Llevaba acostado más de tres horas, con tres minutos, al lado de una lápida cuyo epitafio rezaba: “Hay más en este mundo, de lo que nuestros sentidos pueden percibir. No somos la creación final de Dios, ni estamos en la cima de la escala evolutiva. Aquello que llamamos realidad, se compone de un complejo sistema de mundos invisibles y dicho sistema esta plagado, de hecho es habitado por entes que desde el otro lado siempre nos miran, nos vigilan” Rabdomante Zirio- 1.990-2.017
Vuelvo a leer la leyenda en la loza de granito y musito algunos pensamientos que me vienen a la cabeza un poco. Al final lo único que se me ocurre, es que la gente hoy en día vive muy poco. De repente un extraño ruido me eriza la piel de todo el cuerpo, entro en un estado de alerta total e intento agudizar todos mis sentidos, es difícil hacerlo, aumenta el nivel de adrenalina, mientras diviso a través de la mira de mi rifle, un Barrett M82, el cual he adaptado con una mira telescópica nocturna.
Para
aclarar un poco las cosas, permítanme decirles que más que un cementerio; el
viejo camposanto de Hell-sky, ahora es más bien sólo restos de un pasado ya
sucedido, donde todo tipo de animales y bichos raros deambulan cuando la noche
se cierne sobre esos predios. Así que bueno, a falta de algo mejor que hacer,
ocasionalmente me gusta visitar el cementerio o lo que queda de él y apuntar con
mi arma a lo que ande por allí.
En fin,
retomando el hilo de mi relato oficial, mencionaba que algo me sacó bruscamente
de mis cavilaciones, cuando observe a través de la mira del lente, pude
divisar una extraña figura a unos 900 o 970 metros de distancia, se movía a una
gran velocidad y de un momento a otro desapareció. Sé que suena inverosímil,
pero como les expongo, así tal cual fue como lo presencié, es lo que pasó.
Suena el móvil de uno de los dos oficiales en la delegación, donde Cameron,
está dando su declaración. Uno de los oficiales mira al otro con ademán de
incredulidad, el otro oficial, quien se halla tomando atenta nota de cada
palabra de la narración de Cameron, se encoge de hombros.
Prosiga
por favor señor Cameron, sugiere el oficial que toma apuntes. Se han quedado
los dos en el salón de interrogatorio. Cameron toma un sorbo de agua y aun así
sus labios lucen resecos y su tez blanca se transparenta de forma anormal,
debido a la palidez que le invade desde que llego a la comisaria.
Como le
decía oficial, la criatura desapareció, luego escuché sonidos que parecían
provenir de tres direcciones diferentes, así que rápidamente arme el trípode de
mi rifle y adopte la posición de observación, reconocimiento y disparo. Me
mantuve muy pegado al suelo, tratando de conservar la calma, pero cada vez el
pánico era mayor. Sabe algo; en fuerzas especiales vemos todo tipo de cosas y
estamos sujetos a grandes situaciones de riesgo y estrés, pero esto, esto… Se
sentía como algo de otro mundo. ¡Por dios santo oficial! Tiene que creerme;
eran criaturas extrañas, con una especie de camuflaje óptico, de no más de 1.20
metros con una especie de espina dorsal similar a la del pez león, ojos rojos,
de un rojo intenso y forma semi-ovalada, tenía cabeza por supuesto,
extremidades superiores e inferiores, pero más que falanges parecían garras o garfios,
no sabría precisar ese punto. Pude contar tres criaturas, cuando volví a
escudriñar el área con la mira del rifle; trate de medir la distancia de
recorrido de un sector a otro entre cada uno de los entes, pero por más que me
esforzaba los nervios y el temblor de mis manos me impedía hacer cálculos...
Cameron
se queda en silencio, el oficial le observa muy intrigado. Dígame señor
Cameron, ¿trata de decirme acaso que se encontró con marcianos? Se transfigura
el rostro de Cameron y grita a todo pulmón:
¡Maldito idiota!, no he dicho que sean marcianos, ni verdes, ni alienígenas, solo sé que no eran de este mundo, que uno de ellos se percató de mi presencia y que tan pronto como fijo su mirada sobre mi persona, me empecé a sentir muy mal, como desorientado y con ganas de vomitar, así que hice tres inhalaciones profundas y apreté el gatillo de mi arma.
¡Maldito idiota!, no he dicho que sean marcianos, ni verdes, ni alienígenas, solo sé que no eran de este mundo, que uno de ellos se percató de mi presencia y que tan pronto como fijo su mirada sobre mi persona, me empecé a sentir muy mal, como desorientado y con ganas de vomitar, así que hice tres inhalaciones profundas y apreté el gatillo de mi arma.
Maté a
una de esas cosas, sé que le di, tres disparos; dos en la cabeza y uno en el
centro de su pecho o tronco, en fin; el último disparo fue en el cuerpo, lo vi
caer, maté esa criatura, oficial. Lo sé, porque
le apunté, con munición, calibre .50 (12,7 mm). Es imposible que haya
sobrevivido. Por eso estoy acá, he venido tras lo sucedido a reportar un
crimen, mate una criatura de otro lugar y soy el perpetrador, así que dígame:
¿va a tomar en serio mi declaración?
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El autor: Tuto
Flórez, nacido en el departamento de Santander, en la caótica y
convulsionada, pero hermosa tierra del suramericano país llamado
Colombia. Melómano consumado, amante del rock, de la música hecha con
sentido, sobre todo de los años noventa y la cultura underground.
Cinéfilo por convicción. Crecí entre los textos, de Henry Miller,
Charles Bukowski, Allan Stewart Königsberg más conocido como Woody
Allen, H. P: Lovecraft y Allen Ginsberg. @tuto201333