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Ciudad de México, 8 de enero (SinEmbargo).– La muerte de Julio
Scherer García en la víspera dejó huérfano al periodismo combativo y
crítico que ha perdido así una figura irrepetible, maestro de reporteros
y él mismo hasta el final un soldado de la información.
“Cuando te habla Julio Scherer García y tú te dedicas al periodismo, pues es como si Zeus te hablara del Olimpo y te dijera: tienes una encomienda. Naturalmente dices: –Sí, don Julio, qué quiere que haga, qué guerra quiere que cubra, das la patria potestad de tu hija si es necesario”, contaba a esta cronista el escritor Juan Villoro en una entrevista reciente.
Hablaba de un reportaje sobre Cuba que el maestro mexicano del periodismo le había encargado entonces al jovencísimo autor de El testigo y Dios es redondo.
Las palabras de “Juanito” no son exageradas. Decir Julio Scherer
entre los conocedores del periodismo nacional es originar una profunda y
sincera reverencia, como la enunciada por el guionista de Amores perros, Guillermo Arriaga, en su cuenta de Twitter.
“Se ha ido una de las grandes voces críticas de este país: Julio Scherer. Hará una falta enorme, más ahora. Una dolorosa pérdida”, dijo el también director de cine.
Scherer, que falleció a los 88 años, dedicó más de cuatro décadas a
denunciar con su pluma los abusos del poder y dibujar los caminos más
comprometidos del periodismo en México, un país donde nunca ha sido
fácil ejercer el oficio.
“Toda su carrera la hizo contra la corriente y se ha demostrado que
tenía razón”, dijo el escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio
Nobel de Literatura, al entregarle en 2002 el premio de la Fundación
Nuevo Periodismo en la categoría de homenaje.
Y precisamente la revista Proceso, que fundó en 1976, destaca
entre otras muchas notas dedicadas a honrar la memoria del legendario
periodista, la crónica de ese día en que Gabo premió a Julio.
“–No sabes cuánto te quiero, me jodiste” –dijo Gabriel García Márquez a Julio Scherer García en el momento de entregarle el premio en el estrado del Marco.
–Gabriel, Gabriel, Gabriel –fue la respuesta, al tiempo del abrazo estrecho y el beso en la mejilla”, dice la crónica titulada El oficio de Scherer.
UNA MISA EN EL PANTEÓN FRANCÉS
A muchos llamará la atención que una misa en el Panteón Francés haya
sido la ceremonia elegida para despedir al maestro; sin embargo, se
cumplía así un deseo del también recientemente fallecido Vicente Leñero,
su gran cómplice y católico de fe militante.
Como sea, don Julio, nacido el 7 de abril de 1926 en la Ciudad de
México, inició sus pininos en el periodismo en una publicación
estudiantil de raigambre jesuita, por lo que no habría de extrañar que
si Dios existe, allí lo estará esperando con una Olivetti bien aceitada
para que narre historias desde el Cielo.
Porque más allá de las ideas, nadie supo concentrar tanto respeto
desde diferentes posiciones políticas. Así lo demuestra el pésame del
escritor Jorge Volpi enviado a María Scherer desde su cuenta de Twitter.
“Lamento la muerte de don Julio Scherer, figura clave de nuestra vida pública: infatigable, siempre crítico”, escribió el autor de En busca de Klingsor.
El hombre que en 1952, comenzó a destacar en la edición matutina de Excélsior,
uno de los diarios más antiguos de México, hasta llegar a la dirección
en 1968, crece en la memoria de su hija María, quien publicó un texto
conmovedor en la revista Letras Libres.
“Creo que comprendí que mi padre era un gigante hasta que me matriculé en la universidad. Sabía, por supuesto, que era un hombre importante, querido y respetado, que todo el mundo lo conocía, lo mismo que él conocía a todo el mundo.
Casi todos mis maestros me interrogaban sobre él. Querían saber qué
me aconsejaba, qué me confiaba sobre el oficio periodístico. La mayoría
se alegraba de tenerme entre sus alumnos, como si yo emanara alguna de
sus virtudes profesionales. Aunque sus preguntas eran repetitivas, me
encantaba escuchar –las más de las veces– la admiración que expresaban”,
cuenta.
“Prácticamente a diario –juro que no exagero–, mi papá dejaba una
nota en mi buró. La colocaba ahí temprano en la mañana, antes de salir, o
por la noche, cuando me encontraba dormida. Conservo muchísimas
tarjetas suyas que dicen solo Te amo. Dos cajas protegen cientos más.
Elegí una al azar, porque no puedo decidirme por ninguna. Escribió: Hija
preciosa: Ya no más amor, ya no tanto. Hay horas en que cubres mi
pensamiento íntegro. ¡Basta!”, comparte María Scherer, periodista como
su padre y también novelista.
DE LA SALIDA DE EXCELSIOR AL “MAYO” ZAMBADA
En 1976, en la cúspide de su carrera periodística, fue echado de Excélsior por una maniobra atribuida al entonces presidente Luis Echeverría. Julio Scherer no se amilanó y fundó Proceso, un semanario político que se mantiene en circulación como el semanario político con mayor peso y trayectoria en México.
Scherer dejó en manos más jóvenes la dirección del semanario en 1996,
pero siguió activo, renuente a convertirse él mismo en objeto de
entrevistas y reportajes.
En 2001, entrevistó al subcomandante Marcos, cuando el líder
indigenista llegó a la capital mexicana al frente de la hoy mítica
caravana zapatista.
En los últimos años publicó varios libros, entre ellos Parte de Guerra, con revelaciones inéditas sobre la masacre estudiantil de 1968 en la Plaza de Tlatelolco, Los Patriotas: de Tlatelolco a la guerra y El perdón imposible: No sólo Pinochet. También escribió La pareja, un libro crítico sobre el presidente Vicente Fox y el protagonismo de su esposa, Martha Sahagún.
En abril del 2010, una foto de portada anunciando el reportaje “En la
guarida con el Mayo Zambada” y en la que don Julio aparece junto al
famoso narcotraficante, generó la polémica y puso en la boca de todos.
Su valentía y su ética estaban para entonces blindadas y fuera de
discusión, por lo que podría decirse sin ninguna duda que murió con el
prestigio intacto, abrazado a una imagen de sí que ha iluminado a las
nuevas generaciones.
“Tantas alegrías regó don Julio a su paso que no se pueden
cuantificar las penas de quienes fuimos atraídos por su luz”, dice el
periodista y escritor Juan Pablo Proal, editor de la versión digital de
la revista Proceso y a quien don Julio estimuló como nadie para que escribiera su primer libro, Vivir en el cuerpo equivocado.
“Hoy murió el periodista más grande que ha dado México: Julio Scherer García. Era grande no sólo por su pluma, por su incorruptibilidad, por su valentía, sino también por su infinito amor a la vida y a la humanidad; por su enorme corazón, siempre desprendiendo generosidad y alegría. Forjó a generaciones de periodistas y deja el único medio impreso del país que semana a semana es consecuente con la vocación esencial del periodismo: ser un contrapoder. Lejos de opacar con su gigante figura, Don Julio nos incluyó a todos en su inmensa planta de luz: jamás se cansó de impulsarnos a que brilláramos también. Gracias por tu vida, por esa admirable y milagrosa vida”, añade Proal.
“Cómo extrañaremos su mirada, sus textos, sus lecciones únicas de generosidad y fuerza, se lamenta el periodista Genaro Villamil.
Desde nuestra trinchera, no dejamos de lamentar la partida del maestro.
“El equipo de SinEmbargoMX lamenta la pérdida de Julio Scherer, padre
de generaciones de periodistas críticos”, fue nuestro pésame público.
En privado, cada uno de los que abrazamos con pasión este oficio a
veces demasiado ingrato, siempre demandante, dedicamos un minuto de
silencio a reflexionar cómo haremos para emular el tino y el amor que
don Julio Scherer dedicó a este raro privilegio de ser, después de todo,
simples periodistas.