El paradigma popular ha
encumbrado al perro como el mejor amigo del hombre. Pero, ¿es el hombre el
mejor amigo del perro? Kornél Mundruczó, realizador de origen húngaro, trata de
resolver esa interrogante de una forma poca usual. Lo hace planteando una
especie de fábula apocalíptica canina, la cual intenta advertir sobre los
complejos de superioridad y los abusos excesivos de los seres humanos para con
los cuadrúpedos perrunos. La premisa, de
entrada, suena harto interesante.
Enmarcada la historia dentro
de una Hungría intolerante hacia los perros mestizos (los de raza no pura), una
niña de nombre “Lili” intenta proteger a su fiel amigo, “Hagen”, porque la ley
establece un impuesto considerable para los perros cruzados; impuesto que no está dispuesto a pagar el padre de
“Lili”, un ex profesor amargado que se dedica a la verificación de calidad de
las reses y que simboliza uno de las propósitos del filme: retratar a aquellos
humanos que catalogan como mera mercancía u objetos a los animales.
El relato del director
Mundruczó evita en varias ocasiones hacer uso del tripié, para así tratar de
colocarnos en los “zapatos” (ó “patas”) de los perros. Las locaciones en donde
sitúa al protagonista canino de su cinta son de las más adecuadas, ya que se
tratan de lugares marginados y sombríos, algo que ayuda a acentuar el tono
dramático y oscuro de su argumento. Sin
embargo, es precisamente el cambio de tono, a mitad de película, lo que da al
traste con lo que pudo haber resultado una representación más sólida y
elocuente del mensaje que Mundruczó quería transmitir. Intencionalmente, el
cineasta húngaro transita del melodrama al suspenso con tintes de terror, muy
al estilo del “Cujo” de Stephen King. Esto último provoca la risa involuntaria
de algunos espectadores en varias de las secuencias de “Hagen y Yo”.
Asimismo, algunos
personajes y subtemas no están tan bien desarrollados como los aspectos
técnicos de la cinta. Mientras que la fotografía luce espectacular y el montaje
de las estampidas de los cuadrúpedos nos recuerdan –guardando las proporciones-
aquella edición vertiginosa de “La escalera de Odessa” (“El Acorazado
Potemkin”), Mundruczó falla con el uso alegórico del lenguaje musical, no
aprovechándolo como una herramienta conciliadora, como un puente de verdadero
diálogo y enlace entre las palabras humanas y los ladridos. También, el padre
de “Lili” sufre un cambio abrupto en su personalidad que no se percibe creíble;
su catarsis no es tan significativa como la bifurcación emocional de los
personajes centrales (“Lili” y “Hagen”).
Luego entonces, el
largometraje de “Hagen y Yo” logra desmarcarse de esas cintas “gringas” que acostumbran
caracterizar a los perros como seres parlantes e inmersos en larguísimas
escenas cargadas con humor de pastelazo. Mundruczó logra devolver dignidad y naturalidad
a sus protagonistas; además, supongo que contó con buenos adiestradores caninos,
ya que cada uno de los cuadrúpedos del film brillan en sus interpretaciones. En
síntesis, a la película ganadora del Premio del Jurado, en la sección “Una
cierta mirada”, del festival de Cannes 2014, le sobra garra y colmillo en sus
secuencias de acción y dramatismo, pero le llega a faltar olfato o instinto por
lo que respecta al equilibrio argumental de la historia.
Ojo Aguascalientes: Esta cinta se exhibirá el próximo viernes 5 de junio en el Auditorio Dr. Pedro de Alba de la Universidad Autónoma de Aguascalientes como parte de la 58 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional. Puedes checar el resto de la programación en este enlace.