Los claroscuros de “Puente de Espías”, “La Cumbre Escarlata” y “Spectre”

Steven Spielberg, Guillermo del Toro y Sam Mendes -tres realizadores consagrados dentro de la voraz industria de Hollywood- estrenaron a finales de octubre y principios de noviembre sus más recientes obras.
Cinetiketas | Por Jaime López Blanco |
 


La debíamos. Steven Spielberg, Guillermo del Toro y Sam Mendes -tres realizadores consagrados dentro de la voraz industria de Hollywood- estrenaron a finales de octubre y principios de noviembre sus más recientes obras. Directores que crean altas expectativas cuando se anuncian sus nuevos proyectos, lo que de inmediato se vuelve un riesgo, ya que surge la marcada posibilidad de que, finalmente, decepcionen a muchos. Sin embargo, intentaremos hacer una revisión neutral a cada uno de sus filmes, mencionando los elementos que otorgan luz y sombra a los mismos.   

“Puente de espías”
Lo mejor: Su primera hora de metraje. Un arranque elegante que intriga y se contrapone al sello meloso-blockbustero que acostumbra Spielberg. Una primera parte sin score, con pocos diálogos y que nos presenta a un extraordinario personaje ruso llamado “Rudolf Abel”, interpretado brillantemente por el británico Mark Rylance, quien con gracia, cabalidad y habilidad luce en cada una de sus escenas y nos lleva a presenciar el juicio al cual se ve sometido, por parte de un tribunal estadounidense, al ser acusado de traición a la patria y espionaje. La calidad del diseño de producción, junto con la vistosa fotografía de Janusz Kaminski, son otros dos aspectos que destacan de esta cinta.

Lo peor: "Puente de espías" es un film engañoso. En su primera hora parece que estamos ante una historia autocrítica y nada complaciente con el patrioterismo gringo, pero todo se desmorona a partir del segundo y tercer actos. Spielberg no logra escapar de un ferviente nacionalismo (aunque muy bien disfrazado con un discurso plural y democrático) ni de un score maniqueísta y convencional (responsabilidad de Thomas Newman). Ya no es creíble ese "rollo" de que el gobierno de los Estados Unidos no tortura de ninguna forma a los espías de otros países o a los traidores y que sólo lo hacen otras naciones (se hace una directa referencia a Rusia). El guión escrito por los hermanos Coen y Matt Charman se torna tedioso, tramposo y lleno de lugares comunes. Se alarga más de la cuenta y se cae en la típica fórmula engrandecedora del mito del “héroe blanco norteamericano”. 


“La Cumbre Escarlata”
Lo mejor: Primero, Jessica Chastain y su retorcida personificación de “Lucille Sharpe”. Se nota a leguas que la actriz pelirroja (aquí con cabello castaño oscuro y ojos azules) se divirtió con los exabruptos de su rol y con la escena final donde enfrenta a la protagonista del nuevo filme coescrito y dirigido por Del Toro. Segundo, los efectos visuales que acentúan la violencia gore que pocas veces, o nunca, se le había visto al realizador tapatío. Tercero, el increíble diseño de arte sumado al majestuoso vestuario y a los primeros treinta minutos de texto de la película.


Lo peor:  Un guión lleno de contradicciones e incoherencias. No critico los homenajes que Del Toro pretende realizar a las historias del cine de terror gótico o de bajo presupuesto, lo que evidencio es la falta de consistencia en el desarrollo de los personajes centrales, como el de “Edith” (interpretado por Mia Wasikowska), ya que al principio se le esboza como una feminista liberal que detesta a los hijos de los burgueses, y termina diseñada como una enamorada abnegada que suspira desde la primera ocasión en que conoce a “Thomas Sharpe” (Tom Hiddleston). Asimismo, las secuencias en que algunos seres caen desde las escaleras o son apuñalados y enseguida, como si nada, siguen caminando, caen en el humor involuntario. No es un ataque a las fórmulas del cine de antes, sino una recomendación para no quedarse únicamente en el homenaje. Hay que renovar las viejas fórmulas de las películas de horror.     


“Spectre”
Lo mejor: Un Daniel Craig que se siente muy cómodo en el “traje” del espía cinematográfico más popular del mundo. Un cuadro de actores de soporte que sobresalen por su estatus de calidad comprobada y que una vez más dan vida al conocido universo del agente “James Bond” (Ralph Fiennes como “M”; Ben Whishaw como “Q” y; Naomie Harris como  “Moneypenny”). Y un filme que a pesar de sus 148 minutos de duración no aburre y se nota bien producido. 


Lo peor:  La más reciente entrega del agente Bond se centra mucho en la acción, dejando en segundo plano el desarrollo emocional de la trama principal y su villano es el más débil de toda la franquicia protagonizada por Daniel Craig. Christoph Waltz ya luce encasillado y sólo sustituye un “bingo” de su “Hans Landa” por un “cucú” de su “Blofeld”. Además, las motivaciones por las que se convierte en malvado suenan pueriles, telenoveleras y poco creíbles. Cuestión aparte es que el libreto de “Spectre” desarrolla la premisa más endeble y común de las correspondientes a la renovada y oscura tetralogía protagonizada por el inglés Craig. Está bien que se pretenda rendir tributo a varios de los elementos de las películas pasadas, pero se da al traste con ese tono sombrío e hiperrealista que ha inyectado nuevos bríos a la saga del 007.  También es ridícula la forma en cómo desaparece el personaje de “Mr. Hinx” (Dave Bautista), la cual en lugar de generar gracia da pena ajena.
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