“X-Men: Apocalipsis” y “El Maestro del dinero”: Entre harto mutante azul y un gurú televisivo.

“X-Men: Apocalipsis” y “Money Monster”. Reseñas de dos cintas veraniegas.

Cinetiketas |  Por Jaime López Blanco | 


Comencemos por la nueva de Bryan Singer, director newyorkino que en 1995 dejó boquiabiertos a propios y extraños con “Sospechosos comunes”, obra que ganó el premio de la academia estadounidense en el rubro de Mejor Guión Original. Realizador que causó polémica con “Apt pupil” (1998) o “El aprendiz” (como se bautizó en México). Ésta  última dio inicio a la sinergía con uno de sus actores predilectros, el inglés Ian McKellen, quien se convertiría en uno de los protagonistas de su franquicia mutante.

Sí, es un hecho, “X-Men: Apocalipsis” es la más débil de las cuatro “mutantes” cintas dirigidas por Singer. Su arranque no es tan poético como el de la película inicial, “X-Men” (año 2000), en donde un joven Erik/Magneto encolerizado descubre sus poderes y su misantropía mientras atestigua la muerte de su familia; ni tan atractivo como el preludio de “X-Men: Days of Future Past” (2014), en el cual Singer, con gran habilidad, logra combinar los elencos de las dos trilogías.

Otro hecho. Este es el filme coral de mutantes en el que se pone mayor enfásis en la acción y los efectos digitales, y se deja de lado el argumento y desarrollo de varios de los personajes centrales. Quizá el “Magneto” de Michael Fassbender sea el que adquiere una lectura más compleja y multidimensional; amén de un histrión que sigue demostrando su gran talento. Oscar Isaac (“Apocalipsis”), James McAvoy (“Charles Xavier”) y Sophie Turner (“Jean Grey/Phoenix”) salen bien librados. 

Al contrario de eso último, la “Raven” de Jennifer Lawrence no tiene mucha tela de dónde cortar, debido a lo reducido y reiterativo de los dilemas de su personaje (mismos que ya se habían explotado en las anteriores cintas, sin ofrecerse ahora nada nuevo). Además, no obstante ser una costosa producción, tiene un par de errores en su montaje final: unos ojos congelados de “Mystique”, en una de sus tantas conversiones de humana a mutante azul y aquella escena en la que “Tormenta” inicia un torbellino de arena con un escenario de fondo poco natural.

Pero todo lo anterior parece saberlo perfectamente Bryan Singer, quien en uno de sus actos narrativos se trata de blindar ante las posibles críticas negativas en contra de su más reciente trabajo. Es el año de 1983 y cuatro jóvenes mutantes (“Cyclops”, “Jean”, “Nightcrawler” y “Jubilee”)  acaban de ver “El regreso del Jedi”. Salen del cine y comienzan a discutir sobre su película favorita de la saga “Star Wars”, manifestando que “al menos estamos de acuerdo en que la tercera siempre es la peor”. Es la época de los inicios del canal de televisión MTV; en la que el dúo “Eurythmics” haría popular la rola “Sweet dreams” (aquí chuscamente performanceada por “Quicksilver”); y en la que una chamarra roja, usada por Michael Jackson en el video “Thriller”, influye claramente en la vestimenta de “Nightcrawler”. Es la etapa de los blockbusters veraniegos y las películas de masas para sólo divertirse. Singer lo  entiende, aplica y aprovecha.

  

Un popstar de las finanzas.


George Clooney y Julia Roberts, dos grandes estrellas (todavía) del mainstream jolivudense actual, encabezan la reciente realización de la otrora reconocida actriz de los años noventa, Jodie Foster. La producción lleva como título original “Money Monster” y es una historia que versa sobre el secuestro expréss de un exitoso presentador de la televisión gringa, una especie de gurú de las finanzas estadounidenses. 



La premisa y el atractivo de la mancuerna protagonistas/directora prometían, pero la cinta se queda corta en su resultado final, y aún más si se compara con otras producciones de contenidos similares. “Money Monster” trata de lanzar una crítica ¿incisiva? hacia lo vólatil y despiadado de la dinámica de la bolsa de valores (algo que, recientemente, “The big short” materializó de manera acertada), un sitio en el que gente o ciudadanos “de a pie” invierten todos sus ahorros, con fe ciega, siendo víctimas de un sistema voraz, indiferente e insensible. La historia termina por reducir su condena a un caso aislado y poco satisfactorio.

Al mismo tiempo, “El Maestro del dinero” aspira a convertirse en una recomendable sátira  acerca de la efímera atención, de la poca capacidad de retención de la teleaudiencia (muy al estilo del filme dirigido por Ben Stiller, “The cable guy”), así como del inminente poder de los medios de comunicación sobre la muchedumbre, algo mejor tratatado por el drama “Mad City” (película estadounidense de 1997, dirigida por Costa Gavras y protagonizada por Dustin Hoffman y John Travolta).    

“Money Monster” nunca llega a cuajar del todo. Abarca mucho y aprieta poco. Clooney y Roberts cumplen pero no alcanzan el nivel de química de su “Ocean´s Eleven”, mientras que la batuta de Foster no ofrece algo distinguible o digno de alabar.

La anterior cinta dirigida por Foster, “The Beaver”, se percibe más cruda y sólida, tanto en su planteamiento como en el desarrollo. Lo rescatable de ésta: la explicación entendible que hace respecto al tema de los quants y las actuaciones de los secundarios Jack O'Connell y Caitriona Balfe. En resumen, es un filme con momentos ciertamente buenos pero de poca contundencia.   

    
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