Call me old fashioned… please! | Por Mónica Castro Lara |
Si no hubiera sido por la diabetes, por ambas piernas amputadas y por literalmente haberse ‘fumado’ la vida, mi adorada Ella Fitzgerald probablemente hubiera cumplido 100 años el pasado 25 de abril pero, la vida no puede estar llena de ‘hubieras’ y cien años es una edad demasiado longeva. El chiste es que hubo varios especiales y conciertos dedicados a esta legendaria y maravillosa artista y me dio un enorme gusto saber que hay muchas personas a las que les gusta escuchar a Ella y reconocer sus aportes al jazz. Luego me puse a pensar que ya escribí sobre ella aquí en Sputnik (muy escuetamente, por cierto) y también sobre Billie Holiday pero, me falta ponerle corona a otra reina del jazz, del soul, pionera del bebop y poseedora de una voz demasiado buena para ser ignorada: Sarah ‘Sassy’ Vaughan. Así que como dirían por ahí, más vale tarde que nunca…
Ya tiene rato que mi ahora oficial cuñado
Hugo me regaló un CD de éxitos de la Vaughan y la primer canción que de
inmediato captó mi completa atención, fue ‘I've Got a Crush on You’ que tramposamente estoy escuchando y
disfrutando en este preciso momento. Qué hermosura de voz, en serio… realmente
te hace… sentir. Creo que nunca me había inclinado tanto a escuchar por largas
horas a Sarah porque muchas de sus canciones, son también interpretadas por sus
colegas contemporáneas y siempre me había ‘casado’ con una u otra versión, pero
Sarah me ha demostrado rápidamente que no importa las incontables veces
que has escuchado una sola canción, sino las muchas o pocas aportaciones que determinado
artista le haga por más similares que puedan llegar a ser.
Como simple paréntesis, cuando me preguntan
cuál es la diferencia más notoria entre Ella y Sarah, en realidad no sé muy
bien qué contestar… ambas voces son dulces, melodiosas, con excelente dicción,
con una potencia incomparable, con el claro don de la improvisación e
instantáneamente se adueñan de la canción que sea. Aparte, no sé NA-DA de
tecnicismos musicales, así que en vez de compararlas o escoger a una sobre la otra,
les propongo que amemos su talento por separado.
Pues bien, Sarah Lois Vaughan nació el 27 de
marzo de 1924 en Newark, New Jersey y tuvo una infancia relativamente
tranquila; así como otros artistas, su inquietud por la música comienza en la
iglesia, cuando en vez de sentarse al lado de su mamá, corría a sentarse junto
a la organista. De ahí, vienen clases de piano particulares y puestas en escena
en la escuela y en reuniones familiares. Si bien el piano era su aliado, Sarah
tenía muchísima inquietud por el canto y cuando abrió la boca, su madre se dio
cuenta del enorme talento que tenía su hija, al grado de apoyarla muy a pesar
de la negación de su marido a hacerlo.
Mientras sus padres se peleaban por darle
cierta libertad o no en la música, Sarah se escapaba para trabajar ilegalmente
en bares y clubes nocturnos ya que sólo tenía 15 tiernos añitos; abandona la
escuela y cuatro años más tarde, en el mismo ‘Apollo Theater’ donde fue
descubierta Fitzgerald, Sarah gana el concurso ‘Amateur Night Concert’
interpretando la canción ‘Body and Soul’.
Su premio fue de tan sólo 10 dolaritos, pero en realidad ganaría mucho más que un
simple billete. Según contó el mismo Billy Eckstine, la vio por puuuura
casualidad en el concurso y de inmediato se sacó de onda porque, como bien dicen
todos los magnates musicales (o por lo menos los de buen oído musical), 'nunca había escuchado algo parecido'.
Luego luego la jala para formar parte la orquesta de Earl Hines donde él mismo
trabajaba y en donde tocaron leyendas como Dizzy Gillespie, Charlie Parker y
Bennie Green. ¿Se imaginan eso? ¡¿Realmente se imaginan lo legendario de eso?!
Me parece hasta bizarro que todos estos artistas hayan convivido en un periodo
de tiempo y que en realidad, no tenían ni idea del tremendo legado que dejarían
en el jazz y en la música en general. Sarah era uno más de los chicos y su
personalidad tan extrovertida la hizo pasar rápidamente del piano al 'center stage'
y darle cara y voz a la big band
orquestra de Hines, por eso su apodo 'Sassy'. En 1943, Eckstine se va de la
banda para formar la suya y nuevamente se jala a Sarah, a Gillespie y a Parker;
pasó poco tiempo para que se les uniera más talento desbordante como Miles
Davis, Art Blakey y Dexter Gordon. Pff… ¡qué awesome suena eso! ‘Sass’ era capaz de entender al jazz moderno, de
aplicar nuevas armonías, así que por supuesto fue una magnífica revolucionaria.
Acá entre nos, admiro mucho a ‘Sass’ porque
supo ser LA cantante muy por encima de sólo ser la mujer entre una banda de
hombres; supo ser y darle voz a una minoría que tambaleaba entre una guerra
civil y una guerra mundial. Luego de un año, deja la banda de Eckstine –sin rencores
ni peleas- para hacer una carrera como solista; es en este periodo que Sarah se
refugia bajo el brazo de la Columbia Records e incluso cambia completamente de
look: le enderezan los dientes, la hacen bajar de peso, le ponen más cabello y
la meten en ceñidos y brillantes vestidos acompañados de las mejores pieles que
la hacen ver cómo una verdadera diva. Bueno, lo que sí es que la actitud déspota
que tanto caracteriza a una diva, en realidad nunca la tuvo; más que nada
hablaba y era media tosca como hombre, maldecía como hombre, amaba ver el
béisbol y procrastinar hasta las últimas consecuencias. Eso fue producto de su
enorme don de improvisación, y cómo no tenerlo cuando fuiste colega y aprendiz
de los mejores; Sarah podía parrandear toda la noche, fumar y tomar todo el
día, comer como cerdo minutos antes de salir al escenario y aun así regalarle
al público la mejor ‘performance’ de
su vida. Entre sus canciones más populares de la época fueron ‘If You Could See Me Now’, ‘Don’t Blame
Me’, ‘Everything I Have Is Yours’, ‘It’s Magic’, ‘Nature Boy’, ‘I’m In The Mood
For Love’, ‘You’ve Changed’, ‘My Man’, entre otras.
A pesar de la personalidad tan desinhibida de
‘Sass’, al parecer su inseguridad en el escenario fue in crescendo a lo largo de su carrera musical; siempre fue una
persona bastante reservada y que compartía cierta información de su vida
personal a un círculo muy cerrado de personas. Por ello se sabe que le
lastimaban las críticas musicales, dudaba de su talento y de su aspecto físico.
Claro, además no ayudó de mucho que tuviera maridos que lo único que hicieron,
era aprovecharse de su fama y de su dinero; el buen George Wein –un empresario
musical de los buenos- siempre quiso ser su mánager pero Sarah nunca quiso
porque forzosamente su novio, amante o esposo de la época, tenía que ser quien
administrara su carrera. En palabras del mismo Wein: ‘… she never found the right guy’ y por eso se llega a la
conclusión de que nunca logró el estrellato que anhelaba y eso la deprimió
bastante los últimos años de su vida.
En realidad, Sarah nunca dejó de trabajar; a
pesar de la moda y de los géneros musicales tan distintos en los 60, 70 y 80s,
pudo viajar por el mundo, visitando los mejores clubes y teatros de las
ciudades más importantes; tampoco tuvo una vida llena de escándalos o de dramas.
Desafortunadamente, es el 1990 que muere de un cáncer de pulmón que la había
estado atormentando durante casi 1 año y en donde su gente más cercana, se
impactaba al ver lo deteriorada que estaba la cantante. Y vaya que estaba
joven, se nos fue a la edad de 66 años.
Para finalizar, quisiera contarles que la
versión de ‘Misty’ de Sarah me dejó
con la piel chinita, literalmente. Si me conocen, sabrán que prácticamente la
única versión de esta canción que me gusta, es la de mi buen amigo Johnny
Mathis… vaya, ni siquiera la de Sinatra me agrada. Pero Sarah… Sarah me cambió
la jugada y gacho; viaja de graves a agudos con una facilidad impresionante,
además de aprovechar y ‘exprimir’ cada sílaba que canta. Es una joya musical
imperdible, en serio. Hasta pienso que está desbancando a Johnny. Gracias
‘Sassy’ por abrirme los ojos y hacerme un poquito más flexible con mis
versiones favoritas, no sólo de jazz o del GASB, sino de canciones románticas oldies en general.