El multifacético actor australiano, Joel Edgerton
(“Warrior”; “The great Gatsby”; “Exodus”; “Black mass”) hace su debut en la
silla de director con la cinta “The gift” (“El regalo”), la cual también
escribe y coprotagoniza. “The gift” fue una de las modestas agradables
sorpresas, en taquilla y para la crítica, del verano pasado y actualmente se
puede rentar tanto en videocentros como en plataformas digitales.
Con una premisa sencilla, Edgerton nos adentra de manera
efectiva -una dirección que se distingue por su buen ritmo y manejo del
suspenso- en una historia permeada por los errores del pasado, las apariencias
y las disyuntivas morales. Se agradece un argumento inteligente, con atractivos
giros de tuerca, que vuelve al terror psicológico su mayor fortaleza, y que
también tiene las correctas actuaciones de sus protagonistas (un Jason Bateman
que se sale de su zona de confort y una Rebeca Hall que, de manera honesta y
natural, irradia dulzura e integridad), así como la inquietante interpretación
del propio realizador (su tenebroso rol de “Gordo” está cargado de matices tan
sutiles y enriquecedores que hacen difícil catalogar su personaje dentro de una
sola emoción).
“The gift” posee ecos de películas como “One hour photo” (de
Mark Romanek), “The reunion” (de Anna Odell) o hasta de “The box” (de Richar
Kelly); ésta útlima por aquello de los extraños regalos y la irresponsabilidad
al afrontar las consecuencias de nuestras decisiones. Sin embargo, se erige
como una propuesta interesante y novedosa en medio de una inmensa “bola” de
metrajes del género de terror y suspenso que únicamente utilizan fórmulas y
recursos cansinos, sobreexplotados.
Por otra parte, en algunas salas cinematográficas de nuestro
país sigue en exhibición “Krampus, el terror de la navidad”, del director
Michael Dougherty, la cual explora el subgénero de la comedia de horror, al
estilo de los filmes ochenteros (también denominados de serie B) comandados por
Joe Dante (“Gremlins”), para presentarnos el relato de una típica familia
disfuncional estadounidense que ha extraviado el espíritu de camaradería y de
unión navideños, provocando con ello que aparezca la sombra de Santa Claus (el “Krampus”
del título), la cual los acecha y les da una aterradora lección.
“Krampus” es disfrutable en 40 de los 98 minutos que dura,
sobre todo en aquellas secuencias en las que aparece el ejército de sus
aliados. “Shrek” seguramente se quedaría boquiabierto al enterarse de la
maldad y el sadismo que han desarrollado
las galletitas de gengibre que aparecen en esta cinta. Asimismo,
“Pedrito” Fernández nunca imaginó que su muñeca de las “Vacaciones de terror”
sería superada tan fácilmente por un ente de características similares que
acompaña a la repugnante estrella de esta historia. En términos generales, “Krampus”
se goza sólo si se le entiende y ve como una parodia de terror, aunque cae en
varios convencionalismos del género y posee un final injustificadamente largo,
poco satisfactorio.