“Inside Out” ó “Intensa-Mente”
(como fue bautizada en México) marca el regreso de Pete Docter a la dirección
de un largometraje producido por la empresa Pixar, la cual se ha distinguido,
desde hace dos décadas, por elevar los estándares de calidad del cine de
animación estadounidense.
Docter no solamente
regresa al puesto de realizador, sino que también se desempeña como el escritor de su propio filme, apoyado por el
guionista Michael Arndt (“Little Miss Sunshine”; “Toy Story 3”). La creatividad de Docter no está puesta en
tela de juicio; ahora nos adentra en la dinámica del pensamiento humano,
presentándonos el universo de las emociones contenido en la cabeza de una niña,
de nombre Riley, quien ve trastocada
su cotidianidad, cuando sus padres y ella tienen que mudarse de Minnesota a San
Francisco. Es así como conocemos a la tristeza,
alegría, furia, miedo y desagrado que habitan la mente de Riley.
El diseño de la apariencia
física de cada una de las emociones no tiene desperdicio. Se nota el ingenio y
atención en los detalles, de parte de los creadores, para configurar cada
aspecto de los personajes, los cuales van muy ad hoc con las intensas personalidades de éstos últimos.
Así podemos apreciar el cabello desalineado y juvenil que porta alegría, sinónimo de su divertida, optimista y despreocupada actitud ante la vida o; el relamido pelo angustiado sobre los ojos de tristeza; el gesto adusto, junto con la rígida vestimenta, empleados por furia; así como el look fashion de desagrado y; el atuendo nerd portado por el ñengo miedo.
No obstante lo anterior,
la forma o estética de la más reciente cinta de Pixar no opaca su profundidad y
calidad argumental. El fondo de la historia se mantiene en equilibrio con el
nivel de animación gracias a un guión sencillo, en apariencia, pero el cual
ofrece diferentes capas de lectura o apreciación para el espectador. Puede
funcionar tanto para el público más pequeño, como un metraje de aventura aderezado
con simpáticos personajes secundarios (sí, lo digo por ti, querido Bing Bong) como puede representar, para
el público más adulto, una invitación a la reflexión, un llamado al
autoconocimiento de las emociones que convergen dentro de nuestro ser, así como
de la multifacética y compleja actitud con la que afrontamos diversas
situaciones o circunstancias de nuestras existencias.
Temas como la memoria
significativa; las remembranzas que configuran el carácter del individuo o; la
amenaza emocional del subconsciente;
sumados al buen despliegue visual de la cinta, el cual se manifiesta, por
ejemplo, en los almacenes de los recuerdos o en los laberintos de los
diferentes recovecos de la mente de Riley
(sobresale un ingenioso set donde se construyen los sueños o el espacio de
los conceptos abstractos), hacen de “Inside Out” una experiencia más que gratificante.
Me pone a pensar en los “monitos” o emociones existentes dentro de la cabeza de
los escritores de Pixar, los cuales, seguramente, dieron rienda suelta a su
diversión y a una sólida interacción entre sus alegrías, tristezas, desagrados… para fecundar esta película.