Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |
Es difícil juzgar a una película cuyo eje argumental de
origen posee más que buenas intenciones. “Las Aparicio” es la adaptación
cinematográfica de aquella inteligente telenovela exhibida durante el año 2010
(cuya producción estuvo a cargo de Argos Comunicación, de Epigmenio Ibarra) y
que tuvo gran éxito, tanto entre la audiencia tradicional como en las
plataformas digitales, debido a que le otorgó un rostro fresco, poderoso y una
voz diferente a sus protagonistas: un grupo de mujeres independientes, lúcidas
y fuertes, que no pueden procrear hijos varones ni conservar esposos vivos, por
una supuesta maldición que las precede, pero que, a pesar de todo ello,
disfrutan libremente de su existencia.
Es decir, la serie televisiva en comento destacó por presentar una
especie de contrapeso, un opuesto a la imagen estereotipada de la mujer
abnegada; imagen ésta muy difundida y arraigada en los melodramas nacionales
exhibidos por el duopolio televisivo.
Ahora, en la versión del celuloide, dirigida por
Moisés Ortiz Urquidi (quien ya se había encargado de la codirección de los
capítulos de la serie), se intenta
ahondar en el origen de aquella condena que pesa sobre “Rafaela”, “Alma”, “Mercedes”
y “Julia”, todas ellas de apellido Aparicio, también presentando a “Mariana”,
la pareja de “Julia”.
Lo más destacable es la impecable dirección de arte, tanto
de los interiores de la hacienda, en donde se desarrolla la mayor parte de la
historia, como de los elementos que enmarcan las tramas de algunos personajes:
el arte sacro que reconstruye “Camilo” (interpretado por Joaquín Cosío); la
decoración y vestuario resaltados en la anécdota de la primera “Rafaela”
o; los componentes visuales que acompañan
a los pasajes narrativos de los migrantes.
Por otra parte, es “delicioso” observar juntos en escena a tres de los mejores actores del cine mexicano actual: Tenoch Huerta, Damián Alcázar, y el propio Joaquín Cosío, con roles que enamoran y conmueven. Ojo con esa escena en la que Tenoch cuenta un secreto familiar y llora; es realmente un momento muy emotivo.
Irónicamente, eso último es lo que da al traste con las
buenas intenciones de “Las Aparicio”, porque de esa forma se deja de dar
seguimiento adecuado a los dramas de las protagonistas, los cuales pierden
consistencia y desembocan en extravíos de personajes. Así, varias de ellas se
ven envueltas en acontecimientos superficiales que bien pudieron ser resueltos
en pocos minutos y; olvidan utilizar un montaje interesante -quizá con más
planos secuencias y menos cortes directos- que podría haberle aportado mayor
elegancia, frescura y cohesión a una premisa que se lo merecía. Luego entonces,
el guión se vuelve un tanto monótono a la mitad de su ejecución, cuando uno
sólo está esperando para ver con quién de “Las Aparicio” se encontrará el buen
Tenoch. Además, las subtramas con apuntes sociales se quedan demasiado
relegadas, desperdiciadas.
Lo que no se niega es que esta ópera prima de Ortiz
Urquidi es un filme medianamente entretenido y bien producido, en el cual se
utilizaron acertadamente los efectos visuales. Igualmente, hay buenas
actuaciones de Liz Gallardo, Eréndira Ibarra, Paulina Gaitán, Adriana Paz y
María del Carmen Farías. En fin, uno se queda con esa “espinita” de que la
película pudo y debió haber sido una mejor vitrina de las mujeres empoderadas,
aquellas que deben ser reconocidas mucho más, y recriminadas mucho menos, por
el mundo actual.