Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |
¿Qué harías si fueras una oficial de la inteligencia
británica (Helen Mirren) y tienes la oportunidad de eliminar a tres de los
terroristas más buscados en el Cuerno Africano, los cuales preparan un atentado
suicida en el que pueden perder la vida cientos de personas inocentes?
Pareciere una respuesta fácil, pero existe una gran disyuntiva: La ejecución de
los extremistas implica la muerte de una niña inofensiva, quien se encuentra
ayudando en el negocio familiar, cerca del punto de reunión de los fanáticos
guerrilleros. ¿La vida de una niña es solamente un “daño colateral mínimo” en
el “combate por la paz mundial”?
El actor y realizador sudafricano Gavin Hood plantea al
espectador las anteriores preguntas, a través de un libreto escrito por Guy
Hibbert. Es precisamente el título original de la cinta (“Eye in the sky”) el que deja al descubierto
una de las principales premisas de la historia en cuestión: los ojos de ciertas
fuerzas presuntamente superiores son los que juzgan y deciden cuál es el
destino más apropiado de los involucrados en los distintos conflictos bélicos
existentes. Pseudodioses que se jactan de ser entes justos y llenos de
sabiduría. Integrantes del ejército,
operadores de microdrones, abogados y burócratas de los gobiernos
estadounidense e inglés, todos ellos debaten el porvenir de una niña africana,
la que desconoce el dilema que provoca su inesperada aparición.
“La verdad es la primera víctima de la guerra”. Esquilo
Los veteranos actores Helen Mirren y Alan Rickman (en una de
sus últimas apariciones cinematográficas antes de fallecer) ofrecen colmilludas
interpretaciones dotando de verosimilitud y calidad a una obra que se salva de
la medianía. Por su parte, es grato atestiguar
el regreso del histrión somalí-estadounidense Barkhad Abdi (nominado por
“Capitán Phillips”) en un rol de importante lectura; además, es imperante decir
que Aaron Paul (el “Jesse Pinkman” de la serie “Breaking Bad”) se roba la
película ya que realiza un impecable trabajo actoral, el cual logra transmitir
diversas emociones únicamente con sus miradas y ciertas interlocuciones.
“Eye in the sky” se concibe como una opción alternativa
interesante previa al estreno de los grandes “blockbusters” veraniegos,
plagados de carísimos efectos visuales e intachables súper héroes. En el
nuevo metraje de Gavin Hood (coproducido
por el actor Colin Firth) no hay cabida para los inmaculados ídolos. Se trata
de una película modesta con seres de carne y hueso, egoístas en su mayoría, que
quieren evadir sus responsabilidades, dando preferencia a intereses mundanos
(como la reputación mediática internacional).
Este filme también es un intento de sátira (subrayo lo de
intento, ya que pudo haber sido más contundente en su ejecución/reflexión, y
caer menos en el maniqueísmo argumental, pero no lo hizo), que pretende cuestionar la “diplomacia” de
las autoridades. Igualmente, se percibe como una analogía de las guerras
modernas, aquellas caracterizadas por la utilización de aparatos de alta
tecnología, “inteligentes” y de “gran progreso”, comandados por seres
despiadados y brutales que visten traje o uniforme, y que sentados plácidamente
en sus dos nalgas deciden con respecto a la vida de miles.