Unos populares seres amarillos, que no son
los “Simpsons”, presentan su propia película. Me refiero a los bajitos, pelones
y regordetes Minions, famosos por su adorable simpatía emanada en las
exitosas cintas de animación de “Mi villano favorito” (“Despicable Me”), de los
estudios Illumination Entertainment. Debutan como protagonistas en una
precuela, la cual juega con algunos tiempos significativos de la historia de la
humanidad, pretendiendo resolver las dudas acerca de su origen y supervivencia.
¿El resultado? Depende de las expectativas y exigencias de cada cinéfilo.
“Minions” opta por la comedia simple y
física, al estilo “capulinesco”, para intentar generar, a través de las
torpezas de sus tres protagonistas, diversas carcajadas. Dicho objetivo
funciona, adecuadamente, para los niños más pequeños pero, muy probablemente,
no ocurre lo mismo con el público más adulto. Además, el uso de un narrador omnisciente,
al principio y final de la historia, le estorba. Hace redundante lo que se observa y evita que la
obra se aprecie naturalmente. La omisión de la voz en off hubiera permitido que el prólogo de los
“Minions” se elevará a categoría de arte, como algunas películas silentes con
protagonistas inaudibles, permitiendo que el espectador desarrollara un diálogo
más íntimo y activo con el largometraje señalado. También hubo escaso
desarrollo, por parte de los guionistas, del personaje de Scarlet Overkill, al
cual le atribuyeron unidimensionales y superfluas motivaciones. Overkill no
está a la altura de los trasfondos emocionales de Gru y, por lo tanto,
no se convierte en una villana memorable (ni favorita).
Respecto a los “famosos” que doblaron al
español a los villanos centrales, no los considero como las personas más
óptimas para haberlo realizado, ya que, en diversos momentos, sentí que escuchaba las inflexiones gritonas de Marimar
o los tonos forzados del Hércules animado gracias a las voces
sin novedad de la cantante mexicana Thalía y del ex muñeco de papel,
Ricky Martin, respectivamente. Sin embargo, el resto de los actores de doblaje
cumplen con sus diferentes roles o participaciones.
Eso sí, la producción de los peculiares
personajes amarillentos destaca en dos rubros en particular: primero, lo vívido
en la animación de los cuerpos de los Minions, a quienes se les puede percibir la detallada recreación de sus texturas, sobre
todo en una secuencia que involucra agua y, en segundo lugar, algunos guiños y
chistes relacionados con la cultura popular británica, como presentar a la
reina de Inglaterra como un ser desparpajado o referirse, en tono de
broma, a figuras emblemáticas como los Beatles
o el Monty Python. Sin embargo, “Minions” termina por ser un
episodio anecdótico dentro del universo
de “Mi villano favorito”, que no consigue igualar el discurso y profundidad de
la primera cinta (en la cual conocimos a los extraños seres amarillos), ni la
gracia refrescante de la segunda parte (en donde terminamos por enamorarnos de
dichos personajes chaparritos enfundados en su diminuto overol de
mezclilla). Funciona como mediano vehículo de entretenimiento, si lo que se
busca es algo simple y sin complejidades, pero no tiene casi nada para desafiar
seriamente a “Inside Out”, en la categoría de animación, en las próximas
premiaciones.
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Un ojo rojo que se niega a obedecer la
orden de autoexterminarse
A tres décadas de su creación, y con cuatro
películas en su haber (la presente sería la quinta), el Terminator de
Arnold Schwarzenegger vuelve a resurgir vía “Génesis”, dirigido por Alan
Taylor (“Thor: The dark world”) y acompañado por los nuevos Sarah Connor,
Kyle Reese y John Connor. ¿Emocionante
o condenable? A pesar de que el trailer parecía sentenciar negativamente
a la cinta y, en apariencia, hacía predecible la nueva aventura del T-800, el
más reciente film exterminador no es tan malo. Eso sí, todo hueco en la trama
se resuelve con la justificación de los múltiples viajes en el tiempo.
El desarrollo del guión de Terminator: Génesis puede dividirse en tres actos fáciles de identificar: en el primero se recrea, calca y sintetiza lo exhibido en Terminator y Terminator 2: El día del juicio final; en el segundo, se otorga un par de giros a la franquicia, lo que la hace más interesante y; finalmente, en el tercer acto, se elige presentar secuencias plagadas de explosiones, persecuciones y efectos digitales. Todo con una buena producción de respaldo y un ritmo suficientemente entretenido.
Se agradece los homenajes a las primeras
cintas y el hecho de explicar algunos recovecos en el argumento original de
James Cameron, como la manera en la que evoluciona Skynet. También es
atinado, aunque no se profundiza en ello, las pinceladas que hacen referencia a
la forma en que los humanos están siendo condenados por las máquinas (¿te dice
algo Facebook o la alta dependencia a tu celular?) y a un discurso
sobre el rechazo de lo viejo únicamente por esa característica, su longevidad,
sin tomarse la molestia de cerciorarse de su funcionalidad o utilidad vigentes.
Lo reprochable a la presente obra es la serie de características que se le ha otorgado al rol de John Connor desde Terminator: Salvation, relegándolo a un segundo plano, sumado a un final efectista, blockbustero y ciertamente débil. Por su parte, la actriz británica, Emilia Clarke, se esfuerza por erigir una Sarah Connor digna pero carece de esos bríos y empoderamiento que distinguían al personaje interpretado por Linda Hamilton. Sin embargo, no lo hace mal, borda su papel con una aceptable vulnerabilidad. El que sí se siente desperdiciado es el reciente ganador del Oscar, J.K. Simmons.
En resumen, el nuevo exterminador de 2015
parece no jugar tanto con el tiempo y la inversión monetaria de quien se
acerque a verlo. Goza de buen ritmo aunque su discurso tecnofóbico no permea
tanto como el del film de culto de 1991. Aún hace falta esa secuela que iguale
el equilibrio entre forma y fondo visto en T2: Judgment Day.