El prestigiado guionista newyorkino Aaron Sorkin (“The west
wing”; “The newsroom”; “Moneyball”; “The social network”) utiliza una tercia de
momentos claves de la carrera profesional de Steve Jobs para construir los
puntos de amarre argumentales de su más reciente adaptación cinematográfica
(basada en el libro de Walter Isaacson), la cual intenta ahondar en la mente y
carácter polémicos del otrora cofundador de la compañía Apple, la empresa de la emblemática “manzanita” y que
ha revolucionado el vertiginoso mundo de la tecnología.
La escritura de Sorkin se caracteriza por incluir largos
diálogos entre los personajes de sus historias; “Steve Jobs” no es la
excepción. Los coloquios entablados entre el magnífico cuadro de actores, que
el realizador Danny Boyle ha puesto al servicio del film, van revelando
aspectos fundamentales de la vida de Jobs: la maltrecha relación con su hija
Lisa y las diferencias con la madre de ésta; la dinámica de respeto y confianza
con su también confidente y jefa de marketing, Joanna Hoffman (Kate
Winslet); así como la serie de desavenencias que a lo largo de 14 años tuvo con
varios de sus amigos y colaboradores.
En el prólogo, Sorkin hace una referencia al escritor Arthur
C. Clarke (autor de la icónica “2001: Odisea en el espacio”), como una especie
de advertencia de lo que veremos: un relato ficticio sobre uno de los genios
fundamentales para entender la evolución de la sociedad del siglo XX. Queda claro
que no todo lo que veremos en “Steve Jobs” será fidedigno o totalmente cierto,
pero sí sumanente interesante y entretenido.
Es así como conoceremos tras bambalinas detalles curiosos
acerca de los eventos publicitarios que se arman para presentar nuevos
productos empresariales; apasionantes debates entre las diferencias de ser un
genio y ser un tipo decente o; apuntes importantes sobre los hombres
visionarios y los hombres relegados a obedecer órdenes. Todo manufacturado con
una edición de gran nivel (cortesía de Elliot Graham), que va alternando de forma elegante flashbacks
y momentos más recientes, todos esenciales, de la trayectoria y vida de
Jobs.
Por su parte, el actor irlandés Michael Fassbender se anota
una nueva “palomita” al erigir una interpretación de Jobs que elude la
imitación burda o tremendista (sus gestos, voz y personalidad son tejidos de
forma tenue y responsable). Mientras que Kate Winslet sobresale por hacer réplica, de forma
generosa, a su coprotagonista, sin minimizarse ni robarle cámara. La “Joanna
Hoffman” de Winslet es fuerte, inteligente, sensible y digna. Tampoco hay que
menospreciar el adecuado trabajo de Seth Rogen, Jeff Daniels, Michael Stuhlbarg
y Katherine Waterston.
El director británico Danny Boyle es certero en su labor, ya que no cae en los trepidantes montajes estériles que han distinguido varias de sus anteriores producciones, y centra toda la atención -con una atinada coreografía de todo su equipo de extras- en la verdera estrella de la obra: el calculado guión y las agudas charlas que Sorkin ha elaborado para abordar la inexorable relación éxito-fracaso; lo intrincado de los sueños de los visionarios; los cabildeos institucionales y; las relaciones interpersonales. En fin, una vez más el software de iSorkin nos regala una obra que se procesa de forma placentera.