Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |
Veinticinco producciones nacionales revisadas por un
servidor, correspondientes a un año en el cual, aparentemente, hubo una mejora
en la distribución del séptimo arte mexicano, pero en dicho tema aún falta
mucho por hacer, con el objeto de establecer una adecuada proporción entre
películas filmadas y películas que llegan a las pantallas. Por otra parte, soy
honesto, reconozco que no pude ver propuestas cuyas premisas sonaban harto
interesantes, tales como “600 millas” (todavía sin estrenar en Puebla); “Mirar
morir” (en mi “rancho”, exhibida en una sola función; tampoco pude “alcanzarla”
en la Cineteca Nacional) o; “Luna de miel” (presentada en el más reciente
Festival Mórbido, y que, por azares del destino, no pude admirar. Debido a su
violencia gráfica dudo que sea distribuida). En fin, a continuación, la lista
de las mejores películas de 2015:
9.- “Gloria” (Director: Christian Keller) Es más que una
papá sin catsup. Es un banquete fílmico que, por fortuna, evitó ser el típico
melodrama amargo y exagerado. Se digiere bien gracias a las portentosas
actuaciones de sus protagonistas (Sofía Espinosa y Marco Pérez) y a su
excelente manufactura técnica: vestuario; fotografía (una nutrida lente de Martín
Boege que nos introduce acertadamente en la década de los 80´s); maquillaje;
dirección de arte; montaje y; la dirección principal, todas de primera
categoría. Un platillo que no hostiga ni empacha.
8.- “Güeros” (Director: Alonso Ruizpalacios) A pesar de que se percibe cierto aire burlón y
mal informado referente al movimiento estudiantil de la UNAM de 1999-2000, el
director utiliza esta anécdota como pretexto para plasmar una película sobre el
recorrido existencial de un grupo de seres alrededor de varios puntos
significativos de la Ciudad de México. Lo hace apoyándose en la fotografía
imaginativa, audaz y conceptual de Damián García, junto con uno de los mejores
diseños sonoros que he escuchado en varios años. El sonido no sólo es un
ornamento y espectador cinematográfico, sirve como protagonista de varias de
las atmósferas de la cinta en cuestión; además, de transmitir varias de las
dinámicas de los personajes. Jamás un ataque de pánico, un beso francés, una
nota en el periódico o un encuentro esperadísimo se habían trasladado tan
encantadora y convincentemente al mundo del séptimo arte.
7.- “Hilda” (Director: Andrés Clariond Rangel) Pieza
cinematográfica que entretiene, generando risas inesperadas, pero que también
conllevan a la reflexión. Utiliza bien el humor negro para saber resilenciar
sobre un tema cuyos puntos negativos se han vuelto tan comunes en nuestra
asfixiante realidad mexicana. “Hilda” se va erigiendo sobre un guión
inteligente que involucra disertaciones sobre los juegos de poder entre las
polarizadas clases sociales de nuestro país (la alta y la baja); la violencia
de género; el racismo; las falsas ideologías; la corrupción; el tráfico de
influencias; la forma de lucrar con las causas sociales o la pobreza (“¿Por qué
ahora quieres escribir de pobreza?”, se pregona en uno de los diálogos de la
cinta), y; la injusticia social. La película se adereza con un trío de buenas
actuaciones, lideradas por Verónica Langer quien personifica la degradación
emocional y moral de una señora que se va perdiendo en el vacío y frustración
que dominan su existencia.
6.- “La maldad” (Director: Joshua Gil) Es una cinta
visceral, diferente, antiparadigmática, que se constituye en el documento
catártico perfecto para expresar la amalgama de emociones infinitas, intensas,
a través de las cuales el director percibe y procesa tanto una historia
familiar como la historia colectiva del país en el que vive. Joshua Gil logra
plasmar un análisis social hecho a partir de un micro análisis íntimo de dos
viejos cuyas arrugas pueden simbolizar, sin problema alguno, el recorrido
maltrecho en el tiempo de una nación con los sueños estancados y las ambiciones
cercenadas por la amnesia comunal. Fotografía y diseño sonoro de primerísimo
nivel.
5.- “Carmín Tropical” (Director: Rigoberto Pérezcano) Relato
que busca revivir el género del cine “negro” en México y que sirve, además,
para hablarnos de uno de los fantasmas que laceran nuestra sociedad
contemporánea: la intolerancia. Asimismo, el texto erigido hábilmente por Pérezcano
da cuenta de una historia que mira a los problemas suscitados en otras regiones
del país, descentralizando con ello las narrativas contadas por el cine
mexicano actual. Diálogos naturales,
apegados a la idiosincrasia “Muxe”; una protagonista que funge al mismo
tiempo como antiheroína y “femme fatale”; escenas suscitadas en ambientes con
poca luz; personajes que se adhieren y hacen más intrincado el relato en
cuestión (un destacable Luis Alberti); encuadres que agregan un halo de
inquietud y misterio y; un eterno caminar que probablemente explora el
recorrido al tríptico de Dante. Infierno, purgatorio y paraíso aquí presentes,
con tacones y mucho lipstick.
4.- “Un día en Ayotzinapa 43” (Director: Rafael Rangel) Sin
satanizar ni santificar a los estudiantes de Ayotzinapa, Rafa Rangel nos
sumerge en las entrañas de la rutina de algunos integrantes de la Escuela
Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, ubicada en la comunidad de Tixtla, Guerrero.
Lo hace cámara en mano y presentando acciones, entrevistas y testimonios de
parte de la gente que coexiste dentro de ese lugar. El documento de Rafael
Rangel trasciende por exhibirnos un paraíso terrenal inmerso en un purgatorio
producto tanto de la intolerancia como de la marginación; por ahondar en el
rostro disipado y vidas ignoradas de los alumnos de Guerrero que,
sencillamente, se preparan con la finalidad de mejorar su futuro personal y;
por evidenciar una arista diferente, otra arista poco ventilada, de ese
rompecabezas de coyunturas y agravios político-sociales, llamado Ayotzinapa, el
cual ha polarizado, enardecido y deprimido, aún más, a la sociedad mexicana
contemporánea.
3.- “Los bañistas” (Director: Max Zunino) El dífícil arte de
la sencillez. Una cinta de muchas capas. De manera discreta, “Los bañistas” aborda
los claroscuros de las huelgas estudiantiles; también muestra, de una manera no
totalmente abierta, las represiones a la
ciudadanía así como los anhelos estancados de una generación “atemporal”
(podría ser cualquier generación de los últimos 30 años que haya sufrido una
crisis ecónomica). Igualmente, habla de la cultura del desempleo y de un
sistema fascista que desprecia el esfuerzo de las y los viejos. El adecuado
manejo de las sutilezas (captado de forma oportuna por la lente de Dariela
Ludlow) junto con el estupendo trabajo del cuadro actoral, hacen de “Los
bañistas” un filme imperdible.
2.- “González. Falsos profetas” (Director: Christian Díaz
Pardo) Joya que se distingue de “la bola” por su buena premisa; una gran
manufactura; un ritmo in crescendo y; maravillosas actuaciones como las
de Harold Torres (discreto y sutil en su personificación, pero que se luce
cuando se muestra efervescente), Carlos Bardem (oscuro y manipulador) y; Olga
Segura (frágil, maleable y ciertamente algo infeliz con su existencia). El
argumento es inmejorable: contiene una crítica directa al “agandalle” u
oportunismo de los hombres de traje que
lideran a las religiones, mientras que el cinismo y las mentiras se erigen como
epítome de la crisis de valores que vivimos en este mundo. Un simple González,
sin nombre exacto ni necesidad de ello, porque ahí podemos caber todos,
víctimas y victimarios de nuestra actual decadencia económica y moral.
1.- “La Tirisia” (Director: Jorge Pérez Solano) Apabullante
tanto en su concepto fotográfíco (uso de luz natural) como en su guión. Uno de
los argumentos más redondos que se han visto en el cine nacional de los más
recientes años. “La Tirisia” hace una metafórica revisión de la historia
colectiva de un país tirisiento, hundido entre los estragos de la
pobreza; la discriminación sexual; ciertos usos y costumbres dañinos de las
comunidades; la violencia y doble moral de instituciones como el ejército; la
indiferencia de los políticos; el olvido y; las falacias de las utopías.
Adriana Paz está fascinante en esa introspección de una
madre muerta por dentro, que sufre la ausencia de uno de sus hijos. Gustavo
Sánchez Parra cumple con apenas unos cuantos diálogos; le da vida a ese hombre
machista que no deja de soñar despierto cuando mira hacia el cielo. Mercedes
Hernández erige sutilmente la discriminación femenina hacia las integrantes de
su propio género. Gabriela Cartol sorprende con la naturalidad, frescura y
tenue interpretación con la que construye a su “Ángeles”, papel que podría marcar
un antes y después en su carrera actoral. Y Noé Hernández está exquisito como
“Canelita”; nos demuestra ampliamente su encanto y sus dotes cómicos, al
regalarnos un personaje totalmente opuesto al que desarrolló en su anterior
trabajo (“Miss Bala”).