El Gallo Rojo | Por Oscar Maskie |
Hablo desde una perspectiva personal y
sin embargo, creo que muchos coincidirán cuando digo que el cine puede cambiar
vidas, para bien o para mal. Como vehículo ideológico, puede ser tan
benevolente como peligroso si no se tienen los criterios necesarios para
discernir entre los distintos fines perseguidos por tal o cual film. No quiero
parecer romántico ni mucho menos, pero es innegable la capacidad de algunas
películas para modificar nuestra perspectiva, posturas y sentimientos sobre
algún tema general o especifico.
Iba preparado para ver una película que
intentara a toda costa hacerme derramar el agua que brotó de mis ojos cuando
Mufasa muere en esa estampida o cuando Jack se hace paleta en los brazos de su
amada Rosa, y es que mi garganta profunda del documental mencionó que “Llévate
mis amores” era una película por demás excesiva a la hora del chantaje
emocional. Si bien es cierto que el documental muestra un lado bastante
sensible de las patronas (grupo de mujeres que preparan y reparten comida a los
migrantes que viajan sobre “la bestia”), me parece que la honestidad y nobleza
de las encantadoras (no es sarcasmo) protagonistas sobresale por encima de
cualquier otro aspecto del trabajo de
González Villaseñor. En un documental bien intimo, el director mexicano nos
muestra aspectos de la vida de estas mujeres que a pesar de las dificultades
que de por sí representa vivir en un país como México, se las arreglan para
dedicar gran parte de su tiempo y esfuerzo a ayudar a los migrantes
centroamericanos que pasan por su comunidad.
Villaseñor nos deja ver guiños de realidad en la vida de estas mujeres que encuentran en el dar, una satisfacción mayor a la de recibir, y que han hecho del desprendimiento, una forma de vida. Es algo que todos tendríamos que aprender de las patronas, desprendernos del tiempo y el esfuerzo que requiere el sencillo pero muy gratificante acto de ayudar a los demás.
Villaseñor nos deja ver guiños de realidad en la vida de estas mujeres que encuentran en el dar, una satisfacción mayor a la de recibir, y que han hecho del desprendimiento, una forma de vida. Es algo que todos tendríamos que aprender de las patronas, desprendernos del tiempo y el esfuerzo que requiere el sencillo pero muy gratificante acto de ayudar a los demás.
Regresando a la idea del último post, el
cine (sobre todo el documental) nos abre la posibilidad de conocer realidades que
a pesar de suceder geográficamente cerca, son poco conocidas por la gran
mayoría de la población (gracias duopolio televisivo).
El Autor: Realizador audiovisual, cinéfilo, futbolista, fotógrafo y escritor amateur. Aquí está mi FB.