriba); clubes como ‘The Haig’ y ‘Tiffany Club’ se convierten en
su segunda casa y dichos lugares fueron testigos de su perfecta ‘rendition’ de ‘My Funny Valentine’ que, con toda honestidad, les digo que es una
de las mejores versiones que tiene esta famosa canción. La interpreta de manera
muy íntima, muy ‘delicada’, casi susurrándola… es casi palpable el
enamoramiento que describe la canción y nos deja bien en claro su enorme
talento como cantante, que pudo presumir por todo lo alto en su álbum ‘Chet Baker Sings’ de 1954. Éste,
contiene canciones del ‘Great American Song Book’ y una que otra de jazz. Por
favor, POR FAVOR escúchenlo, es realmente excelente. Algunas críticas no
dejaron de decir que es súper monótono pero a mí no me lo parece. Tiene
versiones bastante interesantes y de inmediato te coloca en un estado de absoluta
tranquilidad, escuchando y disfrutando ‘That
Old Feeling’, ‘Time After Time’,
‘There Will Never Be Another You’ y ‘I Fall In Love Too Easily’. Aquí es donde podemos discutir la frase que
está al principio de este artículo y de inmediato les digo que cualquiera de
las dos opciones me agrada y mucho. Y bueno, su forma de vestir y de
interpretar, inspiraron a muchos artistas de L.A y dejaron sin dormir a más de
una fanática.
Muchos consideran que es justo aquí, en la
década de los 50, donde fue el verdadero esplendor de la carrera de Baker: se
convirtió en el ícono del ‘cool jazz’,
grababa álbumes como pan caliente, hacía colaboraciones importantes, se
iba de gira constantemente y hasta actuó en 2 o 3 películas gracias a su cara
bonita (porque sí… esos pómulos tan pronunciados vaya que son atractivos). Sus
discos más representativos fueron ‘Grey
December’, ‘The Chet Baker Quartet’,
‘Chet Baker Big Band’ y ‘Jazz At Ann Arbor’. Como dato curioso
(re curioso diría yo) me topé con que en 1965/66 grabó el álbum ‘A Taste Of Tequila’ al lado de…
¿mariachis? ¡Sí, mariachis! ‘The Mariachis Brass’ que me parece eran de
Tijuana. Es lo más random y awesome que he leído y escuchado, en
serio. Qué bonito es toparse con sorpresas así además que el álbum es MUY
bueno, es increíble imaginar que Chet está detrás de esas trompetas. Nos da una
buena idea de lo versátil que fue este hombre.
Pero todo ese trabajo tan genial y todos esos
aportes, se vieron opacados por su fuerte (fuertísima) adicción a las drogas,
especialmente a la heroína y cocaína, que generaron una cadena de
desafortunados eventos: cumplió una
condena de año y medio en una cárcel de Italia; fue deportado de varios países
europeos por cargos de posesión de drogas, se enemistó con un montón de gente,
comenzó a empeñar sus instrumentos para conseguir dinero y costearse toda la
cantidad que consumía diariamente y el episodio que me parece más triste… en el
66’ recibió una tremenda paliza por parte de unos ‘dealers’ que jodieron su quijada y tiraron un par de sus dientes,
por lo que ya no podía tocar más la trompeta y lo sumergió en una fuerte y
angustiosa depresión. Fue un periodo bastante obscuro en el que, aunque no desapareció
por completo de la escena del jazz, afirma que trabajaba en una gasolinera para
medio sobrevivir. Después de varios años y de tratamientos dentales, ‘aprendió’
a tocar nuevamente y, algunos afirman, que para nada era el mismo Baker. Quéeee
fuerte.
Ya un poco más recuperado (física y
mentalmente), en la década de los 70s se lanza a Europa a una de las giras más
largas que ha tenido el jazz, con una duración de ocho meses. Decide prácticamente
residir en dicho continente y empezar desde cero su carrera con la ayuda de
muchísima gente, tanto fanáticos, como colegas, amigos, asistentes, etc. Nuevamente
hay colaboraciones como la que tuvo con Elvis Costello en ‘Shipbuilding’, más conciertos, soundtracks, álbumes con material
muy bueno y previo a su muerte, filma el documental ‘Let’s Get Lost’ de Bruce Weber (que intenté ver pero admito me
desesperó un poquito… voy a intentarlo una segunda vez, se los prometo). Si
miran algunas de las fotografías de Chet en los 70s y 80s, parece un hombre de
70 años y en realidad andaba en los cincuentas… adiós cara bonita, adiós
pómulos envidiables. Se le ve muy demacrado y pues resulta que de plano no pudo
hacer las drogas a un lado, aunque esta vez no tenía que elegir entre la
trompeta y su adicción porque podía costearse ambas. He llegado al punto en el
que molesta en serio que semejante talento se haya desperdiciado y opacado por
tanta estupidez.
Cuando ya más o menos recobró algo de
estabilidad profesional, ocurrió lo del hotel en Ámsterdam y bueno… el resto
–literal y simbólicamente- es historia. Termino este artículo como el de Miles
Davis, recomendando y con ganas de ver (en esta ocasión) la semi-ficcional
película ‘Born To Be Blue’ del 2015
protagonizada por Ethan Hawke y que tiene muy buenas críticas… nos podremos dar
una idea de los episodios más obscuros y más productivos del gran Chet Baker.
La Autora: Publirrelacionista de risa escandalosa. Descubrió el mundo del Social Media Management por cuenta propia. Gusta de pintar mandalas y leer. Ácida y medio lépera. Obsesionada con la era del jazz. Llámenme anticuada… ¡por favor!